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Nicolás Medina, el campeón mundial Sub 20 que vivió todo muy rápido y ahora disfruta desde afuera: “Es el momento ideal para jugar un Mundial de local”
El 5 titular de la selección argentina que se consagró en el Mundial Sub 20 en 2001 disputado en el país, habla con LA NACION sobre la importancia de la localía en una Copa del Mundo y sus vivencias en el fútbol
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Nicolás Medina cuenta con un palmarés digno de admirar. A pesar de no ocupar el lote de los futbolistas más reconocidos de la historia de la selección argentina, sus medallas hablan por sí solas. Experiencia nacional e internacional, con un breve paso por la Premier League de Inglaterra, entre otras ligas importantes. Un 5 que complementaba la elegancia con la faceta defensiva. Salido del ‘Semillero del Mundo’ de Argentinos Juniors y ganador de dos títulos inolvidables para el fútbol nacional: el Mundial Sub 20 2001 y los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Un futbolista al que todo le pasó muy rápido y al que hoy, ya retirado, le ‘cae la ficha’ de todo lo que consiguió a lo largo de su carrera deportiva.
Medina nació el 17 de febrero de 1982. Desde chico, comenzó a mostrar su profundo amor por la pelota que, junto a su talento innato, lo llevaron a integrarse a las categorías inferiores de Argentinos Juniors, club en el que se formó como futbolista. Con 17 años, fue convocado por Marcelo Bielsa a la selección mayor para un amistoso ante Holanda en Ámsterdam, aún sin haber debutado en Primera: “Es un joven que se destaca y me parece significativo que, para su desarrollo, participe de este proceso”, afirmó el Loco en ese entonces, cuando se le consultó por la sorpresiva convocatoria del mediocampista.
Se entrenó y compartió vestuario con figuras de la talla de Javier Zanetti, Fabián Ayala, Juan Sebastián Verón, Ariel Ortega, Gabriel Batistuta, Hernán Crespo y Fernando Redondo, entre muchos otros. Y a pesar de no sumar minutos, esa convocatoria le sirvió como trampolín para, entre muchas otras cosas, debutar en Primera, ser vendido a Sunderland de Inglaterra y disputar el Mundial Sub 20 Argentina 2001, en el que se consolidó como titular y se consagró campeón con José Pekerman como DT.
Hoy, 22 años después de haber conseguido aquella medalla de oro, disfruta de una vida tranquila en Mendoza, ciudad en la que culminó su carrera como futbolista en 2017, cuando vestía la camiseta de Independiente Rivadavia. A principios de año, formó parte del cuerpo técnico de Fabricio Coloccini en la selección de Venezuela que afrontó el Sudamericano Sub 20. Desde la comodidad de su casa, en una de las sedes de la Copa del Mundo juvenil que se está desarrollando en el país, habla con LA NACION para rememorar su época como campeón del mundo y, evidentemente, para dialogar sobre una nueva edición del certamen en el país.
-Se juega un nuevo Mundial Sub 20 en el país y esta vez lo mirás desde el lado de afuera ¿qué expectativas tenés?
-Las expectativas son siempre las que genera la selección argentina. Estamos acostumbrados a que siempre sea protagonista en todo, inclusive en juveniles. Yo estoy como debemos estar todos los que amamos el fútbol. Ilusionado con que se pueda armar un muy buen equipo. Y que podamos competir. Sé que quizá hay poco tiempo de trabajo, eso es lo que tiene en contra el plantel, pero va a ser un obstáculo que va a tener que ir sorteando.
-La Argentina entró por la ventana, porque por méritos futbolísticos, en el Sudamericano, no logró clasificarse. Con esta nueva oportunidad, ahora siendo locales, lógicamente aparece la ilusión. ¿Qué tan importante es la localía para alguien que disputa un Mundial?
