Louis Van Gaal lo hizo de nuevo

Louis Van Gaal tomó la decisión en abril. Aprovechó la estadía de Robin Van Persie en Amsterdam y lo convocó a una reunión. El delantero se estaba recuperando de su lesión. Le mostró algunos vídeos y le preguntó si sentiría cómodo en el nuevo esquema. Recibió un sí. Se comunicó con Arjen Robben en Múnich. Lo convenció enseguida. Dejaría de ser un extremo para convertirse en delantero total. Consultó con Nigel De Jong vía Milán y Wesley Sneijder en Estambul. Afirmativo. Todos adentro. Así nació el 5-3-2 mundialista, respuesta a las ausencias de Kevin Strootman y Rafael Van der Vaart, dos medios fundamentales en el juego posicional. Sin especialistas en el pase corto y la llegada por sorpresa, el entrenador eligió el juego directo para la velocidad de sus atacantes. A los más chicos no les preguntó nada. Les informó. Tiene una obsesión con la formación de los jóvenes, no sólo futbolística sino también académica y personal. Aprovechó la ventaja de contar con casi todo su bloque defensivo en el país y empezó a trabajar bien temprano.

Salvo Vlaar en el Aston Villa inglés, compiten en la liga local: Cilessen y Blind en Ajax, Janmaat, De Vrij y Martins Indi en Feyenoord. Así salió a jugar en el 5-1 ante España. Cambió contra Australia. El golpe de Martins Indi y el resultado adverso lo llevaron a incluir a Memphis Depay, su súper suplente del PSV. De 1-2 a 3-2. Robben volvió a ser extremo en el 4-3-3. Perdió a su organizador De Jong ante Chile. Afuera del Mundial. Confió en Wijnaldum, otro joven también del PSV. Puso a Blind de central para raspar a Alexis y al delantero Kuyt de lateral izquierdo en la línea de cinco.

Los refrescos Fer y Depay clavaron el 2-0. Aprovechó el cooling break del segundo tiempo contra México para explicar su 3-3-4 con doble nueve para Kuyt y Huntelaar, otro suplente decisivo. De 0-1 a 2-1. Llegó Costa Rica, esa obra maestra del achique y el fuera de juego. Volvió a modificar el esquema. Presentó su cuarta variante. Un 3-4-3 con Sneijder de conductor en el eje junto con Wijnaldum. Cambiaron los números. Robben siguió marcando la diferencia. No importa donde ni contra quien juegue. Gana siempre. Por velocidad y por habilidad. En la corta o en la larga. Es el futbolista más desequilibrante del Mundial, aún con su fingimiento. Keylor Navas lo estiró hasta los penales. Ahí quería llegar Costa Rica. Holanda tenía una historia nefasta en este tipo de definiciones. Entre las derrotas, dos semifinales de Eurocopa (1992 y 2000) y la de Francia ’98 ante Brasil. Tim Krul no es un especialista. Había parado apenas 2 de los últimos 20 que le habían pateado. Uno a Frank Lampard en un Newcastle-Chelsea que lo hizo famoso por la intimidación a su víctima. Sin romper el reglamento, repitió la dosis ante los ticos. Les habló, les gritó, se movió y se tiró después de los remates. Atajó dos y puso a Holanda en el camino de Argentina. Mirko Jozic lo había hecho en la Recopa Sudamericana 1992. Colo Colo-Cruzeiro. Sacó a Morón y puso a Ramirez, que paró uno y les dio el título a los chilenos. Louis Van Gaal había visto el largo alcance y la reacción de su arquero suplente en las prácticas. Se guardó el último cambio. Pensó que su movida alteraría psicológicamente a los rivales con dilemas como "¿es experto?, ¿nos estudió?, ¿cambio o le pego igual?" No hay jugada más mental que el tiro penal. Sus ayudantes y Krul lo sabían. Cilessen nunca lo supo. En el minuto 120, tomó la decisión.

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