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PUNTA DEL ESTE.–“Quiero representar a una nueva generación. Nosotros también somos capaces”, dijo Neven Ilic en el discurso anterior a la elección que debían dar los tres candidatos. Ingeniero, dueño de una empresa constructora, casado, con cuatro hijos, llegó a la presidencia del Comité Olímpico Chileno luego de presidir cuatro años la federación de tenis de su país.
Su aspiración de ser el presidente de Odepa no fue algo que agradó tanto a sus pares en Chile. Muchos pensaban que su anhelo podía opacar la candidatura de Santiago para los Juegos Panamericanos de 2023. Pero Buenos Aires se bajó la semana pasada de la candidatura y el camino quedó libre de piedras al convertirse en la única candidata.
Es cierto que todavía genera algunas controversias que Ilic sea el presidente de Odepa. Es que aún resta saber cuál será la suma que Santiago le abone a Odepa: Lima, por los Juegos de 2019, le pagará 20 millones de dólares repartidos en seis años y la idea era incrementar este número en el año 2023.
Tampoco se negoció aún cuánto de los derechos de televisación serán para la ciudad candidata. Pero luego de la elección, Ilic fue categórico: “Nunca voy a ser parte y juez en mi vida”, afirmó. Dos veces, ante la insistencia del periodismo. Para ello, debería renunciar como presidente del CoCh.
“Renovación pero con mucho respeto de lo que hay”, prometió Ilic, que ahora, con la presidencia de Odepa ya concretada, soñará con ser miembro COI, algo que Chile necesita para insertarse en la política deportiva mundial. Por lo pronto, Ilic sonríe. Sorprendió a todos. Hasta a los de su mismo equipo.