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El abogado que cruzó nadando el Río de la Plata y entró en un club muy exclusivo
Es la madrugara del 4 de marzo de 2020. El secretario del Juzgado de Paz de Colón, Buenos Aires, llega a las 3 de la mañana al muelle del puerto de Colonia, Uruguay. Mariano Mortara no tiene temor, pero sí sus expectativas van creciendo minuto a minuto mientras se acerca la hora del comienzo de la odisea del cruce a nado del Río de la Plata. Una travesía que solo se realizó 34 veces en toda la historia, luego de que Lilian Harrison, una joven de 19 años, lo cruzara por primera vez en 1923.
Mariano tiene 46 años, es abogado, practicó deportes desde mu pequeño: tenis, vóley, ping-pong, triatlón, duatlón y boxeo siempre de manera amateur. Y, desde hace 10 años, combina la natación con su trabajo profesional y una vida familiar apacible en la pequeña ciudad del noroeste de la provincia de Buenos Aires. Ahora está embadurnado de pies a cabeza con Hipoglós para que el sol no lo calcine mientras nade en las aguas marrones del Plata. Mariano está con Pablo Testa, su coach y Darío Pochyly, su preparador físico. Debe nadar con una boya obligatoria y seguir la luz de una embarcación que ilumina el recorrido en la inmensidad de la oscuridad total. La travesía está por comenzar.
"Soy un gran apasionado por el deporte. La natación la practiqué desde niño. Siempre me gustaron las carreras largas. Cuando hacía triatlón y duatlón me sentía muy cómodo y disfrutaba de las pruebas extensas", repasa Mariano y pone énfasis en el disfrute y en el deseo. "Con respecto a las aguas abiertas, más allá de las pruebas de 3 kilómetros que son habituales, ya había hecho pruebas de 5 y de 21 kilómetros en el río y cuando veía a mis compañeros que iban por más distancias me empecé a entusiasmar". Ese entusiasmo lo llevó a cruzar el estrecho de Gibraltar y no llegó a realizar el cruce del Canal de la Mancha por la paralización global que la pandemia de la Covid-19 impuso. "El Río de la Plata tiene una mística, soy el nadador argentino número 23 en toda la historia en poder hacerlo. Antes, muchos lo intentaron, pero en aquellas épocas se nadaba pecho. Ahora solo se puede cruzar de sol a sol, está prohibido nadar de noche, así que si no llegás, la Prefectura te saca del agua".
Mariano tenía la experiencia de haber nadado hasta 7 horas 55 minutos en aguas abiertas, pero en esta ocasión no tenía certezas de qué cantidad de tiempo le iba a llevar la prueba ya que los factores externos que intervienen son variados, desde el clima hasta una sudestada. Al llegar al puerto de Colonia, se sube a una embarcación. El traslado es hasta un lugar en donde ya no hace pie. En total, son tres embarcaciones. Mariano ya está en el agua y desde afuera escucha voces. "¿Están listos? ¡Podemos empezar!". Y suena una sirena, o al menos, eso cree haber escuchado.
Desde adentro del río Mariano solo divisa "la lucecita del barco". Y, durante un trayecto extenso, a sus espaldas, vislumbra las luces de Colonia del Sacramento y su casco antiguo, el barrio histórico que fue declarado Patrimonio de la Humanidad. El nadador amateur escucha un silencio absoluto, siente la agradable sensación de nadar, percibe cada movimiento de su cuerpo, un recorrido con uno mismo, en una introspección absoluta. "Sentís el roce del agua, mirás para todos lados no ves nada, hasta cuando sale el sol, en el horizonte. Cada 20 minutos te van hidratando, no te pueden tocar ni agarrar. A mí me daban un polvo similar a una bebida isotónica que me la alcanzaban con una caña".
El río decide quién puede cruzarlo
Para llegar a esa instancia, el nadador amateur del Club Alianza de Colón tuvo que llevar un metódico entrenamiento y una preparación de más de un año que fue acompañada por la pasión y el deseo. Lo primero que hizo fue contactarse con gente que conocía los detalles del cruce y así la idea fue tomando impulso. El entrenador que lo estaba ayudando con la diagramación de la estrategia y de lo físico ya había ayudado a otra persona para cruzar el río y eso lo entusiasmó más. Entonces, agendaron una primera fecha: diciembre 2019. Luego, esa fecha se suspendió y al fin lo pudieron concretar en marzo, una semana antes de las restricciones por la pandemia.
