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El otro Abierto de Palermo: el After Polo y todo lo que hay que saber de la nueva movida social
Que el Abierto de Palermo es mucho más que polo no es una novedad. En la ancha calle que divide la cancha 1 de la 2 se mezclan de manera natural quienes van a ver los partidos y los que disfrutan de la parte social de este deporte. Pero desde hace un par de años arrancó un evento que nuclea a todos y que esta temporada tomó mayor relevancia: el After Polo. Una fiesta que arranca una vez que termina el último partido y que va creciendo sin pausa hasta pasada la media noche.
"Más del 50% de la gente que viene al after nunca entró en el Campo Argentino de Palermo y queremos que pierda el miedo a esa barrera que ponía el polo, que le quede un buen recuerdo. En el after tenemos caballos, imágenes del polo, están los jugadores. La idea es que se diviertan y que de alguna manera consuman polo durante la noche. También nos sirve para la gente del polo porque se queda más tiempo, consume algo y la pasa bien; sirve como punto de encuentro", explica Eduardo Novillo Astrada (h.), presidente de la Asociación Argentina de Polo y quien arrancó esta movida en 2017.
Desde la AAP apuntan a que aquellos que vayan al after vuelvan otro día a ver polo, estrategia que acompaña la apertura del predio de manera gratuita durante el año. Gabriela Gorostiaga tiene 37 años, es porteña, y hasta 2017 nunca había visto un partido de polo. "Sacamos entradas para el after y jugaban Alegría contra Cría Yatay y no había nadie en las tribunas. Nos gustaron los colores y nos enganchamos con Alegría. Después lo cruzamos a Facu Sola y charlamos cinco minutos y nos pareció muy copado. Cuando se separaron nos queríamos matar. Ahora vamos a todos los partidos de Las Monjitas", cuenta Gabriela, que suele ir con su hermana Romina y su amiga Vanesa.
Más allá de lo deportivo, resulta imposible soslayar el aspecto económico, altamente redituable para la AAP. La entrada al after estaba a $600, aunque para la final aumentó a $920, entre el costo y los gastos administrativos de la página que las vende. "Conozco el Abierto hace diez años porque trabajaba con un sponsor y era un evento totalmente distinto al de hoy. Estaba apuntado a lo deportivo y no tenía contenido social. La gente, después de los partidos, se iba yendo y a nosotros el post, que era lo que nos servía, nos quedaba corto. Además, en un momento hasta te desenchufaban la luz", recuerda Lucas Adur, CEO de la AAP.
Entre los patrocinadores, este año se destaca el ingreso de la cerveza Imperial, que cuenta con un gran espacio público con vista a la cancha 1, además de otros stands a lo largo del predio. "Tenemos una larga trayectoria junto al polo: primero como sponsor de La Dolfina, junto a Adolfito Cambiaso como embajador, y luego como sponsor oficial de los Abiertos de Tortugas y Hurlingham", cuenta Diego González Puig, Brand Manager de la marca, que cerró un acuerdo en Palermo por los próximos cinco años.
Lo que opinan los asistentes a la nueva movida
En términos de consumo, la lata de medio litro de cerveza está a $200 y es lo que más se observa en el after. Hay opciones más caras, como las que ofrece Johnnie Walker, con tragos por $250, $300 y $400. Muchos jóvenes buscan alternativas "gasoleras" y ahí aparece el clásico trago viajero, que consiste en cortar una botella de gaseosa por la mitad y mezclar el alcohol con hielo y gaseosa. "Me gusta mucho el bar que está entre las dos canchas y suelo tomar una cerveza ahí. Honestamente no me acuerdo cuánto gasté porque con el sistema que usan no me fijo", explica Andrés Weisz, un exjugador que se dedica a la cría de caballos y vino desde Estados Unidos a ver el Abierto. Es que dentro del predio no se compra con dinero, sino que uno retira una tarjeta, carga plata de manera online o en los puntos habilitados y consume con ese tope.
"Es la segunda vez que venimos y nos enteramos por las redes sociales. En vez de ir a un boliche venimos acá que es al aire libre y la onda del lugar está mucho mejor. La verdad es que el polo me da lo mismo, no entiendo mucho" (Sofía Campanini y Valentina Rivas)
"Es la segunda vez que venimos y nos enteramos por las redes sociales. En vez de ir a un boliche venimos acá que es al aire libre y la onda del lugar está mucho mejor. La verdad es que el polo me da lo mismo, no entiendo mucho. El horario también ayuda. De acá nos vamos a dormir y es importante porque estamos en época de finales de la facu", cuentan Sofía Campanini y Valentina Rivas, dos jóvenes de Gualeguaychú que estudian Administración de Empresas en la UADE. Basta con consultar al azar sobre los partidos para ver del torneo y advertir que un gran número de la gente no está al tanto del tema. "Calculamos que alrededor de un 70% de la gente se quedó del partido y el resto se sumó después", apunta Adur.