-Suma mucho. Y más después de lo que logró la mayor (el título en Qatar 2022). Hay un muy lindo ambiente en la gente, un sentimiento para con la selección increíble. Creo que es el momento ideal para jugar de local, para que la gente disfrute. Yo creo que va a ser un Mundial muy lindo y que se va a disfrutar. Incluso mucho más que el de 2001, porque nosotros tuvimos que ir contagiando al hincha. Al principio la cancha (el estadio de Vélez, donde Argentina jugó todos los partidos de aquella edición) no estaba llena, pero de a poco fuimos contagiando a todos.
-Las expectativas no solo pasan por lo hecho en Qatar, sino también por el antecedente de que la única vez que se jugó un Mundial Sub 20 en el país, justamente en 2001, la Argentina se consagró campeón. ¿Es una mochila extra para los jugadores?
-Es una responsabilidad. Nosotros somos un país ultra futbolero y salir segundo siempre parece un fracaso, entonces es una responsabilidad grande. Hay que ver cómo la asimilan los chicos. Nosotros, en nuestra época, preparamos dos años ese Mundial. Estábamos muy preparados desde lo psicológico, más que nada porque sabíamos lo que implicaba jugar el torneo en casa. Tuvimos la suerte de que se nos dio todo y lo pudimos llevar bien. Este año hay muy buenos jugadores. El desafío más grande es encontrar el equipo. Ojalá lo puedan disfrutar y, a su vez, ganar, que es lo que todos esperamos.
-¿Conocés a todos los convocados?
-Sí, sí. Los tengo vistos a todos. Más que nada porque estuve trabajando en las juveniles de Venezuela. Estuve en el Sudamericano Sub 20 y los conozco a todos, a los que no pudieron ir a los que fueron.
-En tu puesto hay varios, ¿encontrás alguna similitud con alguno de ellos?
-No sé si somos parecidos, pero a mí (Federico) Redondo me gusta. Máximo Perrone me encanta también, me parece un futbolista que cuando apenas debutó en Vélez, ya sabíamos que era jugador de élite y que iba a terminar jugando en un equipo grande de Europa (hoy se desempeña en Manchester City). Yo creo que está muy bien armado el equipo. La convocatoria fue muy buena. Ahora falta que todo se ensamble. Hay muchos chicos que no tuvieron la posibilidad de jugar juntos. Así que se trata de esperar a que se vayan conociendo a medida que pasa el torneo.
-A Mascherano lo conocés. En los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, cuando la Argentina consiguió la medalla dorada, compartiste equipo con él. ¿Era de esos futbolistas que ya se veía que podían ser entrenadores? Liderazgo y experiencia no le faltan...
-Sí. ‘Masche’ siempre fue un chico que hablaba mucho dentro de la cancha. Que siempre se interesaba por lo táctico, que siempre preguntaba. Vivía muy atento. Ya se lo veía con un perfil de técnico. Ojalá le vaya muy bien. Yo le deseo lo mejor porque siempre tuve una muy buena relación con él. Y además es la selección argentina. Los que tuvimos la suerte de ponernos la camiseta, siempre queremos que a la Argentina le vaya bien.
-Después de la eliminación del Sudamericano en la etapa de grupos, él renunció a su cargo, pero ante la nueva chance que se le dio al país de organizar el Mundial y de participar, volvieron a convocarlo. ¿Qué te pareció ese movimiento?
-Recontra positivo. Yo no estaba de acuerdo con su salida, porque los resultados pueden no darse, pero esto es un proyecto. Se trata de formar jugadores para que lleguen a la selección mayor. Después te toca competir y ahí podés ganar o perder, pero hay que formar jugadores, nunca hay que perder eso de vista. A mi me puso contento que volviera, porque es un formador. No se tiene que medir todo por los resultados, sino también por productividad. En unos años evaluaremos cuántos de los que estuvieron con él, llegaron a la mayor. Y ahí veremos si hizo bien el trabajo. Si no gana o no se clasifica a un Mundial, pero después varios jugadores a los que entrenó terminan jugando en la mayor, quiere decir que hizo bien su trabajo. Entonces a mí me pone contento que haya aceptado volver, porque esto es un proyecto que hace crecer a los jugadores. Y él es parte de ese crecimiento. Ganar o perder es parte del juego, pero los resultados no deben arruinar todo lo que hay detrás.
