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Mateo Ormaechea, el chico que corre detrás de un sueño: ser atleta olímpico
Comenzó a correr hace tan sólo 3 años y hoy es uno de los integrantes del seleccionado argentino de atletismo que representará a Argentina en los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018; la vida de un chico que encontró su pasión en el atletismo
Hace poco más de tres años era el blanco de todas las cargadas cuando decidió empezar a correr. “Andá a bailar malambo…”. Este y otro tipo de comentarios escuchaba todos los días Mateo Ormaechea cuando por curiosidad decidió intentar correr, buscando un escape o una salida a tanta soledad. A los 6 años se había despedido de su Nogoyá natal para irse a vivir al sur con su mamá. Después de tres años había decidido volver a su lugar de origen, pero ya nada era lo mismo. Comenzó a vivir con su abuela y a encerrarse en su propio mundo. Su vida iba de la escuela a la casa y de la casa a la escuela.
“Estaba todos los días encerrado y aburrido mirando televisión. Vivía con mi abuela en su casa, que tampoco tenía un patio donde poder hacer alguna actividad, así que lo único que hacía en ese momento era ir al colegio y mirar televisión", dice Mateo. Y añade: "Casi no tenía amigos, me la pasaba encerrado. Empezar a correr me ayudó a despejarme y a hacer alguna actividad". Admite que no era bueno en el arte de correr. De hecho afirma sin tapujos que "era muy malo corriendo, mis compañeros se reían y me mandaban a bailar o a zapatear a otro lado". El problema era real: Mateo corría cayendo con todo el peso en el talón y hacía un ruido terrible a cada paso y todos lo cargaban por eso. "Durante todo el primer año me banqué toda las cargadas de los chicos”, recuerda. Sin rencores y hasta con agradecimiento, habla de cada uno de sus compañeros de entrenamientos. Aquellos que en su momento lo cargaban, hoy son sus amigos, su familia y los que se esfuerzan para tratar de seguirle el ritmo en una pasada. Los que lo van a buscar cuando las ganas de entrenar no aparecen y hasta hacen posta en la pista para que no afloje el ritmo.
-¿A que edad empezaste a correr?
-Arranqué a los 13 años. Un amigo de la escuela entrenaba atletismo y siempre venía a la escuela con unos trofeos hermosos, muy grandes. Ahí pensé que me gustaría correr y poder ganar copas como esas. Así que le pregunté donde se podía entrenar y empecé a ir con Daniel Taborda que es quien entrena acá, en Nogoyá, a todos los chicos. Yo no tenía mucho contacto con el deporte, alguna vez había hecho fútbol, algo de rugby pero tampoco me entusiasmaba. Mi papá quería que corriera en moto, porque al le gusta mucho todo eso, pero mi mamá no quería y a mí en ese momento, tampoco me interesaba demasiado.
Daniel Taborda es empleado municipal, pero su pasión y amor por el atletismo hacen que cada tarde sea quien inspira y enseña a cada chico del barrio para que se sume a su escuela de atletismo. Sabe que con sólo un par de zapatillas pueden comenzar a hacer una actividad que les mejore su calidad de vida, que los aleja de la calle y las oscuras tentaciones que acechan a la juventud
-¿Conocías algo de atletismo?
-La verdad no, no conocía absolutamente nada. El único registro que tenía de haber visto alguna vez algo relacionado con el atletismo fue cuando pasaron por televisión a un señor corriendo con un colectivo. Obviamente que con el tiempo supe de quién se trataba (Usain Bolt) pero en ese momento a mi me llamó más la atención el colectivo que la persona que iba corriendo al lado.
Cuando todavía no habían pasado dos años desde que Mateo tuvo su primer contacto con el atletismo, el proyecto de los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018 ya lo tenía dentro de sus atletas. En ese 2015 se había coronado subcampeón argentino de Cross Country en La Rioja y se había me metido entre los cuatro mejores de Argentina en su categoría de 2000 metros y entre los tres primeros del país en 1200. Casi con vergüenza sin levantar la mirada, Mateo enumera los títulos logrados. Fueron tantos en tan poco tiempo que a veces pasa algunas marcas por alto. Mientras retuerce sus manos, repasa unos palmares que generan asombro. Nada mal para un chiquilín al que correr, en un principio, le costaba tanto.
-¿Como hiciste para lograr buenos resultados en tan poco tiempo?
