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Ferro Carril Oeste nunca se olvidó de su esencia y se aferra al sentimiento histórico: fue la última cancha con arcos de madera
El club de Caballito marcó una época dorada del deporte argentino, con el equipo dirigido por Carlos Timoteo Griguol como símbolo, con dos títulos ganados y chapa de grande
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Debe de haber pocos clubes que sufran tanto como Ferro Carril Oeste las dificultades de reconstruirse. Es que esta institución que habita el mismísimo centro geográfico de la ciudad de Buenos Aires lo padece deportivamente desde hace más de dos décadas con ese regreso a Primera tan esquivo y lo sufrió a nivel infraestructura hace unas pocas semanas con un derrumbe en una de sus futuras nuevas cabeceras de cemento.
Lleno de gloria en los años 80 y con una caída que empezó a acelerarse en los años 90, el club de Caballito busca volver a ser el que fue. Lo desean los jugadores y dirigentes, pero por sobre todo los hinchas. Se suele decir que para saber a dónde se está yendo hay primero hay que conocer de dónde se viene. Y para ello nada mejor para el club que haber recuperado unos seis palos de madera que son la historia misma de Ferro Carril Oeste. Estos objetos, más que piedra fundamental, son la madera tan característica con la que el club quiere unir el pasado con el futuro y así construir nuevas hazañas y disfrutar más seguido de las alegrías deportivas. Se trata de los viejos arcos de madera que no sólo fueron parte de la historia grande de este club, sino que también formaron parte del paisaje de la última era dorada del fútbol argentino.
Eran puro exotismo en el profesionalismo. Parecían contener la esencia misma del potrero en un estadio de primera división. Y en la práctica, el rebote de la pelota era totalmente diferente al de un caño cilíndrico. Era palo y adentro o palo y afuera. De hecho, si la pelota daba en la parte interna del palo, seguramente era gol. Con ellos, Ferro ganó dos campeonatos (el Nacional 82 y 84), el arquero Carlos Barisio, fallecido el año pasado, estableció un récord de imbatibilidad en el fútbol argentino al mantenerse 1075 minutos sin recibir un gol y otros clubes importantes fueron locales allí. San Lorenzo, el primer grande en descender, perdió la categoría en ese estadio tras el 0-1 ante Argentinos Juniors y con un penal atajado por Mario Alles a Eduardo Delgado. Y una enciclopedia completa se podría completar con las celebridades que estuvieron bajo esos palos, desde Amadeo Carrizo y Antonio Roma a Germán Adrián Ramón Burgos y Carlos Fernando Navarro Montoya. Por su peso, no era una tarea sencilla sacarlos para que los Pumas fueran locales en Caballito. Cuentan que era necesaria una grúa para retirarlos y colocar las H con las que, por ejemplo, la Argentina obtuvo el histórico empate 21-21 ante los All Blacks con cuatro penales y tres drops de Hugo Porta.
Ferro Carril Oeste, campeón 1982
Fueron en definitiva los últimos arcos de madera en retirarse de las canchas del fútbol profesional. Ferro se aferró a ellos hasta donde pudo, ya que eran su marca de distinción, pero el fútbol moderno y ultra profesional venía a por ellos desde hacía varios años. “Siempre hubo resistencia de la gente del club a dejar de usar los arcos de madera. Nosotros queríamos quedarnos con las tribunas de madera y los arcos cuadrados, pero bueno la modernidad nos fue llevando por delante. Además, una disposición de AFA decía que los palos debían ser redondos y ya no más cuadrados y de madera”, explicó el presidente Daniel Pandolfi durante la recorrida que hizo LA NACION por las actuales instalaciones del club.
El adiós a un clásico
El día que nadie quería que llegase finalmente fue el 12 de junio de 1994. Ferro, con Germán Burgos en uno de los arcos de madera, recibía a Newell’s, que tenía a Fabián Cancelarich, otro histórico arquero del Verdolaga, custodiando por última vez los otros tres palos de madera. La Lepra ganó 2-1, con tantos de Alfredo Mendoza e Iván Gabrich, y por esos caprichos que suele tener este deporte el único tanto del local en los arcos de madera fue convertido por Alfredo Berti, en contra. Esa tarde gris en Caballito pasó también a la historia por haber sido el último partido de un histórico y campeón del mundo, Oscar Garré, quien concretó el plan que había diagramado dos años antes. “Los dirigentes de Ferro querían que siguiera un año más, pero yo ya tenía 38 años y había un cambio generacional. Estaba sólo yo entre el Mono Burgos, el Ratón Ayala, el Negro González. Yo era como el padre de ellos”, recuerda ante LA NACION. El adiós de los arcos y sus secretos coincidieron con su retiro: “Eran cuadrados, pero no terminaban en punta, tenían una rebarba a los costados, y eso marcaba una diferencia con los arcos normales. Aparte sabíamos que del lado de los túneles había una diferencia de altura, una caída como de 60 centímetros, y que cuando el rival armaba la barrera siempre quedaba de ese lado un espacio más amplio para el pateador y nosotros intentábamos hacerlo valer”. Claro, no sólo se retiraron los palos y Garré ese día, ya que al ser la tercera derrota en cuatro partidos también significó el fin de la última etapa de un glorioso e histórico DT del club como lo fue Carlos Timoteo Griguol. Demasiada historia e identidad yéndose del club el mismo día. Algo quería decir…
Durante el receso por el Mundial de Estados Unidos 1994, los arcos de madera fueron retirados para siempre y reemplazados por los de metal más convencionales que fueron estrenados el 24 de junio de ese mismo año con un empate 1-1 entre el local y Boca, con goles de Mario Pobersnik y Emiliano Romay en el rebote de un penal atajado por Germán Burgos a Sergio Martínez. En el compacto del partido en Canal 13 que se puede ver en Youtube, una particularidad: el relato de Mariano Closs.
