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"Lo que el viento se llevó": la columna de Ezequiel Fernández Moores
Ahora nadie se hace cargo. Ni Fox News, que durante años difundió todas y cada una de sus mentiras, ni los que hasta último momento impulsaron la marcha al Capitolio. "Todos eran porristas de Donald Trump". Pero al hombre que hoy deja la Casa Blanca la traición que más le duele, dicen algunos, es la del deporte. Ahora lo veta su amado golf, la lucha libre borra algunos videos y hasta su viejo amigo Bill Belichik, entrenador estrella del fútbol americano, le rechazó una condecoración. El deporte se suma al triste y solitario final. Celebran en cambio quienes lo combatieron desde siempre, con LeBron James a la cabeza. Y celebran más las basquetbolistas de la WNBA. Su campaña en la elección final en Georgia fue vital para que Joe Biden ganara también el Senado. El estado sureño, cuna de derechos civiles, pero también viejo territorio del Ku Klux Klan, eligió por primera vez en la historia a un negro y a un judío.
El judío es Jon Ossof, de apenas 33 años, y el negro es el reverendo Raphael Warnock, que en agosto pasado estaba cuarto en los sondeos, con apenas un 9 % de intención de voto. Las jugadoras de la WNBA decidieron salir masivamente a la cancha con camisetas que decían "Vote Warnock". A la semana, el candidato demócrata subió al tercer puesto con un 19 %. En octubre creció al 28 %. Y en las elecciones de noviembre logró un 32,9 % que le permitió ir a la segunda vuelta. Finalmente, el 5 de enero pasado, superó el 51 % y se convirtió en el primer senador negro por el Estado de Georgia. Las jugadoras lo apoyaron porque querían derrotar a Kelly Loeffler, dueña del equipo Atlanta Dream, la candidata de Trump.
La WNBA agrupa al colectivo hoy más rebelde del deporte de Estados Unidos. Las jugadoras advirtieron que lo mejor era dejar de criticar a Loeffler. No hablar de ella. Estudiaron a los candidatos demócratas y eligieron a Warnock, pastor principal de la Iglesia Bautista Ebenezer, de Atlanta, la misma en la que predicó Martin Luther King. En Georgia renació el Ku Klux Klan en 1915, mismo año del linchamiento público del judío Leo Frank, superintendente de fábrica acusado de crímenes sexuales. Inicialmente algo así como una banda paramilitar del Partido Demócrata, el KKK quemó vivos a negros, los castró, los ahorcó y dejó sus cabezas clavadas en lugares públicos. En esos años (1939) debutó Lo que el viento se llevó. Esclavitud glorificada en la plantación de Georgia de los padres de Scarlett O’Hara. Multipremiada por Hollywood, uno de los Oscar fue para Hattie McDaniel, Mammy, la criada perfecta. Organizaciones afroamericanas la acusaron de Tío Tom. "Prefiero ganar setecientos dólares por semana haciendo de criada a ganar siete dólares siendo una criada", replicó McDaniel. Era una celebridad pero no pudo ser enterrada en el cementerio principal de Los Ángeles. En 1952 seguía siendo exclusivo para ciudadanos blancos.
Pasaron casi setenta años. En plena campaña electoral, el equipo de Loeffler oscureció en fotos la piel negra de Warnock. Y, apenas días antes de la votación, Loeffler apareció en una foto con Chester Doles, presunto ex líder del Ku Klux Klan. Loeffler, hasta ayer la senadora más rica de Estados Unidos, se declaró "pro-millitar, pro-Muro y pro-Trump". Posó con chaleco de caza y escopeta. Su nuevo discurso radicalizado sorprendió a las propias jugadoras de Atlanta Dream, inicialmente felices porque una mujer compraba la franquicia en 2011. Ex jugadora frustrada, con Michael Jordan como modelo, Loeffler era una ejecutiva senior que no se perdía ninguno de los partidos y analizaba estadísticas y tácticas del equipo. Compró la franquicia con una socia a pura pérdida. Ella podía hacer política con Atlanta Dream, no sus jugadoras. Loeffler pidió a la WNBA que prohibiera inscripciones de la "marxista" Black Lives Matter (BLM) en canchas y camisetas de la liga y que fueran reemplazadas por banderas de Estados Unidos. Y apuntó además contra las deportistas trans, cuando ella misma forma parte de una liga con jugadoras que se identifican con orgullo como LGBTQ+. La candidata republicana le llevaba casi veinte puntos de ventaja a Warnock. La visibilidad del deporte comenzó como trampolín. Terminó siendo un búmeran.
"Ganar un partido", tuiteó Breanna Stewart, estrella de Seattle, "es genial, pero ¿alguna vez volteaste el Senado?". LeBron James se sumó a la fiesta y hasta sugirió que Atlanta Dream podría tener ahora un nuevo propietario. The Washington Post se preguntó si la WNBA no debía seguir acaso los pasos de la NBA, que en 2014 expulsó a Donald Sterling, patrón de Los Angeles Clippers, por comentarios racistas. Tarde, Loeffler no apoyó a Trump en su protesta de "fraude". Lo hizo solo después del ataque al Capitolio comandado por una Brigada A de lunáticos apodados QAnon Shaman, Sky Dad y Zip Tie Guy, entre otros supremacistas blancos. Sus disfraces parecían del circo de lucha libre que tanto ama Trump. El magnate recibió setenta millones de votos, es cierto. Pero, a partir de hoy, le corre el mismo eslogan del programa de TV que lo lanzó a la fama: "You are fired" ("estás despedido").
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