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La deportista soviética, una de las mejores de la historia, se refirió a cómo la estadounidense potenció su idea original
- 8 minutos de lectura'
*Por Margarita Rodríguez
La joven Natalia Yurchenko no estaba preocupada por medallas ni por reconocimientos, mucho menos por la inmortalidad. Aunque para los conocedores y aficionados a la gimnasia eso fue lo que precisamente consiguió con un movimiento que hizo en los años 80 al realizar el salto de caballo o vault.
El salto Yurchenko ha tenido una trascendencia única gracias a una de las mejores gimnastas de la historia, la estadounidense Simone Biles, que lo ha llevado a otro nivel. “Solo puedo darle crédito a Simone Biles por no tener miedo a probar cosas nuevas y sacudir al mundo con todas sus hermosas habilidades, especialmente con ese salto”, le dice Yurchenko a BBC Mundo.
Desde la academia que fundó en Chicago, Estados Unidos, nos habla de la emoción que siente cuándo ve la evolución de algo que nació del amor por la gimnasia y del deseo por innovar. Pero también de una época y de una generación de atletas que hicieron historia.
Innovación
El equipo femenino de gimnasia de la Unión Soviética fue una potencia que consiguió ocho oros olímpicos entre 1952 y 1980. Vladislav Rastorotsky fue un entrenador ruso que tuvo entre sus pupilas a leyendas como Lyudmila Turishcheva y Natalia Shaposhnikova.
Muchos de los atletas que formó le dieron a la Unión Soviética múltiples medallas en diferentes competencias internacionales. Pero más que preseas y títulos hay algo que definió a Rastorotsky: era un innovador.
Yurchenko, quien fue una de sus alumnas, da testimonio de ello. “Amábamos la gimnasia. Fui parte de un grupo que le gustaba innovar, se suponía que cada uno debía desarrollar habilidades nuevas. Siempre fue así.
Se trataba de explorar lo que nadie había hecho antes. Eso hizo que fuera un momento muy emocionante, genial”.
Yurchenko no recuerda con exactitud qué día hizo por primera vez el salto que lleva su nombre. “Creo que fue en 1981, cuando comenzamos a entrenarlo. Pensamos que era un poco loco cuando nuestro entrenador nos sugirió intentarlo, pero fue un proceso fácil y muy divertido”.
Rastorotsky tuvo la idea y sus pupilas empezaron a ensayar haciendo volteretas sobre colchonetas apiladas. Días después introducirían la pista y la mesa. Y a medida que practicaban se dieron cuenta de que la velocidad transformaba el salto que daban hacia atrás, “lo cual le añadía más dificultad”.
Fueron saltos tras saltos hasta que Yurchenko perfeccionó la técnica y la introdujo por primera vez en una competencia en 1982. “Antes de que Simone Biles hiciera historia, Natalia Yurchenko cambió la gimnasia artística para siempre con una nueva entrada al salto de caballo”, dice el sitio del Comité Olímpico Internacional.
“Yurchenko es la creadora de la entrada Yurchenko al salto de caballo, en el que el gimnasta realiza una redondilla sobre el trampolín y luego una voltereta hacia atrás sobre la mesa”, señala la Federación Internacional de Gimnasia.
La inspiración
Yurchenko nació en 1965 en la ciudad de Norilsk, en Siberia. A los 9 años comenzó a hacer gimnasia. Entre sus fuentes de inspiración estaban atletas como la bielorrusa Olga Korbut, quien compitió en representación de la Unión Soviética en las Olimpíadas de 1972. Fue una de las estrellas que deslumbró en Múnich.
También estaba la rumana Nadia Comaneci, quien en las barras asimétricas de Montreal 1976 obtuvo el primer 10 en la historia de los Juegos Olímpicos. Esa fue tan solo una de las razones que la convirtieron en leyenda.
“Cuando empezamos a ver por televisión todos esos movimientos, trucos, que las hacían distinguirse del resto de competidores, se convirtieron en una influencia para nosotras”, cuenta Yurchenko. “Al ver lo que hacían, todos los entrenadores y gimnastas empezamos a soñar con eso. Decíamos ‘tengo que hacer esto y aquello. Ellas nos mostraron que se podían hacer movimientos más difíciles de una manera segura y excepcional”.
Algo mágico
En su formación Yurchenko cree que el ballet y el trampolín fueron elementos clave “para explorar nuevas habilidades y nuevos límites”. “Nuestra práctica comenzaba en el trampolín. Después desarrollábamos las habilidades acrobáticas difíciles en el pit (fosa de cubos de esponja)”.
“Cada día hacíamos más y más: doble-doble, doble-triple, hacia adelante y hacia atrás. Todas esas habilidades, las entrenábamos todos los días para desarrollar más conciencia del aire”.
