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Nicolás Burdisso: “Ya no vemos argentinos que vayan directo a la élite… quizás Julián Álvarez”
“Gallardo es un punto de referencia para toda Europa porque lo siguen hace mucho”, cuenta el director deportivo de Fiorentina, y recuerda su gestión en Boca
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‘¿No podés elogiar a River?, ¿no podés decir que Marcelo Gallardo es un gran entrenador?’ Escuchó Nicolás Burdisso las preguntas y cebó otro mate. El termo tenía los colores de Boca, como varios detalles en la oficina en Casa Amarilla del director deportivo del club. “Lamentablemente no puedo. Este es un país con muchos límites para hablar de fútbol. En este país faltan fundamentos para hablar de fútbol, hay muchas susceptibilidades”, contestó. La respuesta tiene dos años. La charla estaba atravesada por la campaña electoral xeneize. Burdisso defendía su gestión sin confrontar. Sabía que en unos días podía quedarse sin trabajo, pero igual detallaba con minuciosidad su proyecto. Ganó Riquelme y quedó desempleado.
De 2019 a 2021. Vive en Firenze ahora Burdisso, en pleno casco histórico, en el barrio Porta Romana. Volvió a Italia, al calcio. Es el director deportivo de Fiorentina. “No era el momento, el hincha no quiere escucharme hablar bien del rival de toda la vida. Hoy sí, y no descubro nada si valoro las aptitudes de Gallardo. Gallardo es un punto de referencia para toda Europa porque lo siguen hace mucho. Ahora puedo decirlo, estoy en un lugar neutro. Entender las sensibilidades, para mí, es todo, y también sigo pensado que en la Argentina no hay capacidad de análisis, y no hablo del periodismo. Hablo en general. Para analizar algo necesitás tiempo, dedicación, estudios, información y trabajar en equipo… ‘Este le pega con un fierro, tenemos que traerlo’, escucho. Y eso no es un análisis. O ‘estamos jugando mal, no presionamos alto y sufrimos las transiciones’…, ese tampoco es un análisis. Vení, explicámelo bien, con una sólida argumentación. Todo eso necesita una gran capacidad de análisis, y no la veo en Argentina.
-¿Creés que Gallardo será contratado por una potencia o deberá cumplir escalas en Europa?
-Es que Europa lo hace con todos, lo hizo con Simeone, que empezó por Catania. Se arremangó, lo salvó del descenso y después tuvo su chance en Atlético, aun con toda su historia. Es muy grande el paso, el fútbol en la elite mundial es realmente otro nivel. Es un nivel muy, pero muy selectivo. Yo el martes veo un partido de máximo nivel de Champions y el jueves veo otro de Serie B italiana y directamente son dos deportes diferentes. Para llegar a ese nivel hay que prepararse e ir pasando estaciones, hay ciertas cosas que hay que ir ganándoselas. El alto nivel, que son 10, 12, 15 equipos en el mundo, es otra cosa. Volviendo a Gallardo, lo digo de manera imparcial y asumiendo que me gusta el fútbol que propone: no va a dejar River para ir a ponerse en discusión en un Barcelona que hoy es el cuarto o quinto equipo de España. Y entendería que eso sería muy inteligente de su parte. Sería la manera justa de razonar. Ahora, hay proyectos y proyectos: ¿colonizar o conquistar? Hay jugadores, técnicos y proyectos para cada cosa.
Camina por las calles de la cuna del Renacimiento y Burdisso descubre el fuerte sentido de pertenencia de Fiorentina con la ciudad. Antes sólo llegaba como rival. Hoy ocupa un cargo que lo distingue, que lo sienta en las mesas de negociaciones más trascendentes. Vayan las vueltas de la vida… su partido 300° por la Serie A lo jugó en el estadio viola Artemio Franchi. Y algo más… “Mi primer viaje a Europa fue en 1999, a Italia, sí. Ese año iba a debutar en Boca, pero en febrero vinimos con los juveniles a Viareggio a jugar la Coppa Carnevale. Estábamos a 100km de Firenze y el club decidió viajar para verlo a Batistuta, que en ese momento era el ídolo de todos. Y lo vimos entrenar. El primer estadio que pisé en Europa fue el de Fiorentina, y hoy soy el director deportivo del club”. Estaba escrito el destino.
