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Manuel Pellegrini: “Convendría no juzgar a los directores técnicos por su fecha de nacimiento”
A sus 67 años, el DT chileno conduce a Betis, la revelación de España; “Sin la gente, el fútbol pierde el 80% de su emoción”, le dice a LA NACION desde Sevilla en tiempos de Covid; Messi, Bielsa, Pochettino y Simeone, y un aviso sobre Gallardo: “Seguramente en un corto plazo lo tendremos trabajando en Europa”
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Responde desde su hogar, en Sevilla. Ya vivió en Quito, en Buenos Aires, en Villarreal, en Madrid, en Málaga, en Manchester, en la lejana Qinhuangdao china y en Londres. El inconfundible tono chileno resiste a un viaje por el mundo que comenzó hace más de dos décadas. Siempre trata de usted al interlocutor y administra bien las sonrisas, pero tampoco las retacea. ‘Un tipo raro, tan raro que hasta parece una persona normal’, escribió alguna vez Santiago Solari. Detectó una buena manera de elogiarlo. Dueño de una moderación que desconcierta a la frenética audiencia futbolera. ¿Tibio, aburrido? Sólido. Para Manuel Pellegrini no se trata de entretener, sino de construir conceptos, elevar la discusión, cimentar ideas. Ingeniero civil, al fin.
En Pellegrini no hay grietas ni filtraciones. ¿Cómo se siente en este fútbol que parece cómodo en la exhibición? “Pero no es sólo el fútbol el que ha elegido exponerse… La sociedad, a través de las redes, se ha abierto a buscar satisfacciones desde la exposición de su imagen. Personalmente, trato de mantener la privacidad, tanto en mi vida personal como también en mi función laboral. El rol del técnico es saber manejar de la mejor manera a un grupo, y siempre he creído en la discreción”.
-Pero llegaron Twitter, Instagram, Facebook… Hace 20 años el técnico sólo debía enfocarse en el juego.
-Hace 20 años no era un tema porque las redes no existían. Pero siempre las personas han tenido que prepararse para todo tipo de actividad y reacciones. No caben dudas de que ahora, a través de las redes, los jugadores reciben un plus de influencias y hay que saber manejarlo. Por supuesto, hay que estar muy al tanto y tratar de adaptarse a una nueva generación, que tiene otra mentalidad.
En tiempos tan líquidos, su obra no ha tenido interrupciones. Se recibió de entrenador en Coverciano, en 1988 empezó a dirigir y ya no se detuvo. “Si me hubieran dicho que iba a hacer esta carrera la hubiese recorrido con mayor tranquilidad. Dejar de ejercer como ingeniero fue una decisión arriesgada, pero no me arrepiento para nada. Después de entrenar diez años en Chile, he podido seguir trabajando casi 22 años de forma continua en el extranjero. Esa es mi mayor satisfacción, porque muchas veces, cuando no termina bien alguna experiencia, pasa un tiempo sin trabajar. Pero a mí me ha favorecido la continuidad. Miro hacia atrás y me tiene muy conforme lo que veo”, cuenta. Y eso que el comienzo fue traumático: en su estreno, 1989, fue el conductor del único descenso de la Universidad de Chile en su historia.
Le esperaba un tobogán de emociones. Conquistó el primer título internacional de San Lorenzo y conserva el récord de puntos en torneos cortos en la Argentina. En Real Madrid no le alcanzaron 96 puntos en la Liga porque justo el mejor Barcelona que se haya visto sumó 99. Es el técnico latinoamericano que más partidos ha dirigido en España. Llevó a Villarreal y a Málaga a terrenos inexplorados en la Champions. Es el único entrenador no europeo que obtuvo la Premier League. Perdió la final de la Copa Sudamericana con River ante Cienciano, lo eliminó Alcorcón de la Copa del Rey y no clasificó al Hebei Fortune chino a la Liga de Campeones de la AFC. Sí, ese tobogán de emociones. Esta temporada reconstruyó a Betis: marcha sexto y es la revelación de la Liga española.
