Año 1976. Luis Alberto Spinetta ya estaba instalado como una figura icónica del rock nacional. Guillermo Vilas era uno de los mejores tenistas del mundo, posiblemente un número 1 sin el debido reconocimiento oficial de la ATP. Los ídolos argentinos, uno por el arte, el otro por el deporte, se cruzaron y sus caminos encontraron coincidencias: el amor por River, la pasión por la música y la poesía. Casi al tope de su popularidad, y mientras generaba una revolución del tenis en la Argentina, Vilas editaba dos libros de poemas: Cosecha de cuatro y Cientoveinticinco. Al comando de Invisible, en los albores de la dictadura militar, Spinetta escribía Las Golondrinas de Plaza de Mayo ("Si las observas/ comprenderás que solo vuelan en libertad"). Vilas presenció uno de esos recitales, y contó: "Si bien ya conocía los temas de Almendra, me explotó la cabeza cuando vi un recital de Pescado Rabioso. Ahí me di cuenta de que entraba en otro nivel de música".
De los encuentros entre ambos y la admiración mutua surgió una idea primaria: un disco con letras de Vilas y melodías a cargo de Spinetta. Un encuentro cumbre. Dieron una entrevista conjunta en el primer número de la revista Expreso Imaginario, y en el número 14 de esa misma publicación, el Gran Willy escribió una carta en la que decía: "Un músico como Spinetta es un lujo para la Argentina. Cada una de sus entregas necesita de apoyo (…) Spinetta propone con su música. Luis ha sido y será siempre el rock". El Flaco demostró su afecto por el tenista con un gesto de máxima amistad: lo nombró padrino de Dante, uno de sus hijos. El Gran Willy apoyó la impresión de Guitarra Negra, un libro de poesías de su amigo. Más aún: con su grupo Banda Spinetta, el exguitarrista de Almendra musicalizó un poema de Vilas titulado "Tu destino es el de morir de amor".
En este contexto, vale hacer una consideración: más allá de su inquietud por las letras y la música, Vilas tenía un riguroso sistema de entrenamiento, con muchas horas de práctica obsesiva a las órdenes del rumano Ion Tiriac, en busca del perfeccionamiento, con una carga de trabajo diario descomunal. Una disciplina que le permitió, en 1977, ganar más de 130 partidos en singles y 16 torneos (récords aún vigentes hoy). Pero el zurdo aprovechaba al máximo los momentos de esparcimiento, y su condición de jugador de primerísimo orden del tenis mundial le abría las puertas del jet-set internacional. Así surgió la posibilidad de conocer contactos importantes y llevar a su amigo Spinetta a grabar un disco en los Estados Unidos, a principios de 1979.
¿Cómo se dio el acercamiento de Vilas al arte? El mejor tenista argentino de la historia siempre fue un aficionado a la lectura, y antes de dedicarse de lleno al tenis estudió abogacía, aunque no llegó a completar la carrera de Derecho. El rock & roll ejerció su influencia en los tenistas en esa época. Vilas, que en sus comienzos era seguidor de la banda australiana AC/DC, compartió esa pasión por la música junto con John McEnroe, Mats Wilander y Yannick Noah, entre otros. Quizás hubo algún aporte espiritual de Torben Ulrich, un tenista de esa época; un personaje casi místico, con cosas de yogui y crítico de jazz, que tenía un físico fenomenal y jugó hasta los 44 años. A esta altura, vale agregarlo: Torben, que hoy tiene 90 años y aspecto de monje tibetano, es el padre de Lars Ulrich, baterista de la banda de rock Metallica.
El Flaco había comenzado a virar su estilo hacia el jazz, al mismo tiempo que tomaba influencias de Artaud y Rimbaud, y del escritor Carlos Castañeda y su obra Las Enseñanzas de Don Juan. La multinacional CBS invirtió 100.000 dólares en la grabación, una fortuna en aquella época. Contrató a sesionistas del mejor nivel, y el Flaco pudo llevar a quien era uno de los mejores guitarristas argentinos de rock: Gustavo Bazterrica, que venía de integrar La Máquina de Hacer Pájaros y luego formaría parte de Los Abuelos de la Nada.
