Encontrá resultados de fútbol en vivo, los próximos partidos, las tablas de posiciones, y todas las estadísticas de los principales torneos del mundo.
Podés cantar
En estos pocos días transcurridos desde el comienzo del Mundial he visto el gesto repetido varias veces: en una pausa del partido, después de una jugada de riesgo, o antes de un tiro de esquina, o simplemente cuando se le canta, un jugador abre los brazos y empieza un movimiento ascendente-descendente, muy amplio, acompasado, repetido cinco o seis veces. Los destinatarios son los compatriotas que se hallen diseminados en las tribunas. Y el mensaje es inequívoco: "Alienten, loco". Aclaro que lo de "loco" incluye una traducción vernácula del gesto. Será vernácula y tal vez aventurada, pero por lo menos le estoy dando, a propósito, cierto toque naíf. En realidad, en lugar de "loco" podría pensar en otro apelativo, muy directo, taxativo casi, que en el fútbol argentino se utiliza a diestra y siniestra, también con cuatro letras en singular y cinco en el plural, dos vocales, una cerrada y una abierta, pero no me parece adecuado citarlo en estas páginas.
A lo que voy: el gesto del jugador que invita, con cierta vehemencia, a que la parcialidad inicie cánticos de aliento a su seleccionado nacional.
Se ve que cada cultura tiene sus códigos simbólicos, porque en nuestro fútbol argentino ese gesto sería imperdonable. Primero: a ningún hincha le agrada que le brinden orientaciones coreográficas desde dentro del campo de juego. Su respuesta inmediata al jugador, tácita o explícita, sería: "Vos dedicate a jugar, que yo veo cómo me las voy rebuscando". Segundo: además de irritar a los hinchas propios, el gesto sería la invitación a un festival de crueldad por parte de los hinchas rivales. Ellos recordarían para toda la vida, ese día, esa noche, en la que sus rivales fueron instados a alentar a su camiseta, porque estaban viendo el partido en silencio y los jugadores esperaban otro comportamiento. Me vienen de inmediato a la cabeza dos hits tribuneros que la hinchada rival entonaría de inmediato, burlándose del pedido del jugador contrario. Uno es ese que dice "No se oye nada, no se oye nada, por qué no se van todos a la?" y me detengo por obvias razones de etiqueta. El otro, más sencillo en su métrica, es ese de "Ay, ay, ay, ay (pausa) Ay, ay, ay, ay (pausa) no tengas miedo, podés cantar".
En resumen: el hincha argentino no les perdonaría nunca a sus jugadores que lo insten al aliento, y juraría venganza hasta la quinta o sexta generación contra la estirpe del jugador convocante.
Ya sé que en un Mundial el asunto es distinto. Distintísimo, si tal aumentativo de horrible sonoridad me es permitido. Y sin embargo, por lo menos en el debut, los hinchas argentinos intentaron darle al dichoso "aliento" un color lo más parecido posible al de una cancha argentina. Ojo que digo parecido, a sabiendas de que no hay manera de que sea igualito, igualito.
Primero: se notó un esfuerzo constante por superar el tradicional cantito de toda la vida, ese de la barra quilombera que no te deja, no te deja de alentar. Aparecieron otros, variados. Buena señal. Podemos esperar que con el correr de los partidos la cosa prospere.
Segundo: casi, casi no se vieron disfraces y pelucas. Habrá existido alguno, no digo que no. Pero yo casi me atrevo a afirmar que no vi. Un poco porque estaba demasiado preocupado por cómo venía el partido con los bosnios y otro poco porque vi numerosos argentinos vestidos de hinchas-hinchas: camiseta de la selección y punto. Nada de rulos de colores, narizotas de payasos o coronas de vaya a saber qué.
Reconozco, desde esta madurez en la que me estoy poniendo un poco conservador y cascarrabias, que la costumbre globalizada de pintarte la cara con los colores de la bandera me resulta un poco? desagradable. O exótica, para que no me caigan las críticas de los modernistas. Ahí está: exótica. En el fútbol argentino no se usa. ¿O alguien vio, alguna vez, en el colectivo 96 en dirección a Isidro Casanova a alguien con la cara pintada a rayas verticales amarillas y negras alusivas a la casaca de Brown? ¿O sí? ¿O rayas verdinegras para los bondis de Mataderos? (Nótese cómo he buscado equilibrar los ejemplos. Soy así de políticamente correcto, vea.)
Tercero: casi todos los argentinos, cuando los enfocaban las cámaras del estadio, seguían mirando el partido, en lugar de hacerse los lindos para la tele. Yo, desde acá, apoyo esa conducta austera, casi espartana. Si después del gol de los bosnios todavía te hacés tiempo para hacerte el dicharachero para la televisión mundial significa que tanto, tanto, el fútbol no te interesa, querido mío.
Cuarto y fundamental: los cantitos buscaron lo que buscan en la Argentina; elegir un mensaje determinado para que baje desde las tribunas a la cancha, de acuerdo con el tempo de lo que está pasando ahí abajo, en el césped. No fue todo jolgorio ni fue todo silencio. Hubo momentos de alegría, de celebración por Messi, de desafío al rival más deseado y más temido (hablo de Brasil, no de Bosnia). Hubo revoleo de camisetas en el festejo y hubo cantitos enérgicos y nerviosos cuando pareció que se venía la noche.
Me gusta eso de que el Maracaná se haya parecido un poco, o bastante, a las canchas argentinas. Hablo de las cosas lindas de las canchas argentinas: eso de poner los cantos al servicio de lo que va pidiendo el partido, o de lo que el hincha siente que el partido pide (que en general es lo mismo). No hablo de la cultura del aguante ni de "mirá qué malos que somos, hacé el favor de tenernos miedo".
Eso sí: mis juicios son provisorios. Es el primer partido. También para los hinchas. Y debo de estar dulce por el resultado. De todos modos, dejo aquí plantada mi advertencia. Si en el partido contra Irán, o contra Nigeria, a los argentinos se les da por tomar parte en ese bochorno de la coreografía de masas denominada "la ola", desde este espacio tronará la crítica más despiadada. Y lo mismo si de buenas a primeras las cámaras enfocan a alguno disfrazado de gaucho, o a alguna vestida de paisanita. Dios no permita.
lanacionarTemas
Otras noticias de Mundial Brasil 2014
“La novia del Mundial”. Qué es de la vida de la fanática belga que encandiló a todos pero que luego fue “cancelada” en redes
Philipp Lahm, sin filtros. Por qué decidió no ir a Qatar, qué le falta a Messi y sus duelos a las cartas con Demichelis
Lahm: "Es excepcional, pero a Messi le falta el gran título con la selección"
Más leídas de Deportes
Detalles. F1 en Las Vegas: calendario de prácticas, clasificación y horario de la carrera
"Por encima de todo". El jefe del equipo Williams dio detalles del estado de Colapinto y no confirmó que pueda correr el GP
"De igual a igual". Los chicos insaciables apremiaron al campeón: La Natividad sobrevivió a la amenaza del aluvión Chapaleufú
Histórico. Racing vs. Cruzeiro: resumen, goles y resultado de la final de la Copa Sudamericana 2024