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Mundial de Natación. Santiago Grassi: “Creo que puedo lograr grandes cosas”
El santafecino que se entrena en Estados Unidos enfatizó: "Me estoy acostumbrado a un cambio grande; estoy en una etapa de transición"
(BUDAPEST, Enviado especial).- Dice Santiago Grassi que cuando era niño su ídolo era su hermana mayor. “Era un crack nadando y estudiando”, cuenta. Se crió en Unión de Santa Fe, pero es ajeno al mundo de la pelota. “No soy futbolero, pero siempre quiero que gane el Tatengue”. Es franco, sobre todo cercano. Se nota que le gusta charlar. Ya terminó el turno de la mañana en el Mundial de Bucarest. Grassi se sienta en le tribuna de prensa y mira la pileta vacía.
- Todas miden lo mismo, ¿pero hay piletas que se te hacen más largas?
Al principio me pasaba. En mi primer Mundial, en 2013 en Dubai, cuando vi el estadio pensé: “¿Cuántos metros tiene esta pileta?”. Ahora, no me pasa. Ya no me impresiona la magnitud de los escenarios. Lo tomo como algo normal.
¿Se escucha la gente cuando estás dentro del agua?
Se escucha, claro. Pero yo bloqueo todo. Es en un momento en el que miro para adelante y sólo pienso en lo que tengo que hacer.
¿Qué es?
Son 52 segundos, se pasan volando. Los primeros 50 metros, son lo más rápidos; 24 segundos que parecen 10. Me tiro al agua, hago el subacuático y pienso que en la cuarta brazada tengo que respirar. Y me digo: “Vengo bien, vengo bien”. Toco la pared, doy la vuelta. “No respires en la primera, respira en la segunda. Apretá acá, apretá. Vamos, vamos”, me digo. Después llega ese momento en los que no das más, en el que empieza a doler. Todo duele más de lo normal. Algunas carreras se vuelven duras, los brazos no pasan para adelante. Son esos días en que tiras los brazos para adelante y no agarrás agua. En cambio, en las buenas carreras, son sólo pensás en apretar. Ves al de al lado y pensás: “A este le gano”. Te vas autoalentando. Tenés que estar concentrado en la carrera y concentrado en el ritmo que tenés que tener. Motivación, alentarse y sacar fuerza.
¿Por qué elegiste el estilo mariposa?
De chiquito nadé los cuatros estilos. Primero descartás los que no me gustan, luego los que te van bien. En mi primer Nacional hice los 50 de pecho, espalda, mariposa y crol y gané todos menos espalda. La descarté. Y al siguiente nacional me quedé sólo con crol y mariposa. Igual son todas carreras diferentes, no se puede comparar quien es mejor que otro, porque son distintos estilos.
¿Quema mucho la natación?
Mucho, tenés que ser muy fuerte de cabeza y tener a entrenadores y un cuerpo de trabajo que te aliente y que te ayude a mejorar. Si no encontrás la motivación, en algún momento te cansás. Mi hermano, por ejemplo, era muy bueno, campeón argentino. Lo dejó. En Argentina competís dos veces por año, te faltan torneos, un objetivo por el cual entrenarte.
¿Por eso decidiste irte a Estados Unidos?
La decisión de Estados Unidos empezó en 2015, cuando fui a competir en un Grand Prix. Un entrenador de la Universidad Auburn me preguntó si estaba interesado en irme. Yo le dije que sí, ya había terminado el secundario en 2014, pero le pregunté si podía ir después de los Juegos. Me contestó que no era un problema. Pero como nunca tuve más novedades, pensé que se había perdido esa oportunidad.
¿Por qué? ¿Por la oportunidad de vivir en otro país o por la posibilidad de desarrollar su natación?
Por la posibilidad de tener más oportunidades, entrenando en una pileta mejor, con un equipo y estudiando una carrera universitaria. Sentía que era una chance que se me había escapado.
¿Y por qué no la aceptaste en el primer momento?
Quería esperar a los Juegos y tampoco me animé a decirles que sí de entrada. Y, cuando estaba en México el año pasado, pensé: si me escribe de nuevo me voy. A los dos días, mágicamente, me escribió. Hacía seis meses que no hablábamos. “¿Estás interesado todavía?”, me preguntó. Le contesté que sí y en enero de este año me fui para allá.
