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Panamericanos. La historia de Martina Dominici, la chica de las cien medallas en gimnasia artística
LIMA.- Su primera foto de consumo masivo la mostró con seis medallas colgadas al cuello, el resultado de su formidable actuación en los Juegos Odesur 2018, en Cochabamba. Entonces, los medios argentinos se interesaron por la historia de Martina Dominici, una promesa de la gimnasia artística que en la altura de Bolivia impresionó con su plasticidad y equilibrio. Aquella cosecha había dejado un histórico oro en el all around individual y un fuerte aviso para el deporte argentino: algo estaba pasando con esta chica.
Transcurrieron más de 12 meses de aquellos Juegos y Martina, vecina de Vicente López, disfrutó de sus primeros Juegos Panamericanos con apenas 17 años y la clasificación a tres finales en salto –su especialidad-, suelo y barras asimétricas. Dejó la Villa Panamericana sin subirse a un podio, pero dejó un registro de calidad entre las mayores. "Tenía una expectativa de bronce en salto, aunque a nivel panamericano, obviamente, conseguir una medalla es mucho más difícil. Estoy trabajando sobre todo en salto para buscar un podio y acá participé con países que son potencias a nivel mundial como Estados Unidos y Canadá; me quedo contenta con el resultado", comentó, luego de recoger 13.233 puntos en suelo y finalizar sexta.
"Domi", tal como la apoda su entrenadora, formó parte de un grupo de atletas argentinos que totalizarán 536 y convivió con varios de ellos en esta ciudad, que en esta época retacea rayos solares. "Estos Juegos son hasta ahora el torneo más importante en que participé. Antes de venir estaba bastante nerviosa, pero cuando vine acá me sentí bien y pude hacer bastante bien mis series, incluso frente mucha gente en el estadio. Estuvo muy lindo".
Del aprendizaje en Lima saltará pronto a la experiencia en el Mundial de Stuttgart: "Estos Juegos eran al mismo tiempo una preparación para esa Copa del Mundo en Alemania, que es nuestro objetivo principal y se hará en octubre. Ahí estaremos buscando la clasificación para Tokio 2020 en equipo, y para conseguir el pasaje debemos quedar dentro de los primeros 12 países", explica sonriente y siempre tímida.
El plan en el alto rendimiento está plenamente vigente: quiere seguir creciendo como gimnasta y sueña con encadenar dos Juegos Olímpicos para pasear a la gimnasia artística argentina por el mundo. Sin embargo, hay una historia detrás: "Cuando era chiquita me gustaba ir a la plaza y me colgaba en donde hubiera barras. Como vieron que era inquieta, mi familia me llevó a probarme en la gimnasia y empecé a entrenarme", relata. Arrancó a los seis años en el Círculo Gimnástico Norte de Vicente López y su abuela fue quien la tomó de la mano para introducirla en esta disciplina madre del olimpismo. Hubo algún que otro intento con la natación y el tenis, pero nada comparable con untarse las manos con el polvo blanco del carbonato de magnesio para absorber la transpiración, el aliado de esta disciplina para competir.
Cuando ingresó en la elite a los 11 años y empezó a ir a torneos internacionales, su cabeza hizo un clic y supo, entonces, que quería dedicarse en serio a este deporte. La mezcla del método, la rutina y la pasión la condujeron a recolectar un tesoro de preseas desde la época de infantiles. Lo que más le cuesta a Martina es hablar sobre sus méritos a lo largo del tiempo, desde sus primeras rutinas. Por eso, apenas puede pronunciar la frase cuando se le pregunta si lleva la cuenta de la cantidad de medallas obtenidas. "Unas cien", se le escucha, casi con un hilo de voz y el deseo de no dar más detalles para preservar su humildad.
Cursa quinto año y lo hace a distancia por internet, rindiendo dos presenciales al año. "Me quedan seis materias para terminar. Asistí a clases en el Santa Ana hasta segundo, pero se me complicaba mucho y empecé a acumular faltas entre viajes y entrenamientos. Era complicado seguir el ritmo, pero ya en tercero me pasé a un colegio a distancia, y a partir de ahí puedo continuar mejor con mis estudios".
A este nivel, la contracción al trabajo entre los aparatos es casi total, es por eso que los momentos de ocio son muy reducidos. "Trato de juntarme con mis amigas, veo Netflix e intento despejarme porque esta disciplina es muy dura. Si no, te cansás y no querés hacer nada más", reconoce Martina, que revisa sus obligaciones colegiales cuando se sienta frente a la computadora.
Federico Molinari, el gimnasta argentino más reconocido de esta última época, finalista en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y medallista de bronce en anillas en estos Panamericanos, habla sobre Martina: "La veo muy bien, es muy chica. También hay que desdramatizar un poco. A veces se le carga mucho como ‘lo que tiene que ser’ y eso afecta cuando recién empezás. No somos un país como Brasil, que está acostumbrado a este tipo de apariciones de atletas. Hay que tratar de cuidarla un poco más para que no le peguen tan de lleno las expectativas que se generan sobre su carrera. Acá en Lima, ella respondió bien a la presión y compitió casi sin errores en todas las pruebas".
El rosarino, además, habló sobre el estado de la gimnasia artística femenina. "Creció en gran medida en la Argentina. Hay muchos gimnasios y muchas nenas que practican. Y eso provoca que haya una base muy grande para contar con talentos en este deporte. Vos hablás con nenas de 9 o 10 años y seguramente la mayoría pasó alguna vez por un gimnasio. Es un deporte muy divertido y entretenido: después del hockey sobre césped debe ser la disciplina más conocida entre las mujeres. Tenemos cerca de 30.000 chicas federadas en el país, con lo que es una muy buena plataforma para seleccionar a las mejores".
Con la llegada de las nuevas autoridades de la Federación de Gimnasia se contrató a Roger Medina, un head coach brasileño de mucho conocimiento internacional para la rama femenina. Al respecto, Molinari apuntó: "Es lo que se hace en todo el mundo: siempre los países que no tienen tanto nivel en gimnasia contratan a entrenadores rusos o de Estados Unidos. Nosotros, a este brasileño que coordina muy bien a las chicas. Eso demuestra que hay que dejar de lado la soberbia del argentino, que piensa que sabe de todo y no sabe de ninguna cosa. Es importante escuchar y organizarnos de a poco. Creo que hay futuro".
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