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Mario Moccia, presidente del COA: “Hay que dejar el exitismo de lado y poner los pies sobre la tierra”
El flamante presidente del Comité Olímpico Argentino pretende recuperar la autonomía del Enard para el financiamiento a los atletas y preparadores y apuntala un proyecto con resultados concretos en los Juegos Los Ángeles 2028; lo preocupa el caso Pignatiello en la natación
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Mario Moccia encarna la continuidad de Gerardo Werthein al frente del Comité Olímpico Argentino. A simple vista, a este profesor de Educación Física y licenciado en Gestión Deportiva lo espera un escenario bastante más complicado que al empresario, la mayoría de cuya gestión estuvo atravesada por la creación del Enard y un flujo de dinero que aceitó los complicados mecanismos del deporte nacional. “Soy optimista por naturaleza”, enfatiza sin embargo Moccia, de 61 años y secretario general del COA hasta el período anterior. Este simpatizante de Boca, socio de Lanús durante muchos años, casado con Miriam desde 1983, padre de tres hijas y dirigente por décadas en el handball panamericano, ya comanda la entidad del olimpismo local en medio de una economía nacional resquebrajada, sin los recursos estatales de otros tiempos para el deporte de elite en el país.
–¿Cuántas posibilidades hay de que el sector privado sostenga al deporte, dado que el Estado no tiene mucho más como para dar?
–Respecto al financiamiento del Enard, hay que recuperar la autarquía porque lo prevé el artículo 39 de la ley que establece la cesión del impuesto de 1% a la telefonía móvil, un aporte que llegaba en forma directa a partir de los contribuyentes. Hoy, el Tesoro nos da los aportes, pero no en los plazos que teníamos previstos y tampoco con el poder adquisitivo que deberían tener. Son aportes que se actualizan en función del Indec [elaborador del índice de precios], pero los ajustes no alcanzan a cubrir el desfasaje que genera el valor internacional del gasto, porque nosotros pagamos en moneda extranjera en el alto rendimiento pasajes aéreos, alojamientos, giras y equipamiento. Por eso sería importante recuperar aquel aporte que tuvimos hasta fines de 2017. Antes teníamos depositado en la cuenta ese 1% del impuesto a la telefonía móvil el día 30 de cada mes. Ahora el dinero está en la primera semana o en la segunda. Ese retraso genera una situación mucho más compleja para la gestión y la administración.
–¿Y cómo se atrae al aporte privado?
–Se consigue si hay interés y conocimiento de cuál es el destino de esos aportes. Nadie viene y pone plata porque sí. En este aspecto, tenemos que poner en valor al deporte ante los patrocinadores, para que se sientan parte de esa inversión en función de objetivos comunes. Los sponsors están y se comprometen si hay una mayor visibilidad y suma para sus políticas institucionales estar presentes con las figuras en determinadas competencias. Es una política para trabajar desde el área de marketing, desde la comunicación, y potenciarla, pero tampoco hay que descartar las inversiones provinciales o municipales. Se puede ir construyendo un grupo en una mesa federal, donde estén los que realmente tengan interés comprobado en el deporte, para ayudarlos a organizar eventos nacionales e internacionales de las distintas federaciones que integran el Comité Olímpico. Y que puedan recibir un reintegro de lo que inviertan.
–¿Es factible recuperar el financiamiento de la telefonía móvil en el próximo período legislativo, que quizás tenga una composición diferente en las distintas cámaras? Y de lograrlo, ¿eso impactaría a corto plazo, para los Juegos Olímpicos París 2024?
–La idea es que se le dé tratamiento a la ley del Enard ya a fines de este año o a principios de 2022. En eso coincidimos con el área de Deportes del Gobierno, en que se trata de un tema central. Es fundamental recuperar la autonomía. Lo único que queremos es restablecer el espíritu de la ley tal cual fue sancionada en 2009. Eso devolvería el equilibrio y nos permitiría más presupuesto para apoyar giras preparatorias, compras de equipamiento y pago de becas, porque hay que contar con más recursos para el plan de desarrollo.
–¿Cómo se llegará a los Panamericanos Santiago 2023 y los Olímpicos París 2024, los dos primeros grandes hitos deportivos que afrontará su gestión?