¿Qué incidencia tuvo Bill Sweetenham en tu decisión?
Ninguna. Se lo comenté, le pregunté que le parecía la universidad y él me dijo que era muy buena, como también la oportunidad. La ciudad es chica. Tiene 35.000 habitantes, pero hay un estadio de fútbol americano con capacidad para 80.000 personas que se llena siempre. Viene gente de todos lados.
¿La vida universitaria es como en las películas?
Todo es grande, imponente. Son muy amigables, el primer día que llegué me hicieron sentir parte del equipo, como en casa. Nunca me quise volver. Al principio viví con un sueco y después me mudé a una casa con otros tres nadadores, que es donde voy a estar en los próximos tres años.
¿Y las fraternidades?
Para ser parte de una fraternidad hay que pagar. No es para cualquiera. Yo, cuando llegué, pregunté: ¿qué tiene la fraternidad? Y me dijeron que es simplemente un generador de contactos para el futuro. Es para eso, no sirve para otro cosa. Gente con plata, que hace contactos, además de las jodas que se arman de jueves a sábado. Una vez fui a una y son como en las películas.
¿Cómo nadador en qué te cambió Estados Unidos?
Creo más en que puede lograr grandes cosas. Hoy veo la posibilidad de ser medallista olímpico, antes no. Como estoy rodeado de gente que lo es, lo naturalicé. Si el puede, yo también. Soy igual que él.
¿No tenés nada que envidiarle a ellos?
A nivel físico no soy menos que nadie. Quizás ellos tienen la cabeza más fuerte o, simplemente, tienen más entrenamientos que yo. Pero yo no pienso en que quiero tener algo que ellos tienen. Nadan más rápido en algunos aspectos, pero no es algo que yo no pueda alcanzar con entrenamientos.
¿Tu rutina es muy dura?
Comenzamos con un entrenamiento de seis a ocho de la mañana. Si tenés clase vas a la universidad y sino vas a desayunar con el equipo. Después se almuerza y si tenés tiempo podes dormir una siesta o sino vas al gimnasio. A las tres y media de la tarde, es el segundo turno de agua. Esta todo armado.
¿Tenés compañeros tuyos acá?
Somos 11: uno de Guatemala, uno de México, uno de Hungría, tres de Brasil, dos de Estados Unidos, una chica de Luxemburgo, otra de Nueva Zelanda y yo.
¿Y a Dressel o Ledecky te los cruzas?
Sí, cuando competimos en los nacionales.
¿Mucho público?
Sí, es un show. Música, papelitos., un speaker. Con un poco de menos gente, pero lo mismo que un Mundial.
¿Ganaste algún torneo?
Todavía no. En la conferencia fui final B y en las Nacionales quedé 29. No me fue bien. Pero llegué en enero, después de entrenar muy poco porque estaba estudiando, y en febrero y marzo tuve que competir. Fue todo muy rápido. Mi mérito fue meterme en el equipo. Al nacional van 11 varones de los 30 que somos. Me gané mi lugar. En general, el que llega el primer año, no se mete en los nacionales.
¿Tu entrenador, Sergi López, qué te dice?
Es muy buena onda. Tengo muy buen feedback. Por ejemplo, me dice: “Tenemos tres años para trabajar, vas a estar en la final olímpica”.
¿Tenés la cabeza en Tokio 2020?
Mi cabeza está en preparar todo para llegar de la mejor manera a Tokio.
¿Cómo analizas tu Mundial?
Me estoy acostumbrado a un cambio grande. Estoy en una etapa de transición. Todavía no me siento cómodo del todo. Este año estuve a las corridas. La próxima vez que tenga un Mundial, me quedó en Estados Unidos hasta la fecha de competir. No estoy lento, hace dos meses nadé casi en mis mejores tiempos. Tuve un mal torneo, como puede pasar. Pero, hay presiones nuevas… Nadé medio segundo de mi marca. ¿Sabés lo que es medio segundo? (Golpea dos veces la mesa) Eso es medio segundo.
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