-¿Cómo convive con la frustración? ¿Y cómo se cuida en el éxito?
-Ante la frustración, o un fracaso, hay dos maneras de afrontarlo: entregarse o desafiarlo. Mi carrera no comenzó de la mejor manera, pero me hizo muchísimo más fuerte el episodio del descenso: redobló mi desafío porque tenía que demostrar mucho más mi capacidad como técnico. Y eso mismo me ha permitido, en los momentos de gloria, o de éxito digamos, saber mantener un equilibrio que yo creo que es absolutamente fundamental en una actividad tan transitoria como el fútbol, donde rápidamente pasa de ser bestial a ser una bestia.
-Ha dirigido a más de 20 futbolistas argentinos en el exterior, de Sorin a Lavezzi, de Riquelme a Higuaín, de Gago a Agüero. ¿Les encuentra algún eje rector?
-Independientemente de las nacionalidades, en nuestra región hay una vivencia muy pasional por el fútbol… En Sudamérica el futbolista vive su profesión con más intensidad de lo que ocurre en Europa. Es una forma de vida que también se ve reflejada en el día a día, y voy más allá del fútbol. Eso mismo provoca que el futbolista argentino, y me ha tocado trabajar con muchos, como usted dice, tome la profesión con una pasión que lo lleva a distinguirse por su personalidad.
-¿Ya advertía a un técnico cuando los dirigía a Demichelis, Mascherano o Zabaleta, por ejemplo?
-En ellos, sí, y en otros también. Como el ‘Chacho’ Coudet, que está haciendo aquí una muy buena campaña en Celta, o Lucas Pusineri, que incluso ya trabajó en el extranjero. Era muy jóvenes entonces, pero ya podía notarse que estaban muy impregnados de fútbol y podía advertirse que iban a tener la intención de seguir una carrera en la dirección técnica.
-¿Ese perfil de futbolista facilita la tarea del entrenador?
-Lo que es realmente importante para un entrenador es tener líderes en el plantel. Y esos líderes deben ser lo que conduzcan al grupo, de acuerdo a las convicciones que entregue el técnico. Esos líderes positivos son fundamentales para un técnico y para poder hacer buenas campañas. ¿Por qué? Porque hay mucha más llegada de jugador a jugador que de técnico a jugador. El entrenador tiene la autoridad para hacerlo, pero esa autoridad no hay que confundirla con el poder que da el cargo. La autoridad está en tratar de convencer al jugador en base a argumentos técnicos, formativos y conocimientos. Uno tiene llegada como técnico, pero de jugador a jugador dentro de un vestuario, los líderes ambiciosos, los que buscan realmente hacer una campaña exitosa y no solamente consagrarse por un buen partido, en mi carrera han sido muy importantes.
-Hay diferentes maneras de liderar. ¿Cuál prefiere?
-Primero, tienen que ser jugadores con cierta trayectoria, que hayan conseguido algo en sus carreras. Que estén dispuestos a que se les acerquen jugadores jóvenes y a ellos les puedan explicar que llegar es lo más sencillo, porque mantenerse y mejorar es la parte más difícil. Después diferentes tonos y carácter para ejercerlo, porque eso va en las personalidades, pero la esencia es buscar el bien común. De otra manera no se puede liderar genuinamente.
-Su primera temporada en España, Villarreal 2004/05, coincidió con el debut de Messi en Barcelona...
-Lo que ha hecho Leo Messi en el fútbol es incomparable, solamente le puede hacer sombra Cristiano Ronaldo. Con todo lo que ha hecho, con todo lo que ha ganado, desde hace algunos años que podría estar disfrutando de la actividad, pero su exigencia personal es altísima para no conformarse con lo que ha hecho. Parece que siempre se propone nuevos desafíos. Su calidad técnica, tal vez, sólo se haya visto en dos o tres jugadores en la historia: Pelé, Maradona…, ¿quién más puede llegar a esas alturas? Además de su calidad, que no se la voy a descubrir yo, el gran mérito de Leo ha sido su vigencia. Le veo, en cada partido, la misma ambición de aquel jugador que debutaba en 2004.
