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El abrazo de Polito Pieres y sus primos después de la separación en Ellerstina
Pablo Pieres prefiere unas grabaciones de Whatsapp que una charla telefónica para hablar del tema. Un tema que está a salvo, pero delicado. La temporada de polo terminó con algunos cimbronazos y Polito quiere que todo lo que diga conste en actas. Actas auditivas. Va a cuidar cada frase, y quiere se cuide cada frase al imprimirla, para que ninguna nota altisonante o mal reproducida rompa la copa de cristal que se mantuvo intacta en cinco años a pesar de las pocas copas de metal: el clan Pieres.
"Vamos a ser familia toda la vida, y si nos hubiéramos peleado, nunca íbamos a perdonarnos", suelta en audio. Y él y sus tres primos (Gonzalo, Facundo, Nicolás) de Ellerstina no se pelearon. Siguen siendo amigos, además de parientes. "Más allá de querer ganar Palermo, que era un sueño, antes que todo está la familia. Para nosotros lo más importante era terminar bien, poder darnos un abrazo el día después o cuando tomáramos la decisión. Darnos un abrazo los cuatro y terminar con la mejor de las ondas. Eso fue lo más importante de todo. Más importante que una copa, que todo", se le adivina la sonrisa, el alivio. No fue fácil dejar un proyecto que apuntaba muy alto y voló más bajo, pero que era el proyecto Pieres. Y sin que otros aviones parecieran poder llegar más arriba en el polo. ¿Por qué?
Hay unas cuantas cosas desconocidas sobre el ¿ex? mediático Polito Pieres. Que no es argentino (nació en Estados Unidos mientras su papá jugaba profesionalmente ahí, y nunca se nacionalizó), que colabora generosamente con el hospital que le salvó la vida a una hermana, que la imagen que quiere irradiar es la de un profesional del polo más que la de un playboy. Que es enfermo de Boca ya no es tan poco sabido. Pero entre las cosas ignoradas, hay una que nunca se sabrá, a menos que él, o alguno de sus primos, la revele: por qué se fue de Ellerstina, el equipo que quería conquistar en familia el torneo más importante de su deporte. El conjunto que varias resignó poderío, o sea, chances de ser campeón, con tal de que el cuarteto estuviera entero en el árbol genealógico Pieres.
Lo hizo Gonzalo cuando quiso que Gonzalito jugara a los 17 años la Triple Corona, y le costó deportivamente carísimo: perdió a nada menos que Adolfo Cambiaso –y vaya si sufriría esa salida–. Lo hicieron ambos Gonzalo cuando cambiaron presente por futuro al no continuar con los Novillo Astrada para que entrara Facundo, con 17 años. Y lo hicieron Gonza y Facu cuando bancaron a Nicolás a sus 20, pudiendo elegir compañeros ya más formados. La membresía Pieres (se extiende a un Mariano Aguerre, cuñado) es más fuerte que la propia marca "Z" en el club de General Rodríguez. Y sin embargo, un día Polito ("Polilla", en la cancha) decidió partir, sin tener una opción más fuerte... al menos a corto plazo. Y vuelve la pregunta: ¿por qué?
"Eso va a quedar entre Facu y yo, y los chicos. Es algo nuestro", contesta su voz, por mensajería instantánea. Facundo es el más amigo de él entre sus primos, además del capitán. En una época andaban muy pegados, y hasta llegaron a compartir techo. El intermedio de los tres hermanos estuvo encantado de incorporarlo en 2015, cuando Pablo venía de brillar en 2013 en Alegría y de alcanzar los 10 goles de handicap a fines de 2014. Era cantado que un día unirían sus caminos, y uno le abrió las puertas de La Z al otro por buen jugador, pero también por amigazo. Lo que no era cantado es que esos caminos se bifurcarían cinco años más tarde.
