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Agustín Tapia, el ‘Mozart de Catamarca’ que conquistó el mundo del padel: “Me da vergüenza verme en alguna foto con las leyendas”
A los 24 años, lidera el ranking mundial junto con el español Arturo Coello
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Se sonríe con cierta timidez. Pero se trata de un gesto que se le advierte genuino, de felicidad, sin rastros de nervios. No se traduce casi nunca esa particularidad en su rostro. Como si el aplomo fuese su virtud más perfecta. Apenas 24 años y el mundo del padel está rendido a sus pies. Tan sólo cinco años y medio como profesional y escaló hasta lo más alto con una naturalidad que impacta. Sólo hace falta escuchar a sus colegas, a los que fueron número uno de la disciplina, para comprender que él, Agustín Tapia, tiene un talento que está por encima de la lógica. Es por eso que cuando lo llaman “El Mozart de Catamarca”, nadie considera que se trata de una exageración. Es que junto con su compañero, el español de 21 años, Arturo Coello, llevan 13 títulos en 16 finales disputadas en 2023, su proyección no permite ver el límite a tanto talento, dominan los dos circuitos (World Padel Tour y Premier Padel) y cuando le preguntan por qué está en lo más alto, se limita a decir que no se detiene en eso, que disfruta de lo que hace.
“Soy un privilegiado. Jugué con los dos mejores de la historia (Fernando Belasteguín y Juan Martín Díaz] y con números uno como Sanyo (Daniel Gutiérrez) y Lima (Pablo). Con un grande como Jardim (Marcello). Tuve mucha suerte en el recorrido y aprendí de todos”. La frase de Tapia, o “El Mozart de Catamarca”, como lo bautizaron en su provincia natal cuando a los 15 años ya hacía maravillas en la cancha y dejó a su familia para ir a entrenarse a Rosario. Desde entonces su camino estaba señalado. Es por eso que a los 17 años, tras ganarlo todo en las categorías inferiores, llegó al número 1 del ranking argentino profesional.
En 2018 recibió la llamada de Juan Martín Díaz, 13 años consecutivos número uno del WPT, para formar pareja en 2019. Tras una lesión de Juan Martín, fue Fernando Belasteguín, la leyenda del padel con 16 años en la cima, quien lo invitó a jugar juntos. Así, Agustín Tapia, en el mismo año, compartió equipo junto a los dos mejores jugadores de la historia. Sin temblarle el pulso por estar viviendo solo en Barcelona, a más de 10.000 kilómetros de distancia de sus papás, Verónica y Darío.
Su crecimiento siempre fue exponencial, si a los 9 años jugó su primer torneo, en su provincia, junto con su abuelo Ramón y llegó a la final. Por eso a nadie le extrañó que sea el jugador más joven en ganar un torneo WPT, el Máster Madrid 2019, y también el más joven en ser nombrado MVP en una final, en ese mismo torneo. Su última conquista en el Premier Padel de Mendoza no fue más que otro de sus conciertos y la gente cayó rendida a sus pies.
Pero cuando le preguntan a Tapia si siente que con Arturo Coello están a la altura de la pareja que conformaron Belasteguín y Díaz (22 torneos seguidos y 13 años liderando el ranking mundial), se pone algo incómodo por semejante comparación y dice: “Que te comparen con la mejor pareja de la historia es increíble. Hasta me da vergüenza verme en alguna foto con semejantes leyendas”.
Para comprender mejor lo que genera Tapia con Coello, hay que entender que ganaron el Premier Padel del Mendoza sin ceder ni un solo set, pero antes se quedaron con Roma y Madrid. Y a estas conquistas se le suman en este 2023 las que consiguieron en el World Padel Tour: Abu Dhabi, La Rioja, Chile, Paraguay, Granada, Bruselas, Vigo, Viena, Marbella y Málaga.
-¿Podés darte cuenta que a los 24 años llegaste a la cima del padel?
-Obvio que uno se da cuenta, pero yo creo que no del todo. Es que la vorágine es terrible, porque venimos desde el principio del año jugando torneo tras torneo y no tenés mucho tiempo para pensar. La verdad es que terminas uno y no alcanzás a festejar que ya estás compitiendo otra vez. Apenas podés hacer una cena con la familia que ya el día siguiente tenés que viajar a otro torneo. Y eso hace muy difícil pararse y asimilar todo un poco todo lo que logramos. Ojo también nos ayuda a estar siempre alertas y prendidos para el turno siguiente.
-Arturo tiene 21 años y vos 24, la edad junto con el talento, más una pizca de inconsciencia, ¿es la clave de todo?
-Yo creo que sí, que esa inconsciencia, como decís vos, nos está ayudando bastante porque si te parás a pensar la cantidad de torneos que ganamos, en los lugares que jugamos... Hace poco jugamos en Roma, con el estadio casi lleno, en un lugar icónico, no lo podíamos creer. Estuvimos toda la semana ahí, paseamos por cada rincón del predio y mirábamos todo, pensábamos que ahí se jugaban torneos de tenis increíbles, que pasaron todos los jugadores más importantes. La verdad es que de eso no te das cuenta, quizá al final de toda de esta locura podamos dimensionarlo.
-Cuando se junta el equipo, ¿buscan las señales que les permitan comprender por qué son los número uno del mundo?
-Nuestro equipo nos tiene preparados para mirar el próximo desafío, no para repasar lo que ya hicimos. Es verdad que es algo increíble y yo creo que se dio por muchas cosas. Nos llevamos bien afuera de la cancha, nos llevamos bien adentro, somos una pareja que juega bien, pero lo que no se sabía al principio de la temporada, era si la conexión iba a ser buena, quién iba a ser el que “mandaba”, el que tiraba del carro, como decimos nosotros. Y al final salió todo perfecto. Por más que lo hubiéramos imaginado no podría haber salido mejor. La verdad que estamos viviendo un año soñado.