Para ella y sus compañeras algo parecía claro: entre más alto, más emocionante. En el mundial de gimnasia de 1983, Yurchenko se coronó all-around champion, es decir, ganó la medalla de oro al sumar su desempeño en los cuatro aparatos: salto de caballo, barras asimétricas, viga de equilibrio y manos libres o piso.
“Cuando gané ese título, fue muy emocionante”, señala. Pero me aclara que cuando comenzó a hacer gimnasia y cuando decidió seguir ese camino, no pensó “en cuántas medallas podía ganar”. “Me dediqué a la gimnasia en realidad porque me gustaba estar en el gimnasio, disfrutaba el proceso de aprender nuevas habilidades. Era algo mágico para mí”.
Las medallas que conquistó le dieron alegrías y aún más poque las consiguió haciendo lo que le gustaba. “Trataba de ser la mejor en lo que hacía”.
Décadas después
El salto Yurchenko ha progresado muchísimo en altura y en el tiempo que la atleta está en el aire. “Se siente increíble porque cuando comenzamos a hacer ese salto, lo hicimos para el futuro. Fue desarrollado para que hubiese una segunda parte más grande, para facilitarle a la próxima generación de gimnastas hacer movimientos más difíciles”.
En pocas palabras, no se podría hacer una segunda parte tan grandiosa, como la que hace Biles, a partir de otra entrada. “Es emocionante ver que tenemos una persona como Simone Biles que en realidad puede darle vida a algo que solo soñamos, ella pudo hacerlo realidad”.
En una entrevista con el sitio del Comité Olímpico Internacional, publicada en 2021, Yurchenko habló sobre el “Yurchenko double pike” -doble salto Yurchenko- con el que Biles hizo historia ese año. “Soñaba con verlo. Me hizo llorar de alegría porque creas algo y esperas que las generaciones futuras lo usen. No creo que pueda ser mejor. Fue increíble. Me sorprendió que tengamos a Simone Biles, que puede llevarnos a todos a ese nivel”.
En nuestra conversación me cuenta que siempre sintió “que necesitaba hacer algo”. “Al haber sido criada en un sistema comunista siempre se te motiva a hacer algo para la gente que viene después de ti. Siento que logré exactamente lo que quería en mi vida, dejar algo para una generación futura. Es increíble”.
Su nombre
Yurchenko decidió emigrar a Estados Unidos, donde fundó y dirige la academia C.I.T.Y. Club Gymnastics. Le cuenta a BBC Mundo que cuando llegó se dio cuenta de que “todo el mundo lo llamaba así: salto Yurchenko” y le sorprendió. Recuerda que, por ejemplo, en los entrenamientos en su país hacían el salto Tsukahara, en honor al gimnasta que primero lo ejecutó: el japonés Mitsuo Tsukahara.
“Pero no recuerdo que en mi país se llamara Yurchenko, ahora se le llama así en todas partes. Creo que fue muy práctico y fácil. Me hace sentir muy bien y agradecida tener mi nombre escrito en el código de puntos y que todo el mundo lo llame salto Yurchenko”.
Los Juegos Olímpicos de París ya han visto varios saltos espectaculares, entre ellos los que han marcado el triunfal regreso olímpico de Biles tras su retiro de Tokio 2020 por motivos de salud mental.
“Probablemente no volveremos a ver gimnastas como ella. Ella es la una y única Simone Biles que rompe muchos récords”. Y que hace “un salto tan asombroso”. “Sabíamos que alguien en el futuro lo haría, lo que no sabíamos era si nosotras llegaríamos a verlo”.
Las Olimpíadas
Yurchenko dice que siente “una gran alegría” al ver las Olimpiadas de París. “Nunca he estado en unas”.
Los Juegos Olímpicos de 1984 en Los Ángeles fueron boicoteados por la Unión Soviética, después de que cuatro años antes, Estados Unidos hiciera lo mismo con las Olimpiadas de 1980, celebradas en Moscú.
“Luego (de Los Ángeles) nunca tuve la oportunidad de ir a los Juegos Olímpicos”. Para Seúl 1988, ya se había retirado. Cuenta que solía decirse que estaba bien, que había participado en otras competiciones, pero al hacerse mayor la sensación cambió.
“Lamento un poco que mi gobierno nunca nos haya mandado a los Juegos Olímpicos porque es (una experiencia) tan increíble. Es un espectáculo que representa lo que tiene que ser el deporte. Por eso, estoy muy feliz con los Juegos y con todos esos atletas que participan y que nos hacen emocionarnos al verlos”.
Ella no pudo ir a unas Olimpiadas, pero su salto sigue siendo un participante fijo.
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