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La hazaña de Katie Ledecky, la nadadora que se entrena con hombres y casi nunca sonríe
La estadounidense conquistó el 19° título mundial, al proclamarse campeona del mundo de los 800 libres en Budapest; quién es la chica maravilla
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Es una deportista nacida en Washington hace 25 años que vive debajo del agua. Especialista en estilo libre, siete veces campeona olímpica y 19 veces campeona mundial. Es, ahora mismo, una auténtica campeona mundial: lo consigue en cinco competencias en serie. Katie Ledecky deja a todos con la boca abierta, con los ojos bien abiertos y corre hacia atrás el sufrimiento por Anita Alvarez, la nadadora que cerca estuvo de ahogarse en una piscina. La salvó su entrenadora. Ya está bien, consciente, dispuesta a un nuevo zarpazo. Mientras, su colega hace maravillas.
Cuenta Diego Torres, del diario El País, de España... La pertinaz imagen de la neoyorkina Anita Álvarez hundiéndose desmayada daba vueltas al mundo y remitía inexorablemente a una idea ilusoria de zozobra del equipo del Star Spangled Banner cuando Katie Ledecky se arrojó a la piscina de los Mundiales de Budapest como si en cada brazada se propusiera reflotar a la armada de Estados Unidos. A los portaviones, a los cruceros y a los destructores. Que para eso es Ledecky, símbolo internacional de fiabilidad y poderío reflejado en cifras inéditas en la historia de la natación. Al cabo de su crucero arrasador de 16 largos por la final de 800 metros ganó su 19ª título mundial considerando todas las disciplinas y se convirtió en la primera persona —hombre o mujer— que logra colgarse cinco oros consecutivos en una misma prueba.
El 800 libre fue suyo sin ningún tipo de contestación. Como siempre, desde que irrumpió con 15 años y 15 kilos menos en los Juegos de Londres, la muchacha nacida y criada en un barrio acomodado de Washington hizo de la distancia mucho más que un estándar de la resistencia. Lo convirtió en un test de velocidad sostenida. En Budapest, Ledecky se consagró como la mayor fondista de todos los tiempos en una carrera que la descubrió en una situación que a ella le parece familiar: sola a 20 metros, por lo menos, de su perseguidora más próxima. “Yo solo me concentro en mi calle”, dijo, cuando alguien le preguntó cómo hacía para estimularse cuando nadie la hostigaba y se veía aislada en su apabullante superioridad para deslizarse como si su cuerpo estuviera compuesto de madera balsa.
Ledecky tocó la última placa en 8 minutos y 8,04 segundos. La australiana Kia Melverton lo hizo 14 segundos después y la italiana Simona Quadarella 15 segundos más tarde. El registro de la campeona fue la quinta mejor marca de la historia. Lejos del récord 8m 04,79s de los Juegos de 2016, pero un segundo más rápido que en los Juegos del año pasado. Desde 2018 no bajaba de 8 minutos 9 segundos. “Sí, estoy contenta con el tiempo”, dijo. “Pensé que podría estar en ocho minutos y seis o siete segundos, pero ocho minutos y ocho segundos clavados son una buena marca”.
La marca es estupenda. El relato del medio español, sigue su curso... Nueve de los 32 hombres que se clasificaron para nadar el 800 en estos Mundiales nadaron las series matinales con peores tiempos que el 8,8 de Ledecky en la final. Precisamente, es en el contraste cotidiano con la potencia media superior de los hombres lo que ahora la mantiene ilusionada. Desde que hace un año se instaló con el equipo de fondistas olímpicos de la Universidad de Florida en Jacksonville, su preparación —sobre todo en el aspecto psíquico— ha cambiado sustancialmente. “Entrenar con hombres como Boby Fink o Kieren Smith, medallistas en Tokio, ha supuesto un cambio para mí”, señaló. “He intentado seguirles el ritmo todo lo que he podido. Me han apretado mucho y espero que a ellos les haya servido mi presencia. He trabajado mucho en mi brazada y en mi ritmo y esto es solo el comienzo de un nuevo ciclo en mi carrera”.
Ledecky se ha propuesto llegar como un tiro a los Juegos de París, en 2024. Era una adolescente cuando en 2012 alcanzó su primer título grande en el 800. La Anfítrite que emergió de la piscina del Danubio lucía caderas angulosas y espalda de buey. Fingió que no le daba demasiada importancia a una hazaña que interiormente se había propuesto obsesivamente. Siete oros olímpicos y 19 oros mundiales absolutos más tarde se presentó en la galería que conduce al vestuario con su habitual rostro inexpresivo.
Apenas dibujó una sonrisa cuando le mencionaron la dimensión estadística de su trayectoria. “Ha sido año tras año de trabajo duro”, dijo. “Ganar los 800 en los Juegos de 2012 fue una maravilla, y aquí estamos, diez años después. Me siento muy orgullosa de eso. Y me entusiasma el futuro”.
El futuro de las nadadoras de más de 25 años suele ser incierto. Sin embargo, hay indicios de prosperidad en el universo inaccesible de Ledecky. Si se parcelan los 100 metros finales que cerraron los 800 de los Mundiales de 2015, la americana registró 30,56s en el penúltimo largo y 30,70s en el último. Hasta ahora fue su mejor remate mundialista. En Budapest su aceleración mejoró: nadó en 31,00s entre el paso por el 700 y el 750, y voló en 30,68s en el último largo.
Agotada por el esfuerzo, se aferró a la corchera y apretó los dientes cuando verificó la marca de 8,8. Como si lamentara no haber empujado un poco más en los primeros 500. Debajo de la cara de mármol recién sacado de la cantera bullía una ambición inagotable. La clase de fuerza que, despedido Caeleb Dressel, tira de la armada de Estados Unidos.
Cuenta la historia que en mayo pasado le destrozó la plusmarca mundial de los 400 libre la australiana Ariarne Titmus, su gran rival, que le quitó también la corona olímpica en ese mismo tramo en Tokio. Cuando todo el mundo esperaba un duelo de altura con la revancha en juego, Titmus prefirió no viajar a Budapest. “No me interesa el Mundial”, justificó. Prefiere prepararse para los Juegos de la Commonwealth, que se harán a partir del próximo 28.
La penúltima jornada de natación dejó un nuevo récord mundial, en el relevo corto 4x100 libre, que consagró al cuarteto mixto de Australia en la final ante Canadá y Estados Unidos. Jack Cartwright, Kyle Chalmers, Madison Wilson y Mollie O’Callaghan –de apenas 18 años, que se colgó el oro en los 100 libre– marcaron un histórico 3m19s38, que pulverizó por solo 2 centésimas el récord de EE.UU. establecido en Gwangju, Corea del Sur.
Otros de los nombres fuertes fueron el de la australiana Laylee Mckeown, medalla dorada en los 200 metros espalda y el húngaro Kristof Milak, campeón en los 100 mariposa.
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