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El Abierto de Palermo de polo llega con novedades: 10 equipos, un presidente-jugador y cambios de reglas
Este sábado arranca el certamen más importante del mundo y como ya es un clásico, LA NACION reunió a un jugador de cada conjunto para una producción especial de la Revista, que acompaña gratuitamente la edición de este viernes del diario.
Están oscuras las fotos, sí, pero no es que se hizo tarde para producirlas. Hay diez, y no ocho, jugadores retratados, pero no se trata de un error. Y uno de ellos está de civil, apenas con una camiseta de su equipo al hombro, pero no se olvidó de la ropa de polista. Todo lo que aparece en las imágenes es intencional.
Porque éste, el Campeonato Argentino Abierto que comenzará mañana, será un Abierto de Palermo diferente. La historia kilométrica, el nivel deportivo superlativo, el predio emblemático, las decenas de miles de espectadores, los atractivos fuera de la cancha y las prestigiosas marcas comerciales serán, como siempre, parte del mejor torneo de polo del planeta. Pero 2017 trae algunas novedades para ese “mundial” anual que tiene lugar entre noviembre y diciembre, con unos cuantos extranjeros entres los espectadores y entre los propios actores de esta gran obra deportiva a la que la Secretaría General de la Presidencia de la Nación declaró “de interés nacional”.
Este Palermo reunirá diez conjuntos, una cantidad inédita en casi medio siglo, y por ende tendrá un formato de competencia distinto. Se dará la particularidad de que uno de los protagonistas es el presidente de la Asociación Argentina de Polo (AAP), organizadora del certamen, y por eso Eduardo Novillo Astrada (h.) posó de traje y camiseta al hombro para las cámaras de la nacion. Se estrenará reglamento de juego, con varias novedades para hacer más dinámicos y seguros los partidos. ¿Y por qué las fotos tan tardías? Porque están previstas algunas actividades nocturnas para el público en el césped, mientras se piensa en algo más importante a largo plazo...
Y los citados por LA NACION para Palermo distinto no fueron elegidos al azar: cada uno de ellos es un polista distinto. En su equipo o en el campeonato.
Ahí está Juan Martín Nero, un fenómeno, un back diferente. Cuando Marcos Heguy –otro número 4 grande en la historia– lo llevó a debutar en 2004, en seguida se le vio pasta al trenquelauquense de entonces 23 años. Al principio no estaba muy claro su puesto y él jugaba de lo que hacía falta; con el tiempo se convirtió en un crack en esa función, criterioso, fuerte, técnico y hasta goleador. La puerta trasera cerrada del mejor conjunto, La Dolfina. “No me veo tan diferente. Es cierto que paso mucho al frente, pero mi forma de jugar me es dada por el equipo, porque tenemos mucha rotación en la cancha. Por eso no soy un back clásico, de los que se quedan en el fondo”, se describió, modesto, el hombre que luce 10 goles de handicap desde fines de 2008.
Y si de cracks se habla, es ineludible referirse a Facundo Pieres, dueño de la valorización óptima desde 2005, cuando lo consiguió a los 19 años, un récord. Adolfo Cambiaso y él sostienen desde hace años una suerte de Lionel Messi vs. Cristiano Ronaldo en el polo, pero con mejor relación personal. Los resultados en la Argentina sonríen mucho más al hombre de La Dolfina y dejan al de Ellerstina por debajo en cuanto a trofeos respecto a lo que su calidad merece. “Sé que es muy importante para el equipo que yo juegue bien y que para ganarle a La Dolfina y a Alegría tenemos que jugar los cuatro bien”, sostuvo, también humilde, el hoy número 3 de La Z, ex delantero y hasta ex back. “No me siento más importante jugando de 3 que de 1 o de 4. No me cambia mucho la posición. Nada me importa más que el hecho de que el equipo funcione”, agregó este polifuncional de 31 años, talentoso, físicamente fuerte, ultra provisto de buenos caballos.
