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Adolfo Cambiaso y un emotivo adiós a la yegua que marcó su carrera y que clonó: Dolfina Cuartetera
El notable ejemplar, considerado uno de los mejores de la historia, murió a los 22 años en el campo del polista, en Córdoba.
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Se dice, lo dicen los propios jugadores, que el caballo en el polo es el “70%” en cuanto a su incidencia en el juego. Pero en algunos caballos ese porcentaje puede ser aún superior. Son los caballos top, los elegidos, los que quedan grabados a fuego en la historia. Cuando uno pregunta a los entendidos sobre los mejores jugadores de todos los tiempos, nadie duda en señalar a Juan Carlos Harriott (h.), emblema de Coronel Suárez, y a Adolfo Cambiaso (h.), alma mater de La Dolfina. Y a la hora de identificar a las yeguas que dejaron una huella, brotan tres nombres que se robaron la escena en los últimos 45 años: Marsellesa, Luna y Dolfina Cuartetera.
Dolfina Cuartetera fue la yegua que marcó la carrera de Cambiaso. Que tuvo muchos ejemplares por los que sintió especial debilidad: Lobo, el que lo acompañó de su ascenso de 0 a 10 de handicap; Colibrí, un petiso endemoniado que parecía un Scalectrix en la cancha; Aiken Cura, otro ilustre montado del que pudo disfrutar unos pocos años antes de que se lesionara. Hasta que apareció Dolfina Cuartetera. “La mejor de toda la historia. Lo máximo a lo que me he subido”, dijo alguna vez Adolfito. Jamás cambió de opinión, a pesar de que tiempo después, en una decisión revolucionaria, decidió clonarla. La familia Cambiaso, desde Adolfito, pasando por su mujer, María Vázquez, y siguiendo en sus hijos, Poroto, Mia y Myla, todos sintieron una especial predilección por Cuartetera.
“Simplemente, Gracias”, la despidió Adolfito este viernes en su cuenta de Instagram. Y el sábado agregó una foto de la yegua de chica: “Ella a los 6 meses. Quién iba a decir lo que fue”, acompañado de un corazón. “Inigualable”, la homenajeó, también con una imagen, Poroto Cambiaso. Dolfina Cuartetera estaba en el campo en Washington, en Córdoba, donde había nacido el 3 de febrero de 2001. Tenía 22 años. La foto del ejemplar junto con Cambiaso en un atardecer es de exposición.
Un momento de dolor, sin dudas, para La Dolfina, y sobre todo para Cambiaso. Es que hay caballos que se llevan en el corazón para siempre. “Siento una tristeza tremenda. La verdad son muchos recuerdos y fue muy mimada y querida por la famila”, nos dijo Cambiaso. A la vez que confirmó los motivos del deceso del notable ejemplar: “Le agarró un cuadro de neumonía hace unos días y hoy nos dejó”.
Cuartetera fue un símbolo de la cría de Cambiaso. Que alguna vez fue tildado de “loco” cuando hablaba de la clonación. Tanto, que llegó a lanzar un desafío: “Voy a jugar en la Triple Corona con un palenque constituido sólo por Cuarteteras”. No sólo cumplió, sino que algunas de ellas, como la B 06 y la B 09, fueron premiadas en varias oportunidades en los torneos de la Triple Corona. La era del clon estaba en marcha con fundamentos. Con el paso del tiempo, fue imitado por muchos de sus colegas. Había ganado la batalla intelectual sobre un tema que despertó polémica. Y la continuidad de la Cuartetera a través de la historia estaba garantizada.
Los secretos de una yegua inolvidable
Ir al Abierto de Palermo a ver a La Dolfina, en cualquiera de sus épocas desde que se presentó allá por el año 2000, siempre encerró sus atractivos. Mucho más ver en acción a Cambiaso, un superdotado que aún hoy sigue brillando: con 48 años, lleva ganado el Argentino Abierto en 18 ocasiones, la última de ellas en diciembre de 2022 junto con su hijo Poroto, un viejo anhelo. Y verlo jugar sobre la Cuartetera tenía un adicional, un plus del que no sólo disfrutaban los especialistas y apasionados por los caballos: también los neófitos, que prestaban atención cuando se anunciaba la salida de la yegua estrella.
Tan grande fue la yegua para Adolfito que no sólo hizo 7 réplicas en aquella primera tanda polémica de clonación: también le rindió honores y la retiró durante un partido del Abierto de Palermo. Alguna vez, hablando con Adolfito, le preguntamos qué tenía de especial la Cuartetera, cómo había sido ese encandilamiento. Y habló largo y tendido...
“La Cuartetera nació en Córdoba, en el campo. Era de un embrión de la Lambada, de Alvaro Pieres. Llegaron los embriones que venían de Ellerstina y le dije a Patán (Alberto Nigoul, uno de sus asistentes): “Con este lote me tengo que montar”. Las domó Polito Ulloa, que ya al tomar contacto con ellas se dio cuenta de que la Cuartetera era especial. Y así llegó el momento en que la conocí. Fue un año en el que me quedé jugando torneos en la Argentina: la Copa República, la Copa Belgrano. Estaba por jugar una Copa Diamante, en Cañuelas y un día, Patán Nigoul me dice: “Tenés que probar la Cuartetera”. Lo hice y apenas me subí le dije: “Esto es lo mejor que tengo”. Automáticamente me di cuenta de que era un fenómeno, distinta al resto. La apreté un poco y soltó todo lo que tenía. Maravillosa. Era más correcta que el Colibrí. Parecida al petiso, pero con más fisico. Mucho mejor frente, de boca. Era más universal. Al Colibrí si se lo prestaba a alguien tenía que darle algunas indicaciones para saber cómo sacarle mayor provecho, porque tenía sus mañas. Con la Cuartetera te digo: “Andá y jugá como tengas ganas de jugar. En el puesto que quieras. Divertite”. Esa es la diferencia. Es mucha. No hay nada que explicar”.
