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Nelson Vivas: “Messi es predecible… pero imposible de controlar. Por eso es fantástico”
El ayudante de campo de Simeone revela los secretos del campeón de España y analiza el juego de Messi
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En traumáticos tiempos de Covid, pudo regresar a la Argentina después de un año y medio. Jugó a la pelota como un chico, compartió varios asados con los amigos de la infancia, se fue a pescar a Corrientes. Disfrutó de sus tres hijos. Caminó durante semanas por las calles de su San Nicolás. Se acaba de marchar, volvió a Madrid. Sigue la vida, pero se llevó esos dos abrazos fundidos en la piel que temió no volver a sentir. El de sus viejos, claro. Debió llamarse Milton David, pero a su padre no le aceptaron Milton cuando fue a inscribirlo y sobre la marcha apareció Nelson. Por eso, para todos sus afectos es simplemente David.
Nelson Vivas primero soñó con ser bioquímico. Después, arquitecto. Antes, trabajó en el taller de un tío que fabricaba rejas, descargó camiones… Pero la carrera que lo esperaba era la de futbolista. Más tarde, entrenador. Desde hace tres años se reencontró con Diego Simeone para acompañarlo en la exitosa aventura de Atlético de Madrid. Ya no rompe puertas para descargar su furia. Años de terapia. Si tuviera que elegir una palabra para tatuarse sería equilibrio, cuenta. ¿El tipo que se peleó a las piñas con un plateísta en la cancha de Quilmes, el que se arrancó la camisa en el Único de La Plata?
Sabe que esa imagen no lo soltará nunca. “Estaba sobrepasado por un montón de cosas y, claramente, fue un descontrol de los impulsos. Por suerte ese fue el último, y espero que ahí quede. Soy muy visceral, y sentir las cosas como las siento me ha permitido superarme. Pero lejos de que suena a una excusa, porque ser visceral no te da permiso para descontrolarte”. No esconde, no disimula.
Un tipo noble e intenso, que lleva los rasgos de los padres según su propio análisis: Reinaldo Antonio, calentón, obsesivo y meticuloso; Elba Rosalía, ordenada al límite. “Son cuestiones que yo tengo al punto que son trastornos obsesivos compulsivos”, describe. Son célebres sus toc. Si abre la heladera y los yogures no están todos mirando para el mismo lado, se tomará el tiempo que sea necesario para satisfacer ese clamor interno que le exige simetría. Y lo mismo ocurrirá con las remeras o con las camisas; las acomodará en el placar ya no sólo por color, sino que buscará también que tengan el mismo grosor o el mismo ancho al ubicarlas una sobre otra. Las ruedas del auto deben quedar estacionadas paralelas a las líneas del cerámico del piso del garaje...
“Los trastornos los sigo teniendo, pero dejé de ser insoportable con los demás”, se defiende. Y confiesa su última manía: una aspiradora grande, sin cable, con batería, que la lleva a todos lados… La limpieza también lo desvive. “Me doy cuenta que estoy más grande y sostener el ritmo para mantener todo como a mí me gusta, me cansa más”, acepta. Sonríe. Un entrenamiento físico y mental.
-En 2016 dirigías a Estudiantes. Ibas puntero y, en una entrevista con LA NACION, dijiste: “Entre los puntos débiles de Estudiantes está el entrenador”. ¿Mejoraste?
-Me acuerdo muy bien. Aquella respuesta fue sincera y autocrítica, así me percibía. En la búsqueda de la superación, siento que he evolucionado. No soy el mismo. Cuando uno empieza, es difícil ordenar todas las ideas como para sentirse bien seguro. Respetando los principios de Diego [Simeone], a quien me toca acompañar, he consolidado un modelo de juego y, sobre todo, una metodología de trabajo. Sin dudas que me siento más seguro que hace cinco años.
-¿Podés dar ejemplos?
-En aquel momento, tal vez definía un plan de juego solamente en función del rival. Hoy sé que los trabajos de cada semana pueden introducir matices en función del rival, pero de ninguna manera hay que alejarse del camino trazado. Nunca te debés alejar de tu modelo, cualquiera sea la talla del rival. Y para consolidar ese modelo, hay un cómo. Y el cómo es la metodología. Pensémoslo así: tu objetivo es, de acá a fin de año, saber tocar la guitarra. Como tu maestro, debo aferrarme a una metodología para que vos aprendas. Con el funcionamiento del equipo es lo mismo, y el día a día es el espacio para simular situaciones y tomar decisiones. Hay pasos, de lo simple a lo complejo; luego, de los individual a lo colectivo, y de esa manera lograr que el jugador vaya vivenciando, identificando y por último, de acuerdo al talento del jugador, llegará la ejecución de él. Que siempre será única. Todo esto, hace cinco años, yo no lo tenía consolidado.