"Siempre tuve admiración por el río. Más allá de lo físico, el río deja cruzar a quién él quiera. Si el río no quiere que cruces, no es posible hacerlo. Son tantas las circunstancias que entran en juego que más allá del entrenamiento, si ese día se levanta un viento en contra, no hay manera de cruzarlo", sostiene Mariano.
La temperatura del agua del Río de la Plata no es una limitante a diferencia de lo que fue el cruce en el estrecho de Gibraltar. La prueba en el lugar por donde se produce la unión natural del mar Mediterráneo y el océano Atlántico y la unión de Europa y África fue el prólogo para la travesía del Plata. "En Gibraltar la temperatura es de 15 grados promedio y terminé recorriendo unos 16 kilómetros. Si bien no es un frío extremo, cuando empiezan a correr las horas sí se siente el frío. Allí estuve 4 horas 9 minutos. Allí, la temperatura sí era una preocupación, pero aquí, no".
La progresiva preparación
El entrenamiento de Mariano fue progresivo. Al principio nadaba 4 mil metros por día más una rutina de gimnasio para evitar las lesiones. El objetivo: aumentar el volumen a 60 kilómetros semanales, con un promedio de 10 mil metros seis días a la semana. El abogado se considera "un simple deportista" porque a diferencia de un deportista del alto rendimiento él no modificó la dieta de la familia a su medida. "Soy un entusiasta, un amateur. Soy disciplinado y aspiro a bajar mis marcas todo el tiempo".
Mortara es secretario del Juzgado de Paz de Colón desde hace 17 años. Allí trabaja de 8 a 14 pero se levanta dos horas antes para hacer una rutina de pesas a la mañana, luego se da el tiempo para leer, se baña y a las 7.15 ya está en el trabajo porque le gusta llegar temprano. A las 14 regresa a su casa, almuerza junto a su esposa Yanina, sus hijos Luca y Pilar están en la escuela y luego realiza los entrenamientos. Mariano, quien fue diploma de honor de su promoción en la Universidad de Buenos Aires, es también un apasionado por el Derecho. Posee una Especialización en Magistratura, es maestrando en Derecho Procesal, realizó un diplomado en la UCA de Derecho Civil y sostiene que posee la fortuna de que las ciencias jurídicas le apasionan. Al punto tal que hace algunos días pospuso sus vacaciones porque debía entregar un trabajo final para la Especialización en Daños que cursó en 2020. La disciplina del agua se extiende a la vida profesional y viceversa.
Para lograr un equilibrio mental fue necesario incrementar la intensidad en los entrenamientos. Su preparador físico le diseñó una rutina de 100 pasadas de 100 metros con 10 segundos de pausa y bloques de una hora para recorrer 4 mil metros en una pileta de 25 metros. "Fue necesario adaptar la cabecita porque si bien el cuerpo puede resistir, lo hay que adaptar es la cabeza. Yo me tenía fe con mi cabeza. Estaba preparado para hacerlo. Sabía que si no terminaba la prueba es porque me iba a sacar la Prefectura por alguna cuestión externa. Yo le decía a Darío Pochyly: ‘no me saques del agua por nada, salvo que el médico lo decidiera por una cuestión de salud que yo no pudiera advertir".
Mariano conocía la historia del pergaminense Patricio D’Ottavio, quien además de cruzar el Río de la Plata había realizado el cruce del Canal de la Mancha el 24 de agosto del 2000. Colón está a 50 kilómetros de Pergamino y él fue un referente de la zona en aguas abiertas. "Son historias inspiradoras de esfuerzo y resiliencia. El cruce no es solo ese momento, es todo lo previo, es entrenar meses y meses y meses. Es nadar 15 kilómetros en la pileta, salir luego de 4 horas destruido y saber que todavía te faltan por hacer 25 kilómetros más. La que no te tiene que fallar es la cabecita".
El día previo al cruce se tiró al agua para adaptarse, cenó fideos, recorrió los rincones de Colonia, preparó más de ocho litros de bebida isotónica y los geles para alimentarse en el agua. Llevó todo al puerto junto a Pochyly y rogaron que el factor climático no sea adverso: que haya viento a favor, que no se pique, que no haya olas grandes.