-¿Por qué nuestros principales jugadores llegan a Europa y no juegan enseguida? Palacios, Montiel va despacio, a Martínez Quarta le ha sucedido en Fiorentina…
-El futbolista argentino tiene mucho que aprender al llegar a Europa. Aprender que, al principio, quizás, no va a jugar. Incluso, aunque el titular sea más limitado. Estará parado frente a la gran pregunta: ¿preguntate por que no jugás si sos mejor que el titular? Y ahí estará la capacidad de adaptación: ‘¿Qué está haciendo Fulano para jugar, yo lo sé hacer? No. ¿Y estoy preparado para hacerlo?’ Si la respuesta es sí, entonces hacelo, boludo, que le vas a quitar el puesto. El jugador argentino que respeta un proceso, no falla. De Paul o Lautaro son apenas un par de ejemplos. Porque ya no vemos argentinos que vayan directo a la élite. No. Quizás Julián Álvarez sea una posibilidad, veremos. Él lleva dos o tres años compitiendo en la elite sudamericana, está en su grado de maduración justa, hizo un proceso en un equipo donde la contención y la gestión del entrenador lo ayudaron… Estamos en presencia de un perfil de jugador formado y listo para un nivel diferente a la media de los jugadores argentinos.
-¿Una diferencia esencial entre los partidos de allá y acá es la capacidad del futbolista para interpretar el juego?
-El jugador argentino es instintivo más que racional. Y esa falta de entendimiento del juego tiene que ver con la maduración y con la formación, algo que en la Argentina todavía puede hacerse mejor. Vos ves un partido en Europa y decís: ‘Bueno, ahora este jugador se abre y hace esto’. Y se abre y cambia de frente. En Argentina, el jugador se abre, mira dos veces, y cuando ya la está por perder, la tira. Por eso cuando aparece un jugador que entiende el juego, marca la diferencia. Y por eso también, los que vuelven de Europa a la Argentina marcan mucha diferencia.
-¿La ventaja del fútbol europeo sobre la Argentina hasta dónde llegará?
-Esa brecha se va a agrandar cada vez más si en la Argentina no cambiamos ciertas dinámicas en la construcción de los equipos, para generar una competición mejor. Este es un momento particular luego de la pandemia: muchos clubes han pensado ‘no tengo presupuesto, vamos por los chicos’. ¿Eso qué provoca? Los chicos tienen un gran futuro, pero no tienen presente y eso baja el nivel de la competición. Al bajar el nivel del torneo, el crecimiento interno, y por ende el externo también, no tienen impacto. Y lo vemos en las finales de la Libertadores y de la Sudamericana sin equipos argentinos. El talento no lo podés traer porque no sos atractivo económicamente, entonces el talento tenés que generarlo. Y para generarlo lo tengo que cuidar, no debo exponerlo. Todos los equipos argentinos tienen uno o dos talentos, pero hay que protegerlos, blindarlos, esperar su período de madurez y adaptación. El argentino es un campeonato difícil, muy difícil de interpretar. Y ojo, cuidarlos también es sostenerlos cuando es lo indicado, porque tapar su crecimiento es tan dañino como acelerarlo.
-¿El scouting sólo repara en detalles futbolísticos o también atiende otros aspectos si ese jugador pertenece a una sociedad como la argentina?
-Todo, todo hay que ver. Y un poco, ese es mi trabajo. El scouting puro, estrictamente, mira como juega el futbolista. Hace un seguimiento de su realidad futbolística. Mi decisión, después, aún con todos esos datos, es más amplia en su evaluación. Cuanta más información, mejor. No nos olvidemos de que se trata de inversiones. Y yo tengo que acompañar su inserción e integración en el club. Si es un gran jugador, pero yo dejo de lado todo lo otro, trabajé mal. Cómo se integra su familia, con quién va a venir, va estar solo o acompañado, el idioma, qué opciones de escuelas tendrá si tiene chicos. Información es poder, y yo quiero información.
-Nuestros jugadores provienen de un país cada más empobrecido en muchos sentidos. ¿Cuánto influye en una contratación?
-Ese derrumbe se ve desde Europa. Pero todas estas falencias, reales, evidentes, también se interpretan como oportunidades. Por ejemplo: el hambre deportivo del jugador sudamericano lo empuja a querer imponerse. Esa capacidad de adaptarse porque procede de un mundo de carencias no la ofrecen otros jugares que provienen de países…, confortables digamos. Claro que queda a la vista que deben mejorar en áreas como la comunicación, la nutrición y otros cuidados personales también, pero esas ganas de imponerse, de trascender, son muy valoradas. Si en la búsqueda del mercado apunto a un jugador italiano, por ejemplo, busco otros detalles, porque sé que el profesionalismo estará garantizado.
