MALA CARA

Los gestos adustos, los ceños fruncidos, el silencio inquebrantable y los saludos a la distancia fueron el denominador común de los dirigentes de River tras la incuestionable derrota con Estudiantes por 1 a 0. El golazo de Luciano Galletti fue más que suficiente para prolongar esa bronca contenida que nació con la eliminación de la Copa Libertadores y que continuó el jueves último, con el deslucido empate con Universidad Católica, por la Copa Mercosur.

Las sonrisas, las bromas, las declaraciones cotidianas y el trato cordial pertenecen a otra época. A esa que estaba relacionada con los éxitos, los elogios, los lujos y los títulos que conseguía un equipo que contagiaba alegría. Hoy, todo es diferente y los dirigentes quedan al margen de ello. Están preocupados, tanto como el entrenador, los jugadores y los hinchas. River no está en crisis, pero sí atraviesa una zona de turbulencias que exige ajustarse los cinturones de seguridad más de la cuenta.

El jocoso Ramón Díaz ya dejó las ironías para otro momento. Ahora habla con más seriedad ante una situación que no encierra misterios: "Estoy preocupado. Está claro que River ya no es el de antes. ¿Por qué? Porque estamos pasando un momento de confusión, que no es habitual en nosotros. Ahora nos equivocamos en los pases, que, en otro momento, era lo que mejor hacíamos".

Su rostro lo decía todo, como el de los jugadores que pasaban a su espalda sin hablar y evitando el contacto con los periodistas. Sólo Eduardo Berizzo, Leonardo Astrada, Hernán Díaz, Roberto Bonano y Juan Antonio Pizzi dieron la cara.

Fueron pocos minutos los que hablaron, pero resultaron suficientes para coincidir con las declaraciones que a pocos metros repetía el entrenador.

"Ahora vamos a tener que trabajar más que nunca. No estamos acostumbrados a perder y el equipo lo siente. Pero no tengo dudas de que vamos a salir de esto", dijo Ramón Díaz, en un mensaje digno de un político en medio de un acto proselitista.

Aquella recordada sinfónica

¿En qué falla River? ¿Por qué no puede sintonizar la música que tocó en su momento la recordada Sinfónica de Núñez?

La respuesta es obvia: pese a que el director de orquesta (Ramón Díaz) asegura que no perdió la magia para manejar la batuta, padece la ausencia de sus prestigiosos músicos. Francescoli guardó para siempre las partituras, Ortega se llevó su afinado violín al Viejo Continente y Salas ya pasea con éxito su festejo matador por Roma.

Como reemplazantes, Aimar es sólo un excelente solista, Angel no acierta ni en los acordes más sencillos, Pizzi toca un agradable flamenco en el país del tango y Castillo aún no entró en sintonía con sus compañeros. Si a eso le sumamos que Gallardo -pese a la lesión- no es el mismo de antes y que Berti permanecerá quince días más inactivo, el futuro de River no está muy definido.

Pero que quede claro, los recién llegados no son los únicos culpables. Hernán Díaz parece estar más preocupado por lo que puede aportar Jorge Martínez desde el banco de suplentes, mientras que a Marcelo Escudero le sucede todo lo contrario, porque con la partida de Monserrat se siente seguro en su puesto sin hacer demasiado.

Desencuentros por Gómez

Ante la sorpresiva decisión de Ramón Díaz de excluir a Marcelo Gómez antes del partido con Estudiantes, el médico de River, Rafael Giulietti, explicó que la salida del volante fue porque sufrió "una fatiga muscular" y optaron por cuidarlo. De todas maneras, Ramón Díaz comentó que la inclusión de Carlos Netto por Gómez fue más por una cuestión táctica, lo cual generó una cuota de incertidumbre respecto del tema.

Pablo Aimar tiene un esguince en el tobillo izquierdo y está en duda su actuación ante San Lorenzo, el domingo próximo.

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