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Maradona y Ramón Díaz: de la explosiva sociedad en Japón '79 a la grieta eterna
Maradona y Ramón Díaz no se hablan hace años, tantos que ni ellos deben recordar cuándo charlaron por última vez. La leyenda cuenta que después de España 82 nada fue igual..., y por cierto, luego de ese Mundial, el ‘Pelado’ nunca más jugaría en la selección. Pero en Japón ’79 funcionaron con explosiva complicidad. La Argentina convirtió 20 goles camino al título y ellos marcaron 14, entre los ocho de Ramón y los seis de Diego. "... ¿Saben quién le enseñó a definir a Ramón? ¡Yo, Papito...! En el '79, cuando fuimos a jugar el Mundial Juvenil a Japón, le metí en la cabeza que para hacer goles no tenía por qué agujerear a los arqueros... El "cabeza de termo" le apuntaba al pecho, cerraba los ojos y ¡pum!, era un asesino, sí, pero no era un goleador... Después, aprendió. De nada, Ramón", bromeó Maradona muchos años más tarde.
Y algo de eso sucedió. Aunque los méritos, en realidad, parece que le corresponden a Menotti. "El mejor ejemplo de lo que era el Flaco es Ramón Díaz. Ramón era 10, y el Flaco lo hizo 9. En las prácticas, Ramón erraba goles constantemente, porque le daba al arquero o pegaba la pelota en los palos. Hasta que César lo agarró y le dijo otra de sus célebres frases: ‘El gol es un pase a la red’, cuenta Simón. Rinaldi suma otra intimidad: "En varias prácticas el Flaco le imponía un trabajo especial a Ramón: tenía la obligación de amagarle al arquero siempre antes de definir".
Menotti me dijo que le metiera con todo, que podía llegar a ser el 9 de la selección. Es increíble lo que aprendí con él. Yo no tengo palabras para agradecerle
Maradona compartía la habitación con Juan Barbas. El Pelado Díaz, con Osvaldo Escudero. En la cancha se encontraban con un bordado de genialidad. En una evocación del propio Ramón Díaz, en el reciente libro "El fútbol del sol naciente", del periodista Guillermo Blanco, confirma lo que dicen sus compañeros. Simón y Rinaldi, no Maradona, je. "Menotti me dijo que le metiera con todo, que podía llegar a ser el 9 de la selección. Es increíble lo que aprendí con él. Yo no tengo palabras para agradecerle". Ramón no volvió a Buenos Aires con el resto del plantel, quizá un anticipo de la distancia que tomaría con aquel grupo. El riojano no se reúne con los campeones ni participa del activo grupo de WhatsApp.
Ni Ramón Díaz ni Menotti retornaron porque la Argentina tenía inmediatamente programados dos amistosos. Entonces, partieron hacia Berlín. Se perdieron la fiesta en las calles y los homenajes. El 12 de septiembre, solo cinco jornadas después de la final en Tokio, el Pelado debutaba en la selección mayor al reemplazar en el entretiempo a Sergio Fortunato. Perdió; unos días más tarde, también entró contra Yugoslavia, en Belgrado, y volvió a caer. Comenzaba una era que solo resistiría bajo el paraguas de Menotti: fueron 24 partidos y 10 goles entre 1979 y 1982. Con Bilardo, no jugaría nunca más.
Aquél fue el mejor equipo que integré en mi carrera, ¡nunca me divertí tanto adentro de una cancha! En aquel momento la definí como la alegría más grande de mi vida... ¡Qué lindo que jugábamos!
La gratitud –y admiración– de Maradona hacia Menotti comenzó en aquel 1979. Y eso que un año atrás había sufrido la decepción de perderse Argentina ’78. "¡A mí me enorgullecía eso de formar parte del equipo de Menotti! Estaba convencido de que él era el artífice de meternos en la cabeza a todos que ser campeones morales ya no servía para nada. Yo siempre digo y repito: cuando me fui a fichar a la AFA, a los 12 años, no vi ninguna Copa del Mundo, estaban todas las vitrinas vacías... Ahora, gracias a Dios, tenemos algunas, y en eso el Flaco tuvo algo que ver", cuenta Maradona en su libro "Yo soy el Diego".
Para Japón ’79, Maradona ya era Maradona. En la mayor había jugado una docena de partidos, había marcado tres goles, incluido el que le hizo al brasileño Emerson Leao ante Resto del Mundo. Pero tenía una espina... "Sabíamos que no podíamos perder. Particularmente yo: me había propuesto una revancha por lo del Mundial 78... Y en Japón la cumplí. Aquél fue, lejos, el mejor equipo que integré en mi carrera, ¡nunca me divertí tanto adentro de una cancha! En aquel momento la definí como la alegría más grande de mi vida... ¡Qué lindo que jugábamos! Y nos seguían todos, ¿eh? Basta con preguntarle a cualquier argentino qué recuerda de aquel equipo y seguro que te contesta: Era de locos. Nos levantábamos a las cuatro de la mañana para verlo por TV. Así era: durante dos semanas hicimos levantar al país a las cuatro de la mañana", resumió Maradona.
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