-Lo mejor que le pasó a Messi fue… ¿Cristiano?
-A partir de la competitividad de ambos, de ese mandato compartido de no dejarse estar sólo por haber tenido una buena temporada, los llevó a exigirse, y a exigir más al otro. Esa competencia siempre es buena. Son los únicos capacitados para exigirse tanto. Uno, con un talento tremendo como Leo, y el otro, Cristiano, también con mucha calidad, pero con una capacidad de esfuerzo y de superación personal que, para mi gusto, ha logrado igualar el talento a través de esa exigencia. Ambos le han enseñado muchísimo al fútbol.
-Se marchó de River a finales de 2003 y no volvió a dirigir en Sudamérica. ¿Ya no lo hará?
-Ya es difícil que vuelva a dirigir a un club de Sudamérica. Tengo contrato por dos temporadas más con Betis, voy a estar cerca de los 70 años... Me siento plenamente vigente, porque me exijo tanto como cuando tenía 40 o 45 años, pero volver a trabajar a Sudamérica, a la Argentina, sería muy difícil. Sí, me queda todavía la espinita de la selección chilena, y ya veremos si se da la posibilidad de poder hacerme cargo algún día.
-¿Por qué aún no ha ocurrido?
-A mí me entretiene estar en los clubes, la competencia de todas las semanas. He tenido ofertas de Chile y de otras selecciones, y la verdad es que nunca me han entusiasmado mucho. Pero siempre me siento un poco en deuda con Chile, que es mi país. Espero que, cuando termine mi campaña en Europa, sí pueda entregarle mi experiencia y mi conocimiento al desarrollo del fútbol en Chile.
-Mencionaba su edad. ¿La vive como un condicionante, teme que se lo analice en función de ella?
-Es inevitable. Pero para mí hay dos edades: la cronológica, desde el día que uno nació, y la biológica, que es aquella que marca como uno se mueve en el día a día. Yo siento el mismo nerviosismo, las mismas ganas y la misma vocación que cuando partí en esta profesión. La clave es que uno quiera mantenerse vigente, que significa un esfuerzo importante, porque uno no se pude dejar estar ni física ni intelectualmente. A los técnicos convendría no juzgarlos desde su fecha de nacimiento. Sí, evaluarlos desde su capacidad, su entrega y la exigencia personal que se advierta en ellos.
-¿Cómo está viviendo el futbol sin hinchas?
-Si antes ya se valoraba a los fans dentro de los estadios, esta pandemia ha demostrado que, sin gente, el fútbol pierde el 80% de su emoción. Entrar en un estadio vacío es de las cosas más tristes que me ha tocado ver dentro del mundo del espectáculo. No hay comparación entre la aparición de los equipos por el túnel, y sentir cómo un estadio que se viene abajo, con esta frialdad en las gradas que lamentablemente la debemos aceptar por los problemas de salud. Pero ojalá termine cuanto antes porque le hace muchísimo daño a la actividad. El fútbol ha tomado una trascendencia a nivel social inmensa y la TV permite palear por un tiempo, pero nada es comparable. Sin ese ambiente alrededor del espectáculo, se pierde muchísimo la pasión y el interés.
-¿Aprendió a convivir con el VAR?
-Es un tema conflictivo. En cierto modo ha mejorado al fútbol, porque había muchas equivocaciones no evaluables a través del criterio. Si se cobra un penal y la falta es afuera del área, eso no es criterio, es una equivocación, y ahí debe llegar el VAR para enmendarlas. Pero por otro lado, el VAR ha pasado por encima del árbitro y eso me parece muy malo; el que arbitra es el árbitro, no el VAR. Veo que hay una serie de jugadas de criterio, que el árbitro está a tres metros, no puede no verlas y las delega en el VAR. Y ahí se llena de interrupciones el fútbol. Es sano para detectar errores, pero hay que seguir mejorándolo. Lo que no se puede es, viendo el partido por televisión, tomar decisiones arbitrales que le corresponden al árbitro. De lo contrario, está latente una actuación incongruente entre los equipos más grandes y los equipos más chicos.
