Alegría y La Aguada, los ganadores en un inicio emotivo y prometedor

Nada mal, para empezar. Nueve meses después de que La Dolfina consiguiera la triple Triple Corona, volvió el polo grande. La espera se hizo larga, pero el estreno de temporada rápidamente hizo olvidar la abstinencia. Con dos grandes partidos, uno más atractivo que el otro, pero igual de emocionantes, comenzó el 76° Abierto de Tortugas Gran Premio Macro, el certamen que da inicio a la temporada de alto handicap en la Argentina, que por tratarse apenas del estreno luce más que promisoria.

La inusual doble jornada de apertura comenzó con un encuentro doblemente emotivo: por el regreso de La Aguada con cuatro hermanos Novillo Astrada en la cancha, primero, y por la forma en que se impusieron 11-10 a El Paraíso en un apretado final.

El segundo partido de la diáfana tarde tuvo un desenlace similar, pero un desarrollo casi opuesto. Alegría arrancó a toda máquina y terminó penando para derrotar 12-11 a Washington con un penal de 60 yardas de Hilario Ulloa, a 17s de la campana final.

Alegría mostró dos caras bien distintas: cuatro chukkers iniciales en los que justificó su handicap y se insinuó como el único capaz de hacerle sombra a Ellerstina y La Dolfina, y un cierre desconcertante, en el que terminó imponiéndose antes por experiencia que por rendimiento.

“Me voy con bronca. Empezamos muy bien, pero nos pinchamos y les dimos la chance de que se despertaran, y ellos son muy buenos también”, aceptó Guillermo Caset, la incorporación del equipo, que estrenó sus 10 goles, al igual que Ulloa.

Paradójicamente, la jugada que cambió el partido fue un tanto de Alegría. Los jueces le negaron un gol a Ulloa cuando interpretaron que un disparo de éste de 80 yardas fue afuera y el 1 reaccionó anticipándose de punta a la salida de Alfredo Cappella Barabucci, para adelantar a los suyos 10-4, al inicio del quinto chukker. Hasta allí, Alegría era una máquina; jugaba a otra velocidad y capitalizaba cada equivocación de Washington, que parecía acelerado. Allí reaccionó. Facundo Sola se puso el equipo al hombro y se sumó a Cristián Laprida, el único que estuvo despierto desde el comienzo. De a poco comenzó a acercarse y llegó a igualar 10-10 a 5m30s del final; hasta lo pudo ganar, pero Sola falló un penal de 60 yardas y luego cometió la infracción que Ulloa cambió por victoria desde la misma distancia.

Ahora espera por Ellerstina. “Tenemos que mejorar mucho, pero jugando bien podemos vencerlos. Nuestro objetivo es ganar un título”, agregó Caset.

La victoria de La Aguada, por el contrario, resultó menos atractiva. El partido fue más trabado y sólo en el sexto chukker alguno pudo despegarse en el marcador (10-7 para los Novillo). El Paraíso reaccionó e igualó en el comienzo del último parcial, pero una gran jugada de Miguel derivó en el penal del lugar que él mismo convirtió, a 4m del final.

Fue en los momentos en que apareció el N°3 en su máximo esplendor cuando La Aguada pudo darle ritmo a su juego. El mayor déficit, como era de esperarse, estuvo en el puesto de 1. Alejandro, paradójicamente, fue el único que no marcó. “No me preocupa no hacer goles. Trabajo para que el equipo los haga, no importa quién. Estoy adaptándome a una posición nueva”, aceptó el Negro. Por ahora aparecen muy lejos de La Dolfina.

Queda el valor del triunfo y algunas lagunas por salvar, pero sobre todo está el regreso de cuatro Novillo Astrada en la emblemática La Aguada. “Somos un equipo nuevo”, aclaró el menor de los cinco. “Para mí está buenísimo jugar con mis hermanos. Era lo que Javier quería”.

El Paraíso, la formación más novel (nunca siquiera dos de sus jugadores habían compartido equipo como titulares en la Triple Corona), también mostró destellos y erró más goles de lo aconsejable, pero puede conformarse con haber jugado palo y palo contra un cuarteto que sí se conoce de memoria.

Si lo de ayer fue un anticipo, cabe esperar muchas emociones más en una promisoria temporada. Lo mejor todavía está por venir.

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