–Dirigentes y responsables técnicos estamos reuniéndonos con las federaciones en forma individual para hacer un diagnóstico correcto de dónde estamos, cómo quedamos en la pospandemia y en qué situación se encuentra cada deporte con miras a lo inmediato. Pero también tenemos los Juegos Sudamericanos de Asunción, del 1 al 15 de octubre de 2022. Los tiempos son cortos: es fundamental elaborar un estudio que muestre qué deportistas tenemos para proyectar en los próximos tres años, en qué condiciones estamos en cada disciplina, qué es lo que nos hace falta, si hay que cambiar de entrenador, si hay que mejorar el equipamiento, si se debe hacer algún ajuste, etcétera. Otro tema clave será proyectar en los Panamericanos de Santiago todos los deportes clasificatorios para París 2024, porque en Chile tendremos unos 16 o 17 deportes que conducirán a los Juegos Olímpicos. Y el otro aspecto es discutir este plan con la Secretaría de Deporte y el Enard para ver cómo garantizamos el financiamiento adecuado de lo que haya que apoyar en cada una de las disciplinas.
–¿En cuáles deportes olímpicos la Argentina está bien y en cuáles está mal?
–Hay muchos deportes bien proyectados para Asunción y Santiago, sobre todo, los de equipo. Y en las disciplinas individuales se debe realizar otro análisis. Por ejemplo, a partir del retiro de Paula Pareto en el judo. En el taekwondo todavía tenemos posibilidades, al igual que en el yachting. En el remo hay que recomponer, aunque tenemos material; el ciclismo atraviesa un recambio y se nos complica en el nivel olímpico... En natación hay que recuperar el nivel de Lima 2019, que fue muy bueno. Veremos cómo está Delfina Pignatiello, que fue un boom en aquellos Panamericanos, pero en Tokio 2020 no le fue nada bien. Además, en la gimnasia existe una generación que está yéndose y hay chicos que vienen proyectándose. Pero se debe poner sobre la mesa no sólo el resultado deportivo, sino también el proceso y la evolución. París 2024 ya está “jugado”; ahora hay que ajustar lo que tenemos y llegar bien. Los resultados de nuestro plan apuntan a Los Ángeles 2028.
–Mencionó a Pignatiello. ¿Es un caso aparte? ¿Qué harán con ella?
–Creo que sí, es un caso aparte. Estuve hablando con Fernando Terrile, el presidente de la CADDA [Confederación Argentina de Deportes Acuáticos] y le manifesté mi preocupación. Yo sé también que esa entidad está preocupada y nosotros ayudaremos en todo. Pero lo primero con Delfina es saber qué siente y qué piensa ella, cómo está y cuál es su situación. Porque todos imaginamos que es un tema psicológico, pero también hay que revisar cómo fue su preparación. Porque si terminó con la diferencia con que terminó ante sus rivales, evidentemente hay otras cuestiones por ver. La realidad es que no podemos perder a una atleta de este calibre, ganadora de tres medallas panamericanas, de semejante potencial.
–¿Qué relación tiene con la nadadora?
–La aprecio un montón, me parece una piba fantástica. Hay que ayudarla para ver cómo superar esta situación y, al mismo tiempo, ella debe terminar de procesar lo que atravesó en Tokio. No es fácil. Allá, en la capital japonesa, me tocó estar aislado en un hotel con Germán Chiaraviglio porque nos contagiamos de Covid –primero yo y después él–, y fue duro para un atleta que llegaba con toda la expectativa y el esfuerzo de entrenarse durante la pandemia, quedarse finalmente afuera. Es difícil procesar todo.
–En su presentación en el COA se mencionó la problemática de los entrenadores nacionales.
–Sí, tenemos que encontrar la forma de que sean full time, de que estén mejor remunerados, de que no estén distraídos con otras ocupaciones y de que podamos hacer un diagnóstico real, con el que no sólo aspiremos a clasificarnos sino también a figurar entre los ocho primeros y conseguir diplomas olímpicos. Es difícil porque hay que hacer un cambio de paradigma: debemos subir la vara de la aspiración, y para eso hay que modificar algunas condiciones de trabajo.
–¿Qué exigencia observa en la gente respecto del deporte nacional?
–Somos argentinos, y por lo general, exitistas. Creemos que somos campeones mundiales, pero la realidad es que en el alto rendimiento todos se preparan y compiten con profesionalismo y seriedad. Y acá juegan el presupuesto, el equipamiento, la infraestructura y los recursos humanos. No sólo es plata, sino un conjunto. Por eso hay que dejar de lado el exitismo, poner los pies sobre la tierra y pensar cuál es la mejor propuesta para cada disciplina. Como mencionaba antes: es fundamental que recuperemos protagonismo en la gimnasia y la natación, pero también en el boxeo y en el atletismo, porque son deportes que dan muchas medallas. Tenemos que ver cómo ayudamos para que eso ocurra, porque hemos ido cayéndonos.
–Durante el gobierno de Mauricio Macri se pensó en un traslado del Cenard al sur de la ciudad de Buenos Aires. ¿Qué ocurrirá?
