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La mujer que venció a los prejuicios tras una moneda al aire y con el caballo del corazón sobrenatural
Helen Bates Chenery nació en 1922 en New Rochelle y creció en Pelham Manor, un poblado vecino dentro del mismo estado de Nueva York, mientras Estados Unidos comenzaba a atravesar por la Gran Depresión. Vio en su adolescencia como su padre, Christopher, resurgió de la pobreza al invertir en empresas de servicios públicos y llegó a fundar una compañía de Gas. Con el tiempo descubrió que no sólo los unía la sangre, sino principalmente la pasión por los caballos.
Fue la menor de tres hermanos y llevar el mismo nombre que su madre hizo que siempre para todos fuera Penny. Así la llamaban en el campo en el que vivían, donde comenzó a montar a los 5 años. También en la escuela, cuando potenció su aprendizaje sobre la equitación en una secundaria a la que varios compañeros también llegaban galopando desde sus casas. Incluso, en su rol de asistente social de la Cruz Roja en Francia, al final de la Segunda Guerra Mundial, ayudando a soldados tras haber renunciado a una de las empresas estadounidenses que diseñó embarcaciones que se utilizaron para... la invasión a Normandía.
Al regreso a su tierra, en 1946, Penny no sólo siguió ligada a la organización benéfica, sino que fue una de las apenas 20 mujeres entre 800 hombres en cursar en una escuela de negocios ese año. Allí conoció a John Bayard Tweedy, con quien se casó tres años después y vivió durante casi dos décadas en Denver, Colorado. Criaba a sus cuatro hijos, montaba sus caballos, atendía el hogar y esquiaba en tiempos de grandes nevadas. Para entonces, su padre ya había creado Meadow Stable, una cabaña de cría de purasangres al sur de Virginia, con el sueño irrenunciable de formar un ganador del Kentucky Derby, la prueba de turf más célebre.
Siempre rentable, el haras comenzó a perder dinero a fines de la década del ‘60 cuando Chenery padre enfermó y quedó discapacitado. Los hermanos de Penny planearon vender todo apenas Christopher fue internado, pero ella fue contra los prejuicios y tomó las riendas del emprendimiento para intentar seguir en la búsqueda del campeón que desvelaba a su progenitor. Como si intuyera que lo mejor estaba por llegar, en lo deportivo.
Christopher ingresó al New Rochelle Hospital a fines de febrero de 1968, poco después de fallecer su mujer, y permaneció allí hasta su muerte en enero de 1973, ocho meses después de que Riva Ridge ganara el... Kentucky Derby, cuando la quiebra de la cabaña parecía irreversible. Y que otro de sus potros, Secretariat, lograra a continuación siete triunfos en nueve carreras, lo que le valió el título de Caballo del Año. En medio de la traumática despedida resultó un mimo a la perseverancia de Penny, aunque la cabeza de su padre ya no registraba lo que pasaba a su alrededor hacía bastante tiempo. Incluso, el milagro de que una moneda al aire fuera la que marcara el destino dentro de la historia.
De esa manera azarosa, Secretariat había quedado en poder de los Chenery. En la oficina de Alfred Vanderblit, por entonces presidente de la Asociación de Carreras de Nueva York (NYRA, según sus siglas en inglés), el cara o cruz había determinado el orden de los derechos de los productos que parieran dos yeguas, entre ellas Somethingroyal.La prioridad, testigos de por medio, fue para Ogden Phipps, el agente de bolsa dueño del padrillo (Bold Ruler) que le presentarían. En 1969 nació una hembra, The Bride, que nunca pudo ganar. Al año siguiente, a Penny le quedó el alazán de blancos muy pronunciados al que había visto nacer en los primeros minutos de ese lunes 30 de marzo. Cada mes, ella iba y venía desde su casa de Colorado al establo en Virginia, las veces que fuera necesario.