Hábil con la bocha y hostigado –con buena onda– por sus colegas por haber llegado más tarde a la sesión de fotos (con aviso y justificación, por cierto). La mención le cabe tanto a Pieres como a Guillermo Caset, el representante de Alegría, el tercer conjunto en discordia en Palermo. “Sapo” es también un distinto, por mucho más que haberse olvidado de la ropa para las fotos –más cargadas–: lo hacen diferente su destreza ofensiva y la inusual condición de haber llegado a 10 goles de handicap (ahora está en 9) sin tener una estructura polística familiar que le dejara llano el camino a la cúspide. No hay otros Caset en este nivel. Nunca los hubo. “Me habría encantado tener un hermano para compartir un equipo de Triple Corona. Es difícil llegar sin la estructura: es necesario que a uno le den la oportunidad y después hay que conservar el equipo. Si se trata de dos o tres hermanos o primos, ya hay una base, juegan los mismos varios años y se organizan personas que están en la misma etapa de su carrera. Yo tuve que empezar a trabajar, jugando en Estados Unidos (tenía 8 goles allá y 6 en Argentina) para organizarme para jugar acá. Y tuve que pasar algunas veces por la clasificación. Antes me llevaba afuera la mejor caballada que tenía; hoy tengo mi estructura en cada lugar. Es un esfuerzo enorme. Competir en todos lados es bravísimo”, contó el delantero, que cumplirá 32 años durante el Abierto.
Pero si de diferentes se trata, ninguno más este año que Eduardo Novillo Astrada (h.). Es el que está de civil en la imagen principal, y no porque se haya dejado en casa parte del vestuario de polista, más allá de que sí ocurrió y tuvo que pedir prestadas unas botas... A los 45 años, es un joven presidente de la AAP sin perder su condición de protagonista de la Triple Corona, una rareza que no sucedía desde hacía tres décadas, cuando Francisco Dorignac transitaba su última temporada grande, aún con la camiseta de Santa Ana. Ésa de 1987 sería la última de Franky; en cambio, Novillo Astrada está como para seguir un tiempo, por más que no lo haya anunciado, en el cuarteto de hermanos. Esto piensa de sí: “Creo que soy el jugador que es la fuerza, el que está para romper y anular el juego del otro equipo, para que Miguel tome la posta y sea protagonista. Trato de no bajar los brazos en los ocho chukkers, meterle siempre para adelante y hacer cosas nuevas”. Por compromisos relativos a su nueva función (asumió el 31 de mayo, sucediendo, coincidentemente, a Dorignac) y un desgarro en el psoas, Novillo Astrada todavía no debutó en La Aguada-Las Monjitas en la temporada, así que el Argentino será el torneo de estreno de su condición de presidente/jugador.
La sede administrativa de la AAP está ahí mismo, en el Campo Argentino de Polo, entre las canchas 1 y 2. Y así como Novillo Astrada iba y venía entre las oficinas y el césped, otro protagonista andaba preocupado entre las cámaras y lo institucional: Joaquín Pittaluga debía declarar ante la subcomisión de disciplina: “No sé cómo es. Nunca tuve ni una tarjeta amarilla”, se preocupaba el 3 de Cría Yatay, corto de tiempo entre un compromiso y el otro. “Cada uno en nuestro equipo tiene una función marcada en la cancha y afuera. Yo vengo a ser el más responsable de los cuatro, en las reuniones de equipo, en la organización, etcétera. En la cancha pasa algo parecido. Por mi posición, soy el que tiene que tiene que equivocarse menos”, manifestó Joaco, de 32 años. Otro miembro de Yatay y de esa generación nacida a mediados de los ochentas, Cristián Laprida (h.), estaba en la misma: tenía que comparecer frente a la subcomisión. Magoo había concurrido a otras producciones con que la nacion anunció el Argentino Abierto. Por cierto, a ambos les fue mejor en las fotos que en los escritorios...
El diferente de La Irenita era Matías Mac Donough, pero el back de 45 años y larga presencia en Triple Corona se accidentó en un certamen menor –sufrió fracturas varias– y no será parte del Abierto. “Repercute porque es el de experiencia, el que mejor montado está, quizá el mejor jugador. Pero si Dios quiere, Matías se queda en la organización. Nos conocemos perfectamente y a pesar de nuestras limitaciones habíamos adquirido un sistema de jugar que nos servía. Es una lástima”, lamentó Juan Ruiz Guiñazú, de 29 años, un polista que disputó por muchas temporadas las copas República Argentina y Cámara de Diputados y que el año pasado llegó al Argentino Abierto.