-El rombo defensivo de la selección de Bielsa era Vivas-Ayala-Samuel, y Simeone como número 5. ¿Hablás con Ayala y con Samuel?
-Con Roberto hace mucho que no hablo, pero sólo porque no se ha dado, tengo una muy buena relación con él. Y con Samuel y Scaloni estuvimos antes de la pandemia, una mañana, en el predio del Atlético. Llegó y se puso a charlar con una enorme humildad.
-¿Cómo evaluás el ciclo de Scaloni y la marcha de la selección por la Copa América?
-A mí me gusta la intención y la propuesta. Pero advierto que hay un contexto impaciente. Tal vez por la ansiedad de ganar un título después de tanto tiempo, tal por seguir creyéndonos que somos más de lo que realmente somos, y quizás, también, por cierta subestimación hacia Scaloni, porque escucho que muchos analizan que no contaba ni con la experiencia ni con los méritos suficientes para ocupar el cargo. Hay que darle tiempo para que trabaje y creo en la capacidad de Scaloni. Los que nos dedicamos a esto y vemos desde adentro todo lo que cuesta somos más cautos en dar una opinión, porque sabemos el esfuerzo que cuesta. Es mucho más difícil de lo que se cree. Pero voy más allá: en las decisiones se ven las capacidades de quienes tiene que tomarlas. Si eligieron a Scaloni, hay que bancarlo. Con respecto al juego, hay que lograr un funcionamiento durante todo el tiempo que dura un partido. Y ahí creo que nos encontramos con la parte más difícil. Hay que lograr consistencia, sobre todo cuando se avanza hacia instancias finales y los rivales están mejor trabajados y las capacidades individuales de ellos están a la par de las tuyas.
-Mientras, Europa se aleja cada día más…
-La evolución no se detiene, y no te espera. Ellos fueron trabajando en los que se suponían que eran sus déficits, recepción, control, técnica… Hoy, en Europa los equipos están muy trabajados, todos saben de qué se trata el juego de posición, de posesión, de progresión…, y entonces vuelvo a la metodología. Todos siguen un plan. Evolución. Si a los chicos de hoy les explicamos cómo nos entrenábamos nosotros, de ninguna manera lo podrían recibir bien. Tenés que ir a la par de todo el mundo, de lo contrario te sacan ventaja y te quedás atrás. Para mí, el camino es el que recorre Europa. Y no hablo de la forma de jugar, porque ahí cada uno define su modelo de acuerdo a sus gustos, y eso está muy bien. Pero hay que ir rompiendo estructuras para entrenar como se entrena hoy. Y que los procesos no se interrumpan. E interrumpir no quiere decir que en el proceso no se pueda cambiar un técnico, eso es natural…, en Alemania se fue Klinsmann, llego Löw y ahora lo hará Flick, que tendrá sus matices, por supuesto, pero no va a cambiar abruptamente la búsqueda que viene desde hace años. Eso es continuidad, y excede a los nombres. Pasa en las selecciones y en los clubes.
-¿Los jugadores jóvenes llegan a la primera de España mejor preparados que en la Argentina?
-Bueno, depende del valor que los clubes le den a las inferiores y a los procesos formativos. Estudiantes trabajaba muy bien en esa dirección, y Atlético también lo hace. Pero no pasa en todos los clubes. Muchas veces te encontrás con jugadores de un gran talento, pero no con un gran conocimiento. Al patrimonio de los clubes hay que rodearlo de una estructura que realmente lo ponga en valor. A mí me paso, dirigiendo la reserva de Estudiantes, que me pedían que opinara sobre jugadores que llegaban a la edad de primer contrato. Si tenía que tomar una decisión, que indefectiblemente iba a influir en su vida, me debía preguntar si yo le había dado todas las herramientas que él se merecía para que yo pudiera esbozar un ‘y… no, no le da para primer contrato’. Esa situación se da todo el tiempo y así dejás libres a chicos a los que tenés que preguntarte si les diste todas las posibilidades. Yo creo que no, y ahí hay un gran agujero negro entre lo que el jugador se merece y lo que se le brinda.
