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Abierto de Palermo. La Natividad, el campeón que pudo desarmarse antes de conocer la gloria y el Loco que cambió todo
La initmidad del ganador del Argentino Abierto de polo y los detalles que lo llevaron a la consagración
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La Natividad acaba de romper con la historia del polo. Demasiado pronto, considerando que hace dos años apenas estaba jugando la clasificación para entrar en el Abierto de Palermo y que tenía dos chicos debutantes de 16 y 18 años como Camilo y Barto Castagnola. Acaba, el equipo de Cañuelas, de voltear al otro club grande de la zona, al histórico, al archiganador, que aunque no sea el mismo equipo casi imbatible, sigue contando con la leyenda, el Terminator de las 25 finales en 29 participaciones: Adolfo Cambiaso.
¿Se entiende lo que consiguió La Natividad? ¿Se percibe porqué asentó aquella piedra basal del 2019 y empezó a escribir otra clase de historia, que incluye hasta las comparaciones con otros conjuntos emblemáticos del polo por cuestión de estilos de juego? ¿Cuál sería el concepto de su suceso, el que Palermo terminó premiando con una ovación y totalmente conmovido como los jugadores y su equipo de trabajo? Elegimos este: “El campeón que pudo desarmarse antes de tocar la gloria y el loco que cambió todo”.
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Domingo 12 de diciembre de 2021. Empieza a amanecer en La Fija, el club de polo en Pilar en el que La Natividad tuvo su fiesta de campeón después de un asado más íntimo en la casa de Polito Pieres para unas 50 personas. Brindan en un rincón el capitán de La Natividad y el sudafricano Nachi Du Plessis, radiantes como nunca en sus vidas. Uno acaba de concretar el sueño de su vida y el otro un sueño inimaginable. Viven una sensación profunda. Polito pasa por emociones fuertes, cuando habla de sus padres (Paul y Floppy) y los recibe con el trofeo de Palermo, la camiseta y los premios por sus caballos; cuando se escribe una carta para motivarse y prometerse cosas del partido que va a disputar, cuando levanta la copa, cuando se estira sobre la montura del caballo, cuando se pasea exultante por los palenques con un gorro piluso verde (¿qué otro color?) o con los anteojos fashion de fiestas de casamiento. De fiesta, porque La Natividad es eso hoy. Y pensar que bien pudo no serlo...
“Después de tomar la decisión de irme de Ellerstina, el año pasado nos fue mal y ahí dudé un poco. Fue la decisión más difícil de mi vida deportiva. Primero porque a los chicos (sus primos los Pieres) los quiero, después por haber estado tantas veces tan cerquita de ganar, jugando casi todas las finales, y el año pasado con La Natividad no llegamos a ninguna, jugamos más o menos, y... entonces dudás. Pero Lolo (Castagnola, el padre de los chicos) siempre creyó. Hablamos. Me motivó, me nombró capitán. ¡Qué se yo! Invertí más que nunca en caballos. ¡Un loco, en medio del Covid, un estúpido! Semifundido. Y ahora me dieron el premio al mejor montado de la final y el premio al mejor caballo (Monkey Puzzle). Lolo es un loco. Me convenció de que se podía”, dijo Polito en medio de la celebración.
Lo dijo como podía. Casi quebrándose. Es sensiblero y no lo oculta. Es el mismo Polito que organizaba las “Polisha Fest” cada fin de año. O el que cierra el VIP de Tequila para disfrutar con sus amigos. Lo hizo cuando La Natividad ganó el Abierto de Hurlingham. Muchas veces compartió noches de juventud no sólo con sus primos y allegados, sino también con Juan Martín del Potro. Polito es de los que eligen disfrutar. Y es querible. Por eso, muchos se pusieron contentos con su felicidad. Y lo siguen frecuentando cuando pueden. Como el campeón olímpico Santiago Lange, que trabajó con Ellerstina unos años y sigue guardando una amistosa relación con “Polisha”.
En el ojo de la tormenta
¿Polito sólo dudó? De pronto, él estuvo en el ojo de la tormenta. Señalado. ¿Cómo era que un equipo que había sido suceso en 2019, con un polista de menor experiencia (Matías Torres Zavaleta), había jugado mejor que la versión reforzada con un top en 2020? Lolo Castagnola no quería saber nada con los cuestionamientos a Polito. Siempre le tuvo fe. “Me dicen que Polito no puede jugar de 2. ¡Hay que marcar, papá! Y pegarle a la pelotita, pegarle de primera”, respondía el padre de los nuevos cracks y ya 10 goles como Polito (ver aparte). Pero una cosa es lo que Lolo creyera y otra las respuestas del equipo. Si no hay funcionamiento, las creencias pueden llegar a ser insostenibles.