Sin embargo, pronto empezaron los cortocircuitos, porque Spinetta se encontró, para su sorpresa, con que no tenía el manejo del disco, y la producción quedaba en manos de George Butler, que tenía otras ideas en mente. En concreto: a la CBS le interesaba Spinetta como cantante. Se habían entusiasmado con su voz, y la idea era convertirlo en un éxito similar al que por entonces tenía Gino Vanelli. Más allá de esa versión crooner a la que no estaba acostumbrado, el Flaco no tardó en chocar con productores y sesionistas por los arreglos de las canciones. El sueño de grabar en la Gran Manzana y en un estudio de primera se convertía en una pesadilla.
En medio de esas sesiones, entre marzo y mayo del 79, Spinetta conoció en Nueva York a otro argentino: Modesto Tito Vázquez, reconocido en los últimos años por su labor como capitán de Copa Davis, y que en aquel entonces era el coach de Víctor Pecci, que llegó a ser Top 10 y hoy es ministro de Deportes de Paraguay. "La unión entre Guillermo y Luis tenía mucho de respeto y admiración. Vilas ya había ganado el US Open, Spinetta se empezó a interesar en el tenis… Nosotros teníamos un amigo norteamericano, Mike Marcus, con el que estudié en la Universidad de California, que vino a Buenos Aires decidido a hacer un documental de Vilas. Mike y Guillermo actuaron como intermediarios para que un productor le hiciera el disco a Spinetta. Una noche, mientras estaba en Nueva York, Mike me llama y me dice: haceme un favor, el Flaco está un poco enojado, ¿te animás a salir de paseo una noche con él? Salimos, fuimos a ver una película de Fellini, que se llamaba El Director de Orquesta, y nos quedamos charlando hasta las 6 de la mañana", le cuenta Tito Vázquez a LA NACION, cuarenta años después de aquel encuentro. Aquella noche en la primavera de Manhattan sería el capítulo inicial de una amistad que persistiría hasta el fallecimiento de Spinetta.
"Nueva York era como la de la película Manhattan (de Woody Allen). Una ciudad muy atractiva, pero también era una época dura, porque había mucha gente durmiendo en las calles, y eso se mezclaba con la ebullición intelectual de ese momento. Había lugares para escuchar jazz, abiertos toda la noche. Nueva York te rompía la cabeza. Era una época más descontracturada que ahora. Y por otra parte, los tenistas eran distintos, cada uno tenía su estilo, su personalidad. Era una época de utopías, aunque eso también estaba llegando a su fin", cuenta Vázquez sobre aquellos días en la cosmopolita ciudad estadounidense. Mientras el disco se gestaba, Vilas continuaba su gira por el circuito, más allá de un encuentro previo entre ambos en la ciudad que nunca duerme, en enero de ese año.
El disco realizado para el mercado estadounidense, en primer término, pero con la intención de distribuirlo de manera masiva, se llamó Only Love Can Sustain (Sólo El Amor Puede Sostener) y sólo incluyó una canción con participación a dúo: Children Of The Bells (Los Niños de las Campanas), con letra de Vilas y música de Spinetta. Hace diez años, en una entrevista con Gillespi y Alfredo Rosso para la FM Rock & Pop, el Flaco contó: "Me dijeron: Usted cante. Nunca me había pasado, que todos estuvieran con la partitura ahí... Pero no la pasé bien. Por ahí, me hacían un arreglo como si fuera Tony Bennett. El que hizo los arreglos fue Torrie Zito, que trabajó con John Lennon... Y yo le decía: Esto no me gusta, y él decía: Spinetta, ¿usted sabe lo que está diciendo? Y yo decía: ¿qué hago acá? Me tendría que haber quedado en mi casa... Vilas estaba jugando y yo estaba con un manager divino, Mike Marcus,. Pobre, le saqué tantas canas verdes por putear... Rescindí el contrato y pagué para salirme de ahí. Encima querían que yo recitara, porque así también podía recitar Vilas. Y ahí le dije a Guillermo: esto no fue lo que hablamos".