–No soy quién para decir si el predio que tenemos desde hace años en Núñez tiene que cambiar. Sí digo que la Argentina no puede tener un único centro de alto rendimiento, con todo lo que representa el deporte argentino. El predio está en manos de la Ciudad y es un tema gubernamental que me excede, pero se tiene que ponerlo a disposición del deporte. Soy de la idea de que debe existir un centro nacional de alto rendimiento y un segundo para el deporte paralímpico. Ante todo, debemos optimizar el espacio. Como presidente del handball, que usó siempre el Cenard, sé que el espacio para la actividad no alcanza en los momentos pico.
–¿Y el Parque Olímpico de Villa Soldati?
–Tiene sólo el nombre. Hoy no cumple una función deportiva y ese lugar tiene que estar insertado en el esquema del deporte. Hasta donde yo sé, se hace allí sólo algún evento; sucedió que la pandemia diluyó todos los planes, pero se pudo decidir dos años atrás. Además, hay que trabajar en una reorganización nacional que permita tener centros regionales de mediano y alto rendimientos, para evitar el desarraigo temprano de los jóvenes. Se puede hacer una política para que los chicos desde los 12 hasta los 18 años trabajen en aquellos centros regionales y vengan esporádicamente a la ciudad. Que no que tengan que venir sí o sí a CABA por no tener otras posibilidades.
–¿Todavía hay que pacificar las relaciones entre el COA, el Enard y la Secretaría de Deportes?
–No; tenemos buena relación. Lo que sucedió en mayo en aquel Sudamericano de atletismo en Guayaquil [la aparición del influencer Santiago Maratea para recaudar dinero para que viajaran los deportistas] es un tema ya aclarado y que forma parte del pasado. Pienso en el presente y el futuro. El objetivo es gestionar en función de los atletas y del trabajo en equipo.
–¿Cómo imagina el final de su mandato en el COA?
–No lo imagino porque recién estoy empezando, pero sí sé que me gustaría llevar a la práctica esto de trabajar de manera colectiva, gestionando en conjunto con las federaciones, la Secretaría y el Enard, poniendo en valor todo lo que se genera en el nivel nacional, organizando eventos internacionales y llevando adelante una política abierta y participativa, con igualdad de género y participación de todos los sectores.
Un conflicto político en el handball que derivó en su suspensión
Mario Moccia pasó gran parte de su vida como dirigente en el mundo del handball. Fue presidente de la Confederación Argentina de este deporte, estuvo en la Federación Panamericana y es también miembro de la Federación Internacional (IHF). Su época más complicada se dio cuando la IHF decidió, en 2017, separar en dos la región América. “Fue algo que nunca se había hablado con nosotros. Yo, como presidente en su momento de la Panamericana y vicepresidente de la Internacional, no tenía conocimiento y nos sorprendió que avanzara el tema. Lo discutimos institucionalmente y nos pusimos de acuerdo en que no era lo correcto, pero a pesar de eso prosperó la idea de dividir a América en dos y me suspendieron del cargo que tenía mientras existiera el conflicto”.
Moccia relató los siguientes pasos de esta áspera historia, que tuvo al presidente de la IHF, el egipcio Hassan Moustafá –todavía en el cargo– como su principal enemigo político. “El TAS [Tribunal Arbitral del Deporte, con sede en Lausana, Suiza] terminó fallando en dos ocasiones en nuestro favor, diciendo que era totalmente nula la división de América porque violaba de los estatutos, pero aun así se siguió adelante. Fue una experiencia muy dura como dirigente, porque nos manejamos con la convicción de que había cinco continentes, no seis”, explicó el directivo argentino.
Un comunicado en duros términos que firmó en contra del presidente de la IHF derivó en una suspensión de la entidad mundial, lo cual llevó a Moccia a apelar en el TAS por una tercera sanción disciplinaria: “Entendió que ese comentario fue excesivo, pero lo hice sólo por la adrenalina del momento. Tuve que pagar una multa de 5000 francos suizos [5445 dólares] y estuve suspendido seis meses para participar en eventos, por eso en Lima 2019 no pude entrar a la cancha cuando Argentina ganó la medalla de oro en handball masculino. Pero hoy no tengo una sanción. Fue un tema político y no personal; el capítulo está superado”.
En aquel episodio también se señaló que no se había presentado una rendición de gastos por un millón de dólares cuando Moccia encabeza el handball continental. “Ese tema se metió en las redes y fue totalmente infundado, porque nunca la IHF le dio un millón de dólares a la Panamericana. Nunca. Eso surgió de un contrato privado de patrocinio con Qatar Airways, que está ejecutado, rendido y aprobado. Pero no tiene ningún asidero de nada, porque nunca se recibió nada de la Federación. Uno le rinde al que le da, y nosotros rendimos a Qatar Airways, la empresa con la que se firmó el contrato”.
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