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Para los arqueros argentinos, atajar en primera en el club en el que se formaron es casi una misión imposible
La salida de Manuel Roffo de Boca sin haber disputado ni un minuto en el primer equipo es la confirmación de una tendencia cada vez más acentuada en los clubes grandes y el fútbol argentino; opinan Navarro Montoya, Fillol, Tocalli y Santoro.
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“Roffo fue al Mundial, hizo un gran papel y no le dieron la oportunidad en Boca cuando venía embalado. Ahora se empezó a quedar y acordate que dentro de un par de años queda libre o lo mandan a otro club”, le decía el año pasado Hugo Tocalli a LA NACION. Así fue, en menos de lo pensado. El de Teodelina, formado en las inferiores del equipo de la Ribera y con gran proyección profesional, se fue a Tigre con el pase en su poder y sin haber tenido un solo minuto oficial en la primera división del xeneize.
Por delante de él tenía a Esteban Andrada, Agustín Rossi y Javier García. Misión casi imposible, pero su caso no es el único. Sucede algo similar en River, donde los tres arqueros del plantel profesional, Franco Armani, Enrique Bologna y Germán Lux, son mayores de 30 años y Ezequiel Centurión, uno de los últimos proyectos de las inferiores que había entrenado con el plantel profesional se fue a préstamo a Estudiantes de Caseros. Lux, nacido en el club, retornó en 2017 de un largo periplo europeo.
También ocurre en la mayoría de los clubes, donde la juventud parece ser confiable para ocupar el lateral derecho o el izquierdo, la zaga central, la contención, la creación y hasta la definición, pero en muy raras ocasiones para el arco.
Es que a partir del chip de las urgencias que se ha implantado en las mentes del fútbol argentino, quienes más han sufrido la falta de crédito fueron los arqueros, que, salvo raras excepciones, no consiguen asentarse en la institución que los forma e indefectiblemente tienen que buscarse otro lugar para poder atajar y poder desarrollarse profesionalmente. En consecuencia, los clubes terminan haciendo una doble inversión en el puesto: por un lado, formando una gran cantidad de arqueros en las inferiores y por el otro, yendo a comprar arqueros de probada experiencia que puedan garantizar el cero lo más que se pueda.
LA NACION consultó a varios históricos arqueros del fútbol argentino, quienes desde su experiencia coinciden en que no se suelen esperar a los arqueros de las inferiores, pero difieren en las características principales que debe tener un guardameta para ocupar los tres palos en primera división. Carlos Navarro Montoya, uno de los grandes del puesto de la historia de Boca, analizó la situación: “Creo que a los clubes y a los entrenadores les cuesta apostar por arqueros jóvenes. En general, prefieren apostar por aquellos con recorrido y eso hace que los chicos de inferiores tengan que buscar continuidad en otro club”.
Más allá de lo que es una realidad, el Mono considera que la edad no debería ser un requisito prioritario: “Para mí los arqueros no se distinguen entre jóvenes o viejos, se distinguen entre buenos y no tan buenos. Todo el que llega a primera es bueno, pero en mi caso personal analizo primeramente las capacidades técnicas, pero no desde la edad. No es un tema que me preocupe porque los aciertos o errores se dan en arqueros de diferentes edades”.
A Navarro Montoya, que estuvo ocho años en el arco xeneize procedente de Vélez, le siguieron una larga lista de arqueros importados: Esteban Pogany, Oscar Córdoba, Roberto Abbondanzieri, Alejandro Lanari, Sandro Guzmán, Aldo Bobadilla, Mauricio Caranta, Christian Lucchetti, Agustín Orion, Emanuel Tripodi, Sebastián Sosa, Oscar Ustari, Agustín Rossi, Guillermo Sara, Axel Werner, Esteban Andrada y Marcos Díaz. En el medio, hicieron sus intentos de afianzarse Martin Herrera, Héctor Larroque, Federico Vilar, Cristian Muñoz, Willy Caballero, Gustavo Eberto, Ezequiel Medrán, Pablo Migliore, Diego Pave, Josué Ayala, Javier García, Sebastián D’angelo, Maximiliano Scapparoni, Manuel Vicentini, Bruno Galván, Ramiro Martínez, Javier Bustillos y Manuel Roffo. En el arco xeneize, el último arquero de la casa que tuvo continuidad fue el recién regresado al club Javier García entre 2008 y 2011, tiempo en el que disputó 45 partidos y recibió 55 goles.
