Lucas Biglia, la pieza a recuperar

LA SERENA.- "Llegamos a la Copa mejor que al Mundial", es una expresión en la que coincidieron varios futbolistas del seleccionado que compartieron ambas experiencias. Hay veces que en la visión desencantada con la que se contemplan los 22 años sin títulos se pierde de vista y no se valora lo suficiente el segundo puesto en Brasil. No sólo el mérito deportivo, sino el mensaje que envió ese plantel: unión, sacrificio, sentido colectivo del juego, priorizar el objetivo grupal por encima de la conveniencia personal. Valores que hace poco Mascherano invocó como olvidados en el fútbol argentino a partir de todas las mezquindades y miserias que rodearon al superclásico en la Bombonera por la Copa Libertadores.

Los jugadores pueden haber llegado mejor de acuerdo con la producción de cada uno en Europa, pero el equipo todavía no está mejor que el del Mundial, sin dejar de lado que son dos estilos opuestos. Aquel de Sabella hizo una transmutación en plena competencia: pasó de la propuesta golpe por golpe, con tendencia al desequilibrio defensivo, a una mucho más compacta al dar un paso atrás y mejorar los automatismos y las coberturas defensivas con los ingresos de Biglia , sobre todo, y Demichelis.

Esta versión de Martino apuesta por el riesgo porque es más ambiciosa y ofensiva, pero esa tendencia a exponerse se vería más atenuada si cumple con una premisa de su ideario: tener la iniciativa y asegurar la posesión. Con esas armas, el seleccionado hubiera neutralizado el asalto a puro coraje de Paraguay en el segundo tiempo. Cayó en lo que no puede permitirse: se partió, colapsó el corazón de su funcionamiento: el medio campo, que quedó muy debilitado por las variantes del técnico, sobre todo con el ingreso de Tevez. Hay un dato que es toda una evidencia: hasta la media hora final, la Argentina se quedó con el 75 por ciento de las pelotas dividas; luego, esa proporción se redujo al 54 por ciento.

La Argentina no extrañó a Biglia en el primer tiempo, cuando Paraguay renunció a cualquier intento de disputarle el dominio. Era el partido que había pensado al técnico, lo cual le permitía darle más tiempo de descanso y rehabilitación a Biglia, sentado en el banco porque en los últimos dos meses sólo había disputado cuatro partidos a raíz de un esguince en la rodilla derecha que casi lo deja al margen de la copa. El volante de Lazio ingresó en los 15 minutos finales, tiempo insuficiente para acomodarse y acusando cierta falta de ritmo; de hecho, fue muy desarmado a marcar Da Silva en el gol del empate de Barrios.

El "llegamos mejor que al Mundial" necesita que Biglia forme parte de esa lista. Por organización y sentido táctico, es el mejor ladero de Mascherano, que anteanoche revivió viejas pesadillas, de la época de Maradona y Batista, cuando quedaba muy solo, sin apoyos porque el equipo prescindía de otros centrocampistas y los zagueros centrales no achicaban a sus espaldas. Por ese hueco llegó el descuento de Haedo Valdez.

Biglia viene a ser el punto de sutura para evitar que el equipo se empiece a descoser. Fue un hallazgo de Sabella en el Mundial para remediar los desequilibrios entre las líneas. Martino también aprendió a valorarlo. Hoy es la pieza a recuperar. Llegar mejor que al Mundial significa que después de aquel segundo puesto, aquí solo cabe esperar el título.

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