También está ante su segundo Palermo Alfredo Cappella Barabucci, que es algo más joven: tiene 25. Un diferente por completo, de una potencia descomunal en el brazo derecho que le permite cubrir hasta media cancha con un remate sin pique de la bocha, y de un físico muy grande, no típico de polista. “Mis pases largos y tratar de quedar siempre bien parado en defensa en un equipo que va muy bien para adelante”, encontró como características distintivas propias. También su conjunto, La Albertina, es muy diverso en algo: es respaldado por el gobierno de Abu Dhabi...
A otro grandote, Ignatius Du Plessis, no hace falta buscarle la originalidad como polista: se la nota apenas escuchándolo. “Ser de Sudáfrica me hace diferente. Es un país que está en la periferia del mundo del polo. Tiene un idioma diferente y una mentalidad diferente. Para jugar en este nivel tuve que abrir mi cabeza y aprender de mucha gente. Esa mentalidad fue necesaria para progresar y ser mejor jugador”, expresó el back de La Dolfina PR. Que, pese a su corta experiencia en Triple Corona, se dio el lujo de protagonizar una final del Argentino: en la de 2014 se puso la camiseta de Ellerstina para sustituir, como titular, al lesionado Mariano Aguerre. La perdió (14-12), pero ése es un hito en su carrera, a sus 28 años.
Hay más foráneos, varios, en este Abierto, y el caso más especial es el de Pascual Sainz De Vicuña. Es español, y por ende, el primer europeo “continental” en muchísimo tiempo en el campeonato. Además, es debutante y tiene 6 goles, el handicap más bajo entre los de los 40 actores del certamen, y el mínimo reglamentario para ser parte de esta elite. “No sé qué hago acá, viviendo un sueño. Es lo más lindo que hay. Lo disfruto como a una película, desde que me despierto y voy a jugar las prácticas”, se conmovió el madrileño de 30 años, que empezó tarde en este deporte, a los 14. “Allá se juega poco. No es tan fácil tener acceso a caballos”, enunció el delantero de La Esquina-Los Machitos, que a los 15 jugó por primera vez en este país, con la facilidad de tener familia argentina.
Argentinidad, en cambio, le sobra a Eduardo Heguy, de nacimiento porteño y cría pampeana. Pero la cualidad distintiva de Ruso es su veteranía en estas lides: aunque lejos de los asombrosos 61 años del campeón olímpico Manuel “Paisano” Andrada en 1951, el back de Chapaleufú participará en el Abierto a los 51, superando por uno a su padre, Alberto Pedro –se despidió en 1991–, y a su hermano Alberto (h.), que por 31ª vez encara el Abierto junto a él. “Soy totalmente distinto al resto por ser el más viejo”, dijo Eduardo sin evasivas, siempre bromista sobre su edad. Por eso a cada rato se quejaba del frío de la tarde/noche palermitana ante el cronista. Un exagerado... “Si alguno se resfría va a ser culpa del periodista”, acusó, ya en la calidez de la sala de reuniones de la AAP, café a mano. Todavía no había sucedido el episodio que revelaría que sí, que estaba grande: había perdido su teléfono. Esta vez, definitivamente sin responsabilidad de la nacion... Hubo un buen rato de búsqueda. ¿Apareció el celular? Sí. El tema es dónde: dentro de una bota... En fin.
Vaya a saber uno si tuvieron alguna responsabilidad los asistentes de los jugadores convocados, chicos que por cierto dieron buena cuenta de las pastafrolas y las facturas que amenizaron la sesión de fotos y charlas. Pero fueron de ayuda con el equipamiento de los polistas, que, por primera vez en las 18 en que se realizó la producción fotográfica previa al Argentino, fueron diez. Consecuencia de una decisión de los propios jugadores, que mayoritariamente querían ampliar el cupo de equipos desde ocho. Pasaron 49 años desde la última ocasión en que el Abierto reunió a una decena de conjuntos: en 1968 intervinieron Coronel Suárez (el campeón), Los Cóndores, Los Pingüinos, Tortugas, Rancho El Tata, Venado Tuerto, Los Indios, La Primavera, Jockey y Mar del Plata.