El río más ancho del mundo
El primer cruce de la historia lo concretó una mujer en 1923: Lilian Harrison. Antes se habían realizado nueve intentos, todos incompletos. El 21 de diciembre de 1923 a las 9.28 la joven de 19 años que nació en Quilmes en el seno de una familia de inmigrantes británicos partió del puerto uruguayo de Colonia. La historia dice que al llegar la noche el equipo advirtió que no tenían reflectores, pero la luz de la Luna pudo iluminar apenas la inmensidad. Recién a las 4.30 del día siguiente percibieron la costa argentina. Antes habían evaluado la posibilidad de abandonar. Al ver las luces de la costa, la nadadora continuó y llegó a las 9.47 de la mañana a Playa Colorada. Estuvo 24 horas y 19 minutos para recorrer 48 kilómetros distancia. Lilian fue condecorada por el ministro de Marina y recibió 5000 pesos, el premio que la revista El Gráfico había establecido para la primera persona que cruzara el Río de la Plata.
Mariano nada con él y con la historia. Cada 40 minutos se alimenta con un gel hidratante, a diferencia de la naranja, el café con leche y el terrón de azúcar que ingirió Harrison. Cuando hay una situación de extremo esfuerzo, el contexto le impide pensar. Mientras va más tranquilo, Mariano piensa en la cotidianidad, en cómo resolver problemas laborales, en situaciones familiares, en cómo poder ayudar a un amigo en una situación determinada, en la resolución de trabajos del posgrado. Hay momentos de relajación y meditación, casi una ausencia de esfuerzo. El agua empieza a ser como la vida misma, como si estuviera afuera del agua. Mariano avanza y pierde la dimensión del tiempo y del espacio. "¿Querés saber cuánto kilómetros van?", le preguntan desde la embarcación. Mariano dice que no hasta que pasan 10 horas de nado. Está por acercarse al canal Mitre, el momento más complejo.
El canal Emilio Mitre es un canal artificial, dragado entre el kilómetro 12 del canal de acceso al puerto de Buenos Aires y la desembocadura del río Paraná de las Palmas. Tiene una longitud de más de 50 kilómetros y un ancho promedio de 100 metros. Hasta llegar del lado argentino, Mortara ya recorrió 10 horas a un promedio de 3.6 kilómetros por ahora. Piensa que faltan solo dos horas para llegar, pero advierte que cambia el agua, le comienza a pegar de costado, viene mucho viento desde atrás y la boya de seguridad le queda en la espalda generándole una incomodidad permanente. La naturaleza del agua es liviana, es agradable en la temperatura y del color de la tierra. La velocidad promedio decae considerablemente y pasa a 1.7 kilómetros por hora. La proyección de llegada aumenta, calcula que le quedan entre 4 y 5 horas más.
En medio de la adversidad, vislumbra la ciudad de Ensenada. Mariano cree que es una ilusión óptica. Entre brazada y brazada, mira, observa y no lo puede creer porque siente que siempre está en el mismo lugar. Pero avanza. Y el horizonte urbano se hace más nítido, hasta que hace un pique final en el último tramo. El reloj marca 13 horas 35 minutos. Ahora hay gritos que provienen desde la embarcación y dos palabras que se repiten permanentemente: "¡Vamos, Mariano! ¡Vamos, Mariano!", como si fueran el mantra y la oración para Mariano y el río.
"El río me dejó pasar luego de hacer un gran esfuerzo. No lo sufrí. Nunca me pregunté: ¿para qué mierda vine?, nunca pensé que no podía llegar. Lo disfruté todo el tiempo. Yo creo que llegué a las 6 de la tarde", recuerda el nadador que ahora se está preparando para cruzar el canal de Beagle. Una travesía donde el problema no es la distancia sino el frío. Serán 1600 metros con fuertes vientos, oleajes, correntadas y una temperatura que varía entre los 6 y 8 grados. Para ello, durante la pandemia, se entrenó en el lago de Colón nadando por momentos sin traje de neoprene durante el inverno y metiéndose en una bañadera con agua helada y dos bolsas de hielo, una vez por semana, media hora. Luego del Beagle hay dos objetivos más: el Canal de la Mancha y volver a cruzar el Río de la Plata luego de sus 50 años para llegar a ser el nadador más veterano de la historia en poder hacerlo.
"El deporte es una fuente de satisfacción, es un espejo de cómo es uno en la vida. Me ha dado grandes amigos, momentos muy lindos y tengo la suerte de una familia que me ha acompañado siempre: señora, hijos y padres. Nunca viví una competencia con sufrimiento. Soy competitivo, pero si pierdo con alguien mejor, salgo con una sonrisa. Siempre respondo con una sonrisa". Para Mariano Mortara, el abogado, el nadador amateur que entró en la historia, la clave de su vida es responder siempre con una sonrisa.
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