-Europa siempre compró jugadores pero, ¿advierte que producto de sus planes de formación y estrategias ahora desarrolla más talentos propios?
-Europa genera muchísimos recursos económicos, entonces eso siempre le va a permitir ir a Sudamérica o a cualquier parte del mundo a buscar lo que desee. Europa no va a dejar de mirar nunca hacia países tan futbolizados como los de Sudamérica. Porque parte del secreto de esos grandes jugadores argentinos, digamos, también está en esa sociedad que vive para el fútbol. Es paradójico, pero de alguna manera la clave también está en esa exigencia que recibe el niño para que sea un triunfador imitando a sus ídolos. Europa está llena de grades jugadores, de grandes talentos, pero esa necesidad de acudir al futbolista latino va a permanecer para siempre.
-En la competencia directa, mundiales, Mundial de Clubes, Europa se aleja cada día más.
-El componente económico europeo va dejando a todas las ligas de Sudamericana sin sus mejores jugadores. Las selecciones de cualquier país mejoran a través de una liga competitiva; mientras más exigidos estén sus jugadores domingo tras domingo, mayor va a ser su capacidad cuando integren su selección nacional. Cuando a Brasil, Argentina, Chile, Colombia o Uruguay les sacan a todos sus mejores jugadores, la liga baja de calidad y Sudamérica retrocede en su nivel. Después vuelven de Europa, pero solo son un aporte, antes tiene que haber una base de juveniles, de formación, que en Sudamérica también es difícil de asegurar porque se van más rápido e, incluso, sin su formación completa. Una ecuación compleja: baja Sudamérica y Europa así se hace cada día más fuerte. Por citar sólo a Inglaterra: la televisión le paga a cada equipo 100 millones de libras por año, algo que les permite mejorar y crecer en todo. Las diferencias son enormes, pero sigo creyendo en la esencia del jugador sudamericano. Sudamérica seguirá ofreciendo futbolistas que un laboratorio no puede reproducir.
Diego Simeone, el elogio en las diferencias; Marcelo Bielsa, el elogio por la formación
¿Quién es ese chileno…? Había llegado a principios de 2001 para reemplazar a Oscar Ruggeri como técnico de San Lorenzo. Un contrato bajo y Rubén Cousillas como ayudante de campo, puesto por el club para poder monitorearlo al ingeniero. Hoy, Cousillas sigue a su lado. “Creo que la evaluación ha sido bastante buena…, llevamos más de 20 años trabajando juntos”, bromea Pellegrini, sí, el entrenador chileno más conocido en el planeta.
“Resultó bastante curiosa mi llegada a la Argentina. San Lorenzo fue a Ecuador a jugar por la Copa Libertadores, yo dirigía a Liga de Quito y me reuní con Fernando Miele. Me dijo que me querían, que Alberto Acosta y Néstor Gorosito le habían dado mucha información de un chileno que tenía que ir a San Lorenzo. Yo enseguida advertí que estaba con contrato. Cuando terminó mi contrato, Miele se volvió a contactar y tuve la fortuna de ir a esa gran institución”, cuenta. Su carta de presentación no pudo ser mejor: campeón récord del Clausura 2001. “Era un momento muy complicado económicamente, pero en aquel plantel había una cantidad de líderes que pocas veces uno puede encontrar en su carrera. Gente tan exigente en momentos tan complicados”, recuerda con gratitud. Entonces, la Argentina estaba hundida en una profunda crisis. La ida por la final de la Copa Mercosur, contra Flamengo, se jugó el 12 de diciembre de 2001 en Río, pero la revancha recién pudo disputarse el 24 de enero de 2002 por la agitación social que atravesaba al país. Y también se coronó el Ciclón.