Como Sofía y Valentina, son muchos los que llegan a través de las redes sociales, que no le escapan al fenómeno. Basta con recorrer un poco para ver los lugares más fotografiados que se compartirán inmediatamente en Instagram, como la escultura del caballo que se encuentra en el acceso al predio o el mítico roble olímpico (cuyo retoño se trajo luego de Berlín 1936) iluminado que está unos metros más adelante. En ese sentido, los llamados "influencers" entran en escena. María Garavilla es diseñadora y productora de moda y, a través de su cuenta de Instagram, comparte sus experiencias a sus más de 50 mil seguidores. "Vengo hace bastante porque me gusta mucho el polo. Lo hago con mi novio o con amigos y esta es una época que muchos esperan. Al margen del partido, se arma mucha movida y la gente, en lugar de ir a bares, viene directamente al after polo", cuenta María quien no sólo sube contenidos de moda sino también gastronómicos, de viajes y eventos, objetivos presentes en el after y cotizados por las marcas.
Los recitales también forma parte del After
En el after hay para todos los gustos. En la entrada al predio está el escenario, donde pasaron Karina, el Polaco y La Champions Liga, entre otros. Enfrente se ubica el espacio de Imperial con música indie o alternativa. Más adelante, frente al roble iluminado, el polo bar tiene el denominado cachengue mientras el local de al lado por lo general tiene su DJ. "Me hace acordar a un evento al que fui este año que se llama Polo in the Park, en el Hurlingham Park de Londres. Dura tres días y la gente va a pasar un buen momento con amigos más que ver un partido. Lo único que allá son más rigurosos con la vestimenta. Tenés que ir de pantalón largo y los que están en el VIP tienen que usar saco. Por el calor, acá vengo directo al after", cuenta Fernando Montes, un argentino radicado en Inglaterra.
"El after polo era lo de antes. Esto de ahora es una grasada donde la gente viene a emborracharse barato", sostiene en off alguien que asiste desde hace años a Palermo. Si bien hay gente en contra, el público del polo parece haber recibido bien esta iniciativa. "Para nosotros es un buen programa por el horario. Mirás un buen partido, te quedás un rato y al otro día te podés levantar temprano, algo clave, porque durante la temporada no hay días de descanso", explica Milos Ruszkowski, un joven marplatense que trabaja en la organización de Eduardo Heguy.
"La gente más tradicional del polo por ahí se siente un poco invadida. Los jóvenes que me encuentro están felices y yo le apunto más ellos. Los tradicionales tendremos que adaptarnos a los cambios. Entiendo que les cueste, pero cuando vean los números lo van a entender" (Eduardo Novillo Astrada -h.-), presidente de la Asociación Argentina de Polo
En ese sentido, resulta habitual ver a los jugadores quedarse después de los partidos. "Palermo es el torneo más divertido que existe para los jugadores y el after pasa a ser parte del programa. Si no hubiera tanta movida me iría a algún restaurante o bar por ahí cerca", explica Diego Cavanagh, que se quedó junto a su compañero Alejo Taranco después de cerrar su participación en el Abierto con La Dolfina Polo Ranch.
Aunque todavía es pronto para sacar conclusiones, lo cierto es que after tomó vuelo propio y hay tantas consultas por entradas para la final entre La Dolfina y Ellerstina como por lo que pasará después. De hecho, resulta prácticamente imposible conseguir entradas de cortesía para el after, algo habitual en las jornadas anteriores.
Resulta difícil determinar si esto le traerá nuevos fanáticos al polo, pero el plano económico es indiscutible. En ese sentido, Novillo Astrada (h.) entiende las quejas que el evento suscita pero sostiene que el tiempo le terminará dando la razón: "La gente más tradicional del polo por ahí se siente un poco invadida y ese es el gran problema que hemos tenido. No hemos sabido abrir las puerta, es esa concepción de querer mantenerlo para pocos. Todos los jóvenes del polo que me encuentro están felices y yo le apunto más ellos. Los tradicionales tendremos que adaptarnos a los cambios. Entiendo que les cueste, pero cuando vean los números lo van a entender".
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