Pero si la opinión de Cambiaso no fuese suficiente, basta con recordar las palabras de Polito Ulloa, el famoso domador y padre de Hilario Ulloa, decía que cuando la veía jugar a la Cuartetera en Palermo le recordaba a Lionel Messi: “Andaba caminando, despacito, y de pronto explotaba y era imparable. Y no fue solamente un año: hizo una enorme campaña”.
Para Cambiaso, la mejor yegua que jugó en su vida. Siempre y en la eternidad. Así la califica. Hasta que la empezó a multiplicar... Se relacionó con el magnate texano Alan Meeker (tenía un centro de clonación) luego de la lesión de Aiken Cura (se produjo en la final de Palermo 2006) y juntos dieron los primeros pasos en el clonaje de los caballos cracks dos años después. Obviamente, el primero fue Aiken Cura. Se hizo en Estados Unidos. Luego vinieron las Cuarteteras, copias de su yegua preferida y más marketinera, superando incluso en fama al recordado Colibrí, petiso que marcó una época cuando Adolfito jugaba para Ellerstina.
Una cuestión que cobró mayor relieve cuando en septiembre de 2016, utiilizó 6 de los 7 clones que obtuvo de la Cuartetera en la final del Abierto de Tortugas frente a Ellerstina. Incluso, uno de ellos, el clon 06, fue doblemente premiado. Casi como un trofeo más para quien pensó en una apuesta exitosa en medio de un marcado escepticismo. En el Abierto de Palermo obtuvo en tres ocasiones el premio Lady Susan Townley, al mejor ejemplar de la final (2009, 2010 y 2014). Pero los clones también dejaron su impronta: la B09 lo consiguió en otras tres oportunidades, en 2017, 2018 y 2020, mientras que la B06 lo alcanzó en 2019. En materia de títulos, con la Cuartetera original selló 7 conquistas en Palermo y logró la triple Triple Corona consecutiva entre 2013 y 2015, una marca notable.
Adolfito supo compararla también con la Buenaventura, otro gran ejemplar de su carrera. “La Buenaventura fue completa. Podías ir al choque, parar, arrancar. Hacías lo que quisieras con ella. ¿Cómo la describiría? Ponele que tenés a una Messi, que vendría a ser la Cuartetera. ¿Quién es el segundo jugador detrás de Messi? ¿Cristiano Ronaldo? Bueno, la Buenaventura era Cristiano. Y si Messi no hubiera estado en su misma época, Cristiano habría sido el N° 1. Así era la Buenaventura con respecto a la Cuartetera. Una tapó a la otra. Es la que más se le parece a Cuartetera. Estaba bueno, porque tenía 2 yeguas impresionantes. Ahora, los premios se los llevaba Cuartetera. Y sin embargo, en las 6 o 7 finales que gané en suplementario, en más de la mitad estuvo la Buenaventura. Pero nadie la recuerda tanto. Crack. Recompleta”.
El mejor caballo posible para el mejor jugador. La explosividad, la capacidad de frenar y volver a arrancar como si fuera un jueguito de Playstation, sobresalían del resto, pero además se potenciaban abajo de un jugador como Cambiaso. La combinación resultó letal. Hasta se dio el lujo de jugar su partido número 100 en Palermo, en 2017, iniciando cada chukker con un clon distinto y, en el octavo, sacando a relucir la Cuartetera original, que se había retirado en la final de 2015.
Obviamente comparar las épocas es inviable. Marsellesa, jugada primero por Marcos Heguy y luego por su hermano Horacito, en Indios Chapaleufú, y Luna, disfrutada por Gonzalo Pieres en los tiempos de La Espadaña sobre todo, fueron dos yeguas notables, de las mejores.
Marsellesa, incluso, con la particularidad de que disputaba 3 chukkers enteros de una final de Palermo, es decir, 21 minutos de tiempo neto. ¡Una locura! La picardía es que ninguna de esas yeguas fue clonada. Luna dio mejores hijas que Marsellesa, y obviamente la herencia de Cuartetera superó toda previsión. Cambiaso mismo no se animaba a afirmar si alguno de los clones era superior a la original.
En esa evaluación del 70% para el caballo y del 30% para el polista, una vez Cambiaso hizo una comparación con el automovilismo, con la F.1. “Siempre trato de comparar con los grandes pilotos de automovilismo. Michael Schumacher por ejemplo, o si se prefiere ya que es el gran campeón de estos tiempos, con Lewis Hamilton a bordo del Mercedes. ¿Sería tan bueno Hamilton en otro auto? El auto manda. El caballo, según las organizaciones, también manda. Acá en la Argentina sobre todo. En el exterior quizá te las rebuscás un poco más, ya que se juega otro polo, de menor velocidad. En la Argentina la última palabra la tiene la organización. Manda el motor. Manda la yegua”.
Entonces, le preguntamos qué haría un jugador discreto arriba de la Cuartetera. Y respondió: “Va a jugar un poco mejor, pero no le va a sacar el provecho que le puede sacar un jugador en serio. Es como si yo manejara el Mercedes de Hamilton: andaría, sí, pero sin punto de comparación con él. Sería un piloto normal”. Era tanto lo que generaba la yegua que no faltó quien se la tatuara en uno de los brazos. Impactante realmente.
Lo que es seguro es que ninguna yegua llenará el corazón de Adolfito como lo hizo la Cuartetera. A quien seguía viendo cada vez que iba al campo en Córdoba. Y solía sacarse fotos con ella, junto con la familia. Es que realmente fue demasiado especial para el crack. Dentro y fuera de la cancha.
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