A fondo
Michael Cheika
“Lo hago solo por amor”. El coach de los Pumas aún no habla castellano, pero tiene dos cualidades que lo distinguen
Texto de Alejo Miranda
23 de junio de 2022
Michael Cheika ostenta dos cualidades que lo hacen idóneo para tomar el mando de los Pumas y conducirlos a buen destino en el Mundial de Francia 2023. Tiene la autoridad que infunde su trayectoria por clubes y seleccionados de élite y una vitrina repleta como para redireccionar a un equipo que perdió el rumbo. Y posee un grado de humildad y simpleza que le deberían permitir empatizar rápidamente con los jugadores y transmitirles así su filosofía. “El rugby es sólo un juego”, dijo Cheika en una entrevista reciente con LA NACION, una máxima que funciona como un postulado de vida. La impronta del entrenador australiano se ajusta a la perfección a este frágil momento del seleccionado. El ciclo de Mario Ledesma se cortó anticipadamente y los Pumas se quedaron sin entrenador a menos de dos años del Mundial. Un período tumultuoso, que fue de más a menos y terminó signado por una serie de episodios extrarrugbísticos desafortunados que, es evidente, repercutieron en la forma de expresarse adentro del terreno de juego. Luego del Rugby Championship 2018, los Pumas sólo lograron ganar un partido importante, ante Nueva Zelanda en 2020. El resto fueron derrotas o triunfos menores, como ante Gales B o Italia.
Entre una larga serie de complicaciones, lo primero que deberá sanear Cheika es el espíritu del equipo. La vigencia de un grupo grande de jugadores en las ligas más importantes del mundo habla de que la calidad técnica del plantel está intacta. Sin ir más lejos, Pablo Matera, Julián Montoya, Matías Moroni, Facundo Bosch, Joel Sclavi y Benjamín Urdapilleta fueron protagonistas de las definiciones de las ligas más importantes del mundo. A los que quedaron a la deriva de la versión premium de Jaguares (2016-2020) y anclaron en la Premiership inglesa, el Top 14 francés y el United Rugby Championship, se sumó un puñado de jóvenes que no tardaron en afianzarse, como Lucio Cinti, Santiago Chocobares, Juan Martín González, Santiago Grondona y Thomas Gallo. Agrándese este combo con un par de veteranos que no habían sido tenidos en cuenta por Ledesma y fueron indultados por Cheika (Agustín Creevy, Urdapilleta), más el regreso de Juan Imhoff, y se obtendrá un grupo que, si bien no tiene la profundidad de otros seleccionados como Nueva Zelanda, Inglaterra o Francia, conjuga cantidad y calidad suficientes como para ser competitivo. A la hora de ponerse la celeste y blanca, sin embargo, en los últimos tres años estos mismos protagonistas rindieron por debajo de sus posibilidades y no funcionaron como equipo. “Poner la energía en el lugar correcto y en el momento adecuado”, fue la primera sentencia de Cheika al momento de ser anunciado como entrenador de los Pumas. Parte de ello implicará dejar definitivamente atrás todas esas cuestiones extrarrugbísticas que condicionaron a los Pumas en el pasado reciente. El homenaje trunco a Diego Maradona, la divulgación de tweets racistas y xenófobos de un grupo de jugadores, el cambio de capitán, el enfrentamiento con la dirigencia, la ruptura de la burbuja en plena cuarentena en Australia fueron algunos de esos conflictos. El australiano es experto en el arte de la motivación. Vale la pena reiterar la anécdota sobre aquella imagen que devolvió la televisión del vestuario australiano en el entretiempo del partido ante los Pumas por el Rugby Championship 2018. Una arenga eufórica y pasional, enérgica, mientras le tomaba el escudo de la camiseta a uno de sus pupilos. Los Wallabies perdían por 28 y se volvieron victoriosos de Salta. Casualidad o no, ese partido marcó el inicio de la debacle del ciclo Ledesma.