-”Yo a Vivas lo quiero”, confesó públicamente un día el hermético Bielsa. ¿Hablás con él?
-Hace mucho que no hablamos…, la última vez, fue cuando yo me estaba sumando al Atlético de Madrid…, y me dijo que estaba contento de que volviera a trabajar. Previamente, cuando me marché de Defensa y Justicia, un día me llamó y me dijo que… nada, bueno, que de ninguna manera tenía que dejar de trabajar.
-¿Creés que un club grande Europa le hará lugar a Marcelo Gallardo o, como Simeone, le tocará su Catania…?
-Quién lo sabe… Marcelo ya ha demostrado toda su capacidad. La oportunidad, estoy seguro que la va a tener. Cuando fuimos compañeros, jamás pensé que iba a ser entrenador. Ni él, pero tampoco me imaginaba que yo iba a entrenar. Y mirá que hasta nos tocó concentrarnos juntos, en la Copa Rey Fahd, en 1995, con Passarella en la selección, y ni aun en ese contexto surgió una charla que hablase de un futuro como técnico. Tal vez, como a veces sucede, el paso por un club te termina ofreciendo una puerta de acceso: a él le fue muy bien en Mónaco y quizás, con todo lo que logró allí, ese destino se convierte en una posibilidad. Está capacitado para dirigir en cualquier lado.
-¿Y tu futuro? ¿Volverás a ser entrenador principal?
-Cuando pienso en el futuro, lo que más me preocupa es llegar vital a grande. Ya tengo 51, pero me siento muy bien. Cuando se me abren incógnitas con respecto a lo que vendrá, pienso en eso. Y en ser feliz sin dañar a nadie. Después, en el trabajo, me imagino dirigiendo diez años más, y en algún momento poder hacer base en la Argentina. Me gustaría seguir acompañando a Diego, claro, y estoy muy entusiasmado con otra temporada y con el dificilísimo objetivo de intentar salir campeones de nuevo en la Liga española.
-Disfrutás a Messi como argentino y lo sufrirás como rival. ¿Se entrena para intentar controlarlo o los genios son imprevisibles?
-Si hay algo que Messi no es, es impredecible. Messi es predecible. Sabés en qué lugar de la cancha, por lo general, va a recibir y sabés cuáles son sus acciones más recurrentes: encontrar a Jordi Alba entrando por afuera y enganchar de izquierda al centro apilando jugadores hasta hacerse el hueco para definir abriendo el pie. Porque donde mira, la mete. Pero a pesar de ser tan predecible, de saber todos qué va a hacer, es imposible controlarlo. Después tiene los tiros libres y mil recursos más, es Messi, pero sus acciones más típicas son predecibles… y aun así, es muy difícil controlarlo. No tiene nada que ver identificar la acción con poder resolverla. Y todo eso lo hace más fantástico, es un placer verlo de cerca. Más allá de que cada vez que lo enfrentamos queremos que no le salgan las cosas, pero normalmente le salen. Y tiene algo más: es un jugador absolutamente productivo, porque a veces parece que no está en el partido, pero agarra la pelota y lo define. Encuentra pases que no son sencillos y por eso dañan. Aunque la toque poco…, es de otro planeta.
-¿Qué hubiese hecho si en tu época te tocaba enfrentarlo?
-Como número 4, hubiese estado muy atento a la subida del lateral contrario, porque donde iba a meter la pelota era ahí. Yo no hubiese tenido posibilidades de enfrentármelo mucho porque él juega del otro lado. Pero seguro que alguna patada hubiese intentado darle…
“Para Simeone nunca hay una razón para bajar los brazos”
El ‘Chango’ o simplemente David para sus amigos, había dejado el fútbol en 2005 y el retiro lo tenía abrumado. Cuando Diego Simeone se transformó en entrenador en un chasquido de dedos, de inmediato incorporó a su atribulado amigo al flamante cuerpo técnico de Racing. “Me dio la oportunidad de hacer lo que más me gusta sin estar en un lugar tan protagónico. Vivir partidos otra vez con el objetivo de ganar. Me ayudó mucho…”, le confesaba Vivas a LA NACION hace algunos años. No se acuerda cómo ni cuándo se conocieron, pero sí adónde: “Fue en el predio de Ezeiza, en los tiempos de Passarella como técnico de la selección, a mediados de los ’90”, cuenta el ayudante de campo del Atlético de Madrid campeón. “Nunca fuimos amigos…”, aclara. Por entonces…, y cuenta la historia.
