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Pablo Carreño Busta, un Top 10 que hace seis años estuvo cerca del retiro: "Llegué a no poder agacharme para ponerme las medias"
A los 26 años, el número 10 del mundo sigue con su crecimiento; sin embargo, seis años atrás estuvo al borde del retiro por una hernia discal lumbar y asegura que esa lesión lo marcó para toda la vida
Pablo Carreño Busta es, a los 26 años, el número 10 del mundo de las raquetas, su crecimiento no se detiene y posee virtudes como para seguir haciéndolo. Sin embargo, hace tan sólo seis temporadas estuvo cerca del retiro. Una hernia discal lumbar, literalmente, lo tumbó. “Tuve una lesión grave, con 20 años, en 2012. Fue un momento muy difícil, que te marca para el resto de tu vida, no sólo para el resto de tu carrera. Los médicos me dijeron que me tenía que operar, con los riesgos que eso siempre tiene. Aunque nunca lo piensas ni lo deseas, la cirugía puede salir mal. Por suerte salió todo bien. Me operé en Barcelona, con el doctor Enric Cáceres, un especialista en estas lesiones, que también operó a futbolistas como Yaya Touré o Santi Cazorla”, le dice a la nacion el jugador nacido en Gijón, segundo favorito en el ATP de Buenos Aires, donde debutará este jueves, por la 2ª rueda, frente a su compatriota Guillermo García López, que derrotó a Carlos Berlocq por 6-3 y 6-3.
Aquella cirugía lo dejó inactivo durante siete meses. Comenzó 2012 en el puesto 136° y lo terminó en el 654. Pero en 2013 protagonizó el mejor regreso del tour, ascendiendo 650 posiciones. “La recuperación fue muy importante, los meses posteriores a la operación hicimos un gran trabajo con mi equipo y de momento no he tenido ningún problema. Tocamos madera para que siga así (toca la mesa con la mano). Lo que sentía era muy doloroso. No podía jugar. El dolor era debajo de todo, en la última vértebra lumbar. Hubo un momento en el que no podía hacer vida normal. Llegué a no poder agacharme para ponerme las medias. No podía conducir. Apenas podía caminar. Tras unas infiltraciones mejoré mucho, pero para hacer vida normal, no para seguir jugando al tenis. Llegué a un momento en el que mi única solución era operarme si quería volver a competir. A pesar de los riesgos, lo hice. A los dos meses de la operación ya empecé a tocar la raqueta, a los cuatro meses ya estaba preparado para competir, pero me lo tomé con calma, esperé hasta los seis meses para tener ranking protegido, no tenía prisa, había perdido casi todo el ranking, me daba lo mismo empezar del 600 que del 400 y había que hacerlo bien”, rememora Carreño.
–¿Qué pensaste antes de entrar en el quirófano?
–Pfff. Fue gracioso, porque el que me estaba llevando en la camilla me anunció que esa noche había muerto Manolo Preciado, un entrenador que tenía mucha historia en el Sporting Gijón [Carreño es fanático de ese club de fútbol de la segunda división española]. No fue muy oportuno que digamos (lanza una carcajada). Para nada quería pensar que la operación podía salir mal, era muy positivo y cuando el médico me lo recomendó, dije: ‘Adelante’. Con la lesión llegué a pasarla muy mal, con las manos no llegaba a mis pies. Y eso es muy difícil para un chico de 20 años.
–¿Lloraste mucho?
–No en ese momento. Lloré después, cuando empecé a jugar y vi que mi nivel no era el mismo. En 2013 las cosas empezaron a salir muy bien, pero empecé a jugar en octubre de 2012 en algunos Futures, dos en octubre y dos en noviembre, y sentía que no sabía jugar al tenis. Venía de querer poner la bola donde se me cantaba y pasé a tener sensaciones horribles, que la bola fuera a donde quería ella. Había perdido totalmente la referencia de la cancha. Lo más difícil no fue la recuperación en el gimnasio, sino el proceso hasta volver a sentirme otra vez tenista. En diciembre las cosas empezaron a salir bien y ya fue todo bueno. Las lesiones son lo peor para los deportistas, porque se ve truncada tu carrera, se para, no tienes opción. Si juegas y haces las cosas mal se puede mejorar, pero si no tienes la opción de jugar, te frustrás. Mi familia me apoyó, como también mi preparador físico, que es argentino, Walter Navarro.
–¿Cuál es el secreto de tu explosión actual?
–La explosión empezó un poco en 2016, cuando empecé a trabajar en la academia de Juan Carlos Ferrero. Gané mucha confianza y agresividad en mi juego. El año pasado exploté totalmente, empecé a confiar muchísimo en mí. Habíamos marcado un objetivo, que era lograr grandes resultados en torneos importantes y lo conseguimos. Ya en Indian Wells, en marzo, en uno de los mejores Masters 1000 de toda la temporada, hice semifinales; luego llegué a cuartos de final en Roland Garros y a semifinales en el US Open. Fue un año espectacular. Empecé a creer en mí. También soy una persona autoexigente y no siempre se puede, en esos momentos me cabreo mucho. Pero generalmente soy un chico tranquilo. Cuando estoy fuera de la cancha suelo tener mucha paz. Me gusta mucho ver fútbol, me gusta jugarlo, aunque por desgracia no puedo hacerlo. Me encantaba David Villa, que empezó a jugar en el Sporting, lo ha hecho muy bien con la selección española. También me gusta Iniesta, es muy bonito verlo jugar
–¿Qué tan pesada es para los tenistas españoles la herencia tenística de Rafael Nadal?
–Es complicada, es complicada. En la comparación con uno de los mejores jugadores de la historia sales siempre perdiendo. Yo, personalmente, nunca lo hice. Sería estúpido compararme con Rafa Nadal. A la gente y a la prensa en general les gusta mucho hacer comparaciones, pero como siempre sales perdiendo prefiero no mirar mucho los resultados. Rafa es único y vamos a tardar muchísimos años en tener a otro Rafa Nadal, si es que se tiene a otro. Es como Messi en el fútbol. Intento hacer mi camino y ser Pablo Carreño. Tengo muy buena relación con Rafa desde que lo conocí en persona en la Copa Davis de 2013, cuando fui de sparring; jugamos en Madrid contra Ucrania. Desde ese momento, en el que vivimos una semana juntos, tuvimos una gran conexión. Luego jugamos dobles juntos en Indian Wells, en Pekín. La paso muy bien con él, aprendo mucho, me ha dado consejos, me gusta observarlo.
–En 2017 perdiste en las semifinales de Buenos Aires con Alexandr Dolgopolov, luego campeón. ¿Qué expectativas tenés para tu quinta participación en el ATP porteño?
–Me gusta venir a Buenos Aires. Además, este año estoy notando que la gente me anima mucho, que me tiene cariño. Se ve que los últimos resultados ayudaron para hacerme más popular. Sé que el partido con Schwartzman en el US Open [por los cuartos de final] se vio mucho, pero le gané, así que no sé (sonríe). Este es un gran torneo, hay un cuadro muy bueno, va a ser difícil llegar lejos, pero estoy jugando bien y quiero prolongar los éxitos españoles aquí.
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