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Abierto de Palermo. Las lecciones que deberá procesar La Natividad después de la dura derrota contra La Dolfina
Hace doce meses marcaron la aparición polística más importante de los últimos 25 años. Provocaron que la cancha N° 2 estuviese llena en cada presentación en el primer turno. Por esas cuestiones burocráticas y reglamentaristas de la organización, no llegaron a pisar la cancha 1, a pesar que el último partido contra Las Monjitas lo pedía a gritos. Muchos sintieron que desde la época de los mellizos Gonzalo y Horacito Heguy en Indios Chapaleufú, allá por 1983, no pasaba algo semejante. Camilo y Bartolomé Castagnola (h.), por entonces con 16 y 18 años, respectivamente, habían revolucionado el Abierto de Palermo. Por desparpajo, por atrevimiento, por esa frescura de lo nuevo, y bueno. La Natividad ya era presente y, sobre todo, futuro.
"Ya están", fue, en diciembre de 2019, la frase del tío ilustre, Adolfito Cambiaso. Ese "ya están" significaba que no tenían que rendir más exámenes. Que el lugar en la elite era justificado. Venían de ganar el British Open en Inglaterra, se clasificaron para el Argentino Abierto y le abrieron las puertas a un futuro sin techo. A pesar de las palabras siempre medidas de su padre, Lolo Castagnola, siete veces campeón del Abierto, respecto a que "todavía tienen un montón que aprender", el entusiasmo que despertaron fue enorme. Hasta marketineramente.
Pasó un año, con pandemia incluida. Repitieron el suceso en Inglaterra (ahora ganando la Queen’s Cup. Y desde que se supo la distribución de las zonas para Palermo 2020, el planeta polístico estaba esperando el choque con La Dolfina. Jugar contra el tío, la leyenda de 45 años y 16 veces campeón. El que pasó los 1000 goles en 28 participaciones. Además de integrar uno de los mejores equipos de todos los tiempos junto a David Stirling, Pablo Mac Donough y Juan Martín Nero.
Seguramente la temporada será productiva para La Natividad-Las Monjitas puertas adentro a la hora de las evaluaciones. Porque tuvo todo para superarse en su primera participación en la Triple Corona completa. Incorporó a Polito Pieres (reemplazó a Matías Torres Zavaleta), mantuvo como back al sólido sudafricano Ignatius Du Plessis y además dispuso del refuerzo de unos 20 montados de Las Monjitas, poderosa organización colombiana que se sumó al proyecto. Pero los resultados no se dieron: no alcanzó ninguna de las tres finales. Fue sorprendido en el debut en Tortugas por RS Murus Sanctus, arrancó muy mal la semifinal de Hurlingham ante Ellerstina (perdía 8-0 en dos chukkers) y en Palermo se ilusionó con avanzar al match decisivo, pero se interpusieron La Dolfina renacida y su historia. Y pagó sus propias carencias, claro: ayer lo miró jugar a La Dolfina y nunca marcó los espacios vacíos.
La Natividad jugó más naturalmente en 2019 que en 2020. ¿Eso significa que Torres Zavaleta es mejor que Polito Pieres? No, pero sí que rindió más para lo que pedía la función. El equipo circulaba de otra manera. Hay jugadores que pueden jugar como 2, pero que no son 2 de alma. Son cosas distintas. Un puesto esencial en todo equipo: rompe, genera espacios, hace relevos, circula como ninguno. Hasta necesita caballos distintos.
No sólo pudo haber sufrido la superposición de dos grandes delanteros, como lo son Jeta Castagnola y Polito: por momentos también le faltó simplificar el juego. Entender que un backhander oportuno es tanto o más dañino que un palo de frente y con cabeza levantada; que no siempre se puede dar vuelta en la jugada, por los riesgos de regalar penales y porque se le brinda al oponente el tiempo para rearmarse. Y ni que hablar cuando, además, se afronta la dificultad de tener que jugar en canchas que se rompieron después de la primera fecha: ahí todo pide simplicidad. Detalles que forman parte del aprendizaje.
La Natividad sigue siendo el futuro del polo, con estos nombres o con los que resuelva más adelante. Los proyectos imaginados con buenas intenciones muchas veces funcionan. Se vio con RS Murus Sanctus. También con la llegada de Hilario Ulloa a Ellerstina: todo fluyó naturalmente. Si algo no le faltó a La Natividad fue entusiasmo, preparación, organización, charlas, planificación diaria. Sí le faltó una final, y sobre todo, despedirse de Palermo con una mejor imagen. Saber leer lo que pasó será el mejor punto de relanzamiento. La historia continúa. Los chicos seguirán creciendo.
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