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Anteojos empañados, dificultad para respirar: las rarezas e incomodidades que el protocolo sanitario le impone al polo en Inglaterra
En la foto parece que estuvieran tironeando para quedarse con una costosa escultura. Y, a cara tapada, pueden dar la impresión de ser una banda de ladrones. Pero no es otra cosa que un equipo de polo en una premiación en tiempos de coronavirus. La extraña imagen es consecuencia del protocolo sanitario que deben seguir los jugadores en la temporada alta de Inglaterra.
Park Place, el conjunto de los argentinos Gonzalo (h.) y Facundo Pieres, ganó el primer torneo del circuito, por el trofeo Príncipe de Gales, con un 13-9 en la final contra Les Lions, que tuvo a Bartolomé Castagnola (h.) y Alejandro Muzzio. Los tapabocas y la distancia social entre los campeones en la ceremonia de entrega de galardones son algunas de las medidas impuestas a los protagonistas para que puedan desarrollar la temporada profesional. Hay otras más significativas, que influyen en el juego, y que no necesariamente son del agrado de los jinetes.
"La verdad es que es todo muy raro. El barbijo es incómodo para jugar porque se empañan los anteojos. Pero hay que acostumbrarse. No queda otra, jaja". Barto Castagnola le cuenta a LA NACION lo molesto que es andar a caballo en busca de una bocha y apremiado por rivales con una suerte de pañuelo que cubre el cuello y la boca. Los anteojos no son para ver mejor en el caso de los polistas, sino para proteger de eventuales bochazos y tacazos la vista. Un vidrio empañado no es ciertamente aconsejable para andar hasta a 60 kilómetros por hora en medio de los riesgos de accidentes que implica este deporte.
Por lo menos, en Reino Unido ya es verano, y la alta temperatura reduce la posibilidad de empañamiento de los lentes. Pero hay una contrapartida por culpa del pseudo pañuelo: "En los días en que hace un poco de calor, es bastante difícil respirar y no es tan fácil jugar", detalla Facundo Pieres, para quien, sin embargo, "no es tan grave jugar en estas condiciones". De todos modos, el capitán de Ellerstina en la Triple Corona argentina tiene objeciones mayores para con varias medidas. Una es la disparidad de criterio que aparece en comparación con otra disciplina, la más popular. "A mi gusto, hay un par de cosas un poco raras. En nuestro deporte, siendo tan grande la cancha y habiendo nada más que ocho jugadores, el barbijo no es tan importante. No pasa nada, no hay tanto contacto. Acá, en el fútbol están todos transpirados y hay mucho más contacto, en los córneres se agarran, se toquetean, y los dejan jugar sin barbijo", señala Facundo.
Otra es la cantidad de trabajadores de las organizaciones autorizados a ir a la cancha, bastante limitada. Hay menos petiseros, menos asistentes. Ni qué decir de familiares: no puede haber ni un espectador. Pero el reclamo de Pieres es por el personal reducido: "Acá siempre son muy proayuda al caballo, para que no le pase nada, pero con menos gente se hace más difícil cuidar a los animales. Siempre necesitamos gente para que los haga caminar, por si se cansan. En ese sentido, la restricción no ayuda. Creo que hay un par de cosas fundamentales y que hay que cumplirlas, porque el virus sigue estando y todavía hay que cuidarse. Pero hay otras que podrían hacer mejor. Van aprendiendo de a poco".
#ESPNPolo Los mejores momentos de los dos encuentros que dieron inicio a la #GoldCup. ¡Cuánto nivel, por favor! [R][R] Cowdray Park Polo Club pic.twitter.com/WcZzEO7eXo&— ESPN Polo (@espnpolo) July 2, 2020
Pero si hay una restricción que disgusta al crack de 34 años, ésa es el tope de diez caballos por jugador por partido. La instrumentaron en el mismo protocolo, pero para Pieres "no tiene nada que ver". Ve otra cosa ahí, oculta bajo el paraguas sanitario. "Los caballos no transmiten el coronavirus, y me parece que pusieron esa regla solamente para nivelar, hacia abajo. Creo que cada organización debería tener la cantidad de caballos que quisiera y que pudiera, pero están con esa idea de nivelar hacia abajo, que es lo malo. Me parece que viene de algunas cosas que han tratado de hacer en Argentina, pero con el tiempo se verá si es bueno o es malo. Yo creo que no es bueno", enfatiza. Alude a una restricción que les daría más posibilidades a los conjuntos menos poderosos. Algo así como el máximo presupuestario por franquicia que existe en la NBA y como el que la Fórmula 1 estrenará en 2021. Facundo Pieres, siempre en las mejores organizaciones, es de los directamente perjudicados por la novedad.
Adolfo Cambiaso sobrelleva mejor los cambios. "Uno se acostumbra un poco a todo. Está bueno que sean estrictos en todos los temas sanitarios y que vayamos a la cancha solamente los que trabajamos. Cómodo no es, pero hay que estar agradecido de que estamos trabajando, de que estamos jugando, y hay que hacer foco en eso. Estamos todos cumpliendo los protocolos y por el momento se está jugando sin problemas Hay que cuidarse", valora el back de Next Generation en esa temporada británica y de La Dolfina en Buenos Aires.
En rigor, lo que más lo molesta es una regla de juego, la que suprime el throw-in, esa formación de los dos equipos enfrentados esperando que el juez lance la bocha entre ellos, y que sirve para reanudar el juego. Ahora es reemplazada por un saque que es como un penal, lejos del arco del adversario, sin peligro directo de gol. "Se extraña un poquito el throw-in, se pone un poco monótono sacar siempre. No queda bueno; para el que mira, es un poco empalagoso, como aburrido. Siempre saque, siempre saque... Eliminar el throw-in es como... qué sé yo, sacarle el scrum al rugby. Pero en general, nos adaptamos", comenta Adolfo a LA NACION.
Por lo pronto, no está yéndole bien a su Next Generation, que a pesar de ser de los favoritos dentro del nivel de 22 goles de handicap del circuito, está un poco errático. En el primer certamen perdió un encuentro y ganó el otro, y en el segundo, el que está desarrollándose ahora, registra una derrota, la que por un claro 14-10 le propinó Les Lions, el conjunto de Barto Castagnola, sobrino de Cambiaso y campeón defensor de la Copa de Oro. Necesita recuperarse pronto el cuartero que tiene a Adolfito, su hijo homónimo y el uruguayo David Stirling. Demasiado nombre como para irse en la primera rueda del Abierto Británico, el campeonato más importante de Europa. "Empezamos mal. Jugando mal, por lo menos yo. Tenemos que mejorar un poco, sobre todo yo. Es normal, por falta de partidos, de ritmo. Pero ya iremos tomando funcionamiento. Tenemos que ganar algún partido, porque ya una victoria clasifica para cuartos. Tenemos como para mejorar, calculo", reconoce Cambiaso, sin excusas.
Mejor está andando Park Place, con Facundo Pieres y su hermano Gonzalo. Consiguió el trofeo Príncipe de Gales y empezó bien (10-9 a Park Place Vaara, al que comandan Hilario Ulloa y Juan Britos) por la Copa de Oro. "El primer torneo sumó para que el equipo tomara confianza. Empezar ganando era mejor, pero la intención era preparar los caballos y que el equipo consiguiera funcionamiento. Y es lo que pasó. El equipo fue de menor a mayor y fuimos conociéndonos en la cancha", apunta Facu, al que las contrariedades por el barbijo, el límite de asistentes y el tope de caballos no parecen debilitar.
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