Lo primero que hizo Cheika cuando asumió fue ponerse a estudiar castellano. “No es lo mismo hablarles a los jugadores en su propio idioma que hacerlo a través de un intérprete”, afirmó en la entrevista. Cheika no viene con ánimo de imponer desde un atril, sino que, como se ve a partir de esta acción, aspira a ponerse a la par de los jugadores. Desde ese lugar, tanto más fácil será hacerles llegar el mensaje. Viene a aportar todos sus conocimientos, pero también con la apertura para nutrirse él también, como buen cosmopolita que es. Michael Cheika nació en Sidney el 4 de marzo de 1967. Hijo de inmigrantes libaneses, creció en el distrito obrero de Coogee y de chico se dedicó al rugby league. Pero la cercanía con el club Randwick y la posibilidad que le auguraba el rugby union de viajar por el mundo, su anhelo, lo hicieron pasarse a la modalidad de 15 hombres. De su paso por Randwick, cuna de otros grandes entrenadores como Eddie Jones, Ewen McKenzie y Bob Dwyer, se recuerda el partido ante los All Blacks de 1988. Tenía apenas 20 años y como Nº8 opuesto estaba Buck Shelford. “Se golpeó tanto que bajo las reglas actuales de contusión no habría durado ni 15 minutos”, recordó su compañero y Wallaby Simon Poidevin. En otra oportunidad, recibió un golpe en un ruck que le costó 38 puntos en la cabeza; se presentó en el entrenamiento subsiguiente como si nada, dispuesto a jugar el fin de semana. Jugó en el seleccionado de New South Wales, en Italia (Padova) -donde aprendió el italiano- y en Francia (Castres y CASG Paris, hoy Stade Français) -donde aprendió francés-. En Irlanda, dirigió a Leinster y ganó la Copa de Campeones de Europa 2009 con Felipe Contepomi como apertura, a quien convocó para Stade Français. Allí tuvo a Mario Ledesma como asistente y se lo llevó a Waratahs, donde fue campeón del Super Rugby 2014, luego al seleccionado australiano, donde obtuvo el Rugby Championship y fue subcampeón mundial en 2015. Ya había sido tentado por la UAR por primera vez en 2013, una vez que finalizó el ciclo de Santiago Phelan, pero no llegó a un acuerdo. Su vínculo con el rugby argentino, se observa, proviene de larga data y tuvo su punto de máxima aproximación en los últimos dos años, cuando ofició de asesor de Ledesma. Hoy vive en Narbonne, Francia, de donde es su mujer, Stephanie. A la par de su función al frente de los Pumas, es director de rugby de NEC Green Rockets, de Japón, y head coach del seleccionado de rugby league de Líbano (también está aprendiendo a hablar árabe): “Ése no es un trabajo, lo hago sólo por amor”.
Está claro que Cheika no viene a trabajar gratis, pero tanto la dirigencia como él dieron a entender que para conducir a los Pumas resignó el nivel de ingresos que podría percibir en otro seleccionado o en un club europeo. El desafío, con Francia 2023 como meta, pudo más que el bolsillo. En su caso, más que un gesto de altruismo es un reflejo de su forma de vivir el rugby. Además de entrenador, Cheika es un exitoso empresario textil, dueño de la marca PDC Jeans, que se hicieron famosos por ser los favoritos de Victoria Beckham. “Eso me permitió tener una vida al margen del rugby. De esa forma, cuando me involucraba en el rugby, no lo hacía al ciento por ciento. No lo hacía por la plata o para pagar una hipoteca. Eso me permitía mantenerme fiel a mis principios. Creo que es una gran fórmula para el éxito”, dijo. No va a ser fácil sacar la cabeza del rugby con el poco tiempo de trabajo que hay hasta el Mundial y el escaso descanso que tendrán los jugadores. La temporada inglesa ya terminó; la francesa, es inminente. Los Pumas jugarán tres partidos ante Escocia en la Argentina entre el 2 y el 16 de julio, en Jujuy, Salta y Santiago del Estero, y el 6 de agosto comienza el Rugby Championship, que termina cuando las ligas europeas ya están en marcha. Una coyuntura que sólo el seleccionado argentino debe afrontar, hasta ahora sin solución aparente. “El margen es pequeño; es verdad”, aceptó Cheika. “Vamos a trabajar en el plan de juego, en nuestros principios, en por qué jugamos. Ya empezamos a hablar de cómo queremos vernos en septiembre de 2023.” Cheika encargó un estudio minucioso de los tiempos de juego que acarrea cada uno de los argentinos, pero a la hora de hacer la convocatoria no escatimó en nombres: están todos. Entre los citados reaparecen Agustín Creevy y Benjamín Urdapilleta, dos experimentados que habían sido desestimados por Ledesma luego del Mundial de Japón. La mayor sorpresa, no obstante, fue la omisión de Matías Moroni, uno de los jugadores emblemáticos del equipo, finalmente incluido ante la lesión de Santiago Chocobares. Dos claras muestras de autoridad. Después de aquel partido ante los Wallabies que cerró el Championship 2018, los Pumas no volvieron a desplegar el juego osado y dinámico que habían adquirido con Hourcade y había potenciado Ledesma en su primer año. El australiano, no obstante, pondrá el foco en otros aspectos del juego que lo anteceden, como las formaciones fijas y la defensa. “Fortalecer las bases”, apuntó Cheika. “El resto va a florecer a partir de ahí”.