-Estoy convencido de no haber nacido para correr, ni tener talento natural para esto, pero el entrenamiento y la práctica me fueron mejorando mucho. De hecho, cuando practiqué otros deportes no me destacaba por correr rápido ni mucho menos. Durante el primer año que arranqué a correr me banqué toda las cargadas de los chicos. Zapatié todo ese año hasta que de a poco empecé a mejorar aunque mi técnica todavía deja mucho que desear. Mejoré bastante. Ya en 2014 me propuse tratar de correr a la par de ellos. Me iba a la escuela con las zapatillas y del colegio me iba directo a los entrenamientos. Me había mentalizado en superarme y mejorar todo lo que pudiese.
Tanto se superó Ormaechea que hoy está dentro de los 10 atletas del seleccionado argentino para los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018 que se organizarán en Buenos Aires, un evento multideportivo internacional que se realiza cada cuatro años. Fernando Pastoriza, encargado del área de atletismo, comenta el trabajo que se ha realizado para estos Juegos: “Este proyecto arrancó en 2014 y cuenta con 5 entrenadores: Hugo Gómez (velocidad y vallas ), Daniel Gómez y Julio Piñero (lanzamientos), Javier Benítez (saltos) y Leandro Ghelfi (medio fondo, fondo y marcha). En el arranque comenzamos con una población de 245 chicos que ya estaban haciendo atletismo ,después de un año esa población creció a unos 2500 y el año pasado se incremento en unos 5000 o más". Para ello, realizaron testeos en casi todas las provincias del país por intermedio del Enard, donde evaluaron mas de 25000 chicos. Luego comenzaron a hacer campamentos por área en Salta, Oberá ,San Guillermo, Entre Ríos, Azul, Buenos Aires, Mar del Plata, etcétera. "A los chicos se le realizan controles médicos, nutricionales, análisis, clínicos, de consumo de oxigeno, test de campo divididos por área y disciplinas. Trabajamos con nutricionista, médico kinesióloga y psicóloga que forman el grupo interdisciplinario de la Confederación Argentina de Atletismo (CADA). La idea es llegar preparado de la mejor forma, porque sabemos que estos chicos son el futuro del atletismo en nuestro país”, describe su formador.
-¿En qué momento te diste cuenta que tenías posibilidades de ser un representante olímpico?
-A comienzo de 2016 fui por primera vez a hacer una pretemporada a Cachi, Salta. Fue una experiencia que me sirvió muchísimo. No sé si a nivel deportiva fue buena, ya que me costó asimilar tanto entrenamiento. Pero tomé conciencia de todo lo que significa ser un atleta: el descanso, la alimentación, el cuidado. Muchas cosas a las cuales yo no le prestaba atención y ahí aprendí a valorarlas. Después de esa pretemporada establecí mi primer récord nacional en 2400 metros con un tiempo 7m27seg.
-¿Qué crees que te falta mejorar?
-Todavía no puede superar eso de dar lo máximo cada día. Cuando estoy en las pretemporadas, o un ambiente de competencia me transformo soy otra persona. Salvo en la comida, después hago todo bien y al máximo, dándolo todo. Si ve a alguien haciendo un ejercicio, yo voy y me pongo pongo también a hacerlo. Si hay alguien que corre mejor que yo, intento superarlo o por lo menos seguirle el ritmo e imitar todo lo que hace. Eso me motiva muchísimo. En cambio cuando estoy acá en Nogoyá, me cuesta mucho más. Yo voy todos los días a entrenar y les veo las caras a los chicos que entrenamos y digo estos son mis amigos, no son mi rivales. Nosotros tenemos un grupo muy lindo que somos casi como una familia, nos juntamos a comer, a hacer tallarines a vender pollos para juntar plata para poder participar de las competencias. Estamos todos los días juntos. Los sábados a veces nos hacemos quince kilómetros en bicicletas para ir a entrenar con otros chicos al campo. Es imposible que yo los vea como mis rivales. Me cuesta dar el máximo y motivarme cuando estoy entre amigos.
Su sueño no sólo es representar a Argentina en los Juegos Olímpicos de la Juventud. Se anima y va más allá porque se imagina estudiando educación física, entrenando chicos para forjar un ambiente que como a él, ayude a los jóvenes a encontrar un porvenir. Mateo está en camino. No depende sólo de él. También del apoyo y del entorno. Y Mateo lo sabe. Por eso, busca que ese recorrido sea lo más placentero y exigente posible.
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