-¿Cómo analizás el fenómeno de las redes?
-Yo viví el gran cambio en el final de mi carrera, el de las redes sociales, con los jugadores captados por sus teléfonos, en esa superficialidad que creemos que los vuelve impersonales. Pero para imponerte en el mundo del fútbol algo no ha cambiado: tenés que ser constante, alimentar una mentalidad fuerte y ser detallista en la preparación. Hoy pueden tener menos interacción entre ellos, sí, pero la competitividad es la de siempre, porque saben que es el camino para trascender.
-Que los jugadores tengan menos interacción entre ellos, ¿no es un riego en un juego colectivo?
-No, porque nosotros estamos pensando según nuestros tiempos. Y hay que pensar con los métodos de ahora. Ellos, en la cancha se siguen entendiendo, por más que no jueguen a las cartas juntos. Hace 20 años hablábamos de futbol de manera más global, casi elemental, y hoy hablan con mucha más información a disposición. Hablan con más propiedad porque la planificación de los partidos es más exhaustiva. Nosotros hablábamos de conceptos: ‘nos falta peso arriba, la defensa está floja’, cosas así. Hoy, cuando hablás de fútbol con estas generaciones, hablás con un tipo que sabe, no con alguien que estuvo todo el día con la PlayStation. Ese es un mito. Es un prejuicio. Sí, tienen una interacción diferente, sí tienen dinámicas diferentes en el vestuario y otro tipo de comunicación con los demás y entre ellos. Pero no es mejor ni peor, es diferente. Es mentira que nos les interesa el juego o que viven en un mundo paralelo. Yo te puedo decir que, de aquella generación de Boca, quizás la más exitosa en la historia del fútbol argentino, a muchos no les gustaba el fútbol, no miraban fútbol y decían que no iban a trabajar en el fútbol. Y hoy están entrenando.
-Sí, eligen exponerse las nuevas generaciones…
-Pero es un mito eso de que están todo el día adentro del teléfono. Hoy tienen una herramienta que les permite llegar a todo el mundo; yo nunca tuve una interacción con los hinchas, y no me interesaba tampoco, más allá del día del partido. Hoy, los chicos tienen interacción con los hinchas a diario: el que no les escribe por Twitter lo hace por Instagram o por los canales del club. Estas todos los días en boca de los hinchas. Esa exposición constante genera dinámicas nuevas y ellos están preparados. Siempre hablamos de uno o dos que hacen una cagada por redes sociales, pero hay otros 800 que se portan bien. Hay que sacarles ese cartelito a estas generaciones: no son superficiales.
-¿Creés que realmente se va a consolidar la figura del manager en el Argentina? Acá, a los dirigentes les cuesta delegar poder…
-Eso es verdad, pero va a llegar la consolidación de la figura porque hoy están todos muy expuestos, de la A la C. Todos quieren saber por qué trajeron a tal técnico, por qué llega ese 9 y por qué vendieron al lateral izquierdo. Antes, el fútbol argentino se escudaba en la dirigencia, y la dirigencia no tenía nombre y apellido. Ahora el hincha quiere saber todo lo que pasa en su club. Y ya no se compara con el club de la otra cuadra, sino con lo que hace el City o el Bayer Munich. ¿Por qué? Porque tienen toda la información del mundo en el teléfono. Y en base a eso también fue llegando la figura del manager, porque los presidentes, aun con su comisión directiva, necesitan de un nombre que pueda ofrecerles soluciones. Más del 60 % de los clubes en la Argentina ya cuentan con esa figura, que puede ser un secretario técnico, director, manager o un consejo. La figura está y va ganando credibilidad. Es una figura fundamental. Ahora, la comunión con la dirigencia no puede faltar porque el modelo seguirá siendo social en la Argentina. Yo veo buenas gestiones en el país.
-¿Por ejemplo?
-Argentinos tiene un proyecto adecuado desde hace algunos años. ¿Qué no ganó nada? No ha dejado de crecer. Lo mismo puedo decir de Lanús, donde está mi hermano, un club que no tiene esta figura, pero toma decisiones sostenidas en el tiempo por la coherencia. Estudiantes viene haciendo bien las cosas, construyendo un estadio y manteniendo un equipo competitivo, algo que no es sencillo. El momento de Digo [por Milito] en Racing me gustó muchísimo, pero también cuando asumió el ‘Mago’ Capria pasó algo destacable: se eligió primero al manager, y este eligió al DT. Y lo mismo ocurrió en San Lorenzo, con Cetto. Después, sale bien o mal, pero al DT lo elige el manager. Y esa es la manera de trabajar. Después, sabemos que la Argentina no es fácil.
