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Es la mejor nadadora del planeta, venció a una leyenda casi imbatible, pero descartó el Mundial: “No me interesa”
Ariarne Titmus, de 21 años, desistió de participar en Budapest y de enfrentar a la multicampeona Katie Ledecky; detrás de la gran rivalidad de la natación, la australiana exhibe una confianza ilimitada
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MELBOURNE, Australia.- Cuando este sábado corrió la final de los 400 metros libres femeninos en los campeonatos mundiales de natación de Budapest, la actual campeona mundial y olímpica de la prueba, nueva plusmarquista mundial de la misma, estaba en la otra punta del mundo, y profundamente dormida...
“Definitivamente estaré dormida”, dijo Ariarne Titmus, de 21 años, en una entrevista. “Probablemente miraré los resultados, miraré los parciales, pero realmente no le prestaré demasiada atención”.
A pesar de haber batido el récord mundial hace menos de un mes, a pesar de estar en uno de los mejores momentos de su joven carrera, y a pesar de la perspectiva de un enfrentamiento en Hungría con su mayor rival, la estadounidense Katie Ledecky, la joven Titmus, de 21 años, estuvo ausente de la reunión internacional de natación más importante del año. La razón es sencilla: Titmus decidió que no necesitaba estar allí.
“Sólo quería pensar en el largo plazo”, dijo. “Y realmente no me interesa, no me importa, no me molesta que no vaya a estar en los titulares o en los medios de comunicación o en el centro de atención cuando se celebren los campeonatos del mundo. No es por eso por lo que nado. Nado porque me encanta y quiero actuar en el mayor escenario, que para mí son los Juegos Olímpicos”.
El máximo duelo de estos tiempos en natación
La decisión de Titmus de prescindir de los campeonatos mundiales es audaz. La primera vez que saltó a la fama fue con su actuación en los últimos mundiales, en 2019, cuando desbancó a Ledecky, 15 veces campeona del mundo y tres veces defensora del título en los 400 metros libres, para ganar el oro en la prueba. Dos años más tarde, Titmus cimentó su reputación como la mejor nadadora de media distancia del mundo en los Juegos Olímpicos de Tokio del pasado verano, venciendo a Ledecky para conseguir las medallas de oro en las pruebas de 200 y 400 metros libres (Ledecky ganó los 800 y los 1500) y añadiendo una plata individual y un bronce en relevos a su impresionante medallero.
La mayoría de las nadadoras en su posición, por lo tanto, podrían haber estado ansiosas por defender su título mundial contra Ledecky, que ha dominado el deporte durante una década. Pero Titmus no es la mayoría de las nadadoras. En lugar de competir en el Mundial, participará en los Juegos de la Commonwealth, una reunión deportiva de las antiguas colonias británicas, que comenzará en Inglaterra a finales de julio (Estados Unidos no participa en esa competición). Y no está claro cuándo volverán a enfrentarse ella y Ledecky; la semana pasada, Ledecky indicó que había decidido no viajar a Australia en agosto para un encuentro entre dos países, denominado Duelo en la Piscina, que habría albergado una posible revancha entre Ledecky y Titmus.
Todo esto significa que puede haber sólo un puñado de carreras en las que participen dos de las mejores nadadoras del mundo -quizás la rivalidad más emocionante de este deporte ahora mismo- antes de los próximos Juegos Olímpicos de París en 2024.
El entrenador de Titmus, Dean Boxall, dijo que él y Titmus eran muy conscientes de la charla sobre sus decisiones de programación, así como del apetito por más enfrentamientos Titmus-Ledecky. “No están en el santuario interior”, dijo Boxall sobre las voces externas. “El santuario interior tiene un plan. Sabe lo que tiene que hacer. Sabe que todo gira en torno a los Juegos Olímpicos”.
La insólita decisión de Titmus de perderse los campeonatos del mundo no es más que la última demostración de la confianza en sí misma que la convirtió en bicampeona olímpica antes de cumplir los 21 años.
Nacida en Launceston, una pequeña ciudad de Tasmania, una isla al sur de Australia continental, Titmus estuvo en el agua desde muy pequeña. “Siempre hemos tenido piscinas en el patio trasero”, explica. En 2008, una Titmus con los ojos bien abiertos vio a las nadadoras australianas Stephanie Rice y Libby Trickett en los Juegos Olímpicos de Pekín. “Estaba pegada al televisor”, dice.
