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De hijo a padre: cuando Poroto Cambiaso salió al rescate de la leyenda para ir juntos por ¿el último sueño?
Con 19 años, el heredero fue determinante en la clasificación del conjunto de Cañuelas para una nueva definición. Y nuevamente contra sus primos.
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El escenario está complicado. Se sabía que podía serlo para La Dolfina, básicamente por este Ellerstina, nuevo, confiable, optimista, tenía con qué llevarlo al límite. No entienden, padre e hijo, como de golpe se les complicó el partido, que no es cualquiera. Es jugar la final o mirarla desde afuera. Desde que puso a La Dolfina en escena allá por 2000, Adolfo Cambiaso (h.) llegó a casi todas las finales del Argentino Abierto. Sólo faltó a la de 2004. Sí, en 23 de 24 llegó al último día de competencia. Cuando tenía 25 años y en 2023, con 48. Una obscenidad deportivamente hablando. Todo se concretó con el triunfo en el clásico por 15-12, este miércoles.
Pero el panorama luce sombrío. Del 6-3 con control de las acciones, terminó abajo 6-7 la primera mitad. Y en el quinto, 7-9 en desventaja, se cae Pelón Stirling tras un choque entre compañeros. Se lo llevan en ambulancia hasta el palenque. Lo atienden, se lo ve rengo. “No sigue”, corre de boca en boca. La Dolfina está a punto de perder una turbina en medio de un vuelo turbulento. Sigue el uruguayo, que no puede con su alma, con gestos de dolor al montar, al intentar un backhander. Es el momento de Ellerstina, claramente. Para dar el golpe de knock-out. Pero no.
Las imágenes nos retrotraen a la final de Hurlingham, cuando La Natividad lo llevaba de las riendas a La Dolfina y se desgarra Cambiaso. Todos pensaron “Ahora le gana por ocho”. Todos menos Lolo Castagnola, que tira una puteada al aire y piensa “no me gusta esto”. Sabía por qué lo decía. Entra Gonzalo Ferrari y La Dolfina reacciona de la nada. Todos empiezan a jugar mejor, concretan un parcial de 4-0 y pasan al frente por dos, con chances de estirar a tres en el comienzo del 7° período producto de un penal de 60 yardas. Saca el orgullo La Natividad y lo gana por uno con un gol de lejos de Facu Pieres, cuando parecía que irían al suplementario. La levantada de La Dolfina sorprendió a todos, menos a Castagnola padre.
Algo similar ocurrió en esta semifinal de Palermo cuando cayó Pelón. Casi como lo que suele ocurrir en un partido del ATP Tour cuando uno de los tenistas empieza a evidenciar signos de lesión. El rival se confía en que su oponente no está bien, se relaja y cuando se quiere acordar, perdió el partido. La Dolfina emerge cuando más difícil se le presentaba el horizonte. Y no es el padre, la leyenda, el que sale al rescate, sino el hijo. Si había un partido para que Poroto Cambiaso mostrara de qué está hecho, hoy con sus flamantes 19 años, fue éste.
El heredero marcó el camino. Les hizo sentir a sus compañeros que todavía quedaban tres larguísimos chukkers. Ellerstina no podía salir de la confusión en el momento donde más claro tenía que estar. Los embates de Lukín Monteverde ya no son suficientes. Lo sostienen los penales del Sapo Caset, pero, ¿cómo explicar que el equipo haya tenido un bajísimo porcentaje de tiros al arco, con un exiguo 20% de efectividad? Se necesita algo más para ganar esta clase de encuentros, sobre todo si del otro lado está Cambiaso, el hombre inextinguible. Aunque esta vez la figura no sea él.
Pase del padre, golazo de Poroto
Poroto no recibe quejas ni reprimendas: todo es un “vamos Poro”. Pum para un lado, pum para el otro. De repente, en el sexto, los Cambiaso empiezan a jugar en círculos dejándose la bocha. Uno y otro. Hasta que Poroto encuentra el claro para reventar el arco de Libertador desde unas 80 yardas y clavar el 9-9. Una jugada de las que suele hacer La Natividad cuando se empiezan a prestar la bocha. Como cuando al apertura de un conjunto de rugby los forwards meten una sucesión de rucks y le buscan el lugar exacto para que meta el drop.
Si La Dolfina eligió cerrar el juego para sacarle corridas a Ellerstina, lo sabe el propio La Dolfina. Si ese fue el planteo, los números le darán la razón porque le ganó por tres y Cambiaso estará en su 24a final en 25 participaciones con La Dolfina. En total, son 28, si sumamos las 4 que alcanzó con Ellerstina en la primera etapa de su carrera. Ahora bien, el peor momento de La Dolfina se dio cuando, de tanto jugar a la posesión, en la corta distancia, sacándole velocidad al juego, empezó a perder confiabilidad en el taqueo. Y eso que venía de dos partidos en los cuales alcanzó su mejor versión de 2024, con pases largos a los espacios y rotación. Jugar a otra cosa también lo metió en la confusión y deberá tenerlo en cuenta de cara a la final. Hubo 29 foules, 18 de los cuales se los sancionaron a La Dolfina. Un partido con casi 30 pitazos difícilmente sea vistoso para la gente. Cuando no se juega más de 30 segundos seguidos, el espectáculo se torna tedioso. Al menos para el que lo aprecia desde afuera. Para el que está dentro de la cancha y consigue el objetivo (ganar), lo estético pasa a segundo plano. En el deporte que sea.
¡Qué golazo, Poroto!
El propio Adolfito lo admitió después del partido: “No jugamos bien, no me gustó lo que hicimos. Tenemos que mejorar. Nos sacó Poroto, que estaba bien y pegándole con justeza. De todas formas, estamos en otra final y es un motivo más de orgullo para La Dolfina. Mis sueños ya pasaron a otro nivel. Era jugar Palermo con mi hijo, algo que pude hacer y hasta ganar con él. Se lo debo a Pelón y a Juanma, que me hicieron el aguante para cumplir ese sueño. Ahora disfruto los que pueden ser mis últimos partidos con Poroto. Por lo pronto, tenemos uno: la final. En cuanto a mi, veo una puerta entreabierta. Esperaré para decidir. Pero es hermoso poder jugar otra final con Poroto y contra mis sobrinos”, dijo Cambiaso en su charla con post partido con ESPN. Irá por su título 19 de Palermo. Una locura de trayectoria. Y la cuarta seguida contra Jeta y Barto Castagnola, sus sobrinos.
Poroto llega a su tercera definición consecutiva. Ganó una y perdió la restante. Vuelven las charlas y las bromas con sus primos en Cañuelas. Hay un respeto y admiración mutua, además del parentesco y del futuro que les marca la posibilidad de hacer equipo en algún momento no tan lejano. Por ahora siguen siendo rivales. “Es la semana más linda para un polista esta de la final de Palermo. Aunque sea más corta. La Dolfina siempre juega a un ritmo alto y es el juego que nos gusta, pero no siempre se da el juego que querés. Nos agarraban todas las jugadas, daban vuelta más rápido, entonces tenés que tener otras opciones de juego”, explicó el N° 3 de La Dolfina, autor de 8 goles (4 penales) en el partido contra Ellerstina.
Respecto de las “discusiones” que suele tener con el padre durante los partidos, fue elocuente: “Eso nos hace jugar mejor. Tenemos la confianza para decirnos las cosas. No somos un equipo tibio”. Y respecto de La Natividad, aclaró: “¿Cómo tenemos que jugar la final? La verdad que hoy no lo sé. No los tengo tan vistos a La Natividad. Mañana tendremos tiempo de analizarlo”.
La síntesis del partido
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