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Marcelo Bielsa deja caer su máscara de hierro en Leeds: próximo a cumplir los 65, rio, saltó y disfrutó como un niño
El hombre de la máscara de hierro se ríe y salta como un niño, no para de estrecharse en largos y sentidos abrazos con sus jugadores, ahora que está al borde de los 65 años y el fútbol le dio una alegría que hace tiempo no experimentaba. El hombre que baja la vista en las conferencias de prensa ahora desprende el brillo de la emoción en su mirada. El profesional del gesto adusto y pétreo se divierte como si fuera ese amateur al que él recomienda siempre llevar adentro, no olvidarlo, aunque el fútbol se haya convertido en una industria y un gran negocio.
Si es difícil que un argentino triunfe en el fútbol inglés –sobremanera para alguien que después de dos años sigue necesitando de un traductor–, más complejo era imaginar a este Marcelo Bielsa exultante, desconocido, desbordante de felicidad. El Loco era rígido hasta para celebrar. Aquel "¡Newell’s carajo!" que gritaba a horcajadas de un hincha, como técnico campeón en 1990, sonaba a proclama reivindicatoria.
Solo por su vocación por el trabajo y sus firmes convicciones para defender un ideario futbolístico, Bielsa ya podría ser un muy buen entrenador. Pero el Loco no pierde oportunidad de remarcar que las derrotas enseñan, son aleccionadoras. Y algunos golpes muy duros, ninguno como el del Mundial 2002, lo llevaron a fabricarse una coraza. "Aprendan a tragar veneno que la recompensa va a llegar", les dijo una vez en un vestuario a los jugadores de Olympique de Marsella que acababan de perder inmerecidamente.
El emotivo encuentro de Bielsa con sus jugadores
[R] Thank you Marcelo! pic.twitter.com/4hf8T0QW8Z&— Leeds United (@LUFC) July 18, 2020
Si las derrotas invitan a levantar muros de protección, las grandes victorias desnudan al protagonista. El ascenso de Leeds a la Premier League, más el plus de ser campeón de la Championship con dos fechas de anticipación, corrieron el velo de la circunspección que es norma en Bielsa.
Desde que la derrota del viernes por la tarde de West Bromwich Albion allanó matemáticamente el ascenso, Bielsa entró en un carrusel de emociones que lo muestran en situaciones infrecuentes, con la emoción a flor de piel. Primero fueron los hinchas que se acercaron a la puerta de su casa, en las afueras de Leeds. Repartió "thanks you" para todos y se disculpó por no poder extenderse más en inglés. Pero sí entendió y respondió con un sonoro "nooo" entre sonrisas cuando un simpatizante le dijo "you’re God" (eres Dios).
Si bien ese breve encuentro social había sido cálido, los fuertes sentimientos se desencadenaron cuando este sábado se encontró con su plantel en el predio de entrenamiento Thorp Arch. A su llegada, sus jugadores lo esperaron en el playón de estacionamiento con el cántico que ya es un himno en la ciudad: "Maaaarcelo Bieeelsa…".
Kiko Casilla y la anécdota del control de peso
Kiko Casilla y una anécdota sobre Bielsa en Navidad [R]Gran entrevista en #Sportia con el arquero del Leeds Campeón de la #Championship, con ascenso a la #PremierLeague. pic.twitter.com/LyUWj970w7&— TyC Sports (@TyCSports) July 18, 2020
En uno de los salones, las jerarquías quedaron difuminadas. Bielsa pasaba a ser uno más entre sus jugadores, se hacía cómplice de los pedidos licenciosos. El defensor escocés Barry Douglas, en español, lo chicaneó: "Eh profe, profe, ¿mañana libre?". Y Bielsa, que hace de los entrenamientos una doctrina innegociable, concedió, con una sonrisa que no le cabía en el rostro: "Mañana, el lunes, el martes, el miércoles... ¡Que juegue el que quiera!".
Cerveza en mano, los jugadores desfilaban para darle abrazos largos, sentidos, con palmadas en las espaldas para sellar una comunión futbolística que también llegó a lo afectivo. Los futbolistas le decían "gracias", en español, y él les devolvía "thank you". A Kalvin Phillips, que era volante ofensivo y lo reconvirtió en un mediocampista central que está siendo observado por Gareth Southgate para el seleccionado inglés, le repitió "the best, the best" (el mejor).
Al español Pablo Hernández lo abrazó con la gratitud que le dedicó en varias conferencias de prensa, donde frecuentemente le resaltaba su técnica y panorama de juego. Con un "very good Tyler" fue al encuentro de Roberts, un media-punta que también puede actuar de centro-delantero, del que Bielsa dice que todavía no se vio lo mejor. "¡Patrick!", le gritó a Bamford, el N° 9 al que más de una vez defendió, por su aporte colectivo, de las críticas que recibía por las ocasiones de gol que desperdiciaba.
Sin dominar el inglés, Bielsa representa un fenómeno comunicacional, de feedback y empatía, con los hinchas y sus jugadores. Desde lo verbal, no se le puede adjudicar ni un gramo de demagogia para haberse ganado tanto cariño y reconocimiento. Quizá interprete como pocos el idioma universal del fútbol.
Este domingo se enfrentará con Derby County, el rival que la temporada pasada le descubrió el espía-gate y al que ahora ya no es necesario investigarle ningún secreto. La tarea ya está hecha y la misión del ascenso, concretada.
El martes, Bielsa cumplirá 65 años, edad de riesgo en tiempos de pandemia. La edad de un director técnico que entrando en la veteranía del oficio rio como un niño y se inmunizó de penurias pretéritas.
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