-¿Y Boca? ¿Quedó algo de tu gestión?
-Me gusta ver chicos en el equipo porque en aquel año gasté mucha energía desarrollando un proyecto de inferiores. Celebro la cantidad de chicos que promovimos y trajimos, creíamos en ese proyecto de inferiores y hoy esos chicos están jugando. Me da mucho placer ver a los Agustín Almedra, a los Weigandt, a Luisito Vázquez, a Medina, al ‘Equi’ Fernández…, se fue Nico Capaldo. Y me van a faltar un montón. Me da orgullo verlos. ¿Qué lamento? No sería justo decirlo, son modelos de gestión. Y ahora, lo mejor para Boca es que yo entienda mi lugar. Mirá… la armonía en Boca son puntos en la tabla. Esta frase la aprendí de Bianchi y fue un lema para nosotros en aquellos años. Lo esencial es generar un ambiente armónico. Aquel fue muy competitivo, casi a nivel sangre, feroz, y creo que fue la clave del éxito, pero armónico. Y también busqué que mi salida fuese armónica, por eso ahora digo que no creo estar capacitado para hablar del Consejo o de Riquelme. Sólo puedo decir que es gente que quiere mucho al club y quieren hacer lo mejor por el club. Como yo.
-Te retiraste a mediados de 2018 y a los pocos meses eras el manager de Boca. ¿El futbolista hizo el duelo o quedó pendiente?
-Nunca fue necesario despedir al futbolista. Porque fue una decisión tomada. Yo les digo siempre a todos que decidan ellos cómo y cuándo retirarse. Casi todos los jugadores precisamos que alguien nos prepare o nos diga que ya no estamos para esto. Y es un gran error, porque los jugadores que yo vi que tomaron la decisión, después se sienten realizados, satisfechos. Y los que no, quedaron frustrados y con algo pendiente. El retiro es un tema muy sensible. Porque a los 31 lo mirás de reojo. Pasados los 32 es como que te lo enfrentás. No te lo querés enfrentar, y ahí es donde yo digo que tenés que tomar la decisión. Porque aun cuando te queden años, el mundo del fútbol te empieza a mirar de otra manera.
-¿Cuándo advertiste que querías trabajar de manager o director deportivo?
-Siempre estuve convencido de que iba a seguir ligado al fútbol. Estando a un metro de la cancha, o a 50. Soy técnico, pero no es la idea mezclar las cosas. Yo me preparé para trabajar en el fútbol. Ya retirado, me ofrecieron ir a comentar fútbol por TV. Lo hice, probé y no me despertó nada. Volvía a mi casa y no me despertaba nada eso. Necesitaba el día a día, el hecho de tener un objetivo que cumplir.
-Te dirigieron Mourinho, Luis Enrique, Ranieri, Mancini, Carlos Bianchi, Pekerman, Gasperini y Bielsa, entre otros. ¿Alguno tenía rasgos de gestión orientado a la dirección deportiva?
-Bianchi y Gustavo Alfaro, que no me dirigió pero trabajé con él en Boca, tenían un carácter de management porque sabían gestionar un montón de cosas. Estaban en la logística y en la planificación. Pero hoy el entrenador no puede hacer este trabajo, y si lo hace, lo hace realmente mal. Si el técnico tiene que construir él solo al equipo, va a buscar a los jugadores que ya tuvo o los que les ofrecerá determinando representante. No tiene el tiempo para sentarse 5 horas por día a ver jugadores, estudiar los mercados, hacer el plano de asociación con las inferiores, sopesar los intereses del club, saber hasta dónde puede comprar y qué debe traer a préstamo… Si hace eso, a la hora de armar el equipo, habrá pensado mal la estrategia, no habrá contemplado al rival. Si alguien me dice que puede, no le creo. A mí me encanta el entrenador obsesivo por el campo, por estar en contacto con el jugador. En comunión, pero que del resto se ocupe el director deportivo.
-El fútbol es cerrado. ¿Creés que le podría hacer lugar a un director deportivo sin pasado en el ambiente del fútbol?