Secretariat, el sexto nombre pensado a la hora del bautismo, no fue simplemente el Caballo del Año en aquel 1972 (y también en 1973). Es una leyenda.Ganó 16 de sus 21 carreras, en nueve hipódromos de los Estados Unidos y Canadá, incluida la Triple Corona de 1973, una hazaña que ningún otro potrillo conseguía en la hípica norteamericana hacía un cuarto de siglo y que nunca había logrado una propietaria mujer allí. En las tres pruebas, además, el caballo marcó tiempos récords que permanecen vigentes en esas pistas: 1m59s2/5 los 2000m en Churchill Downs, 1m53s los 1900m en Pimlico y 2m24s los 2400m en Belmont Park. El segundo de ellos llegó con una dosis de polémica, ya que fue homologado en... 2012. Habían quedado dudas, presuntamente porque el reloj del Preakness Stakes no estaba correctamente ajustado y marcó dos segundos más, y un reclamo muy posterior de Penny hizo que la Comisión de Maryland revisara la carrera, aceptara la falla y efectuara la corrección.
El Preakness Stakes de 1973
El éxito de la consagración del caballo que corría con una especie de máscara cuadriculada que replicaba el formato de su chaquetilla llegó por 31 cuerpos el 9 de junio de 1973, el día que Carlos Reutemann abandonó tras ir al frente 12 de las 24 horas de Le Mans con una Ferrari. Tuvo más potencia Secretariat en Nueva York y la manera en la que consiguió la Triple Corona hizo que ESPN lo incluyera en el puesto 35 de los 50 mejores atletas del siglo XX. ¡Fue el único "no humano" en aparecer en toda esa lista! Para mejor, la conquista en el Belmont le valió aparecer en otro ranking de la cadena: lo consideró la segunda mejor actuación individual de ese período, sólo por detrás de los 100 puntos anotados por Wilt Chamberlain en una derrota de su equipo, San Francisco Warriors, en la NBA. El grupo de trabajo del caballo lo encabezaban dos celebridades canadienses, el entrenador Lucien Laurin, que pensaba en retirarse poco antes de conocer a Penny, y el jockey Run Turcotte. A su lado, Eddie Sweat, el peón, que falleció de leucemia en 1998.
El Belmont Stakes de 1973
Llevado a la reproducción, Secretariat tuvo casi 600 hijos, más de la mitad ganadores y 41 de nivel clásico. Ninguno ni parecido. Nadie podía imaginar algo así. Tampoco, que luego de una laminitis que terminó con su vida cuando tenía 19 años fuera sometido a la tradicional necropsia y se descubriera que el corazón del campeón pesaba cerca de 10 kilos, cuando en promedio ese órgano está alrededor de los 4 en los caballos. Limitar a esa particularidad su capacidad atlética sería injusto, por la pasión y el esfuerzo que unieron todos los que lo rodearon.
Con Secretariat se rompió, incluso, con una tradición. En lugar de sepultar su cabeza, cascos y corazón, como suele suceder, se lo enterró completo. Sobre la tumba en Clairbone Farm siempre hay coloridas flores frescas. A la estatua en su honor levantada en Belmont Park se le sumó en 2019 otra en Keeneland; son prácticamente santuarios para los aficionados. Se conocen, por lo menos, otros cuatro bronces fuera de los jardines de esos hipódromos en homenaje al que se considera como el purasangre más admirado de todos los tiempos.
La épica y las historias entrelazadas motivaron a construir un guion para el cine. Para representar a Secretariat, un vaquero con experiencia en filmaciones de Hollywood seleccionó cinco caballos, de los cuales tres habían pasado sin trascendencia por los hipódromos. Los otros dos fueron Longshot Max y Trolley Boy. El primero de éstos fue seleccionado mediante un casting al que se llegaba luego de enviar una foto y confirmar las semejanzas. El otro surgió de la Fundación Secretariat, una entidad que organiza cada año un concurso benéfico para elegir al más parecido de los que sean presentados y ése había sido el último ganador por entonces, en 2008.
Cuando se hizo la producción de la película, aseguran que Penny fue consultada y pidió que hubiera rigor en la narración, se evitaran los excesos sentimentales y ella saliera en alguna toma como extra en medio de los espectadores. Falleció hace casi tres años, a los 95. Sus hijos aseguran que fue la fuente de inspiración para decenas de mujeres que querían insertarse en el mundo de la hípica. "Si le dices a alguien que estás en el mundo de las carreras de caballos, la primera pregunta que te hace es si has ganado el Derby. Si dices que no, se habla de cualquier otra cosa. Si dices que sí, cambia la atmósfera a tu alrededor", solía decir. Ella también la cambió.
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