AMSTERDAM, Holanda.– La señora, de mediana edad, se asoma por su ventana del primer piso, señala las letras grabadas en la pared de ladrillo y en un inglés algo dificultoso pregunta al turista empeñado en lograr un buen enfoque de la fachada del edificio: "Do you know what it means?". Por supuesto, el visitante lo sabe perfectamente. Delle Alpi se lee en el muro, y una mayólica con un futbolista conduciendo la pelota completa el cuadro. Su camiseta, sin embargo, no es la de la Juventusni la del Torino, los equipos de la capital del Piamonte donde se levanta el estadio con ese nombre. Por su diseño, la casaca recuerda a la del Ajax, y tiene lógica.
Park De Meer se llama el barrio construido entre 1998 y 2002 en Betondorp, un viejo suburbio de casas bajas habitados por obreros –en su día, casi todos socialistas o comunistas-, que acabó integrado hace ya algunas décadas al tejido urbano de Amsterdam .
La nueva urbanización se trata en cambio de un conjunto de edificios tipo monoblock perfectamente ordenados en el que viven unas 1.500 personas y cuyo nombre no es nada casual: ocupa el lugar exacto en el que se levantaba De Meer, la vieja cancha del Ajax F. C., el club más famoso, célebre y ganador del fútbol holandés.
No son muchos los turistas que se acercan al lugar. Bastante alejado del centro de la ciudad, Betondorp no aparece en ninguna guía de viaje, y llegar hasta ahí significa trasladarse alrededor de media hora en transporte público con el riesgo latente de perder el rumbo. Los que van son, en alguna medida, peregrinos. Saben por qué y para qué hacen el esfuerzo.
Sobre la pared lateral de un edificio lo recibe un gigantesco mural de Johan Cruyff (escrito Cruijff, en idioma flamenco), vestido con el inconfundible color naranja de la selección holandesa.
El amable chofer del autobús, previamente avisado, hace una señal anunciando que hay que bajar. A 50 metros, en la esquina, el paseante ratifica que está en el sitio correcto. Sobre la pared lateral de un edificio lo recibe un gigantesco mural de Johan Cruyff (escrito Cruijff, en idioma flamenco), vestido con el inconfundible color naranja de la selección holandesa. Debajo, el cartel de la calle indica que estamos en Wembley Laan. El barrio que homenajea al fútbol ofrece así su bienvenida.
Como tantos otros estadios europeos, De Meer cumplió el ciclo completo de la vida. Nació, creció, alcanzó su apogeo y conoció la gloria, hasta que finalmente la modernidad, la necesidad de un mayor aforo y de recaudaciones más suculentas lo condenó al derribo. Inaugurada en diciembre de 1934, la cancha del Ajax era un escenario "de los de antes". Tremendamente modesto aunque con las tribunas cubiertas para combatir el frío, la lluvia y la nieve, fue pensado para albergar unos 22.000 aficionados, pero acabó estirándose hasta albergar 29.500 en los días de máxima afluencia. Tal como era en el siglo pasado –y aún sigue siendo en muchos lugares del planeta, incluida la Argentina- casi todos veían el partido de pie, incómodos, apretados unos contra otros en las pequeñas gradas.
La cancha del Ajax fue pensada para albergar unos 22.000 aficionados, pero acabó estirándose hasta albergar 29.500
Hasta los años 60, el Ajax ganó tres ligas y dos copas holandesas jugando sus partidos en De Meer, títulos que jamás hubieran alcanzado para elevar el campo a la categoría de mito y convocar a turistas de cualquier lugar del mundo. Pero a mediados de esa década, el entrenador Rinus Michels se hizo cargo del primer equipo, y un chico rubio y flaquito vecino del lugar se incorporó al club.
Johan Cruyff había nacido en el mismo Betondorp, a unas diez cuadras del estadio. Su casa natal, en Akkerstraat, 32, se mantiene en pie. Vive en ella un matrimonio mayor, inquilinos sin relación familiar con quien iba a convertirse en el único hombre que iba a revolucionar dos veces el fútbol, una como jugador y otra como director técnico. Una gran foto de un Johan todavía niño haciendo jueguito con la pelota en la calle decora una ventana, pero la casa no es visitable ni guarda nada relacionado con el crack holandés. Es apenas un templo futbolero para acercarse, fotografiarse y seguir el camino.
Las calles llevan nombres de estadios -Wembley, Anfield, Santiago Bernabéu, Delle Alpi, Prater, Colombes-; y los puentes que saltan los mínimos canales artificiales, los nombres de antiguas leyendas del Ajax
Volver a Park De Meer, en cambio, ofrece otras curiosidades. En Europa, en líneas generales, la historia y las tradiciones tienen un lugar privilegiado, y la memoria es un bien a conservar. Así lo entendieron los diseñadores del nuevo barrio. Por eso, las calles llevan nombres de estadios -Wembley, Anfield, Santiago Bernabéu, Delle Alpi, Prater, Colombes-; y los puentes que saltan los mínimos canales artificiales, los nombres de antiguas leyendas del Ajax. Por eso también hay columnas decoradas con motivos futbolísticos y en el hall de entrada de uno de los edificios una mínima exposición fotográfica rememora las emociones vividas en ese mismo espacio.
La última sorpresa se encuentra en la plaza más grande del conjunto. Rodeadas de bancos y algunos juegos infantiles, varias circunferencias concéntricas desembocan en un punto donde medio círculo de cemento hace las veces de pelota imaginaria. Sí, ahí estaba el círculo central del viejo De Meer. Ahí se paraba Johan Cruyff para esperar el silbato del árbitro, tocar hacia adelante y empezar a dirigir la orquesta "ajacied". A su alrededor se desplegaban Neeskens, Rep, Krol y el resto de los que llevaron al Ajax a ganar la Copa de Europa en 1971, 72 y 73, antes de ser la base de la "Naranja Mecánica" que deslumbró en el Mundial de Alemania ’74. Ahí arrancó la leyenda.
Ahí se paraba Johan Cruyff para esperar el silbato del árbitro, tocar hacia adelante y empezar a dirigir la orquesta "ajacied"
De Meer todavía tuvo tiempo de conocer otros éxitos. Ahí jugaron y alcanzaron la gloria los Van Basten, Rijkaard o Bergkamp (con Cruyff de entrenador); y más tarde los Kluivert, Overmars, Kanu, Litmanen o los gemelos De Boer. Hasta que en 1996 llegó el final y el club se trasladó al Amsterdam Arena, hoy rebautizado Johan Cruyff Arena.
El silencio y la tranquilidad gobiernan Park De Meer. Nadie grita goles ni da vueltas olímpicas. Pero mientras camina y hace sus fotos, el turista rebobina en su memoria las imágenes en blanco y negro de un equipo deslumbrante y de un flaquito imparable. Entonces siente que el viaje valió la pena.
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