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Argentino Abierto de polo. Pelón Stirling, el infatigable que llegó a convertirse en el cuarto Messi de La Dolfina
A los 36 años, el uruguayo atraviesa por el mejor momento de su carrera y el sábado jugará su octava final en Palermo; si gana su 6° título superará la marca del mexicano Carlos Gracida
Cuando Milo Fernández Araujo, coach de La Dolfina desde 2013, dice que la ventaja que tiene sobre Jorge Sampaoli, DT del seleccionado argentino de fútbol, es contar en su equipo con "4 Messis", no es demagógico: lo expresa con convicción. Ciertamente, como ocurre en cada equipo, hay un elegido y Adolfo Cambiaso ocupa un lugar preponderante en uno de los mejores equipos de la historia de este deporte.
Creó La Dolfina, sufrió en sus comienzos por varias finales perdidas, vio crecer el proyecto y fortalecerse, lo reinventó, se da el lujo de jugar con clones y lleva nada menos que 10 títulos en el Abierto de Palermo con esa camiseta, 13 en total en su carrera. Detrás del crack aparecen Juan Martín Nero, un fuoriclassi, la conjunción de un polista con calidad, técnica y temperamento; Pablo Mac Donough, con talento, velocidad, destreza e imaginación. Y el mal llamado "obrero" del equipo: David Stirling. Una herejía para quien, en silencio, se convirtió en el arma devastadora del conjunto que este sábado, en su clásico N° 11 en definiciones del Argentino Abierto con Ellerstina, buscará el pentacampeonato consecutivo.
"Yo soy el tronco del equipo, así que si no me pongo las pilas para tratar de hacer mejor las cosas, agarrar un mejor taqueo y meter unos goles…", suele decir, risa de por medio, Pelón, este uruguayo de 36 años que se ganó la simpatía de los argentinos, jugadores y público, primero fuera de la cancha. Un tipo afable, humilde, sin alardes. Y que con el paso de las temporadas fue cosechando admiradores. Por su entrega, por su capacidad, por la notable evolución que evidenció su polo. "Pelón es un jugadorazo al que nadie ve. Hace mil kilómetros. Es el tipo que necesita Cambiaso, alguien que le circule así. Por ahí aparece alguno y te dice: Pero Pelón no tiene tanto taqueo. ¡Qué no va a tener taqueo! Andá a verlo en Estados Unidos o en Inglaterra: tiene el mismo taqueo que los otros. Lo que pasa es que acá juega a una velocidad en la que no se puede lucir y el puesto le demanda otras características", contaba hace un par de años Pepe Heguy, que compartió Indios Chapaleufú II con Stirling en 2009. Fue su puerta de ingreso en el polo grande. Ocho años después, ya tiene cinco festejos en Palermo.
Stirling es el jugador que necesita todo equipo grande para dar el salto de calidad que requieren los campeones. Todos los grandes equipos lo tuvieron. Desde Alberto Pedro Heguy, pasando por Alfonso Pieres, Gonzalo Heguy y Mariano Aguerre. Los mejores momentos de Gonzalito Pieres fueron como 2, volando por la cancha. Pelón es el alma de La Dolfina. Con una característica muy peculiar: las finales lo consagraron. Como ocurría con el antiguo dueño de esa camiseta, Lucas Monteverde, cada vez que llegaba el partido decisivo en La Catedral, sacaban un plus. Stirling, además, tiene ventaja: hinchada propia. Cientos de compatriotas, muchos de ellos de su ciudad –Young–, "cruzan el charco", como suele decir él mismo, para venir a alentarlo con sus gritos y agitando las banderas uruguayas. "La cancha 1 me motiva, es algo especial. Como que me transformo, me enchufa más", se sincera.
Lo que hizo en estos años fue mejorar la cantidad de prestaciones de alto vuelo. Stirling es ya un jugador de temporada completa. Rompe juego rival, circula la cancha, mete relevos, llega vacío en ataque y define. Lo demostró una vez más en la histórica paliza que La Dolfina le propinó a La Aguada Las Monjitas (14-1) en la reciente semifinal, convirtiendo seis tantos. Es un 2 nato, pero que nadie se sorprenda si debajo de la camiseta tiene todos los números. ¿Cuánto coincide su superación con haberse cruzado con Cambiaso? Muchísimo. Lo reconoció en innumerables ocasiones. Pero después está en sí mismo haber capitalizado esa bendición. Y Pelón lo hizo con creces.
Qué mejor que Fernández Araujo, su coach, para explicar lo que representa Stirling para La Dolfina, cuando hace unos meses nos señalaba: "Es un gran tipo, muy humilde y trabajador. Esta última es una característica tremenda que tiene y es fundamental para la calidad de jugador que es. Hoy, es súper completo: en taqueo, en ir y venir, en circular la cancha. Es un 2 tremendo, ese que todo equipo quisiera tener. Y un gran compañero: hace todo para el equipo. Fue elegido el jugador mejor montado de Palermo en 2016 y conseguir esa distinción siendo 2 es un gran mérito porque es un puesto que te consume mucho los caballos y donde tenés muchas bajas. Todos son claves en el equipo, pero el de 2 es el puesto más difícil para jugar y el que mejor organizado tenés que estar. La Dolfina, sin él, no sería La Dolfina que es. Cuando arrancamos, Pelón pensaba que jugaba con 3 cracks. Y se convenció de que él era el cuarto crack. Entonces, ahí despegó y es el jugador que vemos hoy. Son 4 cracks. Todos potenciados. Internamente hoy se debe considerar un gran jugador y por eso juega como juega".
Hace una semana, en la semifinal, Pelón perdió a Renato, uno de sus mejores caballos. "Era un pingazo, de los que más quería. Tenía 14 años. Me acompañó en los grandes momentos de mi carrera", admite. Pero nada le impedirá hacer kilómetros este sábado, cuando dispute su octava final seguida del Argentino Abierto, en busca de la sexta coronación. Un título que, entre otras cosas, le permitiría superar la marca del mexicano Carlos Gracida, durante mucho tiempo el mejor extranjero que haya pisado la cancha 1 de Palermo y que dejó una huella indeleble con La Espadaña y Ellerstina. "No tuve la ocasión de verlo jugar a Carlitos en Palermo porque yo vivía en España en su buena época, pero lo que hizo por el mundo fue muy valioso", cuenta. Y sobre superar esa marca para convertirse en el extranjero con más títulos en La Catedral, lo maneja sin desbordes. "A ver, lo que quiero y queremos todos, es ganar el sábado. Seguir ganando. Para eso nos preparamos todo el año. Después, sí, un récord es importante, pero creo que le voy a dar el valor que merece cuando ya me vaya poniendo más viejo y mire para atrás, a ver qué conseguí en mi vida de polista. Lo que hizo Gracida en la Argentina fue tremendo, porque conseguirlo siendo extranjero tiene un mérito adicional", explica Stirling.
No le gusta que lo elogien demasiado al N° 2 de La Dolfina. Pero sí cuenta lo que cree que es su secreto. "Mis viejos me dijeron cuando estaba por dedicarme al polo: hacelo como un trabajo, de la mejor manera posible. Y así lo encaré. Agacho la cabeza y trabajo. No tengo otra manera. Es mi único secreto. Trabajando y siendo buena gente, las oportunidades se te van presentando. Y una vez que aparecen, hay que tomarlas de la mejor manera".
Pelón Stirling, un 10 de handicap que rubrica en la cancha lo que es un sentir general: que puede no ser argentino, pero juega al polo como tal. Eso solo, en el país de los cracks, lo define mejor que nada.
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