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Mundial de Qatar 2022: Khaled, el artista de la cetrería que bromea con Lionel Messi y viaja con sus halcones en avión privado
En Doha es una tradición entrenar aves para la caza y se pagan miles de dólares por un ejemplar
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DOHA (Enviado especial).- Levanta la mano y le ordena a Yusuff que traiga té y una botellas de agua para sus invitados. Habla por teléfono, nunca deja de hacerlo. Levanta la mano e indica que les den de comer a sus criaturas y Ahamad no pierde tiempo y les acerca un trozo de pollo. Explica cada detalle de su trabajo, dibuja con precisión cada elemento que utiliza, escribe con prolijidad para que se comprenda cómo se denomina cada una de ellas. Enciende su medwakh (pipa) por enésima vez, se ríe, bromea acerca de Lionel Messi y mientras tanto cierra un negocio respecto de su arte. Se acomoda su dishdasha (la característica túnica blanca) y pide que le den un segundo antes de tomarle una foto para dejar impecable su ghutra (el pañuelo blanco sobre su cabeza con una soga negra). Quiere que las capturas se luzcan en su Instagram, donde permite conocer sus viajes en avión privado juntos con sus halcones, sus paseos por París, las subastas a las que asiste. Khaled Alkaja es una auténtica personalidad dentro del universo de la cetrería, el arte histórico de criar, domesticar y entrenar aves rapaces para la caza. Y ese status merece estar a la altura.
Juega con Gamra, uno de sus halcones, que tiene 5 años y está valuado en unos 7 mil dólares. Pregunta a sus interlocutores qué equipo se quedará con la Copa del Mundo. Y detrás le dice a uno de sus empleados, Abdullah, que esté atento y que le quite la burkaa (una pequeña pieza de cuero que se coloca sobre la cabeza y cubre los ojos del halcón). Relata con pasión que es un arte que comenzó a desarrollar cuando vivía en Siria, porque su padre se lo enseñó, ya que su abuelo fue el primero en dedicarse a la cetrería. Cuenta que todos los días viaja a unos 40 kilómetros del centro de esta ciudad para entrenar a sus aves y que se alimentan dos veces por día con carne fresca, que puede ser de conejo o pollo.
En su local, en Souq Waqif tiene 11 halcones a la venta y los cuidan con una dedicación que impacta. Incluso, ofrece clases para turista y vende cada uno de los elementos que se utilizan para la actividad: dass (guantes), mekhlah (bolso que va atado a la cintura), spuoq (la correa que va sobre las patas del halcón), el waker (una base para que aterrice el animal) y hasta GPS (que se colocan sobre el ave para localizarla cuando vuela sobre el desierto).
El precio de una de estas aves, que los qataríes utilizan para cazar, va de los 100 dólares a más de 250.000 y pueden vivir entre cinco y 30 años. Khaled explica que suele modificarse el valor de acuerdo al plumaje, el brillo, la amplitud de sus alas, sus garras… Incluso cuenta que pueden llegar hasta los 300.000 mil dólares y cuenta que jamás vio un halcón que pueda valer 1.000.000 de dólares y no duda en decir que esos valores sobrevuelan de mitos urbanos.
“Los ojos de los halcones son enormes, ellos tienen un sistema de visión similar al de una cámara fotográfica con 4 objetivos: son similares a dos lentes panorámicos y dos de largo alcance. Con la misma claridad que nosotros podemos ver esta taza de té que tenemos a pocos metros, ellos ven un conejo a 10 kilómetros de distancia. En proporción, su corazón es cuatro veces más grande que el nuestro, y es uno de los animales más rápidos del mundo: en picada pueda alcanzar hasta los 360 kilómetros por hora”, relata Khaled.
En la temporada de halcones, entre otoño e invierno, cuando el clima es más templado en el Golfo, los qataríes se miden en competencias. Estos torneos se dividen en varias categorías y premios. Compiten por el mejor halcón, el halcón más rápido en la caza, el cetrero junior, el cetrero prometedor, el cetrero experto. Los premios también son varios y pueden llegar hasta QAR 500.000 (US$ 137.000 aproximadamente).
“Honestamente se establece un vínculo muy fuerte con el halcón y nosotros con ellos. Comemos y entrenamos juntos. Si voy en mi camioneta el halcón se coloca en el sitio del copiloto, reconoce mi voz y está tranquilo, pero si otro intenta tocarlo puede ponerse agresivo. Cuando salimos de caza, yo me pongo feliz por sus logros y él se esfuerza para que esté orgulloso porque busca la mejor presa”, cuenta Khaled, de 47 años, pero radicado en Qatar desde hace 20.
Todos, absolutamente todos los cuidados se le dan a estos ejemplares. Mientras sigue hablando por teléfono, charla con un amigo saudí y consultan si la selección argentina será campeona del mundo, Khaled hace un gesto casi imperceptible y sus empleados salen a barrer el sector donde están los halcones. “El negocio, es el negocio”, dice y suelta una carcajada.
En Qatar, la cetrería es una tradición muy importante. Los hombres son los que principalmente practican este deporte (aunque también hay mujeres que se dedican a la actividad). En 2010 este arte milenario fue inicialmente incluido en la lista de la Unesco como patrimonio cultural inmaterial de 11 países, entre ellos Qatar. “Es también una actividad utilizada para establecer vínculos entre padres e hijos educando no sólo el deporte sino también valores como la paciencia, la disciplina y la perseverancia”, cuenta Khaled.
Es tan importante este arte aquí, que en el centro de esta ciudad está el Falcon Souq Qatar, que tiene un hospital para halcones dedicado a su desarrollo y bienestar. Hay una sede en Souq Waqif y otra en Al Khor, incluye todas las comodidades esenciales desde equipo médico, máquinas de rayos X, unidades de cirugía y hasta sala de emergencias. Se calcula que al día se pueden llegar a atender hasta 150 halcones con diferentes necesidades. Reciben animales que requieren el limado de las garras o algunos que llegan allí por el implante de plumas, un procedimiento de máximo cuidado, ya que pueden perderlas en la vida salvaje, lo que minimiza su valor o estética.
Khaled, ama su actividad, apura una taza de té, acomoda el tabaco de su pipa y cuenta que suele participar de las subastas que se realizan de halcones en la ciudad. En la última Suhail, el evento internacional que se celebra aquí, donde se puede comprar y vender estas aves, se subastó un ejemplar por 911.000 riyales qataríes (250.000 dólares). Los entendidos aseguran que, en esta región, cuanto más grande y blanco es el halcón, más dinero se paga.
Permite que Gamra pose sobre las manos de algunos visitantes, después él se pone a jugar con su ave. Impone respeto el halcón y también Khaled que vuelve a pronunciar algunas palabras en árabe y sus empleados activan otra vez la limpieza. Se ríe una vez más, se interesa nuevamente por Messi, consulta por la posibilidad de obtener yerba mate, se sorprende porque se le asegura un paquete de regalo y se despide, pero antes necesita dejar en claro: “Esta pequeña ave es muy poderosa y muy inteligente; ellas piensan, reaccionan y no olvidan lo que les enseñas. No se olvidarán que ustedes estuvieron aquí”.
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