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Nicole Dhers: la inspiradora tenista cuya malformación no le impidió ser la N° 1 junior
Martín respira tenis. Martín es Dhers, quien puede sentirse orgulloso por haber sido uno de los profesores de la academia Barral-Gattiker, una de las mejores de la historia del tenis nacional, por la que pasaron, entre otros, Lucas y Piki Arnold, Cristina Tessi, Luis Lobo y Fernando Meligeni. María José Foglia, esposa de Dhers, quedó embarazada ya siendo madre de dos varones. "Un día fuimos con mi mujer y los nenes a ver la ecografía, porque ese día nos iban a decir el sexo. Estábamos muy felices. Pero yo digo que fuimos a una fiesta y nos encontramos con un velorio. Nos dieron un golpe que no esperábamos", describe hoy, a los 55 años, Martín. Aquella tarde, el médico les informó que la niña que estaba por nacer padecía un problema serio: espina bífida, una malformación en la columna.
Esa niña que nació hace 17 años y que nunca pudo caminar es Nicole, Nikky para la mayoría. Y es, desde hace un puñado de días, la mejor tenista junior del ranking mundial en silla de ruedas. Es otro producto de la Escuela de Iniciación Deportiva de la Asociación Argentina de Tenis Adaptado, que funciona desde los 2000, con programas de alto rendimiento desarrollados bajo la dirección de Fernando San Martín, el ingeniero tenístico del Lobito, Gustavo Fernández, que alcanzó la cima, en juniors y adultos.
Martín, naturalmente, insertó a Nikky en el tenis. La niña empuñó por primera vez una raquetita a los 5 años y peloteaba, como podía, con su papá. Ese era un momento mágico que padre e hija sostenían cual si fuera un ritual. El desarrollo de Dhers en ese deporte se produjo en forma paulatina. Las distintas cirugías de columna por las que fue atravesando le impidieron mantener una regularidad en la escuelita del Cenard. Llegó a hacer natación; también teatro y comedia musical. Pero, según ella, nada se vive como el tenis.
"Les pasa el trapo a todos los deportes", sonríe hoy, ante la nacion, en un rincón del Centro Asturiano de Vicente López, donde se entrena. "Tiene facilidad para jugar", le dijo un día Javier Zubiri, uno de los entrenadores de Nikky, a papá Martín, al advertir que la rubiecita jugaba bien. "Bueno, si le divierte, que siga…", respondió Martín Dhers, sin pensar lo que llegaría. Después de una trascendente operación en 2014, en la que a Nicole le fijaron la columna con dos barras de hierro y la enderezaron, mejoró muchísimo su salud. Ya no tuvo obstáculos.
"Se empezó a destacar entre los juniors, a jugar los torneítos y en 2017 jugó el Parapanamericano juvenil en San Pablo, sacando la medalla de oro en dobles, junto con Antonella Pralong [N° 1 junior en 2017]. Y ese fue el punto de inicio en lo que es la vida competitiva de Nikky. A partir de ahí es como que se encontró cómoda compitiendo", aporta Zubiri.
"Lo que trabajamos mucho con ella es la estabilidad. Porque está muy inestable, más que Gustavo (por Fernández), por ejemplo [el actual N° 2 del mundo sufrió un infarto medular al año y medio]. Por otro lado, tratamos de ponerla fuerte para que aguante la competencia, porque al estar inestable necesita compensar con todo el cuerpo a la hora de pegarle a la pelota. Otro el punto por mejorar es la movilidad", explica Matías Tettamanzi, preparador físico del equipo. "Estamos orgullosos de nuestro programa. Logramos cuatro campeones mundiales juveniles, un campeón mundial en mayores; una animalada. Competimos contra países como Inglaterra que llegó a tener 5 millones de libras al año de presupuesto", añade San Martín.
Cómo era su vida
Antes de la cirugía de 2014, la escoliosis martirizaba a Dhers en la vida cotidiana. "La escoliosis era de casi 90 grados, me afectaba para respirar, la costilla estaba aplastándome el estómago y se reducía y me impedía comer bien, me llenaba muy rápido. Operarme era una difícil decisión, podía salir bien o volver atrás. Fue una cirugía que duró varias horas, era una zona delicada. Estuvo a cargo de un equipo del Garrahan en la Fundación Hospitalaria. Y mejoró mi vida ciento por ciento. Me operé el 4 de julio de 2014 y el 4 de julio de 2015 volví a entrenarme en el Cenard. Un año entero. Fue un sábado, muy emocionante. Ya estaba aburrida sin jugar. Volví y ya no paré más, sólo un mes por otra operación más leve, de la vejiga, que me permitía ganar independencia para poder viajar. Después, ya está. Adquirí buena salud. Me permite comer bien, respirar mejor", relata Nikky y se le ilumina el rostro.
No conoce personalmente a Gabriela Sabatini, pero le encantaría hacerlo. Su papá le muestra videos de la Gaby tenista. "Era una genia", dice Dhers. Y amplía: "Cuando la veo me parece raro, porque no es un tenis que yo haya vivido, es más clásico, me encanta. Sé que era una genia total". Roger Federer por cuestiones obvias, Nick Kyrgios y Gael Monfils por "el show", son los jugadores que disfruta ver en TV. También Serena Williams. Y Fernández, claro.
