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Eliud Kipchoge, iluminado por la historia
Pasó Breaking 2 y, a modo de reflexión, una mirada sobre el acontecimiento histórico del sábado 6 de mayo en el Autódromo de Monza
En las múltiples entrevistas que dio Jerónimo Bravo, entrenador del récord mundial (58m23s) en medio maratón y partícipe de Breaking2 Zerzenay Tadese , aclaró a destajo que no tenían certezas de que lo lograrían (correr el maratón por debajo de las dos horas), sino que “se trataría de correr sabiendo de que existen posibilidades de lograrlo”. Antes, cuando a finales de 2016 Nike anunció su cruzada improbable y después de oír los fundamentos no sólo de Bravo y el resto del equipo competitivo, sino de las decenas de fisiólogos, ingenieros, diseñadores y deportistas que participaron en el proyecto, los caminos se bifurcaron entre aquellos que creían en el proyecto y quienes lo desacreditaban desde un primer comienzo.
Para unos y para otros el resultado no distaba demasiado. Proeza en el caso de los optimistas y creyentes, ventaja deportiva y fracaso para aquellos escépticos de Breaking2. En medio y gracias al astronómico presupuesto, la marca de Oregon, una de las pioneras del atletismo moderno occidental, redujo a tiempo récord años de estudios y avances científicos en pos de una empresa de riesgo. La falta de tiempo la suplió con el mejor equipo de profesionales, un auténtico dream team de la ciencia deportiva en combinación con lo mejor del departamento de diseño y biomecánica de la marca, conocida por innovar y diversificar sus productos para explotar al máximo los beneficios de la ciencia al servicio del atleta siempre cuidando al diseño, mas una suculenta campaña de Nike, fiel a su estruendoso estilo, pero con un desafío tan atractivo como aquellos a priori imposibles, en este caso darle una posibilidad al hombre de correr un maratón por debajo de los 120 minutos.
El sábado 6 de mayo a las 5.45 de la mañana, en el Autódromo de Monza, en Italia, Eliud Kipchoge, el único con previsibles chances reales de consumar la hazaña, estuvo a veintiséis segundos de lograrlo. Eliud, que además de haber ganado siete de sus ocho maratones, es el más regular de los maratonistas actuales y es quien mejor se adaptó a la calle luego de su paso por la imprescindible pista. Antes de que su vida cambiara para siempre el 6 de mayo, había logrado además de bronce olímpico en 5.000 en Atenas 2004 y Pekín 2008, una presea dorada en Río 2016 en maratón meses después de haber corrido el tercer mejor tiempo de la historia para los 42,195km.
A Kipchoge, que mientras prepara un maratón vive como en sus comienzos limpiando la letrina del campamento, lo convenció no solo el dinero sino sobre todo la posibilidad de hacer algo grande para la humanidad. A partir de él, Nike le dio sustento a una parafernalia que a medida que se acercaba el “mes X" y después de haber realizado el test en medio maratón el 7 de marzo, tenía mayor seriedad. Con su actualidad, Eliud era la razón más humana posible a algo sumamente improbable. Los números más resonantes de la carrera ya han sido revueltos y asombran al mundo. A propios y ajenos a este deporte. En promedio, el keniata de 32 años corrió a 2.51 el kilómetro (necesitaba un segundo menos por 1000 para rebajar las dos horas), pasando en tiempo de récord mundial las distancias de 25, 30, 35 y 42 kilómetros.
Con Joan Benoit Samuelson y Allyson Felix esperándolo para cortar la cinta, Kipchoge marcó un tiempo final de 2h00m25s, una marca fantástica para un iluminado por la historia del deporte moderno. El mejor registro oficial para la distancia es de Dennis Kimetto con 2h02m57s (todavía vigente por la no homologación total de Breaking2), a una media de 2m54s por kilómetro. Horas después, Nike anunció que muchas de las estadísticas posteriores y los entretelones de la ejecución se conocerán en un documental de la National Geographic. Así, el gigante deportivo seguía agregando más grageas a su historia. Es decir, a Breaking2, a pesar de la transmisión por streaming que tuvo en vilo a millones de personas sin importar el uso horario de su país, le queda un capítulo más. ¿Será el último? Ya lo veremos.