“San Lorenzo me dio la oportunidad de dirigir tanto a Boca como a River, que no es fácil en la Argentina. No pude ir a Boca, aunque ya estaba muy apalabrado con Mauricio Macri. San Lorenzo tenía una deuda económica conmigo y a mí me favorecía una cláusula de salida, pero cambió la directiva, me cumplió en todo y continué hasta el final del vínculo, porque yo los contratos no los dejo botados”, destalla Pellegrini. Carlos Bianchi había anunciado que a finales de 2001 se iba de Boca y Macri eligió al chileno para reemplazarlo. Finalmente, llegaría Oscar Tabárez a la Ribera.
“No pude ir a Boca y, al terminar mi contrato con San Lorenzo me contactó River, una de las instituciones más grandes del mundo. Esos tres años en la Argentina fueron de un gozo deportivo importante, campeón con ambos clubes. Y eso me permitió dar el salto a Europa. Argentina, el país desde el que mayor cantidad de técnicos van a Europa, fue un trampolín en mi carrera”, agradece.
Pellegrini también permaneció un año y medio en Núñez. Los últimos cinco meses de su ciclo coincidieron con la vuelta de Marcelo Gallardo, que sin lugar en los planes de Didier Deschamps en Monaco, buscó refugio en River. Se sumaba al campeón, tras el Clausura 2003 que había depositado Pellegrini en las vitrinas millonarias.
Gallardo y el chileno compartieron el Apertura 2003 sin mayor suceso; River terminó octavo, enfocado en la Copa Sudamericana. Se clasificó a la final y la perdió con Cienciano, de Perú. Gallardo jugó los 180 minutos de la serie y se trató de la despedida de Pellegrini del club, al cumplirse su contrato. Desembarcaría Leonardo Astrada como entrenador.
-¿Lo ha sorprendido el Gallardo DT?
-Siempre me pareció un jugador serio, un jugador muy futbolizado. Recuerdo que vivía con mucha pasión el fútbol y creo que ha tomado una buena decisión. Y lo está haciendo bastante bien. En mi caso, nunca pensé que me iba a dedicar a la dirección técnica, hasta que conocí a Fernando Riera, que fue la persona que me impulsó a seguir la actividad…, y eso que yo ya tenía 30 años. Cuando yo dirigía al City, Marcelo vino a Manchester y estuvimos conversando mucho sobre su proyecto. Siempre fue muy maduro como jugador y no me extraña que Marcelo sea entrenador, porque siempre lo ha movilizado la pasión.
-¿Tiene destino europeo?
-No tengo ninguna duda de que Marcelo Gallardo será entrenador aquí, en Europa. Además, tiene una carrera como jugador en Francia, donde es reconocido, más todo lo que ha hecho en River, que es un trampolín importante para llegar a Europa. Seguramente en un corto plazo lo vamos a tener por acá trabajando.
-Tres colegas argentinos. Simeone.
-Lo que ha hecho en Atlético de Madrid es notable, nadie se esperaba algo así cuando llegó a un club que estaba de la mitad para abajo. Él lo ha llevado a un nivel que no es fácil lograr. Y sostenerlo en el tiempo, porque la clave es su vigencia. Sus logros son admirables; después, uno puede discrepar con su estilo futbolístico, pero ha hecho una carrera notable.
-Pochettino.
-Creo que Mauricio ahora tendrá en PSG la oportunidad de afianzarse y dar el gran salto. Es un entrenador que tiene un gran futuro.
-Y Bielsa.
-En Chile tiene un gran nombre. Es un personaje a nivel mundial, al que adoran muchos entrenadores de primer nivel como Pep Guardiola. Está llevando a Leeds muy bien en primera división, después de ascenderlo, en una liga muy difícil. Es un técnico que, independientemente de los títulos que puede o no mostrar su carrera -que no es la única manera de valorizar la tarea-, ha marcado una manera de trabajar a partir de algo que para mí es esencial: estar preparado para ejercer la tarea. Marcelo en cada lugar ha dejado una enseñanza en base a su preparación.
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