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Abierto de Palermo de polo. La revancha que Matías Mac Donough espera desde hace 14 años (y con Adolfo Cambiaso como aliado)
Sábado 10 de diciembre de 2005. Ellerstina está a un gol de lograr la segunda Triple Corona de su historia, luego de la de 1994. Dos de los hijos de Gonzalo Pieres, Facundo (19 años y Gonzalito (22), y sus primos Pablo (23) y Matías Mac Donough (33), un equipo lleno de frescura y polo como el de antes, sienten la gloria muy cercana. Son jóvenes en su mayoría y ya tomaron impulso a partir de sus triunfos previos en los Abiertos de Tortugas y de Hurlingham. Enfrente, la flamante versión de La Dolfina, con Adolfo Cambiaso, Lucas Monteverde, Mariano Aguerre y Bartolomé Castagnola, no cuenta con el respaldo mayoritario en la cancha 1 de Palermo, pero sí le sobra amor propio y lleva el partido a chukker suplementario.
Van 36 segundos del período extra, que se define con gol de oro, y están 19-19. Hay penal de 60 yardas para Ellerstina, hacia el arco del tablero. La Dolfina, que ya ha perdido (con otras formaciones) las finales de 2000, 2001 y 2003 –fue campeón en 2002–, siente la presión y se pregunta para sus adentros: "¿Otra vez?". Va Matías Mac Donough, el back de Ellerstina, el más experimentado del equipo, y acomoda la bocha con paciencia. Sabe que es la jugada que puede definir el título. Pero no le entra bien a la bocha, que no toma altura, y el envío es parado en la puerta de los mimbres. Mira hacia el cielo. Entiende que acaba de pasar una chance inmejorable.
El partido sigue y a los 2m09s, nuevo penal para Ellerstina sancionado por los jueces Matías Baibiene y Daniel Boudou. Hablan entre los 4 jugadores de la Z. Matías Mac Donough acomoda la bocha. Sabe que si la hace volar hasta las 60 yardas, sus tres compañeros estarán de frente al arco y los rivales de espaldas, incómodos, y quizá hasta propensos a cometer infracción, lo cual sentenciaría el partido. Piensa en pegarle. Pero en los últimos metros de carrera, uno de los suyos y le grita "Mati, Mati", pidiéndole un pase. El back cambia sobre la marcha, quizá pensando en ese momento "si me la pide, es porque está viendo algo que yo no veo". En vez de pegarle fuerte, le da un toque y después sí, el swing entero. La bocha jamás llegó a destino: pegó en la pata derecha de Jazmín, la yegua que en ese chukker extra usa Cambiaso y que le había prestado el recordado Rubén Sola. Y sale hacia atrás. Jazmín gira mucho más rápido que la Millonaria que juega Mac Donough. Y Cambiaso hace de Cambiaso: tres toques, carrera, gol sobre el arco de Libertador a los 2m29s. Llega a los palenques y se tira de palomita dentro del corralito. ¡La Dolfina campeón! El primer título de una era gloriosa, la que precedió a la actual, todavía superior a aquélla. "¿Por qué no le pegó directo?", pensaron todos sobre Mac Donough. Ese día, Cambiaso, figura indiscutida del partido, convirtió 15 de los 20 goles de su equipo. ¡Impresionante!
Matías Mac Donough volvió a tener una chance de ganar la Triple Corona dos años más tarde. Otra vez contra La Dolfina. Una final que tácticamente lo puso en un rol extraño, porque el coach, el mexicano Memo Gracida, lo hacía ir a tomar a Cambiaso cuando el crack salía con la bocha desde el fondo, en aquellas recordadas corridas en las que pasaba rivales a puro virtuosismo mientras sus compañeros le bloqueaban adversarios. Mac Donough lo tomaba allá atrás, en un sector extraño para él. Otra vez a suplementario. Y nuevamente La Dolfina campeón, esta vez con gol de Monteverde para el 16-15. Era su último partido en Ellerstina. La ilusión de ser campeón quedaba postergada. ¿Habría otra chance? Difícil. Ninguna como esas dos que se le habían escapado por muy poco. Y tampoco entraría en una gran organización que tuviera aspiraciones de campeonato.