¿Esto implica que los Pumas volverán al juego ultraconservador de las épocas de Loffreda y Phelan? Es cierto que las circunstancias conspiran en esa dirección: jugadores en clubes del norte inmersos en el calendario internacional del sur (coyuntura similar al periplo 2000/2013); estilos de juego y niveles de preparación física muy diversos; escaso tiempo de preparación; un equipo que necesita recuperar la confianza en su juego. Pero ése no es el estilo de Cheika. Todos sus equipos se han caracterizado por ser vistosos. Lo graficó Contepomi en una entrevista con ESPN: “Es un entrenador que piensa en un rugby que yo llamaría positivo. Innovador, siempre buscando traer cosas nuevas al juego, siempre siendo muy leal al juego en sí mismo. Cuando uno ve cómo juegan ciertos equipos, están mucho más marcados los que juegan a no dejar jugar al rival o a destruir que los que proponen juego. Cheika sería del segundo grupo, de los que tratan de proponer y ver qué cosas, dentro de nuestras posibilidades, se pueden hacer para ganar un partido. Se focaliza más en uno y no en el otro.” Dentro de todas contrariedades del contexto, Cheika tiene algo a favor. Ya sabe con qué se va a encontrar luego de haber estado en el equipo dos años como asesor. Y para los jugadores, la adaptación a un sistema de juego nuevo no debería ser tan traumática. Ledesma, como discípulo de Cheika, había adoptado un modelo australiano, altamente estructurado. El mayor activo de Cheika, no obstante, no pasa por el costado táctico-estratégico, sino por sus dotes de motivador y su capacidad de elevar el espíritu del equipo. Sin prescindir de lo anterior, es donde más debe trabajar este grupo de jugadores. Después de 2018, la relación entre el plantel y Ledesma empezó a desgastarse. Una realidad que nunca fue revelada por ninguno de los protagonistas pero que explica en parte el rendimiento por debajo de las posibilidades de los jugadores -aun cuando las condiciones de preparación eran óptimas- y la salida anticipada del entrenador. El exhooker de los Pumas tenía un estilo más frontal. ¿Exceso de rigor de su parte o extremo celo de los jugadores? No tiene sentido escarbar en eso ahora. Lo que vale resaltar es que, hoy por hoy, un entrenador debe poseer, además de conocimientos técnicos, empatía para que sus dirigidos asimilen el mensaje. En esa materia, Cheika asoma en la teoría como una persona idónea. “No creo que deba trabajar en la motivación de los jugadores. Siempre están motivados. Tienen que creer que son mejores de lo que piensan. Yo soy un outsider y sé lo que es venir a jugar a la Argentina. No es fácil. Es incómodo. No estoy seguro de que los argentinos siempre se den cuenta de eso”, sentenció Cheika. “Cuánto mejor puede ser un jugador si cree en sí mismo, si cree que todo es posible. Una cosa es desear, otra es creer. A partir de creer que es posible, uno puede delinear lo que hay que hacer para llegar a la meta. No es fácil, pero si lo fuera no valdría la pena. Es difícil, y eso lo hace más valioso. Cuanto más duro, mejor.” Ya lo demostró en su primer contacto con los Pumas, en el primer partido del Tri-Nations 2020: los convenció de que podían vencer a los All Blacks, y lo hicieron.
Si bien el contrato de Cheika es hasta el Mundial de Francia, el proyecto pretende ser a largo plazo. Ya no con el australiano, sino con la continuidad del staff de entrenadores. Felipe Contepomi, que será el encargado de los backs y el ataque en este lapso, está llamado a sucederlo. Cheika tendrá una doble función, entonces. Alistar el equipo para la gran cita, ineludible después de la salida abrupta de Japón 2019, y allanar el camino para la sucesión. Contepomi no tiene experiencia como head-coach más allá de su paso por Argentina XV, pero hizo un curso intensivo como asistente de Leo Cullen en el poderoso Leinster y tiene la chance de sumar otro posgrado al lado de Cheika. “Nuestra misión como entrenadores es formar a la gente que está alrededor. En resumen, son dos tareas: liderar al equipo y entrenarlo”, postuló el australiano, que se dedica a estudiar distintos modelos de enseñanza escolar para aplicar a su pedagogía. El exapertura de Newman tiene su propia filosofía. “Yo no creo en las revoluciones sino en las evoluciones de los equipos. Hay que evolucionar”, explicó. “Se han hecho cosas muy buenas en los ciclos anteriores y creo que se puede evolucionar a partir de lo que ya está construido. Los Pumas tienen un ADN que son el scrum y la defensa. Me parece que en esos dos aspectos tenemos que volver a tener una bandera. Es un desafío enorme”.
Entre las decisiones clave que deberán tomar está la de definir al apertura, precisamente. Nicolás Sánchez tiene el voto de confianza que se ganó por su ilustre trayectoria con la celeste y blanca, pero deberá ratificarla en la cancha. Urdapilleta es quien atraviesa mejor presente y es también el más veterano. Santiago Carreras, el 10 en 2021, es una alternativa, aunque no es su puesto natural y nunca jugó en esa posición en su club. En Argentina XV tendrá su chance de mostrarse Tomás Albornoz. Otro tema es la capitanía: ¿seguirá Montoya o volverá Matera? La decisión final corre por cuenta de Michael Cheika. Tiene la autoridad que infunde su trayectoria ilustre. Tiene el grado de distancia necesario para actuar con objetividad. Resta que su carácter y su visión del rugby conecten con los jugadores para sacar lo mejor de ellos. Si eso ocurre a tiempo para Francia 2023, los Pumas pueden volver a ser protagonistas. Luego, en la cancha se puede ganar y perder. Después de todo, el rugby es sólo un juego.