-¿Cómo hace un futbolista tan joven para entender que, más allá de afrontarlo con profesionalismo y responsabilidad, también tiene que disfrutar del momento?
-Nosotros, los argentinos, somos tan competitivos, tan exitistas, que nos autoexigimos por demás. Por eso yo insisto con que ojalá los chicos asimilen todo para bien. Las canchas llenas, la gente gritando... Que todo eso lo asimilen para bien, porque eso los va a potenciar y les va a permitir disfrutar. No se trata solo de competir, sino también de disfrutar. Más que nada para que el ambiente no les juegue en contra. Pero la ilusión la tenemos todos y los apoyamos para que les vaya bien, con eso tienen que estar tranquilos.
-8 de julio de 2001, final del Mundial Sub 20: Argentina 3 - Ghana 0. José Pekerman te sacó en los últimos minutos y el Amalfitani explotaba de alegría. ¿Te acordás qué fue lo primero que hiciste cuando el árbitro pitó el final?
-Salí corriendo a abrazarme con los chicos. Imaginate que fue la culminación de una preparación de dos años de mucho sacrificio. Desde lo técnico, lo táctico y lo psicológico lo trabajamos muchísimo. Además por la responsabilidad que implicaba jugar en nuestro país. Pero bueno, se te vienen muchas cosas a la cabeza. Todo el esfuerzo que hiciste... Y se termina coronando con un campeonato del mundo en tu país, que tiene un plus grandísimo. Encima cómo se dio todo, porque lo ganamos con autoridad. Fue una felicidad tremenda y un premio al esfuerzo.
-Terminó el Mundial y te fuiste directo a Europa para jugar en Sunderland. ¿Qué te generó eso?
-A mí me vendieron antes de que arrancara el torneo, entonces yo ya estaba tranquilo, porque cuando uno está jugando un campeonato tan importante y te avisan que te están mirando de Europa o que te quieren de algún club, te saca un poco de eje. Ya sabía qué iba a hacer después, a qué club iba a ir y todo, entonces siempre estuve muy enfocado. En la selección y en el torneo. Sabía que tenía que tratar de dar el máximo y de disfrutar el hecho de jugar una Copa del Mundo con mi gente.
-El DT de Sunderland en ese momento era Peter Reid, conocido en Argentina por ser uno de los que fue superado por Diego Maradona en el mítico partido contra Inglaterra, en los cuartos de final de México 1986. ¿Qué recuerdos tenés de él?
-Me trató muy bien. No sabés lo que ama a Maradona. Uno puede pensar que no lo quiere porque le hizo un gol con la mano y el mejor de la historia de los Mundiales, pero lo ama. De hecho cuando Diego estaba dirigiendo en Emiratos Árabes, él lo fue a ver. Todo el tiempo me hablaba de Maradona, me preguntaba cosas siempre. La verdad que es un agradecido de haber podido jugar en contra de él.
-Él dijo que nunca pensó que un solo partido de fútbol podría tener un efecto tan decisivo en su vida. ¿Vos recordás algún partido o algún momento que te haga pensar lo mismo?
-La final del Mundial 2001 y la de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. También tuve la suerte de conseguir la primera medalla de oro en fútbol para la Argentina. Ganar con la camiseta de tu país hace que esos momentos sean únicos, porque estás aportando algo a la historia del fútbol nacional. A mí me tocó ganar el Mundial Sub 20 y los Juegos Olímpicos, y son cosas que no te las olvidás nunca más en tu vida. Quedan en la historia, porque es el día de hoy que hablo con gente y todavía se acuerdan de esas cosas.
-¿Y cómo se hace para seguir después de haber tocado la cima tan joven?
