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Panamericanos. Una moto envuelta y un barrio feliz: la íntima bienvenida a las hermanas Sánchez en Córdoba
CÓRDOBA.- El abrazo fue interminable. Rosa y sus hijas, Leonela y Dayana Sánchez. Y el de las tres con Virgilio "Pato" Aráuz, el entrenador y "papá adoptivo" de las ganadoras de las medallas de oro y plata, respectivamente, en boxeo de los Juegos Panamericanos que se disputan en Lima. Ni la alegría por sus triunfos las retuvo en Perú, querían volver "rápido" para encontrarse con su mamá, querían festejar con quienes estuvieron siempre a su lado. Los vecinos del barrio las recibieron con carteles, cantos y bocinazos; caminaron unas diez cuadras desde la entrada del barrio hasta su casa.
A las 11 aterrizaron en Córdoba y rato después llegaron al Juan Pablo II (uno de los barrios "sociales" de Córdoba) donde, debajo del arco de ingreso, las esperaban su mamá y sus amigos. Rosa lleva varias noches sin dormir; primero la ansiedad por Leonela y, cuando ella ya se había coronado, por Dayana. "Yo no quería que boxearan; no quería volver a sufrir", cuenta a LA NACION. La referencia es a los tiempos en que su exmarido y padre de las chicas se subía al ring.
Hace años que no vive con ellas; pasaron tiempos muy malos, no sólo de privaciones materiales sino de violencia familiar. Las dos son muy cercanas a su mamá y a su otra hermana, Tania, de 20 años, quien sueña con ser cantante. Antes de la casa donde las recibieron y festejaron vivieron en propiedades usurpadas, con chapas, sin camas, sin agua, sin luz. Con todo, el festejo era sereno sin olor a revancha; alegría pura, reparto de fotos y abrazos.
Las dos hermanas se entrenan en el Centro de Desarrollo Deportivo Rafael Núñez (depende de la Agencia Córdoba Deportes) en el Barrio General Bustos. Llegan todos los días a las 7:45 en ómnibus, hacen 90 minutos de pesas; se bañan, descansan un rato y desde el mediodía es el turno de la parte técnica. Cerca de las 16 terminan.
Se entrenan desde la mañana hasta el final de la tarde. Después de los Juegos las esperan un curso de peluquería y terminar el secundario
"Las conocí hace unos 10 años, vivían cerca del gimnasio, empezaron a venir y se bancaron que algunos no las miraran bien -dice Aráuz-, a esos los puse en orden, y ellas se animaron y empezamos. Por la predisposición, por la calidad, por su disciplina, soñé que la medalla podía darse pero no hay que olvidar que siempre hay que tener, también, suerte".
Las dos integran la Selección Argentina de Boxeo Femenino, viajaron a unos 15 países y "ganaron algo de dinero, que pusieron todo en la casa, para mejorarla". La vivienda se las entregó el Ministerio de Desarrollo Social de Córdoba por gestiones de su entrenador: todavía se acuerda de que la mudanza fue "simple, porque no tenían casi nada; salimos a buscar un poco de todo".
Les gusta la música de cuarteto de Sabroso pero son tan apegadas a su rutina de entrenamiento que en todo un año fueron solo a un baile. Hace unos meses Leonela "hizo una" -apunta Aráuz-: se compró una moto. Está envuelta en nylon al fondo de la casa; cuando pueda "habrá un autito".
Leonela dice que anoche, cuando se hermana perdió, se lloró "todo". Cuarenta minutos después estaban saliendo al aeropuerto. "Todo bien, dormimos en el avión", repite Dayana sin dejar de sonreír. El muro donde se apoya el canasto de los residuos les sirvió de base para subirse y saludar a los que fueron a esperarlas. "Gracias" fue la palabra más repetida, seguida de "compartimos".
Además de los festejos, las esperan compromisos que ya asumieron. Leonela debe seis materias del secundario. "Ya hablamos con la directora de la escuela y quedamos que regresaba y empieza a prepararse", recuerda el entrenador. Dayana está a tres meses de terminar un curso de peluquería. "A estudiar las dos; en eso no hay arreglo", subraya Aráuz.
"Me duele todo, sufro muchísimo cuando pelean -menciona la mamá-. Dayana fue la primera en decir que quería boxear y Leonela fue por atrás, ya no le podíamos decir que no. Me sufro todas las peleas; a las únicas que no las acompaño es cuando viajan".
Leonela, "La Monita" (por Gatica), también se abrazó con fuerza con Héctor "Pajarito" Sarmiento, su pareja, campeón argentino y latinoamericano superligero y con su perro Willy -uno de los tres que hay en la casa junto a cuatro gatos-; el animal (que debe pesar apenas unos cinco kilos menos que los 56 de ella) le salta y le hace fiestas. Una choripaneada es el almuerzo de las campeonas.
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