En las antípodas del pensamiento único de que Breaking2 pudiese afectar la credibilidad del atletismo, en la madrugada del 6 de mayo (a las 00.45 de la Argentina) vimos una verdadera demostración de destreza física y mental, de fuerza y de resistencia. De ciencia y fisiología aplicada a un deporte legendario y primitivo, siempre acostumbrado a las gestas solitarias en un contexto colectivo pero poco habituado a este tipo de experimento más común en otras disciplinas y que guste o no, con la carga extra del show, ayuda a la difusión de la disciplina que tantos adeptos tiene.
Lo que se vio en Monza no fue atletismo en su más pura expresión ni respondió a una práctica repetida de la historia, aunque no por eso debemos dejar de entender y resignificar lo que ocurrió dentro de lo que es, un experimento de un atleta contra variables físicas propias y del entorno. Nadie puede dudar que la prueba de Nike con el maratón como herramienta contribuyó a la difusión pero sobre todo a la rica discusión a corto y mediano plazo. Breaking2 fue una película con mucha fe poética para entenderla, mimetizarnos con la trama y el desenlace. Este evento fue una ficción que durante dos horas se volvió realidad, una quimera que se transformó en un sueño posible y que dio paso a un sinfín de conjeturas positivas para lo que viene.
Como el mismo Kipchoge afirmó unas horas después en conferencia de prensa, es difícil que el hombre pueda bajar las dos horas en un maratón convencional, aunque quedó demostrado que sí puede correr por debajo de ese tiempo. Es importante continuar entendiendo la premisa de Nike para comprender el contexto: Breaking2 hubiera podido ser una puerta hacia el abismo (fracaso) o de entrada a un mundo completamente nuevo. Ocurrió lo segundo. Caer en la comparación sobre si fue correcto el uso de liebres, sobre si las zapatillas están o no homologadas por la IAAF, la bebida fue provista más de por normal o sobre el uso de tecnología en la ropa nos pone en el evidente riesgo de caer en clichés o excusas fáciles. Pero sobre todo, evidencia al autoprejuicio y hasta puede ser contradictorio en un mundo donde absolutamente todo el deporte en su conjunto avanza a pasos agigantados de la mano de algo inevitable: la innovación tecnológica y científica. Con el criterio de los más vehementes críticos del proyecto, habría que revisar las liebres en cualquier maratón comercial, volver a correr descalzos como Bikila y consumir sólo agua durante una carrera. Desde atletas a periodistas pasando por médicos y fisioterapeutas, todos coinciden en la necesidad de llevar a cabo proyectos como Breaking2 o Sub2h (del científico griego Yannis Pitsiladis), capaces de demostrar en la práctica los avances innegables de la ciencia y de la tecnología. Uno de ellos es Marc Roig, fisioterapeuta y amigo de Kipchoge, que esa mañana 6 de mayo, desde la casa de Eliud Kipchoge en Kenia, confirmó muchos de los conceptos que le confesaba días antes a LNCorre.
Los mejores registros seguirán teniendo validez en los miles de maratones que hay dando vuelta al mundo y las victorias -o derrotas- continuarán siendo entre pares, emulando aquel inhóspito viaje de cuarenta y dos kilómetros de Filípides a Esparta. Nada de eso estuvo en juego esa mañana de mayo. Tampoco la leyenda de Eliud Kipchoge, que lejos de estar en discusión después de Breaking2 no hizo más que agrandarse. Nadie podrá decir que correr a 2:51 el kilómetro aún con concesiones es una hazaña utópica para cualquier ser humano. Kipchoge no necesitaba de Breaking2 para ser más grande, es cierto, pero su hambre de gloria, su enfoque y determinación como él mismo destaca, han hecho que le sumara una pagina estelar a su historia ya plagada de por sí de éxitos olímpicos y victorias en la pista y en la calle (Chicago, Londres, Berlín, solo por mencionar a las grandes). La pulseada en Breaking2 era entre el ser humano y la ciencia, entre un atleta frente al tiempo y el espacio. La pulseada se inclinó para el lado de la humanidad y es una buena noticia para lo que vendrá en un futuro que parece haber llegado.
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