Titmus, por entonces con siete años, se apuntó inmediatamente a un club de natación local y empezó a competir. Su progreso fue tan rápido como su natación. “Cada año, iba a lo siguiente y, antes de darme cuenta, estaba en el equipo nacional”, dijo.
Su siguiente paso no fue tan sencillo. Tasmania, con una población de medio millón de habitantes, carecía de las instalaciones de natación y de los entrenadores que una joven nadadora de talento necesitaba para alcanzar un verdadero nivel de élite. Los padres de Titmus, Steve y Robyn, propusieron la idea de trasladarse a Tasmania para apoyar la incipiente carrera de su hija, pero, como adolescente, Titmus se resistió al principio. “Estaba muy contenta con mi vida allí, con mis amigos y la escuela y todo lo demás”, dijo.
Pero después de entrar en el equipo australiano para los campeonatos del mundo junior en 2015, Titmus se dio cuenta. Nadando sola en un carril de una piscina pública de Launceston, siguiendo las instrucciones de un entrenador lejano que le enviaba por mensaje de texto un plan para la sesión de entrenamiento de cada día, Titmus resolvió que tenía que perseguir su sueño. “Simplemente pensé que no tenía otra opción”, dijo. “Como, si realmente quiero hacer algo de mí mismo, no tengo otra opción”.
En pocas semanas, la familia Titmus se había trasladado con su prodigio de 14 años a Brisbane, la tercera ciudad más grande de Australia, en el soleado estado de Queensland, al noreste del país. Allí, Titmus fue recortando poco a poco las distancias con Ledecky, que para entonces ya era medalla de oro olímpica.
“Cuando nos reunimos por primera vez, Arnie estaba a 38 segundos de Katie en los 800 metros libres, le sacaba 16 segundos a Katie en los 400 y le sacaba ocho segundos a Katie en los 200″, explica Boxall, el entrenador de Titmus. “Nunca pensamos en los Juegos Olímpicos. Sólo nos dedicábamos a ese viaje y a asegurarnos de que mejoraba cada vez más”.
Titmus ganó su primera medalla importante en los campeonatos del mundo de 2017 (un bronce, en un relevo) y destronó a Ledecky como campeona mundial de 400 metros dos años después. De hecho, ha vencido a Ledecky en tres de las últimas cinco finales individuales que han disputado. Para los espectadores, la rivalidad pareció adquirir un cariz personal en los últimos campeonatos del mundo, cuando Ledecky, de 25 años, no reconoció a su joven rival tras ser derrotada. Pero Titmus se apresuró a rechazar cualquier sugerencia de animosidad persistente.
El inolvidable triunfo en Tokio
“Definitivamente, cuando estamos en la piscina compitiendo, ella es mi mayor rival”, dijo Titmus. “No importa realmente quién sea ella: quiero vencerla. Pero luego, como persona, la respeto mucho. Sé lo que ha costado llegar a este nivel, y ella lleva en este nivel desde que yo tenía 12 años. Respeto el trabajo que ha hecho en la natación. Ha cambiado la natación femenina”.
La decisión de Titmus de no acudir a los campeonatos del mundo está impregnada de la misma confianza que animó su estrategia de carrera contra Ledecky en los 400 metros libres en Tokio. Era la final más esperada de la cita olímpica, la defensora del oro se enfrentaba a una joven promesa que ya había reclamado su título mundial. Ledecky salió muy rápido, con una ventaja de un cuerpo en el ecuador de la prueba. Titmus la dejó ir. Fue, como dijo posteriormente Titmus, “un movimiento valiente”. Pero a falta de dos vueltas para el final estaban casi igualadas de nuevo. En el último giro, Titmus estaba por delante. “Sólo tenía que tener confianza en mí misma”, dijo.
Dentro y fuera de la piscina, la confianza no le falta a Titmus. Por eso estuvo profundamente dormida este fin de semana en Australia, cuando, al otro lado del mundo, pasó lo que se esperaba: Ledecky recuperó el título mundial de los 400 libres.
“Estoy contenta de poder tomar esas decisiones”, dice Titmus. “No me centro demasiado en otras personas. En realidad sólo me preocupo de mí misma”.
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