MARTIN RIOS

ROSARIO.- Hasta hace unos días, Martín Ríos era un ciudadano más. Como tantos otros que comparten el trabajo con el deporte en las horas libres. Pero la conquista de la medalla dorada en judo, en los Juegos Panamericanos de Winnipeg (en la categoría hasta 66 kg) lo sacó del anonimato.

El rosarino, de 21 años, se muestra tímido y reflexivo. Apenas si se escucha su voz. La fuerza, la audacia y el desparpajo, los deja para la hora de los combates. Con la ayuda imprescindible de Laura y Alcides, sus padres, y el apoyo de sus hermanos Nancy, Rodrigo, Carolina y hasta el pequeño Andrés, practica judo desde los 5 años. Y, desde 1997, divide sus esfuerzos entre su pasión deportiva y el taxi de su padre.

Por ahora, Martín lleva dos meses sin subirse al Renault 12 para hacer los viajes de rutina por las calles de Rosario. "Cuando se acercan torneos importantes, trabaja solamente mi viejo, así puedo prepararme con más concentración. Yo trabajo como tachero por varios motivos: porque me gusta manejar, porque así puedo ayudar a mi familia, y porque quiero tener independencia económica. No me gusta seguir dependiendo de mis padres y menos en estos momentos en los que las cosas están tan duras en todas partes."

Claro que dividir el tiempo entre el entrenamiento y el trabajo no es cosa fácil. "A la mañana, bien temprano, voy al gimnasio de la Academia Rosarina de Judo, donde practiqué toda la vida. A las 14 vuelvo a casa, pongo el bolso en el baúl del auto y me voy a trabajar hasta las 20. A esa hora vuelvo a entrenarme. No es nada de otro mundo; es lo mismo que hacen muchos deportistas amateurs de nuestro país. No nos queda otra que trabajar", cuenta con humildad.

Con algo de resignación se compara con otros países. "Recibo ayuda de la Secretaría de Deportes y de la Municipalidad de Rosario. Entre las dos cosas junto un pequeño sueldo de 400 pesos. En cambio, en otros países, a los deportistas que consiguen medallas, les pagan entre 4000 y 5000 dólares. Así pueden dedicarles más horas a las prácticas."

Cuando habla de la actuación argentina en Winnipeg su rostro se transforma y por única vez en la charla levanta la voz: "Me da bronca cuando la gente se asombra por la cantidad de medallas que sumó la Argentina. Pudimos ganar muchas más. Es más, me atrevo a decir que debieron ser muchas más".

Pero enseguida observa el horizonte, piensa en el futuro y recupera el entusiasmo: "En octubre se realiza el Mundial en Inglaterra. Van a estar los mejores, porque el torneo es clasificatorio para los Juegos Olímpicos. No me quiero tirar abajo, pero me conformaría con estar entre los diez primeros. Eso me permitiría estar en Sydney, que es mi mayor aspiración".

Martín Ríos se tomó algunos días de descanso. Por ahora siguen las notas y llueven las invitaciones. Está cómodo en su casa del barrio Plata, en el sudoeste de Rosario. De vez en cuando se entretiene jugando a la pelota paleta o al fútbol. "Aunque muchos amigos se enojen, poné que soy hincha de Newell´s."

En unos días más se terminará el reposo para Martín y será tiempo de poner todos los sentidos en sus dos objetivos. El tacho y una obsesión que le quita el sueño: codearse con los mejores en Sydney.

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