Lamentablemente para Ferro, ese cambio de material en las porterías, más el cierre de ciclo de varias de sus leyendas, coincidió con el comienzo de tiempos muy difíciles, ya que seis años después y tras el Clausura 2000, en el que ganó dos partidos, empató dos y perdió 15, el equipo que había sido dos veces campeón del fútbol argentino se fue al Nacional B –su último partido en primera división fue casualmente ante Newell’s, en Rosario– y al año siguiente cayó a la B Metropolitana. Lo deportivo se correspondía con lo institucional, ya que las sucesivas malas administraciones derivaron en la quiebra del club en 2002, la que se levantó en 2014 gracias al aporte de los socios y la venta del defensor Federico Fazio a Sevilla.
Casi se pierden para siempre...
Casi como la metáfora más cruel de la caída que sufrió el club de Caballito, los viejos arcos de madera estuvieron a punto de perderse para siempre y fueron encontrados bajo los escombros de la demolida platea de madera que daba las espaldas a la avenida Avellaneda. “Fue prueba de la desidia del club en la época de la administración judicial a la que no le importaba nada y que en vez de venir a ayudar y levantar los problemas del club nos generó 10 veces más problemas. Y no sólo eso, nos generó el robo de tablones y un montón de cosas porque nadie cuidaba nada. Por lo menos pudimos rescatar los arcos”, lamentó Pandolfi.
Quizás ese hallazgo que provocó sentimientos de los más variados, desde nostalgia y tristeza hasta la más profunda de las broncas, es el que permite volver a soñar con una refundación total a nivel institucional y deportivo. “Ahora están en resguardo y guardados para en un futuro armar un museo del club”, cuenta Pandolfi. Ya a salvo de ser robados y de ser maltratados a la intemperie, los palos de madera rescatados están en el gimnasio Héctor Etchart, apilados en el piso del mismo espacio donde funcionaba la oficina de León Najnudel, creador de la Liga Nacional de básquetbol y a quien se la atribuye gran parte del mérito por los éxitos de la Generación Dorada. Recibido por Oscar D’Auria, presidente de la Subcomisión de Historia Estadística y Museo del club, y Carlos Guaraldo, también integrante de dicha Subcomisión, la nacion pudo ingresar en ese cuarto oscuro, fotografiar y ni más ni menos que sentir la textura y el peso de la historia de Ferro. Y automáticamente se dispararon las anécdotas.
“Nosotros tenemos el registro fotográfico de Horacio ‘El Mudo’ Aleva, que era el fotógrafo del club, nos lo dio su familia y lo empezamos a escanear. Y allí apareció un momento del año 67, cuando Racing vino a jugar y Ferro lo recibió con la camiseta del Celtic. Durante el partido se largó a llover y me fui debajo de la tribuna, para cubrirme un poco y hubo un penal para Ferro en ese arco y atajó Agustín Cejas. Yo veía la reja, el arco, el arquero y quien pateaba. Y cuando escaneamos la foto vi una imagen igual a lo que yo vi ese día y se me puso la piel de gallina”, recordó D’Auria a pura emoción. “Mi mayor recuerdo es del 81, cuando se paró el partido para festejar que Carlos Barisio había batido el record”, aporta Guaraldo. “Todos recordamos ese partido histórico con Racing en el 80, que pasamos de 1-4 a 5-4 y en el que hubo un tiro libre de Rodríguez Neto que pegó en el poste y entró. Si Griguol perdía ese partido le iba a costar mucho seguir como técnico de Ferro, para mí es un gran recuerdo”, añadió Pandolfi.
“Fueron los últimos arcos de madera con que se jugó en una cancha profesional. Recuerdo mucho cuando le ganamos a River y nos aseguramos el campeonato, pero también el partido con Quilmes en el 82 que pudimos ser campeones por primera vez. Eran los primeros grandes logros de Ferro”, memoriza Garré, quien hoy forma parte de la Secretaría Técnica del club y trabaja desde su lugar para el ansiado retorno a Primera.
Durante el mismo recorrido por las instalaciones que hoy posee el club y el avance de las obras para ir completando un estadio completamente de cemento, Pandolfi, D’Auria y Guaraldo mostraron el espacio multideportes bajo la nueva tribuna local de cemento y con orgullo el último codo de tribuna de madera que el club conservará por siempre como legado de aquellos años de gloria. A su vez contaron que el futuro museo estará debajo de esa tribuna y al menos uno de los arcos de madera será exhibido a los futuros visitantes. Se sueña con un sitio especial donde darle continuidad a una actividad que ya se realiza desde hace un tiempo. “Nosotros tenemos una visita guiada en ‘la noche de los museos’ y cuando llegamos acá les hablamos de la tribuna y de los arcos de madera, para que la gente lo reciba como un dato histórico. Se trata de refundar algunas cosas del club”, explica D’Auria.
Son otros tiempos y Ferro busca adaptarse a ellos para volver a competir en la elite. Su estadio ya se cubrió de cemento en tres costados y se sumó el apoyo del grupo empresario comandado por Christian Bragarnik. Pandolfi aclara que volver a Primera es un objetivo y no palabras al viento: “Este es un club necesita estar y cobrar como un equipo de primera para poder mantener todo esto. Por eso estamos mejorando la infraestructura y la cancha. Estamos para volver a Primera”.
“El recuerdo de los postes de madera es permanente, porque nunca los quisimos sacar, por eso dejamos un poco de tribuna de madera para ver de dónde venimos”, cerró Pandolfi. Es que para todo Ferro habrá un futuro soñado siempre y cuando la piedra fundamental... ¡sea de madera!
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