"Gusti es una gran inspiración. Además de ser un buen jugador, es una persona muy buena, que te charla, te aconseja... Siempre está bueno quedarse un ratito viéndolo entrenar. Ahora me mandó un mensaje felicitándome, me dijo que siga así y está bueno que alguien que está allá arriba te reconozca", comenta Dhers.
¿Cómo fue el momento en el que se vio en la cima del ranking? Fue el lunes pasado. Estaba en su casa; la noche anterior había regresado de competir en Chile. Ya venía haciendo algunos cálculos. Estaba en su cuarto, con sus perras, se despabiló tarde, encendió el teléfono, ingresó en la web de la Federación Internacional de Tenis y… "Allí estaba (sonríe). Hice una captura de pantalla, por las dudas, y se la mandé a mis papás. No lloré, pero me puse muy feliz. Me empezaron a llegar muchos mensajes, hasta de gente que no conocía por Instagram. Fue muy raro que me llamaran ‘La número 1".
El Enard y la beca de la Agencia de Deporte Nacional son los sostenes económicos que ostenta Dhers. Es responsable y aplicada. Cursa el último año del secundario en el La Salle de Florida y nunca se llevó materias. Hace unas semanas tomó una decisión importante que, primero, sus amigas no entendieron, pero luego apoyaron: no irá al viaje de egresados, en Brasil. "Fue una decisión muy difícil, porque estoy en la etapa adolescente, de salir, aunque no lo hago tanto porque me entreno los sábados por la mañana. En esas semanas del viaje, en octubre, hay torneos de los más importantes. Y serían varias semanas perdidas. Obviamente mis amigas querían que fuera con ellas. Al principio no les gustó, pero entienden que yo me quiero dedicar más a esto y son pequeños sacrificios que tengo que ir haciendo. Es como una pequeña inversión", explica, madura. Y agrega: "Quiero vivir del tenis. Siempre en Argentina hay otros asuntos detrás, pero quiero intentarlo. También voy a estudiar a distancia; me gusta el comercio exterior". Zubiri elogia ese perfil de Nikky: "El año pasado hizo casi 15 torneos, en diferentes lados de Sudamérica, va al colegio y no se llevó ninguna materia, cumple con todo mientras otros ponen excusas. Nunca le dijimos nada sobre el viaje de egresados, me lo comentó ella al paso; me sorprendió porque es chica. Todo lo que tiene en contra físicamente por su lesión lo compensa con su cabeza. Es muy inteligente".
Dhers no quiere que la tilden de ejemplo. Comulga con el pensamiento de Gusti Fernández cuando dice que, muchas veces, la discapacidad no genera objetividad. "Sólo juego al tenis, hago lo que me gusta y por suerte me destaco. Sólo quiero que la gente vea que la discapacidad te permite hacer deporte competitivo. Hay mucho elogio fácil por estar en la silla y no soy mejor ni peor por estar así. Para otros, el que está en una silla es un pobrecito y no es así", sentencia Dhers, admiradora de las tenistas adaptadas de la escuela holandesa.
Si bien dice que la sociedad argentina está avanzando y rompiendo prejuicios, todavía resta trabajo. Y lo ilustra con ejemplos: "Está el que tapa la rampa con el auto, el que no tiene empatía por el otro. Y no sólo por nosotros está la rampa: también para la señora grande que va en bastón o los que bajan cochecitos de bebé. Me hago mala sangre. Una vez un auto estaba tapando la mitad de una rampa, bajé, dio marcha atrás sin verme y casi me pasa por encima. Me recalenté. Yo tengo un lugar reservado en la puerta de mi casa para mi auto y me lo ocupan seguido. Encima hay gente que se enoja cuando vuelve, que reacciona violentamente. He estado una hora arriba del auto esperando".
¿Nikky siente límites para seguir desarrollando sus sueños? Definitivamente, no. "Una vez una médica me quiso prohibir que hiciera deporte. En vez de alentarme me tiraba abajo, pero decidí no ir más. Tenísticamente no tengo temores. Siempre está el tema de las lesiones, pero me cuidan mucho. Soy una agradecida a todo lo que me pasa. Pero todavía tengo mucho que aprender".
Qué es la espina bífida
Susana Terrón de Pena, esposa de Tony Pena (entrenador ATP y analista del juego), es licenciada en kinesiología especialista en la rama pediátrica. Atendió, desde el primer momento, a Nicole Dhers; la conoce a la perfección. "Nikky nació con lipomielomeningocele, una malformación congénita, ya diagnosticada en el embarazo. Popularmente, es la espina bífida, con más o menos complejos dependiendo del nivel que esté afectada la columna vertebral. La de ella es una lesión alta, a nivel dorsal, no mueve de la cintura para abajo; una lesión irreversible. Hay otros casos que sí tienen posibilidades de moverse, caminan con bastón, pero depende de la altura de dónde tenga el daño. Ella tiene desviación en la columna y fue operada a los 13 años: tiene dos barras con tornillitos fijándole la columna vertebral. Los chicos con esa discapacidad pueden tener problemas urológicos y hay que estar atentos. Pero Nikky tiene un grado de maduración muy grande, hace las cosas sola", detalla Terrón, encargada de la rehabilitación.
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