“En mi época tampoco éramos muchos los que debutábamos jóvenes. Las urgencias está claro que, en este que es un país que tiene una relación traumática con la derrota, trae aparejado en aquellos que toman decisiones un apresuramiento y eso no permite dejar que los procesos se desarrollen”, concluye quien reemplazó a Hugo Orlando Gatti, que había estado 12 años en el arco boquense.
Ubaldo Matildo Fillol, campeón del mundo en Argentina 78 y con River, sostiene que la exigencia en estos clubes es superlativa y por eso es difícil llegar a defender los tres palos en la primera división. “Te vas a encontrar con tremendos arqueros en la historia y el chico de inferiores sabe eso, lo que fue Amadeo, Fillol, Burgos, Barovero, Armani y posiblemente eso le da vuelta en la cabeza a cualquier arquero siendo muy joven, y una vez que se instalan ahí la vara es muy alta”.
A diferencia de Navarro Montoya, el Pato sostiene que es válido hacer una experiencia en otros clubes y quizás algún día tener la posibilidad de volver al equipo grande: “Hay antecedentes en casi todos los clubes de arqueros que los han dejado ir y luego los han comprado. Hay un clic en la cabeza de un jugador y, cuando lo hace, aparece el gran jugador. Aunque hay algunos a los que no les sucede nunca”.
Desde Ángel David Comizzo, River tuvo una larga lista de arqueros de afuera: Oscar Passet, Javier Zeoli, Javier Sodero, Sergio Goycochea, Germán Burgos, Roberto Bonano, Gastón Sessa, Darío Sala, José María Buljubasich, Juan Carlos Olave, Bernardo Leyenda, Juan Marcelo Ojeda, Nicolás Navarro, Mariano Barbosa, Daniel Vega, Marcelo Barovero, Julio Chiarini, Enrique Bologna, Franco Armani y Alberto Vivalda. De la casa lo intentaron Diego Vázquez, José Miguel, Rodrigo Burella, Alejandro Saccone, Leonardo Aguirre, Joaquín Irigoytia, Franco Costanzo, Germán Lux, Rodrigo Barucco, Fernando Pellegrino, Leandro Chichizola, Gonzalo Marinelli, Rodrigo Rey, Nicolás Rodríguez, Nicolás Francese, Maximiliano Velazco, Augusto Batalla y Ezequiel Centurión.
Fue Juan Pablo Carrizo, con 112 partidos, el jugador de la cantera con más presencias y Batalla, el último intento tras la partida de Marcelo Barovero. El juvenil que hoy defiende la camiseta de O’Higgins de Chile se fue de River habiendo jugado 51 partidos y recibido 53 goles.
Tocalli, formado en el puesto en las divisiones juveniles de San Lorenzo y actualmente integrante de la Secretaría Técnica del club, entiende que el arco en los equipos grandes es un desafío mayúsculo para quienes suben desde las inferiores, aunque se les debería dar más oportunidades y continuidad para cambiar la ecuación actual: “El tema es que no lo esperan al arquero de las divisiones inferiores. En todos los clubes pasa lo mismo. Por ahí no se les da la oportunidad en el momento justo”.
Para el exayudante de José Pekerman en el ciclo más exitoso de las selecciones juveniles argentinas, al evaluar al que defienda los tres palos no sólo se deben tener en cuenta sus condiciones físicas y técnicas, ya que también es fundamental su carácter. “Como técnico uno lo primero que piensa antes de ponerlo es en su personalidad. Cuando pensamos con el Pato Fillol en poner una escuela de arqueros dijimos que íbamos a ver eso. No son solamente las condiciones, porque es un puesto diferente al resto, porque tiene que reponerse al instante de haber cometido un error”.