-¿Qué sentís que evolucionó en tu juego para ser considerado el mejor de todos? ¿Qué sentís que cambiaste?
-Es verdad, venía en un plan que era aprender del compañero que tenía a mi lado. Es verdad que ahora con Arturo aprendiendo muchísimo, pero es otra forma de aprender de alguien joven. Sé que hay momentos en los que tengo que estar firme, por momentos tiene que estar firme él, pero cuando nos juntamos a principio nos planteamos que no debía haber un líder, sino que somos un equipo. Por ahí se me nota mucho más líder que en los años anteriores, pero es porque mi cabeza “hizo un clic” y sabía que necesitaba, sin saber cómo iba a resultar todo con Arturo, por el simple hecho de que tiene 21 años. Ojo, es un tipo que parece de 30, es muy maduro, la verdad es que es un grande, pero sabía que me faltaba esa parte de mí y sabía que la podía darlo. Y bueno, hice el clic y la verdad que ahora siento como si fuese otro jugador.
-Lo que pasa con vos y con Arturo, es magnífico, porque la gente se vuelve loca cuando los ve, ¿qué te pasa con toda esa admiración y respeto que hay por vos en el mundo del padel?
-Es increíble, hace cinco años y medio que decidí irme a España para ser profesional y es como que pasó todo muy rápido. Lo digo siempre, pasó todo muy rápido, pasé por muchos compañeros todos, número uno y aprendí muchísimo de cada uno de ellos. No pensé que me iba a llegar tan rápido. Volver a Argentina estando ahí arriba es una locura. Es una locura lo que veo en la gente, lo que creció el deporte en el país, los loco que se vuelven cuando nos ven a nosotros, la verdad es que eso te llena de orgullo y entrás a jugar con una sonrisa.
-¿Te gusta la presión de estar en lo más alto?
-Sí, soy un chico que bajo presión funciona. Entiendo que un poco también nos tenemos que acostumbrar a convivir con esa presión. Vamos evolucionando obviamente, pero la verdad que sí, que me gusta tener esa presión, me motiva eso. A fines del año pasado empecé a trabajar con una psicóloga que me ayudó muchísimo.
-¿No parece que te guste hablar demasiado a la hora de entrar a la cancha?
-Vengo de compañeros que cada vez que yo hacía algo o necesitaban algo de mí me lo decían y por ahí es un poco la costumbre a eso. De todas formas yo no soy mucho de hablar, salvo que tenga algo muy claro que decir. Digo cosas puntuales o busco una palabra de aliento antes de recibir el saque o de sacar. Quizá decirle algo a Arturo más motivacional. Nosotros en el banco tenemos entrenadores buenísimos y la verdad es que hay que escucharlos. Incluso, Arturo también cuando habla dice cosas muy ciertas y me gusta escucharlo.
-¿Cómo hacés para salir del padel, de la presión que genera la elite, dónde pones la cabeza?
-Por suerte hace un año y medio mi familia fue a vivir conmigo a Barcelona y la verdad es que eso a mí me cambió la vida. Desde que ellos yo soy otro. Volví a ser un hijo más, volví a ser uno más, porque yo estaba solo y al final cuando estás solo pensás mucho. Ahora sé que si estoy de viaje y me quiero volver rapidísimo para ver a mi familia puede hacerlo. Mi familia me ayudó muchísimo para lo que soy ahora.
-¿Otros deportes, cine, un libro, la Play?.
-Me gusta mucho jugar a la Play, me gusta mucho. También el fútbol. Por mí jugaría al fútbol, pero no puedo, obviamente, no soy bueno. Desde chico, antes de empezar con el padel, yo jugaba al fútbol y era fanático. Me gustaba mucho más el fútbol que el padel, pero bueno... Ahora me gusta mirar fútbol, me gusta jugar sí, pero un rato en la playa.
-Sos fanático de River y estuviste con Gallardo ahora...
-Soy de River, a muerte. Para mí fue increíble verlo ahí. No voy a decir que en algún momento no me puse nervioso. Es un ídolo. Es verdad que me despeja mirar fútbol, pero bueno, cuando estoy en España, juegan a las 3 de la mañana y eso me liquida. Al otro día tengo que ir a entrenarme y necesito estar descansado. Pero la realidad es que sí, me distrae y me ayuda a no pensar en padel todo el tiempo.
-Pensaste que estás sentado en la misma mesa que leyendas como las de Fernando Belasteguín, Pablo Lima, Juan Martín Diaz, Juan Lebron, Alejandro Galán, Sanyo Gutiérrez...
-Es una locura, es una locura eso. Son cosas que me tocaron vivirlas de cerca. Apenas llego al circuito [World Padel Tour], al otro año, empiezo a jugar con Juan Martín [Díaz]. El primer año me lesioné y estuve seis meses parado, jugué pocos torneos. Cuando me invita a jugar a Juan Martín Díaz, no lo podía creer y cuando vamos a jugar el primer torneo, en 2019, me acuerdo que pasamos la primera ronda y en la segunda nos toca jugar contra Bela [por Fernando Belasteguín] y Lima [Pablo]. Antes de empezar yo estaba cagadísimo mal. Y cuando nos hacemos la foto me quedé pensando, tener a tres número uno después de haber llegado hace poco, hace un año. La intenté buscar por todos lados esa foto y no la encontré nunca, pero me quedó ese recuerdo de estar con tres número uno, gente que veía por la tele, me pasaba horas viendo sus partidos. Estar dentro de la cancha con ellos era una locura. Me acuerdo siempre de eso. Y ahora que yo esté viviendo desde adentro todo... No lo puedo creer.
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