-Deberá hacérselo. En algunos casos, esa persona hasta contará con la ventaja de no estar contaminada, como los que pasamos por el fútbol y siempre tenemos la tendencia de volver al campo y ver un gesto técnico. Yo quisiera estar mucho menos contaminado para ejercer mi función, especialmente para no condicionar. El director deportivo debe saber de fútbol, deber contar con conocimientos técnicos, pero especialmente debe confiar en quién delegar. Yo he visto a grandes directores deportivos delegar la parte futbolística. Y al revés: yo, por ejemplo, hay cuestiones de ingeniera financiera que prefiero delegar. Porque debo priorizar la rentabilidad final para mi institución.
-Jugaste 14 temporadas en el calcio, pero en Inter, Roma, Genoa y Torino. Fiorentina te elige como su manager, sin pasado en el club. ¿Por qué?
-Fiorentina me llama por una cierta credibilidad que me gané en todos mis años, jugando y estando afuera de la cancha. Este trabajo es meritocrático y debe ser eficaz, te evalúan por rentabilidad. Y lo que ha sucedido conmigo creo que también va a llegar a la Argentina: que la persona que gestione los intereses deportivos del club no tenga por qué ser un ex ídolo o deba tener un punto de referencia con el club que lo contrata. Al contrario, diría que si es ajeno esta menos contaminado por el ambiente. No conocerá algunas dinámicas, pero estará menos intoxicado a la hora de tomar decisiones. Y nuestro trabajo pasa por tomar decisiones todo el día.
-¿Qué significan en la historia de la Fiorentina los argentinos, de Batistuta, Passarella, Ramón Díaz y Bertoni, a Gonzalo Rodriguez, Balbo, Maschio, Latorre, Dertycia…?
-Compruebo una gran sintonía entre el pueblo florentino y el carácter argentino. Cuando era adversario no lo veía, y ahora sí. Hay una especie de simbiosis. ¿Juego con cinco nombres? Bati, primero. Pongo a Passarella segundo, y aunque no estuvo mucho dejó su sello, es de esos personajes que no pasan desapercibidos. Tercero Bertoni, obviamente. Y sumo a Gonzalo Rodríguez, que estuvo mucho tiempo, fue capitán de un período muy positivo. Y el quinto, porque siempre me ilusiono mirando hacia adelante, espero que sea nuestro Nico González o el ‘Chino’ Martínez Quarta. Los dos tienen un gran potencial para llevar al equipo a otro lugar, el problema que se nos avecina es que no sabemos cuánto tiempo los podremos retener en el club. Lamentablemente. Desde ya, no les quiero quitar nada ad don Humberto Maschio, Latorre, Mario Santana, y a tantos otros que han pasado... y no nombro a Ramón Díaz, y no es una chicana, sino que él está muy identificado con el Inter, donde ganó un scudetto histórico, el de 1989.
-¿Cuáles son las diferencias entre reportar a un dueño millonario como Rocco Commisso [propietario de Fiorentina desde 2019], y a un dirigente por vocación, como sucede en la Argentina?
-Es muy diferente mi posición, ante el modelo de gestión que aplica uno y otro. Y en base a eso, vos tenés que buscar un estilo de comunicación y persuasión. Uno es el dueño, puso el dinero y te exige al máximo. Y en el otro caso, como me pasó en Boca, hay un presidente, una figura muy arraigada, pero también con una dirigencia a la que tenés que integrar todo el tiempo para no dejarlos de lado. Ellos administran el club, y el nuestro es un puesto ejecutivo, ejecutamos. En Argentina hay que integrar a todos; en Europa es mucho más directo y lineal: rendís cuentas al gerente general o directamente al dueño. Las diferencias son muy grandes.
“Se va a enojar más de uno, pero Scaloni es un resultadista”
Era mentirosa la línea de cuatro de Pekerman en el Mundial de Alemania 2006. En realidad, eran tres zagueros –Burdisso, Ayala y Heinze– y Juan Pablo Sorin suelto para pasar al ataque. A Burdisso, titular, Coloccini le discutía el puesto. Pero para los octavos de final, contra México, sorprendió el entrenador: ni uno ni otro, Lionel Scaloni a la cancha. Sería el último partido de la carrera del ‘Gringo de Pujato’ en la selección. “Sí, sí, me imaginaba que podía ser entrenador porque ya hablaba con mucha autoridad. Lionel, más allá de ser excéntrico -aunque fue cambiando en los últimos años-, podía argumentar todo lo que decía”, cuenta ahora Burdisso sobre el actual técnico de la Argentina.
