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Delfina Pignatiello, en los 1500 metros de Tokio 2020: el mal paso en un debut olímpico con más sufrimiento que disfrute
Finalizó octava en su serie, y 29 entre 33 participantes; habló de los efectos de la cuarentena y de cómo se sintió en la previa del estreno en los Juegos
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TOKIO.- Salió del agua masticando bronca. Le esquivó la mirada al reloj, que demoraba en marcar su tiempo final, y se fue directo para la zona mixta, ese rincón en el que los deportistas hablan con la prensa. El estreno olímpico en el imponente Aquatics Centre tokiota estuvo lejos de ser el soñado. Entonces, la Delfina Pignatiello carismática mutó en una joven apesadumbrada. Con la voz entrecortada, la cabeza a mil revoluciones y un andar acelerado, casi como queriendo dejar atrás lo vivido lo más rápido posible.
En la quinta serie de la clasificación de los 1500 metros, la nadadora sanisidrense terminó última, con un tiempo de 16m33s/69. No solo fue la octava en su serie -la más veloz de todas, y con nombres como los de fenomenal Katie Ledecky, la china Jianjiahe Wang, Sarah Kohler o Mireia Belmonte-, sino que estuvo 42 segundos por encima de la marca con la que entró a Tokio 2020.
Sin demasiado roce entre mayores, su último gran hito fueron los Juegos Panamericanos de Lima 2019. Por entonces, Pignatiello acumuló oros en 400, 800 y 1500 metros libres (16m16s54/100, en esta distancia). Era la inercia ideal para apuntar a 2020. El espaldarazo después de sus grandes desempeños en juveniles, y el éxito necesario para sacarse la pesada mochila de favorita. Pero el 2020, pandemia mediante, traspapeló todos los planes. Y explica mucho de la incógnita que la rodeaba de cara a estos Juegos. “La cuarentena me enseñó mucho, atravesé muchas barreras. No me quedo con el resultado, que no es el que yo quería. Es un deporte muy duro y no siempre se dan los resultados, y se pierde más de lo que se gana. Si la pandemia nos frenó fue para algo, y a mí me enseñó muchísimo. Yo tuve un solo torneo de pileta corta de mayores, nunca había estado en una experiencia así, y en la serie más rápida de mi carrera. Fue chocante”, destacó frente a las cámaras de televisión.
Esos minutos tras la serie intentó mantenerse en eje, más allá que su cara decía otra cosa. Las palabras transmitían cierta serenidad. Sus ojos -lo único visible por el tapabocas-, mostraban lo contrario. La procesión fue por dentro hasta que se perdió en una escalera hacia el vestuario. “A partir de mañana cambio la cabeza porque me quedan los 800 metros -programados para el jueves, a las 7.22- y ya vuelvo a entrenar duro. Esto es ser perseverante, consistente, trabajar duro; en algún momento los resultados se van a dar, esta vez no se pudo”, dijo. Y confesó que el último fin de semana fue un manojo de nervios y ansiedad. Hasta hoy. Que en la previa de tirarse al agua estuvo “con exceso de tranquilidad” para desacelerar desde lo mental.
Para entender el por qué de su frustración: su mejor marca en la distancia es de 15m51s68/100, el récord sudamericano conseguido en el Mare Nostrum de Barcelona, un tiempo que la dejaba séptima en las tradicionales comparaciones históricas; su ritmo en Lima la hubiese dejado entre las mejores 20 de la clasificación. En el resumen del día en Tokio, Pignatiello terminó 29 de 33.
¿Cuánto influyó la pandemia en su preparación? ¿Cuánto cambió desde 2019 hasta hoy? ¿Cuánto perdió? Solo ella lo sabe, aunque algo deslizó: “Fue una preparación bastante dura, con muchos meses sin nadar y sin las mismas condiciones que mis rivales. Traté de traer mi mejor versión a los Juegos, más allá de que no haya salido bien”. En junio del año pasado, alzó la voz por los efectos de la cuarentena en el deporte y amenazó con “dejar de nadar”. Explotó tras estar 11 semanas sin poder entrenarse en una pileta sin ejercicios que repliquen la sensibilidad que necesita un nadador para prepararse en el agua. Trabajó sobre su estado físico, pero lejos de su lugar en el mundo.
Aquella Pignatiello de Lima 2019 fue la que la trajo hasta acá, y eso también explica por qué se tiró al agua junto a las mejores. En su debut olímpico, varias emociones también le jugaron en contra: el primer Juego, la idea de salir con un ritmo fuerte (llegó a estar cuarta en la serie en los primeros metros, pero eso duró un suspiro) y la tensión que significaba estar en una serie tan rápida. El mal paso le dejó un sabor de más sufrimiento que disfrute, aunque es probable que esa sensación vaya cambiando en los próximos días. Los 800 metros son una buena excusa para salir rápido de la noche del debut, soltar y enfocarse en lo que vendrá.
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