“Diego me propone sumarme a su cuerpo técnico cuando él estaba por dejar de jugar en Racing, allá por 2006. Yo ya estaba retirado y de alguna manera nuestras formas de ser, o de sentir, nos acercaron y generaron un respeto desde el compañerismo, pero no desde una amistad previa. La amistad la construimos después”, describe Vivas. El primer cuerpo técnico del ‘Cholo’ iba a tener tres ayudantes: Nelson, Andrés Guglielminpietro y Matías Almeyda. El ‘Pelado’ nunca se sumó.
Vivas y Simeone compartieron dos mundiales, Francia 98 y Corea-Japón 2002. Y también fueron rivales, claro. En el calcio. Entre otros, en un partido que ambos recuerdan muy bien. “Última fecha de la liga italiana 2002, justo antes del Mundial. Inter era campeón si ganábamos, y perdimos con Lazio 4-2. ¿Quién hizo el tercero de ellos? Diego, de cabeza, en un córner, un clásico suyo. Cómo olvidarme de ese partido… Se ríe todavía el ‘sabandija’, diría mi viejo…”
-¿Discutís, acepta el debate, podés torcerle una opinión cuando preparan un partido de Atlético?
-Nos llevamos bien porque su forma de trabajar se apoya en la interdisciplina laboral. Nosotros siempre vamos un rival adelante del que nos toca el domingo, digamos, y planificamos la semana sabiendo qué tarea corresponde para cada sesión. Tenemos reuniones diarias y ahí aparece una tormenta de ideas donde el que termina, lógicamente, tomando la decisión es él. Porque él debe transmitirla, y es imposible transmitir algo que no sentís. Dentro de esas reuniones, dentro de ese volumen de aportes, obviamente no siempre coincidimos. Pero Diego es una persona receptiva a escuchar, y hace falta que alguien opine distinto en ocasiones. Es imprescindible. Diego es abierto, integra rápido a aquel que le da herramientas para seguir pensando. Hace mucho tiempo que estamos juntos y ya sé qué puede pensar y qué quiere hacer ante determinados temas. Pero dentro de las cualidades que tiene, la que más me sorprende o destaco es su capacidad de generar energía. Para él nunca hay una razón para bajar los brazos.
-¿Es defensivo?
-…, ja. Siento que son algunos momentos, de ciertos partidos del Atlético, los que llevan a algunos a quedarse con esa idea. El que realmente se toma el tiempo de analizar varios partidos, descubre que el equipo cambia. No es unidireccional. Creo que aquellos que reducen el análisis a ofensivo o defensivo se están perdiendo los matices más ricos de este juego. Para nosotros el fútbol es algo indivisible y los momentos principales se desglosan a partir de, ‘tengo la pelota, ¿qué voy a hacer cuando la pierda? y, no tengo la pelota, ¿qué voy a hacer cuando la recupere?’ Incluso con el juego defensivo, a partir de que recuperás la pelota algo pasa: vas a atacar directo o, si el rival está organizado, vas a atacar posicionado para poder desorganizarlo. Diego piensa en cómo atacarte hasta a partir de un lateral para el rival. Porque ahí nosotros no tenemos la pelota, pero tras la recuperación, inmediatamente nace una opción de ataque. En el partido con Liverpool, el de los octavos de la Champions en Anfield, previo a la pandemia, el Liverpool hizo 44 saques de banda, que son 44 situaciones que si vos robás bien la pelota, se pueden transformar en una contra. Claro, yo digo esto, y muchos pensarán: ‘Mirá, estos creen que esa es la única forma de atacar’. No, es un momento que empieza siendo defensivo y si vos estás preparado para robar bien, probablemente se te transforme en una situación clara de ataque. Una vía, después, ese, no puede ser tu único argumento de ataque. Yo respeto a todos: a muchos les parecerá que Diego es defensivo y yo no comparto esa visión.
-Siempre se habló de si un día Simeone podría dirigir a Giovanni, a su hijo. Y resulta que dirigirá a Giuliano, el menor, que en unos días comenzará la pretemporada con la primera.
-Ya entrenó con nosotros Giuliano, aunque es cierto que no de manera permanente, y sí integrándose en algunos trabajos. Ahora, es cierto, arrancará desde la pretemporada.
-Un desafío como padre…
-Sí, seguro. Y como entrenador.
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