Otra vez la violencia

Recrudeció este fin de semana. Pisó fuerte en varias canchas y no podía perderse la final del campeonato. Ya sea en forma de bombas de estruendo, piedras o insultos, la violencia despidió otro año futbolístico con las facilidades que puede encontrar en las canchas vernáculas. Complicidad, ineficiencia e incongruencia fueron factores que se confabularon para que los incidentes tuvieran una ubicación privilegiada en el Nuevo Gasómetro.

Dentro del estadio, todo explotó a los 18 minutos del segundo tiempo. Desde la tribuna popular ocupada por simpatizantes de San Lorenzo comenzaron a volar bombas de estruendo hacia el campo de juego. Todo, ante el espanto de reporteros, camarógrafos y alcanza pelotas, que desesperadamente buscaba escapar de las explosiones.

Cuando el silbato de Horacio Elizondo sonó para detener el partido nadie sabía cómo iban a terminar los hechos. A partir de ese momento afloró también la incongruencia de algunos de los máximos responsables del espectáculo, que desfilaron con discursos inentendibles ante los micrófonos de la TV. "Hablamos de incentivación, hablamos de todo... Acá pueden estar incentivados el árbitro y los líneas. ¿Cómo termina esto? Como tendría que haber terminado", fueron las confusas palabras de Fernando Miele, presididente de San Lorenzo, mientras, visiblemente nervioso, trataba de aplacar los ánimos de los exaltados hinchas locales.

"El martes yo me voy de vacaciones", dijo un fastidioso Ramón Díaz, mientras el comisario Jorge Velasco, encargado del operativo de seguridad, poco convincente, vociferaba:"Están dadas las garantías, en breve empieza". Mientras, la música de algunas bombas surgía como fondo. Tuvieron que pasar 11 minutos para que Elizondo tomara la controvertida decisión de continuar con el partido. Entre el desconcierto, el árbitro hablaba con algunos medios radiales, mientras el defensor Horacio Ameli discutía con un grupo de fotógrafos. El capitán de San Lorenzo también ofició, junto con Eduardo Tuzzio, de intermediario para calmar a sus simpatizantes.

En la otra cabecera, los hinchas de River quisieron estar a tono y se treparon al alambrado, frente a los desesperados ruegos de Astrada y compañía para que se bajara.

Fuera de la cancha el clima tampoco estuvo tranquilo. Antes del partido, en el acceso para los hinchas de River, se produjeron aglomeraciones y algunos enfrentamientos entre simpatizantes y la policía. Muchos querían ingresar sin la entrada. En medio de los disturbios, una policía resultó herida y hubo dos detenidos. Más de lo mismo para despedir otro torneo. En Mendoza, en medio de los festejos, Héctor Bidón, hincha de River, falleció tras ser aplastado por un camión. El hecho ocurrió en el departamento de Godoy Cruz.

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