El periodista Claudio Kleiman, que por entonces trabajaba en el Expreso Imaginario, le contó a LA NACION: "Spinetta casi que desconoció esa obra, la marginaba de su discografía. Se desentendía de su paternidad. El proyecto original era un disco con letras de Vilas y música de Spinetta, pero se fue desdibujando, la colaboración artística se redujo muchísimo. El Flaco la pasó mal en Nueva York porque no tenía el control artístico, era el cantante y nada más. Los de Columbia (CBS) le dijeron: a nosotros lo que nos interesa es tu voz. Apreciaban su cualidad como cantante, pero no querían que influyera en todo lo demás. Terminó siendo un producto híbrido. El Flaco quedó muy disconforme". De regreso a la Argentina, el músico no quiso saber nada con la idea de presentar el disco, que por otra parte tampoco generó interés en los Estados Unidos. Menos aún en la Argentina, donde no estaba bien visto editar una obra de ese tipo en inglés.
De aquel paso por los Estados Unidos, Spinetta rescató su encuentro con Edelmiro Molinari, que estaba radicado en ese país, y así comenzó a gestarse un breve reencuentro de Almendra, con el que realizaría al año siguiente un disco en vivo y otro de estudio, llamado El Valle Interior. "Cuando volvió, tuvo la idea de hacerse su propio estudio de grabación. Al tiempo se compró una consola enorme, que salía como 10.000 dólares, que era bastante dinero para esa época. Y como a mí me iba bien con Víctor (Pecci), me dijo si me animaba a poner la plata para producir el disco; le dije que sí, y de allí salió Madre En Años Luz. Ese fue el primer disco que grabó en el estudio de esa casa. Desde entonces, casi siempre grabó allí", detalla Tito Vázquez. Aquella obra, la última de Spinetta Jade, menciona en su sobre interno a Modesto Vázquez como productor. Después, el Flaco volvería a rendirle homenaje a Tito en el disco Privé, de 1986, donde lo nombra como "productor espiritual".
Víctima de un cáncer, Spinetta falleció el 8 de febrero de 2012. Consultado por gente de su entorno, Vilas recordó su amistad con el Flaco: "Cuando me acompañó en una gira en 1978, Spinetta y yo compartimos habitación y lo vi componer. En esos momentos de inspiración absoluta es mejor no molestar a seres trascendentes como El Flaco. Lo vi llorar en esa búsqueda. Spinetta, para mí, lo fue todo en la música y gracias a él me metí en un mundo fascinante". Cuando se retiró del tenis, Vilas volvió a incursionar en el mundo de las melodías; con fuertes influencias del house y la música electrónica, editó tres discos: "Milnuevenoventa" (1990), "Dr. Silva "(1992) y "Guillermo Vilas" (1998).
Hoy, a siete años del fallecimiento de Spinetta, Vázquez recuerda su vínculo con el Flaco: "Con Luis sincronizamos. Leía mucho, estábamos en sintonías parecidas de lectura. Era fanático de River, yo también. Hubo una afinidad lírica y además encontré una persona muy querible. Más que como ídolo, yo lo seguí por su manera de ser. Me pareció un tipo único, transparente, con mucho humor, y una ironía sana y punzante. Podía estar hablando sobre la vida, pero siempre desde un punto de vista especial y apropiado. Era un tipo muy agudo, poeta, dibujaba muy bien. Tenía facilidad para dibujar coches ultramodernos, hacía caricaturas, comics... El Flaco te recibía en tu casa, sabía cocinar, además de buscar siempre cómo producir canciones. Si hubiera querido, habría podido hacer cosas más sencillas, canciones más pegadizas. Pero él inmediatamente salía de eso, buscaba algo más. Te daba mucha vibra. Cuando salimos para la final de la Copa Davis contra España en Sevilla [a fines de 2011], lo llamé desde el auto, camino a Ezeiza. Ahí me contó que tenía una pelota mala, que estaba rodeado de gente muy buena, y me deseó suerte. Esa fue la última vez que hablamos".
Only Love Can Sustain fue una obra incomprendida, un buen disco que combina soul y jazz, con bellísimos arreglos, pero claramente distante del universo Spinetta, una perla que se convirtió en un asterisco dentro de la enorme discografía del Flaco. Reeditado hace un par de años, aquel vinilo cantado en inglés se convirtió en el legado de una sociedad de dos leyendas argentinas que no terminó de florecer.
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