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Cría Yatay, eje de los sacudones que el polo necesitaba
Podrá gustar o no el nuevo formato del Abierto de Palermo de polo. Se seguirá discutiendo si deben ser 8, 10 o 12 los equipos participantes. Persistirá el interrogante de porqué, con 7 u 11 jornadas, hasta la instancia de semifinales la concurrencia no es la que debiera generar un espectáculo de esta envergadura y con los protagonistas de lujo que involucra. Lo que no entrará en el terreno del debate es cómo el Argentino 2016 se sacudió la modorra en cuanto a los impactos propiamente dichos, a los que no estuvieron muy lejos de producirse, a la frescura que le otorgó tener a dos equipos provenientes de la clasificación peleando para llegar a las semifinales (uno lo consiguió y el otro merodeó la hazaña) y al revuelo que ya mismo genera a la hora de pensar en la modificación de handicaps de fin de temporada. Es decir que, más allá de las especulaciones que hubo sobre en qué momento arriesgar más los caballos, el cambio terminó propiciando pequeños-grandes movimientos interesantes.
Se dirá: pero los finalistas van a terminar siendo La Dolfina y Ellerstina, igual que con el formato anterior. Ya no tiene que ver con formatos, porque ambos jugaron 9 de las últimas 11 finales. Son los mejores y tienen las principales organizaciones, una combinación determinante. Quizás haya alguna otra sorpresa: para qué cerrarle la puerta en un torneo que, aún dentro de la lógica, se ha permitido sacudones renovadores, de esos que se necesitan de tanto en tanto. Veremos el fin de semana.
Lo que logró Cría Yatay, llegando desde la clasificación y metiéndose en las semifinales, no deja de ser una buena señal para el polo. Que a la hora de invertir y de apostar a un proyecto, haya un premio que supere el hecho de jugar Palermo, primero, y de entrar en la cancha 1, después. Cría Yatay concretó lo que La Irenita amagó 24 horas antes contra Alegría, al cual le sacó comezón durante los 8 chukkers. Y no fue casual la enorme victoria sobre La Aguada Las Monjitas. Le ganó bien (14-10), cómodo, jugando mejor, con un sentido colectivo práctico y la cabeza muy clara. Con dos pilares como Joaquín Pittaluga, un 3 clásico que hace lo que pide la jugada y tiene un alto porcentaje de eficacia en los penales, y Cristian Laprida, un 2 de toda la cancha que recuperó las mejores sensaciones después de un par de experiencias acaso con mayores presiones que las que le pedía su actualidad. Juntos se complementan con eficiencia y tienen dos laderos ideales: Guillermo Terrera, un delantero con garra y pasión, e Iñaki Laprida, el back que maneja el abecé del puesto, sin complicarse. ¿Lo esencial de Cría Yatay? Conocer sus limitaciones y actuar en consecuencia. Simple, sin rodeos, sin buscar cosas raras ni cometiendo errores que mejores equipos, con mayor experiencia, los facturan y provocan el desmoronamiento mental.
La frescura de Cría Yatay, como también lo fue la de La Irenita (aunque éste con un estilo más vertiginoso, explosivo y menos depurado), recuerda salvando las distancias a lo que provocó el debut de Indios Chapaleufú en 1983, cuando luego de superar al campeón Santa Ana por paliza, llegó hasta las semifinales, instancia en la que perdió con Los Indios. Ahora volverá a verse las caras contra La Dolfina, el mejor, el candidato, el que va por su 10° título en Palermo y el 4° consecutivo. El que hasta hace unas semanas llevaba casi cuatro años invicto y 39 victorias consecutivas. El gran campeón que, en la apertura del torneo, lo tuvo 20-2 al promediar el 7° chukker. Seguramente si a Terrera, los Laprida y Pittaluga, esa tarde les hubieran dicho que iban a cruzarse nuevamente en las semifinales, no hubieran pensado en otra cosa que en una ironía. Se lo ganaron. Volverán a jugar, pero no en la cancha 2, sino en la 1. Y lo que concretaron sin dudas que abre las puertas para debates a futuro. Sin ansiedades: se está probando un nuevo formato y es prudente no sacar conclusiones rápidas ni pegar volantazos intempestivos. Tomarse tiempo para analizar ventajas y desventajas.
Los handicaps será el tema de fin de año. No tanto los de Cría Yatay y de La Irenita, con algunas subas que se caen de maduras. Sí los de varios equipos que sorprendieron por bajos rendimientos, por no concretar los objetivos de base, por quedar eliminados antes de lo imaginado, independientemente de bajas imprevistas por lesiones que no cubren el déficit expuesto con anterioridad. Con muchos protagonistas que, con seguridad, ya se están planteando qué hacer en 2017. Teniendo en cuenta que, estos dos clasificados de alta respuesta polística, ya tienen su plaza garantizada bajo el nuevo sistema en vigencia. Y sobre todo, mirando hacia adentro con autocrítica.
cc
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