“Charlábamos mucho cuando él estaba en Italia –avanza-, cuando jugaba en Lazio, en Atalanta. Hablábamos de fútbol en serio, y él te decía las cosas antes de que ocurrieran: ‘Mirá que ustedes están así, nosotros así y va a pasar esto’. Y sucedía, lo veía, lo sentía. No soy quién para juzgar cómo llegó a la selección, pero está haciendo muy bien las cosas, con un método práctico y funcional. Se va a enojar más de uno, pero Lionel es resultadista, no te regala nada. Y tiene un cuerpo técnico muy preparado, gente que vive de analizar. Y además hay una camada muy rica por su recambio. Es un momento esperanzador de la selección”.
-¿Participaste en el pase de Nico González a Fiorentina?
-Cuando yo llegué a Fiorentina ya estaban negociando, y ofrecí mi total apoyo a la operación. ‘¿Quieren mi opinión?’, pregunté. ‘Hay que hacerlo ya’, respondí. Si bien yo todavía no había sido presentado en el cargo de director, si hubiera dicho lo contrario, el pase no lo hubieran hecho. Nico es fanático de River, pero le conté que el año que yo estuve en Boca lo estuve siguiendo mientras jugaba en Stuttgart porque él nació como una punta y yo estaba buscando puntas, pero necesitaba alguien de características más centrales.
-Cómo director deportivo, pero también exjugador de selección, ¿dónde te parás ante la cada vez más polémica cesión de jugadores?
-El escenario se va a ir agravando cada vez más por los calendarios y todos vamos a tener que estar preparados. Hasta el jugador de fútbol va a tener que prepararse, va a vivir así, como vive el jugador de la NBA. Son 15 o 20 años para esta profesión, pensándolos solamente de esa manera. Creo que estas últimas fechas de las eliminatorias sudamericanas fueron extraordinarias. Nosotros como club no podemos decir nada, es la Federación la que tiene que hacerlo. Tiene que haber un fuerte diálogo con los cuerpos técnicos de las selecciones, y con la Argentina no tenemos problemas porque se trata de gente con la que tengo una gran relación. Para los sudamericanos nunca será una posibilidad renunciar a la selección, entonces tenemos que ver cómo lo remediamos. Lamentablemente es lo que se viene: los calendarios y las distancias son las que son.
-Pero en Inglaterra, los clubes directamente avanzaron sobre los futbolistas…
-Hay que encontrar un término medio y nunca la solución será exponer a los jugadores. De ellos no puede ser la decisión, eso generará muchísima polémica. Eso evidenciaría un montón de voluntades, situaciones donde el jugador pensaría si lo quieren o no, si perdería el puesto o no, y el jugador no tiene que andar evaluando eso. El jugador solo debe pensar en jugar, que es lo que sabe hacer. Creo que la pandemia revolucionó un poco todo y algunos están queriendo aprovecharlo para hacer algunos retoques sobre la organización y hasta los reglamentos.
-¿Te referís a la idea de una Superliga europea, mundiales cada dos años, ampliar el Mundial de Clubes…?
-Exacto, Todos, pero todos los que estamos en el mundo del fútbol, debemos saber que este es un gran entretenimiento. Es así. Es un gran negocio de entretenimientos, y debemos saber gestionarlo. Y los que no tienen que sufrir son los protagonistas y los hinchas, que son los que ponen la pasión. Es la nueva era del fútbol business. ¿Yo tengo 25 jugadores? Son 25 empresas. En los últimos años hubo un cambio enorme: los jugadores han tomado más notoriedad que los propios equipos. Hoy ellos son empresas, y esas empresas son más importantes dentro del equipo que el mismo club.
-Pero si los jugadores son más importantes que los clubes, el día que se van el club queda vacío y desprotegido.
-Sí, es muy peligroso. Sin clubes no hay jugadores, partidos, estadios. Nada. Las instituciones son vitales, sobre todo para nosotros, los argentinos, con el arraigo que tenemos con los clubes sociales, con esa cuota social que de alguna manera te hace sentir dueño. Algo que en el mundo va desapareciendo. Por eso hay que convivir y buscar el término medio. Porque muchas veces son los clubes los beneficiados por esos jugadores-empresa que van a ese lugar y llevan marketing, empresas, seguidores, sponsors, llevan mucha gente al área comercial… y los clubes se alimentan de eso también. Veamos que ahora hay muchos jugadores de gran nombre que terminan sus contratos y se quedan libres. Antes no sucedía, no querer firmar se veía como un desplante para tu club. PSG firmó a cinco o seis jugadores libres… es una nueva era. No podemos no verlo.
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