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Metamorfosis: como un mundo de oportunidades
La transformación de los alrededores de Twickenham, con vecinos que generan negocios redituables y otros que se quejan de la suciedad
LONDRES.– Para el que no le gusta el rugby, vivir cerca del estadio de Twickenham puede ser una pesadilla: hinchas borrachos orinan en los arbustos de los patios de las casas, tiran las latas de cerveza en la calle y vomitan en las veredas. Es una escena que se repite en cada partido de la Copa del Mundo, con la particularidad de que el estadio de rugby más emblemático del mundo es una especie de Coliseo remozado en medio de un antiguo poblado: Twickenham es una localidad de apenas 52 mil habitantes, perdida en la Zona 5, al sudoeste de Londres.
"Aguantamos el desastre que generan los fans en cada partido y nunca vimos una libra de lo que se recauda ahí enfrente", se quejó el vecino Martyn Day, señalando el estadio que asoma grandioso entre las casas victorianas. Las quejas son lógicas, pero las reglas estaban escritas de antemano. El estadio se terminó de construir en 1909. "Me río cuando escucho a mis vecinos quejarse: cuando se mudaron acá el estadio ya existía hacía un siglo", dijo con ironía Paul, otro residente del barrio.
Twickenham seguirá siendo la casa del rugby inglés por muchos años. Entonces, a los vecinos les quedó un consuelo astuto: hacer dinero de los miles de hinchas que invaden su barrio cada vez que hay rugby. ¿Cómo? Montando stands de comida y merchandising en la entrada de sus casas. Dos amigos que vieron el negocio hace rato son los londinenses Stewart y Freddy. Se conocieron en una fiesta universitaria en 2005. Freddy se financiaba los estudios de biología con una pequeña empresa de catering. Cuando Stewart le contó que vivía en Whitton Road, la calle principal que desemboca en el estadio, Freddy le dijo que podrían ser socios perfectos: uno aportaría el conocimiento del negocio y el otro el "local" a metros del estadio.
Así, montaron una carpa entre la puerta de su casa y la vereda para vender hamburguesas y gaseosas durante los días de partido. Venden cerca de 500 hamburguesas de cerdo (£7 cada una) por match y facturan unas 4000 libras. De las bebidas recaudan poco porque no se puede vender alcohol. "Es difícil vender gaseosas porque al que le gusta el rugby le gusta con cerveza", contó Stewart, que como no paga alquiler tiene un margen de ganancia muy alto.
El único gasto que tienen que afrontar los vecinos de Twickenham para montar un stand en la puerta de su casa son las 115 libras por partido de la Street Trading Licence (licencia de comercio callejero) que pagan al Concejo Deliberante.
Para aplicar, llenan un formulario extenso donde deben responder, entre otras cosas, de dónde viene la comida que van a vender, cómo aseguran la cadena de frío y si tienen acceso a una canilla para lavarse las manos. "Si te fijás, no vas a encontrar vendedores ambulantes informales en la calle, porque a los que no pagan la licencia los pueden sacar", contó Freddy, que hace catering para fiestas, pero en la última década sus mayores ingresos vinieron del rugby con el Seis Naciones, los test-matches de Inglaterra y los 10 partidos del Mundial en Twickenham.
Las casas cerca del estadio son fuente de ingreso también para comerciantes con buen ojo para hacer plata. Trevor vive a 50 kilómetros al sur de Londres, pero conoce el negocio del merchandising en los estadios. Sin un conocido en el barrio, unos meses antes del Mundial simplemente tocó la puerta de la casa al 26 de Whitton Road, a cuatro cuadras de Twickenham. Le ofreció a la dueña alquilarle la entrada de la casa por los diez partidos y montó un puesto de productos del Mundial.
"Ojalá viviera acá. Aun con la renta que se paga en esta zona, en un buen día, en un partido, podría pagar todo el mes prácticamente", dijo el inglés, que también vende merchandising en los partidos de fútbol de la Premier League.
Una casa de cuatro dormitorios –son grandes las propiedades en esta zona– cuesta unas 3000 libras por mes. Trevor paga las £110 de la licencia y £400 a la dueña por usarle la entrada en cada partido. Entre bufandas (£10), banderas (£7) y gorros (£10) vende cerca de 2500 libras cada match. "Es mejor para el business que Inglaterra haya sido eliminada en la primera rueda" ¿Por qué? "No compraban mucho. Los que más compran son los australianos", contó.
Los 150 comerciantes callejeros registrados en la zona de Twickenham generan un negocio millonario a pesar de no poder vender lo más buscado: la cerveza. Para eso están los pubs, segunda casa de los vecinos durante todo el año, menos cuando se juega rugby en el barrio. En esos días sólo les queda la alternativa de hacer dinero con los hinchas. Y no les va para nada mal.
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