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Logró un éxito imborrable en 2001, se retiró y puso un bar en la playa en Brasil: “No volví a encontrar una pasión así”
Hace 22 años, en plena crisis del país, un equipo de fútbol armado a las apuradas alcanzó el campeonato argentino; Martín Vitali, protagonista de ese Racing heroico, recuerda a LA NACION cómo lograron la gloria y el volantazo que pegó en su carrera
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“Te están esperando en la cortada”, le dijo un niño, de aproximadamente 10 años, a Martín Vitali. Era 2001 y el jugador había desembarcado en Racing tras un paso fugaz por Independiente, el rival histórico. “La cortada” a la que se refería el chico era el conocido Pasaje Corbatta, lindero al estadio de La Academia. Cuando bajó del auto, el defensor se encontró con los barrabravas del Rojo, que le hicieron dos pedidos: que no se besara la camiseta de su actual equipo y que devolviera la ropa de su antiguo club. Al día siguiente cumplió con el segundo reclamo.
“Entiendo que es la manera en la que los hinchas se expresan. En ese momento no tenía celular, pero me dejaban mensajes en el contestador del teléfono fijo de mi mamá. Sé que es parte del folclore”, relata ahora Martín Vitali -apodado Pelotín en aquellos tiempos- en diálogo con LA NACION.
Martín Vitali empezó su carrera profesional en Ferrocarril Oeste, club que a los finales de los 90′ jugaba en Primera División. Luego de cuatro años le llegó el turno de pasar a Independiente, que lo cobijó durante el 2000, pero del cual, recuerda, no estaba al día con los pagos. Esa situación lo obligó a buscar nuevos rumbos y el camino fue corto: a dos cuadras, tras firmar con Racing.
Nacido en Moreno, el exjugador recorrió varios puestos de la defensa -e incluso el mediocampo- hasta afincarse en el lateral derecho. Luego de firmar su contrato con La Academia le esperaría conocer a un plantel que venía de luchar por no descender y que transitaba una profunda crisis institucional que lo llevaría al gerenciamiento.
“El plantel se armó sobre la hora. El punto estuvo en la habilidad de Mostaza Merlo para encontrar el puesto a cada jugador y el esquema para que funcionara. Con el correr de las fechas entramos en una dinámica que jugábamos casi siempre los mismos y pudimos lograr el campeonato”, rememora uno de los integrantes que contribuyó para cortar la sequía de 35 años sin títulos locales.
La crisis del país que atrasó la conquista en el campo de juego
Después de atravesar diferentes circunstancias en el campeonato, la coronación de Racing se demoró. En pleno diciembre de 2001, el país estalló y la crisis, signada por un corralito, saqueos y represión, alcanzó al torneo.
“Teníamos mucha ansiedad, nerviosísimo, queríamos jugar el partido con Vélez, pero no sabíamos cuándo. Estaba el temor de que se postergara para enero de 2002 y ahí no sé qué hubiera pasado”, cuenta Vitali, uno de los jugadores más joven de ese plantel.
Y agregó: “Si bien el jugador en sí vive en una burbuja, más que nada los de Primera División que cobran bien y no sufren el día a día, tenía noción de amigos y familiares que la estaban pasando muy mal. El país no daba para más”.
Finalmente, el 27 de diciembre, en el Estadio José Amalfitani, Racing empató contra Vélez por 1-1 y pudo dar la vuelta olímpica. “La gente festejó; el título fue especial y te ponés un poco en egoísta de que a uno le importaba solo lo deportivo y no lo que pasaba afuera”, dice y subraya: “A su vez no éramos responsables de las cagadas que se mandaron los políticos”.
Una carrera que terminó en Chipre
Hasta 2003, Vitali continuó en Racing. A la espera de una nueva oferta, probó suerte en el fútbol español con las camisetas del Leganés y Getafe. En este último equipo, no contó con el apoyo del DT, quien le destacó en la primera práctica que “nunca lo pidió” como refuerzo.
Las lesiones comenzaron a ser frecuentes. Al regresar a Racing en 2005, en los primeros seis meses de su segundo ciclo convivió con una lesión en su rodilla que se agravó debido a las infiltraciones. “Me rompí la rodilla y jugué seis meses infiltrado; eso provocó que se me destruyera el cartílago y la rótula. Cuando me operé, tenía la zona destruida y me demoró un año volver a las canchas para poder trotar”, manifiesta Vitali.
Luego de quedar libre, su trayectoria siguió en Nueva Chicago y el APOP de Chipre, su último club en 2010. Una vez de vuelta en el país, decidió abandonar la actividad profesional. A partir de ahí, se produjo un quiebre que hasta el día de la fecha no pudo sanar.
“No hay algo que te genere lo mismo que jugar al fútbol. De hecho no volví a encontrar una pasión que me dé lo mismo. A veces es difícil encontrar algo que te motive”, relata sobre aquellos tiempos.
Una vida nueva: gastronomía, construcción y autos
Luego de un paso fugaz por las inferiores de Racing como coordinador del fútbol amateur, Vitali, junto a su entonces pareja, decidieron emprender en Brasil. “Ella abrió una galería de arte, una casa de decoración y un bar con comida asiática: había tragos, música... era muy buena la idea”, detalla.
Encargado de recibir la mercadería, controlarla, atender a los clientes y otras actividades referidas a lo logístico, el exjugador se instaló en Trancoso, al sur del país vecino. “Estuve seis años. Era un pueblo chico, lindo, era otra vida”, rememora.
A la par de sus actividades en Brasil, Vitali empezó a trabajar con su papá, quien tiene una empresa de desarrollo inmobiliario y se encuentra abocado en el asesoramiento para la construcción de casas y edificios por la zona oeste del conurbano.
De incansable recorrido por la banda derecha, Pelotín se detiene en la conversación y detalla un nuevo emprendimiento: “Abrí con un amigo una concesionaria de autos usados, que funciona como un servicio para la gente que lo quiere vender; yo hago la gestión de venta para llevarme una comisión”.
A sus 47 años, los recuerdos de futbolista profesional aún continúan en su memoria. Su título en 2001 con Racing le dio una visibilidad que, hasta el día de hoy, el hincha se lo agradece. Con la mira puesta en retornar a Brasil, donde buscará nuevos horizontes comerciales, aguarda la finalización de un edificio del cual se encuentra a cargo en Merlo. De lateral por ambas bandas y hasta de volante, siempre demostró que la versatilidad es su punto fuerte para adaptarse a las diferentes situaciones de la vida.
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