Desde la temporada 1989-1990, el Ciclón tuvo a Juan Carlos Docabo, Fernando Regulés, Cesar Labarre, Rubén Ruiz Díaz, Oscar Passet, Darío Sala, Gilberto Angelucci, Fernando Alvez, José Ramírez, Carlos Nicola, Gustavo Campagnuolo, Sebastián Saja, José Valdivieso, Agustín Orion, Nereo Champagne, Bruno Centeno, Matías Vega, Hilario Navarro, Pablo Migliore, Damián Albil, Ezequiel Mastrolía, Juan Figueroa, Matías Ibáñez, Sebastián Torrico, Cristian Álvarez, Leo Franco, José Devecchi, Álvaro Montero, Nicolás Navarro, Fernando Monetti y Lautaro López. Orión disputó 126 partidos y sufrió 137 goles en seis años defendiendo la camiseta de San Lorenzo. Y desde que se fue en 2009, el club no logró consolidar en primera a un arquero formado en sus inferiores. Recién ahora está teniendo la chance Devecchi. Diego Dabove estuvo enrocando en el puesto con Fernando Monetti, pero hoy el titular es Devecchi. Veremos si logra consolidarse.
“El puesto es muy especial, porque dentro del equipo es único y muy particular. Debe tener ciertos atributos y condiciones y cuando no se producen los movimientos es porque hay un buen arquero arriba y, si tiene la fortuna de no lastimarse, es difícil que el entrenador les de la oportunidad a los demás”, explica Miguel Santoro, exarquero, entrenador y hoy trabajando en las inferiores de Independiente.
“Es muy difícil decir que uno está completo si no atajó en primera y no sintió la presión del público; la responsabilidad y todo eso influye. Un arquero que se preparó para jugar en primera y no lo puede hacer tiene que buscar otro horizonte y no esperar a que el titular de la primera se lastime o se vaya. Tiene que jugar para adquirir esa experiencia”, agrega Santoro.
Independiente, desde el torneo 1989-1990, cuando tuvo a Eduardo Pereira y Sergio Vargas, utilizó a Luis Islas, César Velázquez, Fernando Regulés, Damián Maltagliatti, Carlos Morales, Leo Franco, Faryd Mondragón, Daniel Islas, Marcelo Pontiroli, Norberto Scoponi, Damián Albil, Leonardo Fernández, Oscar Passet, Ariel Rocha, Patricio Abraham, Darío Sala, Alejandro Botero, Leonardo Díaz, Lucas Molina, Oscar Ustari, Carlos Navarro Montoya, Robinson Zapata, Bernardo Leyenda, Fabián Assmann, Adrián Gabbarini, Emilio Rebora, Hilario Navarro, Diego Rodríguez, Facundo Daffonchio, Germán Montoya, Gonzalo Rehak, Martín Campaña, Franco Vélez, Milton Álvarez, Renzo Bacchia y Sebastián Sosa. Cabe destacar que el Rojo tuvo sus tres arqueros surgidos de la cantera (Assmann, Gabbarini y Ustari) en la temporada 2006-2007.
Sin dudas, las urgencias del fútbol argentino devoran los tiempos que se le deberían otorgar a un arquero para adquirir su experiencia en el primer equipo. Independiente, club que tiene una gran escuela de arqueros, fue a México a buscar al uruguayo Sebastián Sosa mientras un valor formado en la casa, Emiliano Martínez, partió al Arsenal de Inglaterra sin haber debutado en primera y hoy brilla en el Aston Villa de la Premier League. “Independiente tiene mucha experiencia en esto, pero ya no pueden mostrarse los arqueros que vienen de abajo. Assmann, Gabbarini y el Ruso Rodríguez tuvieron oportunidades, pero desde que vino Martin Campaña no se les dieron más oportunidades a otros”, se lamenta Pepé.