Se transformó, Polito, no sólo en el capitán del equipo. Es el alma de La Natividad, el loco lindo, el revulsivo que levanta a la tribuna, el que discute con Cambiaso dentro de la cancha. El que agiganta la química que de por sí existe entre los Castagnola y Du Plessis, el back que a veces va a jugadas a las que no debiera ir, pero también el que de repente se transforma en un Springbok incontenible, como en la final frente a La Dolfina, donde él también jugó 10 goles.
La confianza recibida y la apuesta a un nuevo proyecto relanzó a Polito a los 35 años para tener la mejor temporada de su carrera. Preparación física, música en su vida, ganas de ser feliz dentro y fuera de la cancha. Apegado a la familia. Valorador del esfuerzo. Son los Pieres más austeros, menos marketineros si se quiere. Pero igual de soñadores. Y de buena cepa.
Polito se emociona y desde la 1 de Palermo, antes de recibir la copa más importante de su vida, demora su llegada al podio para la entrega de premios porque está haciendo una videollamada con su primo Nicolás, que se recupera de una delicada operación en Estados Unidos luego de un duro golpe en una caída en el Abierto de Hurlingham. Nico está feliz, claro, y se le dibuja una sonrisa enorme. Ese Polito que se acuerda del primo es el mismo Polito que saca las castañas del fuego con dos corejeadas en el último chukker, cuando La Dolfina le desparramó su historia dentro de la cancha y se puso dos veces a sólo un gol casi desde lo inexplicable para lo que había sido el partido. Pero hay otro Polito. Es otro La Natividad.
Las locuras de “Polisha”
Un equipo que, bajo la sabia conducción de Pepe Heguy (no en vano era el más cerebral de aquel estratégico y pragmático Chapaleufú II, cuádruple campeón de Palermo), cambió algunos aspectos fundamentales del juego. Para sonrisa de Lolo. Barto dejó de tocar tanto y entretenerse con la bocha y empezó a pegarle seguido. El equipo, a darle a los backhanders. A jugar lineal, rápido y furioso. Vértigo puro. Y a cuidarse un poco más atrás, claro. Alguien siempre se queda: abecé del polo de todos los tiempos. Lógica pura.
Polito cambió. Barto cambió. Jeta siguió siendo Jeta porque es el que goza de libertades: aquello de “salí y divertite en la cancha, pibe”. Nachi volvió a ser el Du Plessis de 2019 pero mejor (un auténtico moscardón para Cambiaso en la final). Si Polito seguía dudando, si el funcionamiento no emergía, La Natividad quizá ni hubiese llegado a oler la gloria. Y hoy quizás estaríamos hablando de planes alternativos: Polito por allá con un nuevo proyecto, Du Plessis lo mismo, los Castagnola con el primo Poroto y tal vez con el tío Adolfito antes de retirarse. Aunque esto último era más un sueño del crack que una realidad, y no tanto por el hecho de convencerlo al Lolo, con quien la relación ha mejorado bastante.
La Natividad tiene todo para seguir construyendo. Un gran punto será reforzarse en caballos por parte de Du Plessis, ahora con el incentivo de saber qué es eso de ganar el torneo más importante del mundo. ¿Cómo no intentarlo si el propio Nachi fue el factótum de este equipo cuando tocó la puerta en La Natividad con la propuesta del equipo?
Sábado, 3.39 PM (el partido comenzaba a las 4.30 PM). “Vamos Polisha hoy. Qué lindo partido. En el mejor lugar. Contra el mejor. Hoy jugá con el corazón y tu alegría. Confiá en tus compañeros, tu equipo, tu gente. Muy concentrado los ocho chukkers. No hay excusas. Y si llegás a meter un gol en la Monkey o Voina para ganar Sos un loco. Vamos La Nati. Para Poliya Viejo. Alvarito. Fede Rooney”. La carta que Polito escribió de puño y letra antes de la final, como motivación y dedicado a su padre y a amigos que ya no están, emocionan a cualquiera.
El Loco Polito, que dudaba, explotó de felicidad en su sexta final. Siguió creyendo porque detrás suyo había otro Loco como Castagnola padre que se la jugó por él con el olfato que le da la calle y sus 7 títulos de Palermo. Jugaron juntos en otro La Natividad, allá por 2012. Nunca se imaginaron vivir juntos esta locura. Sana y reconfortante para el alma.
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