Este aumento de 25% en las formaciones obliga a una modificación del formato de competencia, que ya había sido cambiado en 2016. El año pasado tenía dos zonas de cuatro, dos cuartos de final, semifinales y final, con 11 días de actividad en total. Ahora, con cinco conjuntos por grupo y necesariamente uno de ellos libre en cada fecha, para no extender el certamen se decidió que hubiera dos zonas y final, sin algo intermedio entre ambas etapas. La particularidad, que ya se dio hace doce meses, es la de un par de jornadas en días hábiles (martes y miércoles) para efectuar la tercera fecha de cada zona. Pero esta vez esa jornada no será la decisiva, porque cada grupo constará de cinco fechas, aunque cuatro partidos para cada formación. Ciertamente, el fixture (ver la página 32) está apretado, lo cual hace al campeonato más vulnerable a eventuales lluvias. El motivo es que no se quiso prolongarlo más allá del 2 de diciembre, porque el fin de semana siguiente será largo y el principal auspiciante de la competencia pidió evitar que la final tuviera lugar en esa circunstancia, el sábado 9. Y desembocar en el sábado 16 habría sido demasiado para polistas que están todo el año trajinando por el mundo, interpreta la AAP.
“Gracias a Dios, la temporada está dándonos la razón en cuanto a la cantidad de equipos. Hay uno cortado, quizás", aludió Novillo Astrada a La Dolfina, antes de la sorpresiva eliminación de éste en Hurlingham. "Ellerstina y Alegría están parejos. Y el resto está muy parejo entre sí, además. Entonces, al haber más equipos hay más partidos parejos”, justificó el presidente de la Asociación la ampliación a diez. Es algo que varios polistas venían pidiendo desde hacía años, aunque no todos están de acuerdo, como Facundo Pieres, que prefiere que haya ocho, y Ruiz Guiñazú, que habría elegido 10 pero recién para 2018.
Tampoco están todos a gusto, aunque sí una amplia mayoría, con las novedades reglamentarias (páginas 36 y 37). La fundamental es la que otorga un penal al equipo que no tiró la bocha afuera en lugar de un imparcial throw-in; las demás tienen menos aplicación o son más bien de forma, pero todas están destinadas a mejorar el espectáculo y a hacerlo más seguro. “Están buenos los cambios. Tenemos que acostumbrarnos un poco, tanto los jugadores como los jueces. Pero me gustan. Hacen que el polo sea más abierto”, celebró Cappella Barabucci. “Estoy de acuerdo con todas las reglas nuevas. La más controversial es el saque lateral, que le da más brillo al juego pero también ventaja a los equipos de arriba”, aprobó Heguy, con esa reserva. Para Novillo Astrada, impulsor y ejecutor de la modificación, “está muy bueno que no haya bloqueo al primer marcador y está muy bueno haber eliminado el throw-in de las tablas. Ya no se está tirando afuera la pelota, se está tratando de jugar más. Y también está mejorando la disciplina”. Pieres, en tanto, quiere más. “Estoy en favor de los cambios. Antes, por ejemplo, cada vez que se iba afuera la pelota uno podía dejar de estar atento. Pero me gustaría que se siguiera pensando para hacer más cambios. Quedan cosas por hacer para acelerar aun más el ritmo”, apuntó. El presidente tiene una buena nueva para su rival en la cancha y aliado en la política: “Vamos a tratar de poner algunos cambios más el año que viene”.
Será, en ese caso, un Argentino Abierto un poco renovado, pero el que se presenta especial, con más protagonistas, presidente/jugador y numerosas reglas nuevas, es éste, el de 2017. Lo que no se altera es la sustancia del mejor campeonato de polo del mundo. “Mi papá me llevaba de aquí videos del Abierto en VHS y yo me enterraba horas viéndolos, hasta las 5 de la mañana”, rememoró Sainz de Vicuña, el español. Y añadió, ya un poco argentinizado: “En esos años, 2000, 2004, Chapaleufú II había ganado el Abierto. Y ahora no puedo creer que voy a estar jugando con estos pibes y en esta cancha”. Vivencias y sensaciones como ésas despierta Palermo. El de ahora y el de siempre.
10
equipos habrá en el certamen, por primera vez en 49 años. La última vez fue en 1968, cuando Coronel Suárez consiguió la octava de diez conquistas consecutivas en el Argentino Abierto. Hasta el año pasado los conjuntos eran ocho
51
años tiene Eduardo Heguy, el polista de mayor edad en Palermo. Su hermano y compañero Alberto cumplió 50. Su padre, Alberto Pedro, compitió con 50 en 1991, pero todos están lejos de los 61 con los que jugó Manuel Andrada en 1951
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