-A mi todo me pasó muy rápido, pero el argentino siempre tiene eso de querer ganar otra cosa. De querer salir campeón con un club, de querer volver a la selección y ganar algo más. Es algo que ya lo tenemos innato. En el momento no te das cuenta. ¿Sabés cuando te cae la ficha? Cuando dejás de jugar. Caes tarde. Cuando conseguís las cosas estás feliz, pero no te das cuenta de que todo queda en la historia. Con el tiempo lo empezás a valorar.
-Encima tu camino en la selección empezó desde muy chico...
-Si, yo arranqué en la selección a los 15 y estuve hasta los 24 años. Una vida. Prácticamente no iba a entrenar a mi club. Estuve dos años entrenando con la Sub 17 y no iba al club. Después Bielsa me convocó para un partido de la mayor, contra Holanda, con 17 años. Fue todo muy rápido, pero para mí, en un momento, estar en la selección pasó a ser algo normal. Y no me daba cuenta de lo importante que era. Cuando me citó Bielsa yo ni siquiera había debutado en Primera. Y en Holanda estaban (Edgar) Davids, los hermanos de Boer (Ronald y Frank), (Patrick) Kluivert. Además nosotros teníamos a (Gabriel) Batistuta, (Juan Sebastián) Verón, al Flaco Chamot, al Cholo Simeone...
-Estaba repleto de estrellas...
-Claro. Yo los veía a todos todo por la tele, tenía pósters de ellos, y de golpe estaba sentado en el banco de suplentes al lado suyo. Me pasaron cosas muy fuertes, pero como te digo, quizá de joven uno es un poco inconsciente y no se detiene a pensar.
-¿Qué significó esa convocatoria tan repentina e inesperada para vos?
-Me generó orgullo y me hizo sentir muy bien. Esos detalles te dan confianza. Te hacen sentir que estás haciendo bien las cosas, que vas por el buen camino. Fue muy importante. Yo después de esa convocatoria volví a Argentina y me citaron para entrenar con la primera de Argentinos Juniors. Fue un paso muy grande, porque a los tres o cuatro meses debuté en Primera. Me sirvió muchísimo. La selección potencia al jugador en todo sentido. Cuando te ponés la camiseta y te convertís en un futbolista de selección ya te miran con otra cara.
-Esa convocatoria también significó el regreso de Fernando Redondo a la selección después de cinco años. ¿Era un referente para vos?
-Sí, sin dudas. Lo veía como un ídolo. Compartir con él algunos entrenamientos y verlo jugar de cerca en un partido, es algo que no me voy a olvidar nunca. Una felicidad enorme.
-Y a su hijo Federico, ¿cómo lo ves? ¿El apellido pesa?
-Sí, pero veo que lo lleva muy bien. Lo veo mucho en Argentinos y está jugando muy bien. Ojalá la rompa en este torneo. Tiene todo para hacerlo. Es un chico muy centrado que juega muy bien al fútbol. Puede ser que sea más ‘todoterreno’ que el padre. Tiene mucho más despliegue, pisa el área. Hoy es fundamental que los volantes lleguen al área para hacer goles y él tiene esa característica. Fernando era más posicional, pero Federico es muy completo.
-Tuviste como entrenadores a Pekerman y a Bielsa, dos de los entrenadores más reconocidos de la historia del país, ¿qué pudiste sacar de cada uno y qué sacaron ellos de vos?
-José fue un técnico que me preparó para llegar a Primera. Que me hizo crecer. A los 15 años te anticipaba todo lo que te iba a pasar, entonces te hacía más fácil el camino. Y Marcelo me enseñó lo que es ser un profesional. Que en la élite no se puede regalar nada y que hay que entrenar todos los días como si fuese el último. Y competir al máximo nivel. Yo traté de dar siempre lo mejor de mí. Cada vez que jugaba para la selección intentaba dar el máximo para que Argentina quedara lo más arriba posible.
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