Ante esa situación que se acentúa cada vez más en el fútbol argentino, entiende Santoro que ya no se debe esperar en vano una oportunidad donde se formó que tal vez nunca llegue: “Armani estuvo en varios clubes acá y no pasó nada, pero se fue a Colombia y la rompió, y hoy es el titular de la selección. El arquero tiene que buscar la manera de jugar. A mí me tocó entrar en una final y me fue bien. Si no, en ese momento ya debería haberme buscado otro club”.
Desde principios de los noventa, lo que más predominó en Racing fue la inestabilidad en el arco, siendo muy pocos los de las inferiores que se afianzaron. Pasaron una treintena por el Cilindro, entre ellos Carlos Roa, Sergio Goycochea, Jorge Bartero, Ignacio González, Alejandro Lanari, Albano Bizzarri, Walter Cáceres, Gastón Pezzutti, Gastón Sessa, Cristian Naranjo, Néstor Ruiz, Gustavo Campagnuolo, Mario Cuenca, Cristian Lucchetti, Sergio Romero, José Martínez Gullota, Bernardo Leyenda, Hilario Navarro, Pablo Migliore, Jorge de Olivera, Pablo Santillo, Mauro Dobler, Roberto Fernández, Sebastián Saja, Diego Galanternik, Juan Musso, Nelson Ibáñez, Gastón Gómez, Leonel Piedrabuena, Javier García, Gabriel Arias y Matías Tagliamonte.
Fillol, que también brilló en la Academia, no abona la teoría de que para madurar el arquero debe apilar una gran cantidad de errores: “No pienso de esa manera, que le tienen que hacer tantos goles tontos. La he escuchado y muchos la han dicho, pero el talento no tiene edad. El chico, si es talentoso, le das la posibilidad y la agarra. No piensa en la historia del arco y nada por el estilo, pero tenés que ser un privilegiado”.
Con una mirada global e histórica de la situación, Tocalli sostiene que los clubes deben reforzar los puestos donde no tienen jugadores y no aquellos donde tienen soluciones en las divisiones menores. Lo dice por la experiencia que le dieron los años trabajando con chicos. En ese sentido, recordó que llevó a las selecciones juveniles a Leonardo Franco, de Independiente, y a Wilfredo Caballero, de Boca, cuando no eran conocidos para el gran público y fueron campeones del mundo. También lamentó que Racing no haya disfrutado más de Sergio Romero y de Juan Musso, y que el xeneize no le haya dado ninguna chance a Roffo. “Antes, si tenías un arquero de inferiores que llegaba a primera y jugaba bien se quedaba 10 o 12 años. Ahora es todo lo contrario”, concluye.
La situación no remite exclusivamente a los clubes grandes, ya que se extiende a la mayoría de los equipos de primera: Aldosivi (Luciano Pocrnjic), Arsenal (Nicolás Navarro), Atlético Tucumán (Christian Lucchetti), Banfield (Iván Arboleda), Central Córdoba de Santiago del Estero (Andrés Mehring), Colón (Leonardo Burián), Defensa y Justicia (Ezequiel Unsain), Estudiantes (Mariano Andújar), Gimnasia (Rodrigo Rey), Newell’s (Alan Aguerre), Patronato (Matías Ibáñez), Platense (Jorge De Olivera), Sarmiento (Facundo Ferrero), Talleres (Guido Herrera), Unión (Sebastián Moyano) y Vélez (Lucas Hoyos).
Las excepciones, además del caso Devecchi en el Ciclón, son Argentinos Juniors, que cuenta con Lucas Chaves; Godoy Cruz, que tiene de regreso en Nelson Ibáñez tras un largo recorrido; Lanús, que promovió y consolidó a Lautaro Morales; Huracán, que proyectó a Sebastián Meza por la lesión de Facundo Cambeses, y Rosario Central, que repatrió a Jorge Broun. De 26 equipos de la primera división de la Argentina, sólo seis tienen de titulares a arqueros formados en sus inferiores. Sí, una misión casi imposible para los guardavallas del semillero.
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