Facu fue el primero en saber de la intención de Polito de abrirse si en 2019, al cabo de su quinta temporada de Buenos Aires juntos, volvían a no cumplir el objetivo de siempre: ser campeones de Palermo por el club más profesional del polo. Una postergación que para Ellerstina ya lleva siete años, y que para Polilla es peor: conquistar el Argentino Abierto es una sensación desconocida. Nunca lo hizo a sus 33 años. Lo reconoce: es una obsesión.
Difícil, muy difícil, de satisfacer por ahora. Se interpone un Everest que tiene otro nombre: "La Dolfina". Cambiaso formó un dream team en 2011 con Juan Martín Nero, Pablo Mac Donough (dos ex ellerstinos) y David Stirling y desde entonces los cuatro fantásticos perdieron un solo partido de los 40 que afrontaron en el Argentino Abierto. Parecía que una vez que se avejentara el equipazo, Ellerstina tendría unos cuantos años de dominio. Pero Cambiaso se añeja y sigue ganando, y los compañeros, ya cerca de los 40, no aflojan, más allá de patinadas puntuales en los abiertos de Hurlingham y Tortugas. En ese contexto... "Había hablado un poco con Facundo en la temporada de que por ahí, si no ganábamos Palermo... Yo le dije que antes de que alguno tomara una decisión, si no ganábamos Palermo, nos separáramos, así no había ningún conflicto. Si no, íbamos a quedarnos con una sensación fea, y ahora los cuatro, y nuestros padres, mujeres y familia, estamos felices y todos muy aliviados de que haya sido así. Eso era muy importante", es la explicación de Polito.
Ahora bien: ¿cómo se afronta una Triple Corona, y sobre todo una final del Argentino, con semejante incertidumbre rondando en la mente? Incerteza que quizás no fuera tal para Facundo. "Ya van varios años en que Ellerstina no logra Palermo, y conseguirlo sería cerrar de la mejor manera una historia", apuntó el Nº 1 frente a LA NACION antes del partido que los Pieres perderían, claramente, por 16 a 12. El comentario como al pasar pareció cobrar sentido una vez conocido que Polito tomó otro rumbo, algo que trascendió dos días después. "No habíamos decidido nada a esa altura. Al principio de la temporada habíamos hablado rápidamente del tema y listo. Después se pensó en Palermo, Tortugas y Hurlingham, y nunca más se habló de eso. En octubre, noviembre y diciembre nunca se habló de separarnos. Sólo queríamos jugar y ganar. Después, si seguíamos jugando juntos o no, se vería más tarde. Los cuatro estábamos muy unidos. Fue la temporada en que más unidos estuvimos, una de las mejores en cuanto a relación. No había nada que fuera a desenfocarnos. Los cuatro queríamos ganar Palermo y ese era el plan. Tuvimos un mal día, nomás", descarta Pablo.
En toda la charla se advierte una sola causa posible para su decisión. "La presión de no ganar Palermo se hace dura, se hace difícil", admite. Tal vez sea un factor generado en la cancha que haya repercutido fuera de ella, alrededor de los cuatro que se ponían la camiseta pero dentro de la estructura del club de General Rodríguez. Cuando Facundo Pieres habló con LA NACION sobre Hilario Ulloa, el ya reemplazante de Polito, usó estas palabras: "La decisión es nuestra, del equipo, no de Ellerstina".
Como sea, nada resultó tan disruptivo como para que Pablo no vuelva a unirse a sus primos algún día. "Más vale. Cuando se termina así de bien, las puertas siempre están abiertas. Eso está muy bueno". Ahora se vestirá de verde con una V blanca sobre el pecho. Compartirá La Natividad con los futuristas chicos Castagnola y tal vez sí aparezcan esos años continuos de reinado que se le negaron con la camiseta negra. Pero él continuará siendo primo –y amigo– de Gonza, Facu y Nico. Y su corazón polero seguirá teniendo forma de Z. "Cuando no juguemos en contra voy a alentar a ellos, obvio. Yo sigo siendo hincha de Ellerstina".
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