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Del calvario al alivio: Lucas Monteverde volvió a jugar al polo tras 15 meses
Su calvario comenzó a mediados de 2016. Los dolores de cadera eran constantes y los amortiguaba con inyecciones de Oxa B12. Pero cada vez que se subía a un caballo, sea en una práctica o un partido de polo, su cabeza empezaba a trabajar en lo que sería el día después. Una primera cirugía en Dubai, sin los resultados esperados, en febrero de 2017, lo alarmó. Una segunda intervención, en septiembre, en Estados Unidos le cambió el mapa, aunque sin poder apartarse de la prudencia.
Lucas Monteverde , cuádruple campeón del Abierto de Palermo con La Dolfina y una última experiencia en Alegría, sabía que su carrera le pedía un impasse. ¿El motivo? Una rara afección reumatológica, llamada condromatosis sinovial. El líquido sinovial se le cristalizaba y se formaban calcificaciones. Lo explicaba a su manera: "Se forman como unos granitos de arroz en el líquido sinovial, muy difíciles de detectar. La articulación tiene como arena, que lastima". Y el problema se centraliza en la cabeza del fémur. Monteverde no podía caminar. Le costaba horrores dormir normalmente, encontrar la posición. A veces estaba doblado. "Parecía un viejo", decía irónicamente por aquellos tiempos.
Fueron muchos meses con muletas. Obviamente se perdió la temporada argentina (en su lugar, en Alegría, entró Facundo Sola). Con el apoyo familiar, de su esposa Loli y de sus tres hijos, le puso la misma garra que en la cancha, jugando de 2 o 3. Con el corazón.
La última operación fue en septiembre, en el Hospital for Special Surgery, de Nueva York. Brava. El doctor Brian Kelly fue su bendición. Lo abrieron, le sacaron el fémur, limpiaron toda la zona y le volvieron a colocar el hueso. Se comprobó que la articulación estaba sana. El médico le dijo que hiciera rehabilitación y que en 5 meses volviera a montar.
Después de las fiestas, Monteverde viajó a Dubai, donde entre enero y marzo se desarrollan competencias profesionales como las de Inglaterra, Estados Unidos y España. Transcurría febrero y el dolor no aflojaba. Más de una noche se preguntó qué hacer. Sus planes de volver a jugar entre marzo y abril, y con 41 años, parecían una utopía.
Mi única preocupación era poder dormir tranquilo sin dolor y caminar como una persona normal. Hoy duermo, camino, me pude subir a un caballo y estoy pensando en volver a jugar al polo.
"Me estaba costando mucho la recuperación. Me sentía lejos de poder subirme a un caballo. Hasta que hace un mes volví a ver al cirujano y cambió todo", cuenta Monteverde desde Dubai.
–¿Por qué? ¿Qué pasó?
–El médico se sorprendió y me preguntó porqué no estaba taqueando. Le dije que me dolía mucho la zona. Y me explicó: "Te está doliendo la cicatriz, se te calcificó afuera. Es muy doloroso, pero ya se te va a ir. Vos tenés más miedos mentales que otra cosa. Dale, bancate el dolor y andá a caballo de una vez".
–¿Le hiciste caso?
–No estaba muy convencido, pero sí. Al otro día fui a las caballerizas. Mirá que ni podía sentarme en la montura. Bueno, lo hice y nada, todo normal. Me dije: vamos a andar un poco, al tranco. Estaba perfecto. Entonces probé al galope, y ningún dolor. La verdad es que me sorprendí. No lo esperaba. Saber que estaba sano y ya andando a caballo, me cambió la cabeza. ¡Me cambió todo! Me entusiasmé, le metí más garra al gimnasio, a la kinesiología con más ganas. Hoy estoy montando de 3 a 4 veces por semana. Y empecé a taquear.
–Me imagino la sensación de alivio que debés tener ahora.
–¡Impresionante! Ojo, sé que me falta mucho todavía. Me falta músculo, movilidad. Me sigue doliendo un poco a veces, pero estoy a fondo.
–Seguramente te estarás empezando a preguntar si vas a poder jugar la temporada argentina. No digo específicamente la Triple Corona. ¿O sí?
–Hace un mes ni pensaba en volver a jugar el Abierto. Pero hoy, como estoy, siento que voy a volver a jugarlo. Es muy grande el cambio. Vos pensá que hace unos meses mi única preocupación era poder dormir tranquilo sin dolor y caminar como una persona normal. Ahora duermo, camino, me volví a subir a un caballo y estoy pensando en volver a jugar al polo. Es una felicidad enorme.
Durante su larga rehabilitación, Monteverde siguió la temporada argentina 2017 con atención, sobre todo las actuaciones de su equipo, Alegría. Disfrutó mucho la victoria en las semifinales del Abierto de Hurlingham sobre La Dolfina y se quedó masticando bronca con la derrota con Ellerstina en la semifinal de Palermo, un partido en el que tuvieron muchas chances de ganar. Si bien estaba más preocupado por su evolución que por regresar a las canchas, en la intimidad soñaba con volver a calzarse la camiseta del equipo del canadiense Fred Mannix.
Como a todos en el ambiente polístico, lo sorprendió la noticia de fin de año de la partida de Hilario Ulloa, Guillermo Caset y Facundo Sola del equipo. Los tres se fueron a Las Monjitas, el equipo del patrón colombiano Camilo Bautista (Julián de Lusarreta será el cuarto integrante). Un desafío ambicioso que incluso quiso sumar –sin éxito por ahora– a Juan Martín Nero, back de La Dolfina. De pronto, Alegría se quedó de a pie, hasta que Mannix rearmó la formación con tres jugadores de La Irenita: los Zavaleta (Clemente –h.– y Juan Gris) y Matías Mac Donough.
–¿Qué te pasó cuando te enteraste de la disolución de Alegría?
–Me dio mucha tristeza. Dijeron que era un ciclo concluido. A fin de la temporada pasada yo estaba muy mal, seguía con muletas, entonces no me afectó tanto. Si hubiese estado sano y se acababa... Es una lástima porque fue un ciclo espectacular. Me soprendió que se terminara así.
–Alegría se rearmó. ¿Tus planes?
–No tengo muchos planes por ahora. No quise tener nada armado para no meterme presión de fechas, dada mi delicada situación hasta hace unos meses. Hoy estoy contento, pero no quiero volverme loco. Voy a ir midiendo cómo responde el cuerpo. Con jugar prácticas estoy hecho. Lo que venga, ¡bienvenido!
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