Hoy, con 47 años, Matías sigue jugando el Abierto de Palermo. Se clasificó con La Irenita, su club, pero una lesión lo sacó de escena y no pudo participar. Aunque el rol que mayor visibilidad es ser el coach de La Dolfina, reemplazando nada menos que a Milo Fernández Araujo, el hombre que le cambió la cabeza al equipo, que le hizo entender a los cracks que había que tirarse a ganar todo, que los llevó a la Triple-Triple Corona consecutiva y al hexacampeonato. Fernández Araujo se despidió del grupo y su lugar fue para Mac Donough, hermano mayor de Pablo, N° 3 del equipo. Matías no es de hablar mucho, pero sí no duda en algo: "De todas las cosas que ocupan mi día a día, lo más fácil es dirigir a este equipo".
Una final muy especial para Mac Donough
La del sábado próximo será una final muy especial para Mac Donough. Porque, claro, está la posibilidad de sentirse campeón del Abierto de Palermo, ese título que no pudo abrazar como jugador. Y dirigiendo a Cambiaso, su verdugo hace 14 años, enfrentando nada menos que a Ellerstina, el equipo que le dio las victorias más resonantes de su carrera en la Triple Corona. Cuando concluyó su acuerdo por cinco años a fines de 2007 con el equipo de los Pieres, lo sustituyó Juan Martín Nero. A pesar de que la idea de Gonzalo Pieres era incluir a su otro hijo, Nicolás todavía no estaba maduro polísticamente, y Nero fue la mejor opción. De hecho, con el back de Trenque Lauquen, Ellerstina volvió a conquistar Palermo y en dos ocasiones (2008 y 2010; esta última, con Triple Corona incluida).
En esos años, hubo muchos trascendidos sobre una "ruptura familiar" por la salida de Matías de Ellerstina. Lo cierto fue que en 2009, ante una imposibilidad de Nero de jugar la final de Hurlingham frente a La Aguada por una sanción, los Pieres convocaron al propio Mac Donough, que aceptó la invitación, jugó y ganó el torneo (14-12) con su viejo equipo, convirtiendo inclusive 3 goles en esa definición. Lo cual desacredita aquella teoría, sobre todo porque su salida del team todavía estaba muy fresca. Tiempo más tarde, cuando su hermano Pablo y Nero se fueron a La Dolfina a fines de 2010 convocados por Cambiaso para armar este conjunto con Pelón Stirling, afloraron los rumores sobre supuestas "vendettas" de parte de los Mac Donough. Lo concreto es que la relación de Matías Mac Donough con los jugadores de Ellerstina es fluida aún hoy. Lo que no quita que para él se trate de una final singular.
"Mucho tiempo se me vino aquella imagen de la final de 2005 a la cabeza. Se dio así y Adolfito no me dejó ninguna chance de recuperación", admitió varias veces. Hoy sabe que también se puede sentir campeón desde afuera, en su rol de entrenador. Algunos allegados cuentan que durante los partidos hay veces que ni siquiera llega a hablarles a sus dirigidos para marcarle un error…porque ya lo vienen hablando ellos mismos en la llegada a los palenques. Tal el grado de visión, percepción y focalización en lo que hacen tienen los jugadores. A quienes la derrota en la final de Tortugas contra Ellerstina volvió a abrirles los ojos sobre lo importante que es jugar siempre a pleno, sobre todo frente a Ellerstina. Matías aporta sus conocimientos y, sobre todo, los tiene focalizados apenas detecta alguna fuga mental.
Se acerca el gran clásico de estos tiempos. Pasaron ya 14 años desde esa final que marcó su carrera. La ansiedad vuelve a involucra a Mac Donough desde un rol distinto, fuera de la cancha, allí donde los nervios se potencian. "¿Le vas a decir a Adolfito que te debe una desde aquella final?", le preguntan. Matías sonríe. Y se queda pensando...
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